Nota de la Traducción: al cumplirse un nuevo aniversario del fallecimiento de Monseñor Benson este 19 de octubre publico la segunda parte y final de las cartas de Roma. No tiene desperdicio que las lean, añorarán sin duda haber estado en la Roma de San Pío X.
Las Cartas de Roma (2)
Sobre
el día de Navidad:
(viii) “La Misa de medianoche aquí
en San Silvestro in Capite fue hermosa la noche pasada. Detrás del altar mayor
hay una puerta, de alrededor de cuatro pies de alto, abierta hacia una pieza
pequeña donde las monjas suelen oír la misa. Esta habitación estaba convertida
en un establo, con una escenografía de un cielo azul, con nubes y árboles detrás, y
un techo de madera encima con enredaderas y un pequeño pilar como muro
sujetándolo. Al frente un gran fardo de paja con el Niño santo recostado sobre
él con los brazos extendidos, y todo envuelto con una luz brillante. Estaba
realmente hermoso, y había una orquesta con un arpa en el lado oeste de la
galería. Esta mañana, después de la Misa cantada, el sol súbitamente hizo
brillar el oro del altar y al Niño que yacía en el portal. Repentinamente todas
las velas se volvieron amarillo ahumado.”
Uno
ha visto este efecto una docena de veces, pero es necesario que Monseñor Benson
lo exprese:
“Ayer después de mediodía fui a
Santa María la Mayor, y escuché una parte de las Vísperas y vi la Cuna expuesta
en su relicario de cristal y plata. Y luego ¡fui a la Iglesia Armenia Unida a
la Misa de las 4 de la tarde! Fue todo muy raro, con música y matracas
bárbaras; con las palabras de la Consagración cantadas en voz alta y un velo
blanco que súbitamente corrió por el altar después de la Elevación, mostrando
al celebrante detrás de una especie de neblina, y luego una vez retirada el
sacerdote ¡estaba usando una corona con joyas! Sin embargo, esto da un gran
sentido de catolicidad y está completamente en contra de la idea de que Roma
tuerce todo a su propio estándar.
Santa Maria Maggiore |
“Esta es la mejor Fiesta de
todas, ¿no estás de acuerdo? Dios viene a nuestro nivel, mientras que nosotros
tenemos que aspirar a Él. Supongo que es por esto por lo que es más popular.
Aquí la Iglesia aún es un hormigueo de gente, con un tintineo continuo de las
campanas hasta mediodía desde no sé qué hora desde esta mañana. Por supuesto
que todos los sacerdotes están diciendo sus tres Misas hoy, y la devoción de la
gente va más allá de toda descripción, y creo, en realidad, que especialmente es la de los hombres, quienes forman la mitad, si no más, de toda la feligresía
del mediodía. Cada uno trae su propia silla y reclinatorio, y se plantan donde
les place, en cualquier ángulo, apuntando en dirección a cualquiera de las
misas que les guste. De pronto uno se encuentra con gente arrodillada en línea
recta frente a uno y comenzando a escuchar esta misa. Casi todos los fieles
escuchan las tres Misas de ese día. Yo estuve observando a un hombre muy bien
vestido esta mañana, cuyos labios se movían incesantemente; y a otro, un niño
campesino de pelo ondulado absolutamente extasiado e inmóvil arrodillado sobre
las piedras, con su cara oculta, creo, durante una hora y media. ¡El sentido de
reverencia está más allá de cualquier cosa que yo jamás haya soñado fuera del
cielo!
Esta mañana un niño me siguió desde
fuera de la iglesia y de pronto tomó mi mano y la besó, tal como aquí hacen ellos a los sacerdotes.
Me temo que esperaba un regalo de Navidad, ¡pero fue una conmovedora manera de
solicitarlo!”
