lunes, 23 de abril de 2018

De los relatos de Mateo: La caridad de los más se enfriará.


           Hace algo más de un mes que comenzamos un nuevo año lectivo aquí en la universidad. Se ven caras nuevas en el campus y me da la impresión que, en general, hay más alumnos nuevos que el año pasado no así en mi instituto. En fin, a pesar de la baja en la cantidad de alumnos de primer año mi trabajo como jefe de docencia este primer mes ha sido, como todos los años, muy intenso con el papeleo, los horarios y las dudas de los alumnos nuevos que entran y salen de mi oficina a cada rato. Estuve esta mañana con tanto ajetreo que se me pasó la hora del almuerzo y a eso de las tres de la tarde recién pude ir a engañar a mi pobre estómago que rugía con lamentos de hambre desde el mediodía. Me dirigí entonces, bajo el abrazador sol de estos días, al sucucho de amasandería a donde voy a merendar - para no llamarle almuerzo -  al menos una vez a la semana, y el cual está ubicado a una cuadra de la universidad. A mi mujer no le hace gracia que yo concurra a este local porque lo encuentra poco higiénico y de mal aspecto. Le doy la razón en ambos puntos, pero a pesar de su apariencia el lugar me gusta porque las empanadas son riquísimas, el rincón donde hay un par de mesas tiene una vista espectacular y el dueño es un tipo muy simpático que me deja llevar mi propio bebestible y no tengo que comprarlo ahí. Siempre está lleno de estudiantes hambrientos que se gastan sus monedas en algún pan amasado con jamón y queso o en una empanada frita o de horno.

          Me instalé en la mesita que ocupo siempre, junto a la ventana, esperando a que el dueño del local me llevara mi pedido mientras me tomaba mi bebestible. La amasandería tiene solo unas pocas mesas, unas tres o cuatro, de modo que es el mismo dueño el que las atiende. Finalmente, al cabo de unos minutos me trae mi fragante empanada y mientras la dejaba en la mesa, me metí la mano al bolsillo de mi pantalón para darle una propina. Grande fue mi sorpresa cuando al hacerlo me encontré con una carta, una carta que me había pasado mi ayudante en la mañana y que por trajín de la jornada había olvidado por completo.  Al panadero le entregué una buena propina que agradeció dejando a mi lado un pocillo con pebre.

                                       Resultado de imagen para empanada

 Me quedé pensando en el momento en que Rafael, mi ayudante, me había entregado la carta, y lo había hecho tal como se entrega el testimonio en una carrera de posta en atletismo cuando ya iba él con bastante retraso corriendo a una clase.

- Hola profesor, chao profesor...un hombre, que dijo ser un conocido suyo, le dejó esta carta.

 Olvidada por completo había estado escondida en el fondo del bolsillo de mi pantalón y ahora la tenía en mis manos. El sobre, un tanto arrugado, iba dirigido a mi muy solemnemente: Sr. Ph.Dr. Mateo Mansfield, presente, pero no tenía remitente y a esa altura estaba yo intrigado por completo. ¿Quién podía haberme dejado una carta y no me había esperado sabiendo que mi oficina está siempre abierta y dispuesta para una buena conversación con un café recién molido?  Abrí el sobre y leí lo siguiente:

"Me han comentado de su forma de pensar y de enseñar, por lo que quisiera comentar lo que he visto en la sociedad que vivimos. La plena descortesía, humillaciones, profanaciones e insultos de unos a otros. Ya la gente no se preocupa del otro, de sentir por el prójimo. Prefiere pisotearlo y reírse de él.
Esto es producto de que la mayoría de nuestros pastores se han dedicado a no preocuparse de su rebaño y de la enseñanza de sus Padres. Las jóvenes que usan la sexualidad para obtener cosas o logros (casa, auto, ascensos, dinero, etc) pisoteando al resto. Jefes que abusan de su posición contra sus subordinados. Ladrones que violentan la seguridad de los moradores en sus casas y no temen matar a una persona.

¿Por qué la sociedad ha perdido los valores y principios morales que se requerían para tener una sana convivencia? Ahora solo hay gritos, en vez de conversar. Engañar en vez de ser veraz. Estafar cuando no están satisfechos con su propio dinero. Pisotear al otro, en vez de ser amable con el. Abusar del amor cuando no se debería.

