Una
tumba: Nursia después del terremoto, Italia después del catolicismo
Por Hilary White, para The Remnant
Nosotros
somos ahora el remanente de la Iglesia. No contamos con un liderazgo digno de
ese nombre. No podemos ir hacia donde ellos están yendo porque están yendo
hacia la perdición. Esto ya parece tan horrendo, tan insoportable que solamente
nos queda una cosa por hacer: si es necesario, continuar por nosotros mismos.
Todos ustedes habrán escuchado que fuimos
nuevamente golpeados por un gigantesco terremoto el mes pasado. Creo que hubo
en las noticias alguna información al respecto antes de sus elecciones. Estoy
en este momento escribiendo en un tren en el norte de Italia donde he estado
más o menos vagabundeando por los campos buscando un lugar nuevo para vivir
mientras resuelven si mi casa en Nursia va a poder seguir en pie. Las cosas
están un poco extrañas por el momento, pero pienso que no más extrañas en
general que lo que están en la vida de la Iglesia. Actualmente mi vida espiritual
se parece mucho a una situación de gran incerteza, de confusión y de convulsión,
por tanto es difícil quejarse por la oportunidad de sufrir exactamente como
Cristo está ahora sufriendo en su Cuerpo Místico.
El gran terremoto de Nursia del 30 de
Octubre no fue una sorpresa para ninguno de los habitantes locales. He aprendido sobre el grado de despreocupación
de los italianos hablando con algunos de los nurcinos. Ellos se encojen de
hombros y dicen: “Sí, los grandes generalmente ocurren con alrededor de uno o dos
meses de diferencia”, y luego retornan a
nuestro vaso de vino. Estábamos por entonces justo coincidiendo con el momento
en que ocurrió el primer terremoto – 6,4 pero a unos kilómetros de distancia –
que nos golpeó el 24 de Agosto. Por ahora todos ustedes han visto las imágenes
de la Basílica de San Benito, colapsada en un montón de escombros. Parece
entonces que hay una pequeña diferencia entre los 6,4 y los 6,6 y esta vez
Nursia fue el epicentro.
El más fuerte ocurrió en la Fiesta de
Cristo Rey y fue precedido por una serie de sismos durante la semana. El 26 de
Octubre alrededor de las 7 de la tarde yo estaba sentada con una amiga en su
cocina, tecleando en el computador y al segundo siguiente estaba sumergida debajo de la mesa. Mientras
yo gritaba alarmada las luces se apagaron y hubo un ruido como de un camión
ingresando a la casa, la cual osciló por unos 15 segundos, al tiempo que los
armarios de la cocina se tambalearon y los vasos saltaron en su prematuro final
alrededor nuestro.
Después de hacer un esfuerzo por
calmarnos y de barrer los vidrios, mi amiga y yo nos tomamos una buena dosis de
whiskey canadiense y fuimos a dar un paseo, encontrando a los pocos metrosca muchos amigos en la
Piazza. Después de chequear el perímetro, en el cual vimos que no existían
muchos daños, – al fin y al cabo gracias a los nuevos estándares de Nursia
- y que nuestro nuevo contrafuerte había
hecho su trabajo afirmando a los edificios, decidimos ir a ver si el restaurant
Grotta Azzura estaba abierto y si nos podían servir un plato de pasta. Ambas estábamos
buscando comer carbohidratos, y supusimos que un 5,4 era suficiente
justificación para un poco de comida gratificante.
Ambas conocemos a gente que estaba en los
hoteles y pensamos que si íbamos a morir
sería mejor hacerlo en buena compañía. Cuando el segundo golpeo en la tarde, de
grado 6,0, estábamos justo empezando el vino. El enorme edificio de piedra
medieval – que había sido completamente restaurado a prueba de sismos después
de la serie de terremotos en los años ´70 – se sacudió como en una especie de
vals lento alrededor de nosotros. Franco, el metre, canceló nuestra orden y
envió a los cocineros a casa. Nos preparamos algunos jamones rebanados y queso,
y terminamos nuestro vino a la luz de una vela. Se sorprenderían de como una buena comida sabe cuando uno está con un
miedo al peligro mortal. ¡Y nos dieron gratis un tiramisú! Antes de irnos,
Franco me preguntó si pensaba que había visto el final de esto. Dije: “no”.
