miércoles, 19 de junio de 2019

¿Restauración o resignación? Es lo uno y lo otro




Hace unos días mi buen Wanderer re-posteaba  un artículo de hace un par de años que sigue vigente hoy, y es a propósito del mismo tema del título de este artículo, de la restauración o de la resignación. Soy medio escapista resignada, lo reconozco. Me alejo cada día más del mundo civilizado, de las gentes bulliciosas, de las modas, de la imbecilidad humana moderna,  de las intrigas y conversaciones vacuas, y me dedico a mi familia y a rezar en mi capillita aquí en el campo con la esperanza de que algún cura venga de nuevo a rezar la misa aquí y de que algún día este lugar será un refugio para los perseguidos por su fe.  Sin embargo, llevo años pensando sobre este asunto que les detallaré, y a medida que transcurre el tiempo la película de la vida se me va haciendo cada vez más clara conforme nos acercamos al desenlace.

¿Restauración plena de la verdadera Fe católica? o ¿esperar que venga nuestro Señor lo antes posible y ponga fin a este caos de apostasía? Hace un tiempo atrás me quedaba con la segunda opción...bueno, sigo opinando que es la única salida, pero ahora le he agregado un nuevo matiz. A lo que quiero apuntar es que la restauración es posible, pero acotada a una parte de la Iglesia, aquella de buena voluntad, para que espere velando y orando de la mejor manera al Novio cuando llegue a la boda. A continuación, voy a intentar explicar mi postura para que no haya confusión acerca de lo que quiero decir.

Una restauración de la jerarquía y de la liturgia que parta desde el Vaticano y que se extienda por las diferentes diócesis del mundo es imposible. Habría que sacarlos a todos, o a casi todos. Son generaciones como la mía y la de un par de generaciones anteriores que se formaron a la luz de las revoluciones dentro de la Iglesia y que simplemente no tienen vuelta salvo honrada y contadas con los dedos, excepciones. Y junto a esto habría que eliminar de un plumazo, como decía el padre Lira, el Concilio Vaticano II, que por muy concilio que haya sido de la Iglesia no ha traído sino confusión. No se quiere reconocer a nivel de cardenales y obispos, por muy bien intencionados que sean, que una de las causas de que hoy estemos sufriendo, como la degradación moral, social y litúrgica de la Iglesia, está en el dichoso concilio primaveral del cual ya tanto se ha hablado y al que le han dedicado miles de análisis críticos. Aceptar eso para estos prelados sería como aceptar una derrota y reconocer que el remedio fue peor que la enfermedad. Como estoy segura de que eso no va a ocurrir, y que no hay voluntad de reconocer públicamente lo que varios de ellos dicen en privado es que no se puede seguir buscándole la quinta para al gato. Olvidémonos que algo así vaya a ocurrir desde la cabeza para abajo. La restauración es posible, pero no desde ahí, y abarcará un número limitado de la Iglesia que se armará para resistir al enemigo mientras esperamos.

La restauración de la tradición vendrá de grupos de cardenales, obispos, sacerdotes y fieles laicos de buena voluntad que, no perteneciendo a grupos tradicionalistas, se unirán a ellos al darse cuenta de que la jerarquía destruye la Iglesia y apostata, y formará pequeños grupos que mantendrán la Fe, restaurando la Misa de siempre y la doctrina, y que tendrá que volver a las catacumbas para poder llevar a cabo su misión. A eso me refería con una restauración acotada o limitada. Estos prelados tendrán tarde o temprano que dar al paso de una buena vez y no seguir dilatando la restauración mientras que miles de fieles ven, con perplejidad, cómo las verdades eternas comienzan a ser cuestionadas y cambiadas por los mismos que debieran conservarlas y trasmitirlas.

La restauración nos exige reconocer que todos los que seguimos la Tradición, e incluyo a todo el amplio espectro de fraternidades, institutos, congregaciones, etc, etc, tradicionales incluso con sus legítimas diferencias, tenemos un enemigo común al que combatir, o al menos resistir, y que es al fin y al cabo el causante del desastre: el modernismo en todas sus facetas y frutos dentro de la Iglesia. Y la única manera de hacerlo es estando unidos. “¡Es que tenemos diferencias doctrinales insalvables! ¡Son unos modernistas!” Los tradis vivimos peleando entre nosotros, descalificándonos sin caridad y si bien es cierto que hay diferencias doctrinales, sobre todo en lo que se refiere al CV II y al nuevo catecismo entre otras cosas,  son tiempos de excepción y de estado de necesidad como nunca nos había tocado que requieren aunar voluntades. Y claro, mientras tanto el enemigo hace de las suyas. Se me viene a la mente inmediatamente el Señor de los Anillos, la Comunidad del Anillo, unida para luchar contra Mordor y su Señor Oscuro. Enanos y Elfos, que habían sido enemigos ahora luchando contra el poder del mal.