¿Cómo hemos llegado a esta situación?

Nuestros pastores haciendo, algunos, oídos sordos a ciertas situaciones. Cuando deciden actuar, solo lo hacen por una sola vía: el vaticano y no por la otra vía: justicia civil. Deben darse ambas vías.  Personas que cuando van a comulgar, literalmente, arrollan a otras personas para llegar al sacerdote, y este no les reprocha que están frente al objeto más sagrado que existe en el mundo. Abuso y re-abuso de los “ministros de comunión”, que solo deben actuar cuando exista REAL necesidad. ¡Sus manos no están consagradas y tocan el objeto sagrado, y el Sacerdote lo aprueba!

¡El Sagrario apartado del centro de la parroquia o capilla del lugar de donde debería estar! Y nadie (sacerdote incluido) le llame la atención.
¿Cómo cambiaron tanto los Valores de antaño con los “nuevos”?

¿Qué me dirá, Sr. Profesor, de todo esto?"

La releí varias veces.  La carta era un bombardeo de temas salpicados por aquí y por allá. Los primeros haciendo referencia a la sociedad en general y los segundos relativos a la Iglesia.  Por el tipo de pregunta y el lenguaje que usaba de inmediato supe quién era el misterioso personaje epistolar: un atormentado amigo que vive buscando respuestas y que por más que yo me esfuerce en responder parece no quererlas entender. Acude a mí buscando consejo, pensando en que soy una gran eminencia que puede responderlo todo, y no entiende que no soy ningún sabio ni un iluminado y que mi sabiduría (si es que puedo denominarla así) únicamente radica en intentar escuchar y asimilar lo que los grandes maestros, aquellos que nos conducen a la Verdad, han enseñado, y de entre todos estos maestros el único que puede ser llamado con autoridad Maestro. Puedo formular miles de respuestas, llenar cartas y cartas con consejos que casi llegan al borde de convertirse en lugares comunes, puedo citar y citar las SS.EE, palabras de santos y filósofos, pero si su espíritu no está llano a querer que esas palabras se hagan algo concreto en su vida, no saco en limpio absolutamente nada. Palabras perdidas, palabras que se las lleva el viento. El oído, o la vista en este caso, puede estar presto a escuchar o a ver, pero si la voluntad iluminada por la inteligencia no quiere asimilarlo no es mucho lo que sirve dar respuestas.

Terminé mi colación, volví a guardar la carta en el bolsillo y me fui directo a mi oficina a responderla. Suponía que mi amigo estaba realmente interesado en que yo contestara, en la medida de los posible, a sus inquietudes, así que me senté frente a mi notebook y me puse a escribir lo que pensaba acerca de todo este aluvión de interrogantes.

Mi estimado amigo en Cristo:

Creo que son demasiadas cosas las que preguntas que me planteas. Sé que te atormentan porque las sufres a diario y comprendo tu rabia y tu angustia, pero debes – y recalco el debes – elevarte por sobre ellas y buscar paz a tu espíritu. Por el momento te diré lo que pienso acerca de tus cuestionamientos sociales, es decir, de la primera parte de tu misiva. Te quedaré debiendo mi visión acerca de la segunda parte, haré todo lo posible por responder pronto a sabiendas que por el momento estoy colapsado de trabajo.

 Lo que nosotros como católicos estamos soportando es el hedor que viene de un cuerpo podrido. Este cuerpo es la sociedad que se infectó cuando sacó a Dios de su vida. Arrancó de a poco a Dios de su vida dejando la herida abierta sujeta a que en ella entren gérmenes y bacterias, (léase liberalismo entre otros) que la han enfermando aniquilándose poco a poco, yendo contra sí misma producto de su locura, tal como se enferma un cerebro humano cuando las bacterias llegan a la cabeza. Y así han pasado los años y las generaciones y el abandono de Dios y de la práctica religiosa nos tienen a nosotros, ¡pobres de nosotros!, sufriendo esta herida que supura por todos lados y que esperamos de una buena vez reviente y sea curada de cuajo. La sociedad está enferma, el hombre moderno está enfermo porque le falta Dios.  Tanto individual como colectivamente prefiere seguir en este pus, revolcándose en sobre sí mismo haciendo oídos sordos a ese grito en su ser más íntimo que no es otro que el llamado de Dios para que vuelva a Él, a darse cuenta que está mal. Desde que Dios ya no reina en la sociedad, a ésta no le importa agradarlo ni servirlo, ni cumplir con sus mandamientos. Lo que ella haga no tiene ya consecuencias para la eternidad, y sus fines son emanantista y hedonistas, y el desenfreno es total.