Esto fue el miércoles. Este terremoto
dañó la capillita improvisada que los monjes habían armado. Ahí podían rezar la
Misa y un limitado Oficio Divino (Laudes y Vísperas) para los “fieles”. Después
de uno o dos días, recibimos mensajes diciendo que podían ofrecer la Misa por
la Fiesta de Cristo Rey en la tienda de regalos a las 8:30. Teníamos la
impresión que esto en estricto sentido no estaba autorizado – la tienda de
regalos había sido dañada – pero que las autoridades harían la vista gorda si
no había mucha gente. Los monjes son muy populares con todos en Nursia,
incluyendo a la policía y a los bomberos.
Esa mañana me levanté – mi casa, que está
bien lejos de los muros de la ciudad, hasta el momento no había sufrido daños –
y me vestí. Obviamente que iba a ser una
hermosa mañana una vez que la temprana bruma se esfumara. Octubre en general
es nuestro mejor mes de Nursia. Hice
todo normalmente: alimenté a los gatitos, me puse mi uniforme de otoño de falda
de tweed y un jersey negro, me envolví con guantes y bufanda contra el frío
otoñal y bajé la colina en mi bicicleta.
No fue hasta que estuve en la Piazza que
noté que algo andaba mal: no había nadie ahí y ya eran las 8:25. Llamé a una
amiga y ella todavía somnolienta me dijo que yo me había olvidado del cambio de
hora y que eran en ese momento las 7:25. Me encogí de hombros y fui al hotel
Grotta Azzura a matar el tiempo con una taza de té en su salón de la mañana.
Afortunadamente, más de lo que pensé en ese momento, había llevado conmigo mi
computador y la señal wifi del hotel estaba muy buena.
Alrededor de quince minutos después, a
medio camino de mi segunda taza y en medio de una conversación con un amigo en
Tucson, estaba dando tumbos con un pánico ciego afuera del hotel mientras un
ruido como del fin del mundo gritaba y rugía alrededor nuestro. Del resto de lo que sucedió lo he escrito en
alguna parte. Cerca de cinco horas después dos amigos y yo, con una caja con gatos, escapábamos Nursia con
rumbo a Roma en un autito.
¿Cómo está Nursia ahora? Lo suficiente
para decir que tras diez días, la gente de Nursia, mis amigos y vecinos, están
viviendo en tiendas de campaña y siendo alimentados en comedores comunitarios
atendidos por militares italianos. Nursia está, si no muerta, entonces en una
situación crítica. Mi amigo, que dirige una tienda de computadoras, me ha dicho
que hay energía en el pueblo, pero el agua es insegura y desde luego no hay
comercio. Él está en conversaciones con
la municipalidad para ver la manera de reabrir los negocios, a fin de proveerse
de comida y para las necesidades básicas. Yo por ahora me estoy quedando lejos,
por ninguna otra razón más que la de aliviar la presión a los servicios de
emergencia al tener que alimentar a una boca más.
Mientras tanto el asunto de la vida
católica de Nursia permanece abierto. Después del terremoto de Agosto la municipalidad cerró todas las iglesias que aún estaban en
uso, 4 de 11. Se está ofreciendo una Misa Novus Ordo semanal en una tienda de
campaña colocada fuera de los muros. Visité está casa de Dios y escasamente he
visto algo tan miserable y deprimente.
El horripilante logo del Año de la
Misericordia estaba puesto cerca de la puerta con la señal de: “Porta Santa della Misericordia” sobre la entrada. Los italianos no son tontos, y aunque les
“gusta” el Papa Francisco, ellos conocen un truco publicitario vacío cuando ven
uno y también saben cómo es un político cuando ven a uno.
La verdad es que aunque la próxima
extinción de la vida católica en Nursia es ahora visible externamente, sin
embargo ya antes existía, pero difícilmente alguien lo notaba porque aún
permanecían los edificios.
¿Qué es lo que la Iglesia está haciendo?
Removiendo las obras de arte y el mobiliario de las iglesias y llevándolas a
“salvo” en Spoleto o a donde sea. Esto ya sucedió antes. Esta realidad es
sabida por la gente de Norsia: que muchas de sus iglesias quedaron sin reparar
desde los terremotos de 1979 y de 1997, y su mobiliario, arte y vestiduras
están descansando confortablemente en cajas de museos.
