Debo contarles antes de continuar con el post,
que la mayoría de las anécdotas y hechos
de la vida de Benson las estoy tomando
de varios libros biográficos, principalmente de la obra del padre C.C.
Martindale,s.j quien fue su biógrafo
oficial. El libro en cuestión se compone de dos tomos y se llama The life on Monsignor
Robert Hugh Benson. Puede ser bajado íntegramente en pdf, aunque esta servidora
tiene los dos tomos como libros y datan del año 1917. El otro libro es del
padre Reginald J.J Watt (este padre también tiene su buena historia, pues de
capellán militar durante la I Guerra Mundial, lo llamaron para trabajar como agente
diplomático del gobierno de Su Majestad) que vivió con monseñor dos años en
Hare Street House. Más que una biografía es el relato de su experiencia
viviendo con Benson y como él mismo dice, son los recuerdos de un amigo. El libro se llama Robert Hugh Benson captain
in God’s Army. También se puede encontrar en internet y bajarlo en pdf.
La música en la vida de Mgr. Benson fue fundamental. Tocaba el piano y lo hacía muy
bien, dicen que mejor que un aficionado,
incluso tocando con su infaltable
cigarro en los labios. (Fumaba como
chimenea el pobre cura) Amaba la música de Bach, Chopin le gustaba,
pero no mucho. Gustaba de las sinfonías de Beethoven. Le desagradaba Mendelssohn.
Adoraba la música en la liturgia. Gustaba de organizar algunas obras musicales
con los niños del Coro de la Catedral de Westminster para navidad, e incluso
pidió que en su funeral ellos cantaran el Requiem aunque para esa ocasión sólo
pudieron ir seis niños de dicho coro. Para él la música es entre todas las
expresiones artísticas, el arte más
creativo. En un artículo que escribió para el Dublin Review el año 1907 dice: “La música y su
relación con la naturaleza interior del hombre no ha sido adecuadamente
considerada. Todas los demás artes son imitativos o descriptivos: la música es
creativa. La pintura imita los colores, la música no imita tanto el canto de un
pájaro, o un trueno. La música más bien brota desde un manantial que es el hombre mismo, y si imita, es
imitación de algo que está más allá de los sentidos.” El artículo concluye,
dice Martindale, con una paradoja: no es un cumplido para un compositor decirle
que su obertura es como un trueno, sin embargo es un gran cumplido para un
trueno decirle que suena como un órgano de tubos. El Arte es la corrección de la naturaleza. (
Art is the correction of Nature).
El tema de la música en Benson, da para muchos post que posteriormente
iremos desenredando porque de lo contrario esto nos va a salir demasiado largo
y no quiero quemar todos los cartuchos en unos pocos artículos. Nada más queda compartir mi experiencia. No sé qué sería de mi vida sin poder escuchar
música, creo que sería terriblemente miserable. La música nos acompaña y nos delita el alma. Y si esta
música además es interpretada por nuestros propios hijos, más satisfacción nos
produce. Tengo a unos de ellos que tocan el piano y a otros dos que tocan el violoncello y
aunque son niños y recién están
iniciándose en este arte, lo hacen relativamente bien. No como yo quisiera
obviamente, porque claro, nadie nace tocando y si uno no es Mozart o algún otro
músico precoz, esta es una labor dura.
Porque lo normal no es que un niño toque a los cinco años una partita de Bach
para piano o un estudio para viloncello de Dotzauer así como así sin mayor
esfuerzo con un talento prematuro que es la dicha de los padres. Los verdaderos
talentos llevan años para llegar a madurar y encontrar la perfección. Hay un librito muy bueno de Fray Petit de
Murat que trata en uno de sus capítulos acerca de la precocidad. La precocidad no es normal y la mayor parte
del tiempo es fomentada por los adultos para “lucirse” con sus hijos. Dice Fray
Mario José: “No se refugien en casos
excepcionales, como Mozart. Pero miren que Mozart murió a los treinta y siete
años; y después dicen “lo que hubiera sido la música de Mozart si hubiera
vivido”, y tal vez no, porque ya se gastó, ¿no es cierto? Así que, no al
contrario. El talento necesita desarrollo.” El Amanecer de los niños,
Vórtice, 2011. Revisen ustedes en Youtube los videos de niños que tocan
instrumentos clásicos y verán que parecen unos viejos chicos y son en la
mayoría orientales. Demasiado serios,
demasiadas poses, no parecen estar disfrutando lo que hacen.
Así que cuidado con apurar el desarrollo de los talentos. Hay que
formarlos de a poco y con paciencia. La música es un arte difícil que además
requiere disciplina, constancia y por supuesto del gusto por lo que uno hace.