Observa, amigo, como el sentido común ha desaparecido y que estamos teniendo que llegar al absurdo de defender lo que antes jamás hubiéramos pensado era necesario defender. El mundo está patas para arriba, eso es obvio. Tenemos que andar cuidándonos de ofender a sensibilidad estúpida de las cabezas termocéfalas que se arrojan el ser la voz de la mayoría.  

Las almas de los hombres están confundidas y eso les trae insatisfacción e inconformismo, entonces para poder llenar ese vacío se arrojan como unos locos a abrazarse a sí mismos buscando el placer y las diversiones que ahora tienen por montones.  La vida está para pasarla bien, ¡qué va! Nos encontramos rodeados de gente que acumula en su interior muchas frustraciones y problemas, y así va acumulando y acumulando esta rabia que tiene que reventar por algún lado y revienta a la primera oportunidad desatando su rabia con el pobre mortal que se cruzó en su camino y que por casualidad le golpeó el auto o le hizo perder el tiempo con un descuido, ejemplos hay por miles. Por consiguiente, como anda alterado, el pobre tipo estresado se desquita con el que se le atravesó y vamos, lo insulta, lo denigra, lo agrede y hasta en algunos casos puede llegar a matarlo. ¡Si te matan por un móvil! ¡te matan porque los miraste feo! Porque el que te molesta es una cosa, un estorbo. No es un prójimo, no es un alter Christus, y como toda caridad viene de Dios, al enfriarse esta ya no nos estamos mirando como criaturas de Dios creadas para amar, conocer y servir a Dios, sino como un desconocido al que me está permitido ofender y humillar. La descortesía, la falta de caballerosidad, el egoísmo, la prepotencia, la falta de empatía, el resentimiento y todo lo que dices son fruto de la falta de la Caridad porque Dios ya no reina en nuestras almas, ni en las familias ni en la sociedad.

 Esa es la radiografía del mundo en el que estamos. ¿Qué podemos hacer nosotros para sobrevivir en esta selva y no pegarnos un tiro, o volvernos locos, o acriminarnos con alguien? Si sufrimos a la sociedad es porque Dios quiere que en medio de el hedor seamos luz y combatamos. No creas que voy a sentarme contigo a lamentarme por lo que te pasa con la gente, no, no voy a animar tu desconsuelo para llorar juntos, sino que voy a animarte a combatir y a ser uno de los que lleve la antorcha de la Fe. Dice el cardenal Newman que el combate es señal genuina de un cristiano. El combate no solo contra el demonio y la carne, sino contra el mundo. No somos del mundo y debemos procurar salvar nuestra alma con los medios que Dios no da. Esto es para valientes y para hombres con coraje, como aquellos pequeños hobbits que demostraron tenerlo más que nadie frente a las puertas de Mordor. Se combate al mundo con firmeza, pero con caridad, siendo lo que somos, verdaderos hijos de Dios. Donde Dios me ha colocado, contra todas las pruebas a la que a diario somos sometidos, ahí tenemos que estar de pie con nuestras armas espirituales llevando la Bandera del Rey.

 Estás lleno de cuestionamientos, está bien, no somos unos seres irracionales incapaces de reflexionar sobre nuestra existencia. Pero todo tiene un límite y el límite es no quedarse exclusivamente con las preguntas. El “Por qué” y el “para qué” a veces terminan por enloquecernos. Las preguntas están ahí, desde que el hombre eligió ponerse en el lugar de Dios y darle la espalda y lamentable (o afortunadamente porque nuestra salvación está más cerca) el misterio de la iniquidad opera con más fuerza hoy, perdemos cada día más, la poca inocencia que nos quedaba. Que no te extrañe que las cosas sean así, desde el momento en que los hombres asesinan a sus propios hijos dentro del vientre de sus madres, cualquier cosa se puede esperar.