El día del terremoto de Agosto, el obispo
apareció con un pequeño séquito. Dio unas pocas entrevistas a la RAI frente la
imagen de San Benito mientras estábamos en la capilla de la cripta cantando el Oficio de
Laudes “acompañados” de las réplicas. Entonces él anunció la clausura de todas
las iglesias y volvió a Amatrice, ciudad que fue totalmente destruida. Tiene
una foto con sotana sosteniendo una pala, y luego se marchó. Volvió de nuevo cuando el
Primer Ministro visitó la ciudad, luego
con el papa y después de nuevo cuando vino el Presidente Mattarella. He oído
que el Cardinal Bagnasco, la cabeza de la conferencia episcopal italiana, vino a visitarla la semana pasada
por tanto supongo que él estaba ahí también. Pero aparte de esto, no lo hemos visto.
Le he escuchado a mis amigos de Nursia
que a él no se le ha extrañado mucho.
Esto es lo que no ha sucedido en
Nursia: durante el día no hay ningún
sacerdote disponible en la Piazza para oír confesiones. Nadie ha llevado un
confesionario de madera fuera ni de la Basílica (monjes) ni de la co-catedral
(diócesis) para ofrecer el sacramento de la reconciliación en este tiempo de
grave crisis. No hay ninguna procesión alrededor de los muros, rogando la
intercesión de Nuestra Señora, o de San Benito, o de Santa Escolástica. No hay
rezos públicos del Rosario organizados oficialmente en reparación. No hay
llamados que provengan del obispo o de los sacerdotes a volver a la Fe. No hay
misas ni otros ritos ofrecidos por la diócesis en público dentro de los muros
de este antiguo centro del Catolicismo. Tal vez nadie lo ha pensado. Por cierto, en la mañana del 30 de Octubre
cuando los monjes confesaban en la Piazza mientras esperaban la Vigili del
Fuoco para conducirnos por un sendero hacia las afueras de la ciudad, solamente
una persona fue. Pero los restaurants permanecían abiertos, eso es algo. (Los
monjes equiparon rápidamente una capilla en sus “scavi”, esto es, en el área
excavada cerca de la Basílica donde las ruinas de la casa de San Benito, del
siglo II antes de Cristo, han sido preservadas. Ahí continuaron con su Misa
conventual diaria, aunque asistían solamente
ellos y aquellos “amigos del monasterio” los cuales estaban en la lista
de correo electrónico. Tuvimos la impresión que esto era bastante mal visto
arriba. Las Clarisas Pobres mantuvieron sus puertas abiertas para el raro Novus
Ordo con sus panderos…sí, panderos reales, pero ustedes pueden imaginar que no
era muy bien atendido).
Para los Norteamericanos es habitual
pensar en Italia como un lugar católico, donde las familias son numerosas y
cada pueblo tiene su iglesia parroquial, su procesión mariana, y sus bulliciosas fiestas de santos. Una
imagen color rosa de paz y de catolicismo fiel que probablemente fue creada por
la mentalidad anglo después que las tropas llegaran de la guerra a casa. El
problema es que esto es una reliquia del pasado. Incluso aquellos que han tenido un breve
vistazo más de cerca han descubierto un cambio casi apocalíptico de esta idílica
imagen.
La vida católica y la fe en Italia han ido en declinación desde el Risorgimento del siglo 19, cuando los
secularistas y anticlericalistas establecieron el Reino de Italia, una ficción
de corta vida que en mayor parte sirvió para despojar al papa- a punta de
pistola – de su autoridad temporal. También fue el periodo en el que fueron
transformadas las leyes y las regulaciones económicas, forzando a salir a los campesinos y a otros habitantes
del mundo rural de sus tierras ancestrales hacia las ciudades en busca de trabajo,
un proceso que trajo como resultado una completa descristianización de
poblaciones completas en muchos países del norte de Europa después de la
reforma protestante.
La erradicación cultural y religiosa – el desarraigo literalmente hablando – de los
italianos ha traído como resultado que las mayorías de las áreas rurales de
Italia son económicamente inhabitables. Aquellas comunidades que
sobreviven por completo de algún tipo de
agricultura no turística están sufriendo. Los niños nacidos en Nursia pueden
vivir ahí hasta que terminan sus estudios universitarios y luego deben irse si sus padres no tienen su
propio negocio que les provea de trabajo. Hay en Nursia una casa para ancianos
donde las personas mayores, cuyos hijos
y nietos han dejado la ciudad, deben ir cuando ellos ya no pueden moverse por
sí mismos.