Difícilmente se logrará interpretar bien algún instrumento si no nos gusta y si
no se logra una compenetración con lo que se está tocando. Si esto no ocurre,
se nota, y se nota en la manera de tocar: como verdaderos robots no con pasión.
El amor por lo que se hace es primordial sobre todo cuando se trata de tocar un
instrumento. Lo he comprobado con mi hijo mayor que toca el violoncello: cuando
el chiquillo empezó literalmente a amar a su cellito, comenzó a tocar mucho
mejor.
Esta compenetración con la música se
va dando con el tiempo. Vean a esos mismos niños que les cité arriba. La
mayoría toca como robot, como si tuvieran un chip que los hace tocar y no con
la fruición que causa el producir uno mismo aquellos envolventes sonidos. El
disfrute por lo que hago, en este caso, por lo que toco, viene después que he
comprendido, que he aprehendido lo que
esa pieza quiere decirme. Repaso cada nota en mi mente y las admiro - en el
sentido aristotélico de palabra - en su conjunto; repaso con mi mente lo que
cada instrumento toca y quiere decirme cuando escucho un concierto de cámara o
una sinfonía, o simplemente un dúo para piano y cello. Por eso el niño toca
como robot porque todavía no ha entendido la razón de lo que toca. Y nuevamente
cito a Fray Mario: “¿Cuándo va crecer mi
arte? ¿Cuándo esté todo el día tocando acordes? No, cuando yo piense un poquito por qué son así esos acordes”.
Mientras más “inteligente” sea la
música, más fruición y elevación de espíritu voy a encontrar. Por eso me resulta
chocante la música actual, el reggeton, las cumbias, metálica, rap,
electrónica, etc, etc. La simplicidad de
sus melodías, el alto valor que se le da al ritmo por sobre la melodía y la
armonía (ver el libro del padre Bertrand
Labouche, fsspx, Bach y Pink Floyd) la
convierte en música desechable, es música fácil para inteligencias atrofiadas
que prefieren lo inmediato. Estas
cabezas locas modernas encuentran una lata la música clásica, el canto llano, el
canto polifónico. No han querido tal vez sentarse con seriedad y sin prejuicios
a escuchar música clásica. No se han dado la oportunidad, como tampoco se han
dado la oportunidad a sí mismos de leer buena literatura. Están acostumbrados a la bulla, el ruido que
no les permite escucharse a sí mismos. Tienen miedo, miedo a escucharse, miedo
a encontrase a sí mismos y ver sus miserias y sus vacíos existenciales. Es mejor ignorar todo aquello. Ya tenemos
suficiente con nuestras vidas
agobiantes, competitivas y rápidas. El
hombre moderno no puede estar en silencio, necesita el ruido y de ahí lo
estridente de su música. Lejos de traer paz y tranquilidad al alma, los deja trastornados,
alterados, gritando y saltando como simios al ritmo de una batería que golpea
una y otra vez sus oídos.
Por último comparto con ustedes este video de unos muchachos croatas
medios locos , pero muy talentosos que tocan el violoncello. Me gusta cuando
tocan cosas más clásicas, cuando se ponen rockeros como que la cosa se pone
demasiado modernita. Pero como siempre digo: rescato lo bueno y desecho lo
malo. Que Dios les guarde, Beatrice
Hablando de musik a ver si usted ubica cual es la canción de fondo del audio publicado en página católica con este título:
ResponderEliminarlunes, 18 de febrero de 2013
Recemos por los dos Papas
Treintena en honor a San José
Gracias.
Anónimo de las 8:30:
ResponderEliminarMuchas gracias por ver mi blog. Me fui a la página que sugiere y traté de escuchar el audio. Podría decirle que es un Agnus Dei no sé si de Palestrina o Tallis, Byrd et alium, lamentablemente la oración que es rezada me tapa un poco el audio y no logro distinguir bien quien es el compositor. Saludos y gracias a usted.
Estimada Beatrice:
ResponderEliminarEs muy hermoso lo que puso sobre la música. debo agregarle que la música eleva la materia hacia el espíritu, eleva el alma hacia Dios. Esta mezcla extraña que somos entre animales y ángeles nos hace ver con reflexión cómo algunos dotados de ese sentido divino pueden imitar el canto de los ángeles.
La belleza de la música nos ayuda olvidarnos por unos instantes que habitamos un valle de lágrimas. Me imagino cómo pudo haber sido ese ambiente de amigos que veían a este cura converso tocar el piano como si fuera el mejor de los concertistas.