 Si algo puedo aconsejarte es a ignorar el mal que viene de nuestros coetáneos. Ya, te doy el punto, los demás nos humillan, nos pisotean, nos maltratan, nos deprecian, somos incomprendidos, perseguidos, tratados injustamente. ¿Y? ¿voy a quedarme dándome pena a mí mismo o levantaré la cabeza, tomaré mi arma y seguiré luchando por ser un ejemplo, tratando de, en medio de los demonios, ser santo? ¿acaso nuestro Señor no sufrió lo mismo? ¿Qué somos nosotros para pedir menos? El sufrimiento espiritual es incluso muchas veces mayor que el físico y es insoportable, pero tiene que ser por algo: nos debe conducir al Cielo. No somos unos resentidos. porque nosotros no podemos serlo si tenemos fe. Nosotros ofrecemos a Dios nuestro dolor y esperamos que sea Él el haga justicia. " No os tengáis por sabios ni volváis a nadie mal por mal; antes procurad obrar bien no sólo ante Dios, sino también ante todos los hombres. Si es posible, cuando esté de vuestra parte, vivid en paz con todos los hombres; no os venguéis, amados míos, mas dad lugar a que pase la ira, porque escrito está: A mí me pertenece la venganza; Yo haré justicia, dice el Señor".  " No te dejes vencer del mal, sino vence el mal con el bien" ( Rom. 12, 16 -21)  No podemos anidar en nuestro corazón odio hacia estas personas que nos hacen sufrir. No los odiamos, los superamos, vamos más allá, seguimos nuestro peregrinaje. Nos apartamos, dentro de lo posible, con nuestro silencioso padecimiento, que debiera ser un alegre padecimiento, y vamos por la vida siendo luz, no dejando de ser lo que somos: amables, educados, pacientes. Estamos siendo ayudados misteriosamente a través de la oración de nuestros hermanos en la fe. Nos asisten los sacramentos y en la Santa Misa encontramos la fuente de salud que sana nuestros corazones heridos.  "Como maltratados, aunque no muertos; como tristes, estando siempre alegres; como necesitados, aunque hemos enriquecido a muchos; como que nada tenemos, y todo lo poseemos...", dice San Pablo.

Por último, y te lo repito: no estés dándole vueltas en tu cabeza a las acciones que se hacen en tu contra. Es el demonio que quiere torturar tu alma y hace que te revuelques una y otra vez pensando en todo lo que la gente te hace sufrir, en lo mala que está la sociedad, eso ya lo sabemos, ¿voy a lamentarme eternamente por eso? No, no se puede vivir así, es una tortura. Cada uno tiene su propia cruz y por Dios que hay gente que lo está pasando mucho peor que nosotros.

Nunca está de más recordar el evangelio del apóstol del cual llevo mi nombre, para que sirva de consuelo y nos prepare el ánimo cuando observemos que lo que ahora sucede se pondrá cada vez peor: “Después os entregarán a la tribulación y os matarán y seréis odiados de todos los pueblos por causa de mi nombre. Entonces se escandalizarán muchos, y mutuamente se traicionarán y se odiarán. Surgirán números falsos profetas, que arrastrarán a muchos al error; y por efecto de los excesos de la iniquidad, la caridad de los más se enfriará. Mas el que perseverare hasta el fin, ése será salvo”. (Mt. 24, 9-13)

Tuyo con afecto,
Mateo Mansfield B.

p.d: Te cuento lo siguiente para que te sirva de consuelo: están a punto de echarme de la universidad, ja,ja,ja ¿no te parece gracioso?. Soy un inadaptado a los nuevos tiempos y creo que, así como voy, pronto tendré que irme a vivir con mi familia como un desterrado a algún pueblo lejano en el sur o en el norte. ¿quizás formar una colonia católica autosustentable? Lo estoy pensando…lo estamos pensando.
p.d. 2: queda pendiente la segunda parte de tus preguntas.

Nota de Beatrice: aunque Mateo es un personaje ficticio recibió de veras esta carta de parte de uno de sus fieles lectores. Agradezco la colaboración de este sincero lector.


11 comentarios:

  1. ¡Bienvenido el retorno de los relatos de Mateo, siempre lúcidos!.

    Una frase me llamó especialmente la atención:

    "Personas que cuando van a comulgar, literalmente, arrollan a otras personas para llegar al sacerdote"

    ¿Es tanto así?, pregunto porque concurro a un centro de Misa tradicionalista y estoy un poco ajeno a lo que sucede en la -digamos- Iglesia "oficial".