¿Por qué los italianos han olvidado su
fe? ¿Cómo perdieron su identidad? Las preguntas pueden ser respondidas de
manera material y mecánica, mirando las tendencias históricas, económicas,
políticas y filosóficas, pero en esencia sigue siendo un misterio.
Los monjes me han dicho que los bomberos,
la policía y otros trabajadores de servicios de emergencia son al menos
vestigialmente católicos. Todos los que conozco aquí me responden muy favorablemente
cuando les cuento que me vine a vivir a este lugar por razones religiosas,
escapando del extremo y agresivo espíritu secularista de mi patria anglo. Pero
unos pocos que están fuera de la comunidad tradicionalista, dominada en Italia
por un resto de la nobleza italiana, realmente no tienen idea de lo que quiero
decir. La mayoría de ellos quedan perplejos y confundidos con esto. A algunos les divierte. Otros se encogen de
hombros y cambian de tema.
Italia no es en verdad un lugar feliz.
Honestamente, fuera de los distritos turísticos, Italia es un lugar muy
depresivo y deprimente. Las ciudades industriales están dominadas por la
uniformidad, por los cuadrados y por la desadornada arquitectura de la post
guerra, mucha de la cual está agrietada y desmoronada por el clima húmedo. A
nadie le importa mucho. Las ciudades están siempre salpicadas con
construcciones abandonadas o semi abandonadas. En todas partes, incluido en
Nursia, uno puede encontrar proyectos a medias que fueron abandonados
pudriéndose con andamios oxidados y malezas que crecen alrededor de los pilas
de bloques y baldosas. La corrupción política y económica es aceptada como una
derrota por un público que sabe que no puede hacer nada ni podrá hacerlo. La
gente en esto país, tanto expatriados como nativos por igual, aprenden a vivir
como refugiados en sus propios hogares, esperando desastres y adoptando una
mentalidad cínica y a corto plazo que hace imposible una planificación a futuro
en cualquier escala.
¿Qué le pasará a Nursia? Se ha preguntado
si existe alguna razón para reconstruir las iglesias en ruinas mientras la
gente de la ciudad ha demostrado su falta de interés por la religión a la cual
están destinados. Tal vez es mejor preguntar ¿Qué debe pasar? ¿Qué debemos
hacer?
La única respuesta a esto es obvia:
debemos re-evangelizar este país y a todos los demás. Debemos mirar al pasado
profundo para comenzar. ¿Cómo fueron cristianizados los países? La respuesta es
incómoda, por decir lo menos, y dadas nuestras actuales circunstancias, en Roma
no podemos observar los habituales canales para ayudarnos en esto. En efecto
estamos viendo que en Roma, tal como en los días del Antiguo Imperio, hay una
nueva forma de persecución de la Fe más que fuerza y apoyo. Y espero que esto
en vez de mejorar, se ponga peor.
Entonces, ¿Cuál es la respuesta? Tal como
muchos lectores saben, soy una fanática de las Crónicas de Narnia y todo este
tiempo he estado pensando en lo que Aslan le dice a Lucy: que ella debe
seguirlo incluso aunque los otros, sus leales mas no muy santos hermanos
mayores Peter, Susan y Edmund, no lo hagan. Ella debe seguir adelante incluso
si está sola. Nosotros estamos ahora, el remanente de la Iglesia, en la misma
posición. No contamos con un
liderazgo digno de ese nombre. No podemos ir hacia donde ellos están yendo
porque están yendo hacia la perdición. Esto ya parece tan horrendo, tan
insoportable que solamente nos queda una cosa por hacer: si es necesario,
continuar por nosotros mismos.
Creo que los monjes de Nursia tienen una
parte de la respuesta. No están abandonando la ciudad, aunque ellos no tienen
un edificio para vivir o una iglesia donde rezar. En agosto construyeron una
especie de campamento de trabajo en su monte con vista a la ciudad, lo
establecieron para las largas jornadas de trabajo y oración, para proseguir con
su vida benedictina por su propia salvación y por la salvación del mundo.
Ahora todos debemos encontrar soluciones
similares, cada uno sirviendo donde esté y con las capacidades que nos otorga
nuestro estado de vida, en nuestro lugar en el mundo. ¿Cómo reconstruimos una
civilización cristiana? ¿Qué es la “Nueva Evangelización”? La misma Vieja
Evangelización. No tenemos otra opción. Otra respuesta nos conduce al precipicio
de la desesperación.