El
padre Benson fue a Nápoles para la época de Navidad. A los que les gustan las
imágenes de las palabras recordarán una o dos frases de uno de sus libros,
describiendo las flautas de los pastores delante de una imagen de marfil de la
Madre de Dios mientras atravesaba la bahía temprano en la mañana. El Vesubio
yace “enorme y violeta” frente al rosado amanecer. Continuando con la carta
dice abajo:
“La religión napolitana es
maravillosa, una devoción muy intensa, combinada con muy extraña manera de
comportamiento. Fui a Misa y a comulgar esta mañana y la gente estaba rezando
en voz baja durante la comunión y cuando entraban. Y ahí estaba la más notable
imagen que yo nunca había visto: ¡Nuestra Señora vestida en seda azul con un
pañuelo de encaje en la mano!”
El
padre Benson evidentemente no había estado aun en Mantua, donde en la gran
Iglesia de San Andrés Nuestra Señora de los Siete Dolores todavía tiene
un pañuelo de encaje y está vestida con un muy elaborado y ajustado vestido de
terciopelo negro, adornado con diamantes y un ¡collar de Medici!
En
otra carta de Nápoles donde se deleita con el pensamiento de toda la
creación, animada e inanimada, siendo
atrapado y absorbido por la Iglesia
Católica como medio de hacer honor y gloria al Divino Creador en la belleza y
en el esplendor, el padre Benson dice:
(viii) “Esta mañana había un gato
sentado sobre el riel del comulgatorio al momento en que la Sagrada Comunión
estaba siendo dada. A nadie le llamó la atención. No parecía estar fuera de lugar, ¿no
parece bastante loco?”
(ix) “ Ahora déjame hablarte un
poco más sobre Roma, y todo esto te concierne a ti. Primero que están los servicios de la octava (Epifanía). Estamos aquí teniendo, como creo que
ya te conté, la mayoría de los ritos Orientales. Son muy curiosos y algunas
veces grotescos. Existe la extraordinaria costumbre de hacer sonar varillas
largas sobre el altar, que tienen las cabezas tintineantes, y que tienen como
fin mantener a las moscas alejadas del Santísimo Sacramento y del sacerdote. En
alguno de estos ritos el sacerdote usa una especie de corona imperial después
de la consagración y en muchos de ellos la comunión se da en las dos especies.
Todo esto es una sorprendente muestra de la catolicidad de la Iglesia. No
existe la opresión del individualismo del cual la Iglesia es a menudo acusada.
Hay aquí un maravilloso predicador italiano, con una hermosa articulación, muy
agraciados gestos y extraordinaria pasión, y la iglesia está todos los días
repleta. Desearía poder seguirle, pero todavía no sé el suficiente italiano."
San Silvestro in Capite |
“[San Silvestro in Capite] es una
iglesia hermosa. Me gustaría poder describírtela. Primero, tiene la típica
arquitectura italiana y está cubierta por todos lados de frescos y unas
pequeñas galerías a la izquierda con un enrejado a través del cual uno escucha
algunas veces la Misa. A lo largo del final de la galería es para el coro y los
músicos. Tiene cuatro capillas a cada lado y un amplio descanso con cuatro o
cinco peldaños para subir al altar mayor.
“Temprano en la mañana hay ahí
mucho movimiento en la Misa y en la Meditación…Yo siempre me adentro en una de
las capillas frente a donde está reservado el Santísimo Sacramento y donde se
dicen la mayoría de las Misas. Excepto por las velas es muy oscura. La Misa
continua en dos o tres altares a la vez y generalmente presencio el final de
tres o cuatro consagraciones y cerca de dos Misas completas, y así
continúa desde las cinco y media hasta
las ocho. Luego el amanecer comienza a entrar sigilosamente, y más y más gente
llega y uno los ve arrodillarse por todos los ángulos. Algunos están sentados,
otros de pie atendiendo a los distintos altares. Tienen el extraordinario poder
de seguirlas perfectamente aún sin un misal, según parece, en profunda oración.