He hablado combatir y de resistir. Son tiempos de resistir, de resistir al error, de resistir a la imposición y aceptación de nuevas doctrinas que contradicen las Sagradas Escrituras y la Tradición mientras esperamos a que nuestro Señor ponga orden y haya una restauración plena de la Iglesia en su totalidad. Cada cual según su estado y medios sabrá cómo resistir. Unos dedicados de lleno a la oración, otros a través de la palabra, otros formando pequeñas comunidades con un sacerdote pío que administre los sacramentos, en fin, cada cual según como Dios lo ha puesto en el mundo. La situación no tiene arreglo humano, al menos así lo veo yo dada la gravedad de la confusión y la nula aceptación del Soberano Pontífice y de la jerarquía a cualquier tipo de fraternal corrección porque están ciegos o porque simplemente han apostatado. Tenemos que esperar con paciencia sin decaer, y principalmente orando y estando en gracia. La fortaleza nos será dada del Cielo si la pedimos con fe y también nos fortalecerá el saber que estamos unidos. Esperar acompañado no es lo mismo que esperar solos. Es por eso por lo que siempre me he esforzado  por rescatar lo que cada grupo tradicional, u obispos proclives a la tradición, hacen por ella. Sí lo sé, sé que hay diferencias doctrinales y todo lo demás, pero mejor es hacer algo, aunque no parezca mucho, a no hacer nada y dejar a la mayoría de los católicos, que no tienen idea de su religión, como huérfanos para que estos progresistas los convenzan de sus errores y hagan peligrar su salvación eterna. El enemigo de mi enemigo es mi amigo...Saber que, aunque tengamos diferencias, estamos en lo esencial en el mismo bando nos da más brío, nos anima, especialmente a los que están más dubitativos y creen que, por ser una minoría, quizás estén equivocados.

El cardenal Newman en su poema Lead Kindly Light   en su primera estrofa tiene el siguiente verso: one step enough for me. (solo un paso más me basta).  Creo que es este paso el que deben dar pronto cardenales, obispos, sacerdotes y fieles laicos que ven que la situación dentro de la Iglesia no da para más. Por el bien de las almas urge tomar una postura más firme y decidida, aunque eso signifique ser tratado como un desleal o un traidor.

Por mientras nosotros tenemos que rezar más que nunca, confiados en que Cristo no abandonará nunca a su Iglesia, aunque ella quede reducida a un pequeño resto que ha restaurado lo que le dará la fortaleza para resistir esperando a que nuestro Señor vuelva en su Parusía.

Publicado originalmente para MARCHANDO RELIGIÓN.

12 comentarios:

  1. Muy buen comentario, soy de San Rafael, Mendoza y me siento plenamente identificado con lo expuesto en este articulo. Saludos cordiales

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  2. Muy lindo articulo, con el cual me siento plenamente identificado. Soy de San Rafael, Mendoza

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    1. Muchas gracias don Tom, me alegra que siga leyéndome.
      un abrazo

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  3. Querida Beatrice, muy buen post. Coincido contigo.
    Qué difícil resulta la unidad auténtica! ahí nomás nuestras torpezas y miserias amenazan destruir toda obra buena, toda Providencia.
    Saludos para ti y tu familia.
    In Domino Iesu,
    J.-

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    1. Querido y recordado José: gracias por tus palabras, sí, la verdad es que da mucha rabia porque se podría hacer mucho más, pero las miserias humanas y el celo mal entendido frenan cualquier cosa. Un abrazo

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  4. Muy buen artículo, Beatrice, muy bueno y muy cierto.
    Aquí, desde España, antaño espada y faro de la cristiandad y hoy tierra donde se alargan las sombras y el Sol está a punto de ponerse. Somos muy pocos, Beatrice, muy pocos, pero en ello estamos. Saludos fraternos de mi parte y familia. ¡Adelante!

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    1. Gracias!! Es bueno saber que no estamos solos y que combatimos cada uno desde el lugar en que Dios le puso en el mundo. Un fuerte abrazo.

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  5. +Estimada Beatrice;

    Lúcido y corajudo su post, pero en el fondo poderosamente caritativo -para el que tiene ojos para verlo-. Lo que vivimos es tal cual como dice, sin darle más vueltas al asunto. Queda poner manos a la obra, y he ahí la complicación, sobre todo cuando destaca la importancia y la urgencia de unir buenas voluntades en nuestros ambientes católicos. Por ejemplo aquí en Mendoza, aunar grupos de un perfil parecido -perfil que Ud. tan bien describe- resulta toda una hazaña que exige grandes esfuerzos, tal vez de mayores esfuerzos que la tarea de persuadir a un progresista o a un pagano que anda desorientado por la vida. Este drama llena de dolor y de tristeza a cualquiera que echa raíces -o procura hacerlo- en el Evangelio y la primera Comunidad de Jerusalén. La unidad, la paz, el amor entre hermanos, la alegría en común que caracterizaba a los primeros cristianos,... ¡qué lejos se encuentra en estos reducidos ambientes fieles de los que Ud. habla! No pretendo ser pesimista, pero es una realidad inocultable si se detiene uno a observar en estos "pusillus grex". Pero, en fin, no bajamos los brazos y seguiremos trabajando para que reine el Amor entres los pocos que quedan a la espera del Novio que viene...

    Mi saludo y mi admiración, desde el otro lado del macizo Cordillerano.
    ¡VENI DOMINE JESU!

    P.R.F.+

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    1. Mi querido don Pablo: suscribo plenamente a su comentario. Me ha tocado vivir y sufrir el celo de los distintos grupos tradis que, lejos de aunar los esfuerzos y de plejarse para resistir, se empeñan en disputas que no van a ninguna parte. Nos han tildado a mi familia de "culebrones" por querer hacer algo para combatir y hacer ecumenismo tradicional. En fin, creo que la cosa deberá ponerse aún más color de hormiga para que al fin nos unamos en la resistencia. Tanta va a ser la Abominación de la Desolación en el lugar Santo que eso será lo que finalmente nos unirá, pero no sin un grandísimo costo para las almas que andan como ovejas sin pastor.
      Un abrazo padre, desde el valle del Aconcagua, en la Región de Valparaíso
      Beatrice

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  6. Mis Saludos desde Chile. Adhiero a tus palabras

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