    El marinero de la balada de Coleridge.

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    1. Asi es. He sido testigo de como algunas "personas" arrollan a otras para ir primero a comulgar.

      Y el sacerdote, quien debe imponer orden y respeto a la presencia REAL del Hijo de Dios sacramentado, no lo hace.

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  2. Estimado Marinero, la carta me la envió un lector amigo para que la respondiera Mateo. Yo al igual que usted no voy a la misa nueva y me imagino que el lector amigo le ha tocado ver este panorama y de ahí su molestia.
    Muchas gracias por comentar. Un gran abrazo.

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  3. En esta plácida tarde de domingo no puedo sino darle las gracias por aportar tan maravilloso texto. Le puedo decir que lo he leído en voz alta, en el salón de casa, a mi esposa e hijos. ¡Qué texto tan lúcido! ¡Gracias!

    Que Dios la bendiga.

    Saludos

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    1. Gracias Jordi, muchas gracias. Que honor me hace usted amigo de leerme en voz alta y nada menos que a su familia. Dios se lo pague.
      Un abrazo

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  4. Agradecido Beatrice por el relato.

    Me agarraste desprevenido :)

    Ira la carta de respuesta al Sr. Profesor. :)

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  5. http://www.marinorestrepo.com/itinerario-de-marino-restrepo
    Marino Restrepo está en Chile y va a ir a Argentina por si a alguno le interesa.

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  6. https://www.youtube.com/watch?v=HwkhmUDrjW0
    el falsario promueve la autoridad política mundial en la Encíclica “Laudato SI”
    CanalTLV1

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  7. https://vimeo.com/268627923
    El sacrilegio cometido por el famoso travesti Edgardo Luis Tagliani que se hace llamar Liz Tagliani y que se encuentra en una relación homosexual fue transmitido en vivo en el programa de Televisión “Cortá por Lozano” el 19 de abril de 2018 durante la fiesta patronal de San Expedito. La conductora, Verónica Lozano, invitó al travesti Tagliani al show como reportero de campo.

    Una ministra de eucaristía fue entrevistada por el travesti Edgardo Luis Tagliani en el momento en que distribuía la Santa Eucaristía. El travesti dice que no sabe si puede comulgar y le pregunta a la ministra quien lo conoce y desafiando las leyes de la Iglesia le dice claro por supuesto que puedes, la ministra de la Eucaristía procedió a dar sacrílegamente la comunión al travesti. El travesti se burló diciendo que no había confesado sus pecados y que no iba a desintegrarse y que estaba haciendo el lío que el Papa Francisco les había pedido que hicieran. Los responsables de este sacrilegio eucarístico son: Walter Marchetti párroco de la Iglesia Santuario de San Expedito en el Barrio Balvanera en Buenos Aires Argentina, el obispo de Buenos Aires Mario Aurelio Poli, sus auxiliar Gustavo Carrara, Enrique Eguía Seguí y por supuesto el Argentino Jorge Mario Bergoglio del que ambas personas se apoyaron para cometer el sacrilegio en vivo, quien también en Argentina permitió las comuniones sacrílegas a los sodomitas.

    Este travesti sodomita argentino Edgardo Luis Tagliani esta relacionado con la monja activista gay de Argentina Mónica Astorga Cremona fundadora de una ONG gay a la que Bergoglio le dio su apoyo dedicada a promover la homosexualidad, el travestismo, promueve la inclusión laboral gay para que la sociedad acepte la seudo identidad gay y la ideología de género en Argentina.
    Los activistas homosexuales argentinos han estado apoyando al heresiarca Bergoglio en su apostasía, promoviendo abiertamente la homosexualidad y profanando las Iglesia y los sacramentos impunemente.

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  8. Perdona, Beatrice, por ser tan prosaico, pero... ¿qué es "sucucho de amasandería"?

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  9. Sergio esto debí haberlo puesto en una nota al pie de págipá. Escribo en chileno hay cosas que doy por sabidas y no, tenemos nuestros modismos. Sucucho en Chile es un local sucio, de mal aspecto donde uno va a comer algo.Amasanderia es una panadería más artesanal donde además venden empanadas, pasteles, etc. Eso es, gracias por preguntar.

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