Uno no esperaría esto salvo de los religiosos o de la gente que tiene un
entrenamiento especial, pero supongo que eso es la más elevada forma de oración
para aquellos que pueden hacerlo. Parecen haber avanzado bajo la superficie
hasta el silencio de la Gracia, y la Misa Rezada es exactamente el culto que lo
ajusta y lo hace fructificar. Uno siente que el mundo en su totalidad está en
una especie de intranquila e inútil actividad cuando se capta donde está el
alma de estas personas. Todos los gritos de la calle y hasta la expectación de
escuchar que la guerra se declara [Enero de 1904] y el correo inglés, todo esto
parece tan externo y superficial. Porque justo aquí abajo, si se pudiera llegar
ahí y detenerse, está la realidad.
Sin embargo, me parece que este es
el lugar donde quienes somos católicos realmente nos conocemos el uno al otro, a
los que ya partieron y a Nuestro Señor; y que Roma, Woodchester, nuestros
propios hogares y el mundo entero están justo aquí. Si pudiéramos hacer un solo
esfuerzo más y llegar ahí, y que la Misa que un sacerdote dice no es otra Misa, sino la misma como la que el Padre
________ dice en Inglaterra y la que un desconocido sacerdote dice en
Australia.
Bueno me temo que esta es una carta
triste, pero mi única excusa es que justo ahora no estoy bien del todo…Sabes
que no es por la falta de una felicidad y gratitud intensa en mi corazón que no puedo
poner todo por escrito. Debo dar lo mejor de mí para compensar, agradeciendo a
Dios más y más por todas las grandes gracias que Él te ha dado.”
(x) “Para nosotros esto es tan
inexplicable, cuando hemos tenido la gran gracia de entrar en la Iglesia y cómo
los demás no lo ven también…esto es inexplicable, eso es el final de todo. Pero
justamente porque estamos en la certeza total del catolicismo, podemos morar en
la vida común en Cristo que nosotros, los del Cuerpo de Cristo, compartimos con
aquellos que son de su Alma.
A mí me parece cada vez más que
pronto habremos convencido a nuestros amigos que tenemos el corazón
entero y fiel en nuestro catolicismo, y que podemos, después de todo, fijarnos
más en lo que tenemos en común con ellos que aquello con lo que diferimos. Es
realmente horrible escuchar a veces a los viejos católicos hablando de todos
los que están fuera de la Iglesia como Anti-Cristo, y a mí me parece que quizás
uno de los más grandes trabajos que nosotros los conversos podemos hacer es
mostrarles a los viejos católicos que nuestra vida fuera de la Iglesia era real
y cristiana, aunque equivocada e imperfecta.”
(xi) “Esta mañana recé por ti bajo excepcionales circunstancias, justo
después de recibir la comunión de manos del Papa. Alrededor de unas cincuenta
personas asistimos a la misa en su capilla privada en una pequeña habitación
abierta donde nos arrodillamos con el altar a la vista. Dijo la misa con tal
simplicidad y humildad como lo haría un cura rural. No necesito decirte lo
conmovedor que fue y todo lo que significó para mí. ¡Hace un año en un domingo
como éste yo comenzaba mi misión en Cambridge! No hay mucho que describir en
cuanto a la Misa. Imagina una inmensamente alta habitación tapizada con
gobelinos rojos adamascados; una puerta de doble hoja y un gran altar de oro
justo delante de la barra para comulgar y un santo, simple y viejo sacerdote
con un rostro cobrizo cubierto por una casulla con joyas y una capa blanca y
tres acólitos de blanco y escarlata sirviéndole, con un silencio de ultratumba,
roto por el suave rumor de una voz algo patética. Él nos dio a todos la
comunión personalmente.”
