sábado, 29 de julio de 2017

Bensonians en el III Congreso Summorum Pontificum

Entre el 27 y el 29 de Julio se desarrolló la tercera versión del Congreso Summorum Pontificum organizado por la Asociación Litúrgica Magnificat Una Voce Chile, con motivo de los 10 años del Motu Proprio. Nos pudimos asistir el viernes a la Santa Misa en primer lugar, rezada por el padre Angel Alfaro, y luego asistimos a las conferencias. La primera fue dictada por el padre  Pedro Felix Salas y la segunda la dictó el profesor Rubén Peretó Rivas. Ambas muy interesantes, aportando la experiencia de la aplicación del Summorum en una parroquia, en el caso del padre Salas y posteriormente la historia del Movimiento Litúrgico desde principios del s.XX hasta el Concilio Vaticano II.  El día de hoy asistimos al coloquio, luego a la misa solemne y terminamos con un vino de honor. Fue muy grato encontrarse con amigos del mundo tradicional.

Agradecemos una vez más a la directiva de Magnificat por la invitación y por la gentileza que caracteriza a cada uno de los miembros de la Asociación, que nos entregó además un libro sobre la historia de Una Voce Chile que se publicó con motivo de los 50 años celebrados el año pasado.

Les dejo un registro fotográfico de ambos días.
                                                                                 







         
                                                                       
                                         

                                         

                                         

            
                                                                   

lunes, 24 de julio de 2017

La Eternidad, en El Gran Divorcio de C.S. Lewis


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  "Hijo mío - me dijo -, en tu estado actual no puedes comprender la eternidad. Cuando Anodos miró por la puerta de lo sin tiempo no obtuvo mensaje alguno. Pero puedes obtener una similitud si dices que tanto el bien como el mal, cuando han crecido, son retrospectivos. No sólo este valle sino toda la vida en la tierra será infierno para quienes se condenan. Eso es lo que no entienden los mortales. Hablan de un dolor temporal que "ninguna bendición futura podría equilibrarlo" sin saber que el cielo, una vez que se lo ha obtenido, trabaja hacia atrás y convierte en gloria cada sufrimiento. Y dicen de un placer pecaminoso: "déjenme gozar de esto y me haré cargo de las consecuencias". No se imaginan cómo se esparcirá la condenación por su pasado y cómo les contaminará el placer del pecado. Ambos procesos empiezan antes de la muerte. El pasado del hombre bueno empieza a cambiar y sus pecados perdonados y sus penas recordadas adquieren cualidad de cielo. El pasado del hombre malo se configura según su maldad y sólo se llena de melancolía. Por esto, al fin de los tiempos, cuando el sol se alce aquí, y allá el crepúsculo se vuelva negra oscuridad, los benditos dirán "siempre hemos vivido en el cielo" y los perdidos, "siempre estuvimos en el infierno". Y ambos dirán la verdad.

- ¿Y esto no es muy duro, señor?

- Eso es el sentido verdadero de lo que dirán. Las palabras reales de los perdidos, las palabras, serán distintas, sin duda. Uno dirá que siempre sirvió a su país bien o mal; otro, que sacrificó todo por el arte; algunos, que nunca se los llamó; otros, que gracias a Dios, siempre buscaron al número uno; casi todos, que por lo menos fueron leales consigo mismos.

- ¿Y los que se salven?

- Ah, los que se salvan..., lo que les sucede se puede comprender como lo opuesto a un espejismo. Lo que parecía, al acercarse, un valle de dolor, se convierte, cuando lo miran otra vez, en un pozo; allí donde la experiencia presente sólo distingue desiertos de sal, la memoria indica, con verdad, que los pozos estaban llenos de agua.

- ¿Entonces tiene razón la gente que afirma que cielo e infierno sólo son estados mentales?

- ¡Uh! - dijo, en tono severo -. No blasfemes. El infierno es un estado mental...Nunca has dicho nada más verdadero. Y todo estado mental, por sí mismo, todo encerramiento de la criatura en la cárcel de su propia mente es, en último término, infierno. Pero el cielo no es un estado mental. El cielo es la realidad misma. Todo lo plenamente real es cielo. Porque todo lo destructible será destruido y sólo quedará lo indestructible."

                                                                                    C.S. Lewis, El Gran Divorcio, un sueño.

lunes, 10 de julio de 2017

Crecer acolitando, a 10 años del Summorum Pontificum

Tendrán que perdonar lo absolutamente autoreferente de este post, pero quiero entregarles a ustedes un testimonio fotográfico de mis hijos sirviendo en el altar ahora que estamos recordando los 10 años del Motu Proprio que ha significado  mayor libertad para los sacerdote que desean celebrar la Misa Tradicional. El mayor de mis hijos varones comenzó a acolitar el año 2010, cuando tenía 8 años,  y a medida que fueron creciendo sus otros dos hermanos se le sumaron.   Para estos niños la misa dominical y la de precepto es la Misa Tradicional, no conocen otra, y cuando les ha tocado asistir ya sea por una misa colegial o por algún matrimonio a la misa nueva se dan cuenta de inmediato de los diferencias con la Misa Tradicional. Se equivoca grandemente aquel que piensa que por estar en latín o por estar el sacerdote de espaldas, los niños no entienden o no se dan cuenta de lo que está ocurriendo en el altar. Con su misal en mano no tienen por qué no entender y se sienten "participando" de una mejor manera que en el novus ordo. Bendito sea Dios que podemos tener nuestra misa de siempre.  Dios quiera que todos los niños que tienen el honor de acolitar en el altar perseveren en su fe y no se dejen tentar por los actuales cantos de sirenas a los cuales son expuestos cada día. El combate espiritual para los niños de hoy es y será feroz, y sin la misa creo que será imposible que ellos resistan.

Sirva además este recuerdo fotográfico para agradecer a aquellos que se tomaron el tiempo en cada misa para enseñarles a mis niños: a Enrique Jara, a Matthew Taylor; a Carlos Sebastián Castro;  a Marco Echeverría; a nuestros amigos de Una Voce Casablanca en especial a Egons Morales entre otros; a los amigos de Una Voce Magnificat que siempre los han acogido con los brazos abiertos para que sirvan en el altar cada vez que vamos a Santiago. Mis niños nunca han  tenido una preparación formal, como una jornada especial de entrenamiento y todo lo han aprendido en cada misa rezada y cantada.

Agradecer también a los sacerdotes a los que han servido en el altar: padre Jaime Herrera, de la Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes de Puerto Claro donde sirven cada domingo; padre Milan Tisma, padre Andrés Chamorro, monseñor Jaime Astorga, padre Hernan Ducci, padre Carlos Hamel, padre Jonathan Romanoski, padre Luis Reynoso,  padre Mauro Ojeda, padre Julio Coca. Si me olvido de alguno, mis disculpas. Que Dios les bendiga.

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