(xii) “Te estoy enviando dos hojas,
realmente Valentinas, porque ellas provienen de la capilla-catacumba de San
Valentín en su día. (Por favor dale una al Padre__________.) Fuimos a escuchar
la Misa ahí, cantada y ejecutada por los Padres Palotinos y sus estudiantes. La
capilla-catacumba se abre a través de una puerta en la ladera de una colina, y
las mismas catacumbas se abren en pasadizos en el mismo nivel hacia la
izquierda, pero se han echado a perder porquelos Agustinos, quienes las
convirtieron en celdas aparentemente, no terminaron lo que estaban haciendo…”
“Pienso que los [nacidos católicos]
tienen la idea de que la mayoría de los clérigos anglicanos predican una
especie de calvinismo en traje negro, y que precisamente unos pocos tontitos
jóvenes se colocan estas vestiduras
algunas veces como una especie de “broma” detrás de puertas cerradas. Me parece
que cada vez más que el primer paso para convertir es borrar este tipo de
malentendido. La conversión de Inglaterra no podrá tener lugar hasta que Inglaterra
sea comprendida. Toda la posición de los hombres de la High Church se asemeja a
la de los viejos católicos: completamente insincera, y no puede ser considerada de buena fe, se hace más posible comprender su error al ver por sí mismo qué
extraña posición es. ¡Ayer de nuevo leí los Treinta y nueve Artículos! Y me
parece tan raro cómo los pude haber firmado (tal como lo hice y como miles
lo están haciendo hoy) con una absoluta buena fe y sinceridad…”
“…El Miércoles de Ceniza estuvo muy
conmovedor en San Juan de Letrán, donde fui por puro aprecio a John Inglesant,
quien recibió las sagradas cenizas ahí. Qué maravilloso libro, es respecto a la
vida interior.”
En
Pascua el padre Benson escribe:
(xiii) “Aquí hay tanto por decir
que uno no sabe por donde empezar, pero supongo que lo más importante es la
Misa del Papa en San Pedro.”
San Pío X |
“¡Fue sobrecogedor! La iglesia entera estaba empedrada con cabezas y sobre este enorme pavimento llegó el enorme dosel con la gran figura con joyas bajo él y los solemnes seguidores saludándolo detrás. Fue uno de los más vivos momentos. Al frente venía una interminable hilera de mitras avanzando a lo largo. Entonces el canto llano fue como una enorme intencionada voz hablante que de vez en cuando, gritaba en ese imponente lugar. Y desde luego, el gran momento final fue en la elevación, con un silencio de ultratumba, roto solo por las trompetas de plata exultantes en el domo. Esto da la sensación de una extraordinaria consumación: el Vicario de Cristo ofreciendo a Cristo, en el centro del mundo, con los representantes de todo el mundo cristiano ahí, y los ángeles resoplando las trompetas en lo alto. Uno siente como si todo lo que era importante o real estuviera enfocado ahí. Y luego, la procesión saliendo nuevamente en silencio y de vez en cuando, las trompetas resoplando por todas partes. Nosotros también fuimos hacia fuera y toda la piazza era una multitud negra…Justo en ese momento tuvimos el scirocco, y densas nubes y truenos y un blanco resplandor sobre todas las cosas. Lo más cansador y para poner a prueba al temperamento. Los ingleses pululaban por todas partes con rojas guías Baedekers bajo el brazo.”. . . . .
“Han comenzado a llegar de nuevo
las pruebas del libro de las Devociones de la Pre-Reforma y es simplemente una
alegría corregirlas. Sin embargo, estoy tremendamente apenado de que a los católicos no les importe este libro. Es demasiado Sajón y precisamente palabras
como “amistoso” por el momento no están permitidas. Pero estoy seguro de que a
ti te gustará. Las devociones son una extraordinaria mixtura de pasión y
moderación, de fuerza y delicadeza…Esta es una carta melancólica, estoy
atemorizado por la tormenta y el leve estado febril son responsables. Tiemblo
al pensar en los calurosos meses que vienen.”
Desearía
que fuera posible reproducir, en el texto de la siguiente carta, la delicada
esquelita de un hermano lego Benedictino con una larga escoba ilustrada en el
original. Tiene cerca de una pulgada y un cuarto de alto, y es absolutamente
fiel a la realidad, a pesar de la propia crítica del artista. La carta fue
escrita desde San Anselmo.
(xiv) “________ _______ y yo hemos
pasado un encantador tiempo en este monasterio Benedictino, en un retiro. Por lejos
este el mejor retiro que he tenido desde
un punto de vista subjetivo. No hay reglas, ni direcciones y hacemos
exactamente lo que queremos. Nos levantamos cuando queremos, rezamos mucho
tiempo, cuando y donde queremos y, en consecuencia, es una especie de anticipo
del Paraíso. Los benedictinos irradian tranquilidad y amor a Dios, y tienen
sentido del humor y nos proveen de baños fríos. En realidad, no se me ocurre
qué más esperar. Es un monasterio nuevo, muy grande, con una Iglesia-Abadía muy
alta, con una avenida de encinas y lagartijas; con una colina azul a la
distancia y viñedos por todos lados; con grandes habitaciones, frío mármol y
escaleras. Cantan como los ángeles y su ceremonial es ideal. Esta tarde tuvimos
vísperas pontificiales y ellos las hicieron como si (y es verdaderamente así) lo más importante del mundo fuera orar bien a Dios. Sentí que
ahí estaba la plenitud del tiempo y del espacio. Tengo una galería en el techo
toda para mí.”
“Hay unos encantadores hermanos
legos que parecen gnomos (he dibujado mal el hábito, pero por supuesto te dará
una impresión general) que le hacen a uno la habitación, barren el lugar y uno
de ellos me subió tu carta esta tarde.”
. . . . . .
“Siento que podría retirarme aquí
para siempre. Propiamente hablando cada uno es de diez días, pero espero que
acorten los otros; ya que treinta días de retiro en seis semanas es bastante
largo. Pero no me importa si por último ellos no lo hicieran…No he visto nada
como Mirfield desde que me fui y eso era el Cielo…”
“Mi primera Misa ciertamente va a
ser sobre el cuerpo de San Pedro. Pero las fechas son absolutamente inciertas
hasta el momento. Te lo haré saber lo más pronto posible, cuando yo lo sepa…La
manera italiana es así: aspirar un poco de tabaco cuando se les pregunta por alguna
cosa y decir: “¡Fa´niente, el tiempo
fue hecho para los esclavos!”
“Tu relato sobre el religioso
francés y la Salve Regina es de lo más conmovedor. Pero qué espléndido es que
Inglaterra le diera refugio. Es una especie de acto de reparación para Tyburn,
y puede brindar inmensas bendiciones…”
“Me temo que a los viejos católicos
no les gustará mi “Libro del Amor de Jesús”. Su gusto por el inglés está
completamente corrompido por las modernas oraciones latinizadas, llena de
palabras como “amigable” “condescendencia” “fervor” y así. Se necesita ser
educado en el Book of Common Prayer para saber lo que la lengua inglesa puede
significar en la oración. Sin embargo, espero que los conversos y los
anglicanos comprarán el libro….”
“…Esta es una carta muy inapropiada
para estar escrita en un retiro, y temo que las personas piadosas la llamarían
“des-edificante”. Pero no puedo hacer nada y no tengo tiempo para escribir
otra.”
Cualquier
comentario acerca de estas maravillosas cartas ciertamente sería muy
“des-edificante”, aunque hay mucho acerca de lo cual el corazón arde por decir.
Sin embargo, Monseñor Benson siempre y en cualquier momento escribió la más
conmovedora descripción de la Misa del Papa en San Pedro por Pascua que yo, por
mi parte, nunca he visto.
La
carta de San Anselmo fue escrita en mayo de 1904. El padre Benson fue ordenado
sacerdote en la Fiesta de San Antonio de Padua el 13 de junio. Después dijo su
primera Misa, no sobre el cuerpo de San Pedro, sino sobre el altar de San
Gregorio en la Colina Celia y regresó a Inglaterra.