Tenemos, pues, al padre Dick Yolland buscando
a su amigo Chris Dell en una casa-pensión de malas pulgas en un barrio de Londres. Chris queda desconcertado
con la visita, y el padre Yolland, haciendo un enorme esfuerzo por ser natural
y lo menos emotivo posible, intenta convencerlo a que vaya a pasar una temporada
a Foxhurst con Mr. Rolls que ha tenido la amabilidad de invitarlo. Al principio
Chris se muestra descolocado, pero dada la insistencia de Dick finalmente
sucumbe y se pone llorar de rodillas, preso de la más horrenda crisis de
sentimentalismo. La escena es dramática. Le confiesa que ha estado nuevamente
en Paris y que la mujer lo ha echado de la casa, humillándolo, que es un pecador
y que está perdido…y que además no tiene un penique para pagarle a la casera.
Chris entonces vuelve a ayudarlo con el pago
de la deuda con la dueña de la pensión y al día siguiente parten a Foxhurts
donde Mr. Rolls que pone como condición para que Chris de quede, no escribir
nada durante los seis meses que va a
pasar en el castillo. Le prohíbe también a Dick visitarlo y escribirle, y le
encomienda rezar, pues todo está supeditado a Dios. Tras marcharse el cura, se da la ocasión para que Chris se dé una
vuelta por el castillo. Se le ha dado permiso para que lo recorra entero y en
una de las habitaciones se encuentra con un gran espejo, ante el cual hace una
actuación con el siguiente monólogo:
¿Quién
eres tú? – Exclamó al fin en voz baja – ¡Tú, un extraño venido de la tierra de
los sueños! ¿De dónde vienes? ¿Hacia dónde vas? ¿Cuál es la verdadera alma, el
verdadero yo que está oculto detrás de esa sombría mirada?
No deja de llamar la atención que
Chris está consciente, aunque no lo reconoce públicamente, que ni siquiera él
sabe quién es y que su verdadero yo se encuentra oculto en el fondo de esta
cáscara de teatralidades, de poses y de palabras vacías. Mientras esté en el
castillo estará dispuesto a ser sumiso y participar de todas las actividades
que disponga para él Mr. Rolls, que era “tan bueno como Dios y tan sagaz como el
Diablo”, pero lo hará más por mera representación de un papel que por
verdadera convicción:
“Un placentero panorama comenzó a
desplegarse frente a Chris. Estaba ahí como un paciente – se dijo a sí mismo –
como un convaleciente físico tal como otros lo habían estado antes según él lo
había escuchado. Pero él era más profundamente interesante y su estadía ahí no
sería tan larga. Estaba seguro de que el
otro lo entendería. Tal vez mientras tanto podría representar un nuevo rol,
cediendo con una dulce melancolía a todo lo que se le prescribiese, y así poco
a poco podría ganarse el corazón del viejo, a través de su conmovedora
constricción y languidez. Entonces, él sería apreciado hasta convertirse en
indispensable, encontrándose a sí mismo en la posición de un amigo íntimo y
como alguien mucho más inteligente que el viejo Mr. Yolland quien, y Chris
estaba seguro, era la persona más convencionalmente limitada, sin percepciones
y perspicacias….Pensó que podría ser una especie de retiro aristocrático.”
“¡Sí! Él había compuesto su nueva
actitud. Todo encajaba muy bien: era un delicado recluso hablando en voz baja,
observando con una mirada de profundo arrepentimiento, comprendiendo a los
hombres y a la realidad, dándose cuenta del vacío de la vida y de la alegría
del espíritu interior y compartiendo el
silencio íntimo con su distinguido viejo.”
De
este modo según creía él, toda su estadía ahí sería una interpretación teatral
de un recluso melancólico, llena de poses intentando ganarse al viejo que,
según él, terminaría siendo su amigo íntimo. Sería como un placentero retiro
espiritual en un lugar maravilloso y en aquellos bellos paisajes campestres podría
además, encontrar la ocasión para
escribir hermosas descripciones que serían su goce y se sentiría pleno consigo
mismo.
Sin embargo, todo este idílico proyecto del
retiro aristocrático se viene al suelo.
Tras haber cenado con Mr. Rolls y el capellán benedictino, se encuentran
los dos solos, lo que le da a Chris la ocasión de elogiar el castillo y su vida
campestre en general, siguiendo siempre su actoral estilo de expresión que esta
vez le juega una mala pasada y que se convertirá para Mr .Rolls en la
oportunidad para someterlo al tratamiento apelando a su amor propio.
-
¡Naturaleza! – Dijo - ¡Oh gran dios Pan! ¡Un contacto sanador! Casi me olvidé
de mí mismo por un instante durante el atardecer en los jardines.
-¿Usted
encuentra Mr. Dell?
-
¿Encontrar? Yo vivo en el campo, y en la ciudad solamente existo. Usted no se
puede imaginar el placer que me causa a mí estar aquí (…)
-
Mr. Dell, ¿puedo decirle algo?
-
Lo que usted quiera, Mr. Rolls.
-
Se trata de esto: me pregunto hasta qué punto siente lo que dice.
Aquí es pues donde Chris cae en su propia
trampa. Si es tanto lo que le gusta la vida del campo, ¿por qué no trabaja en
él y vive como un simple y humilde campesino inglés? Chris insiste en que le encanta la naturaleza
y la vida sencilla del campo, que está aburrido de las etiquetas y convencionalismos
y que se conforma con:
“Una
habitación simple - ni siquiera con una casa – comida simple, un poco de vino,
una cama donde dormir, y trabajo duro para realizar, un campo divino y el
silencio de Dios sobre mí. No más que eso.
El viejo insiste en que no le cree
mucho lo que dice y que todo esto no son más que meras palabras. El anzuelo
está lanzado…Mr. Rolls le dice que allí en Foxhurst puede llevar a cabo su
sueño de una vida sencilla trabajando para él en el jardín como sub-jardinero
el tiempo que quiera. Hay que leer la escena para entender a fondo el aprieto
en el cual se había metido Chris por hablar de más. Mientras tanto diremos que
acepta el desafío e inmediatamente se le conduce a una cabaña donde viven
además del jardinero en jefe, el capellán. Se le asigna un cuarto pequeño con
lo indispensable, y que más encima tenía una de las ventanas rotas. Despojado
de sus ropas, viste ahora como un humilde jardinero inglés con botas y ropa de
trabajo. Acostumbrado al sentimentalismo romántico se consuela embelleciendo
con sus pensamientos esta sórdida y grosera realidad.
La teoría de Mr. Rolls se reduce a
que únicamente mediante el trabajo duro podrá Chris corregir el
sentimentalismo. Los que le aman tienden, sin mala intención, a
contribuir a que sus vicios se mantengan o aumenten, pues nadie quiere
herirlo.
Por espacio de un mes el orgullo de Chris
puede más y está dispuesto a llegar a las últimas consecuencias para mantener
su dignidad. Si él ha dicho que ama la vida campestre y que le basta tan poco
para ser feliz lo va a demostrar. Sin embargo, esto va a durar hasta que
sucumbe por el frío a causa de la lluvia que le ha hecho tiritar en su pequeño
cuarto. Humillado y quebrado por las incomodidades, va a hablar con Mr. Rolls
para decirle que no es apto para la vida campestre y que está harto de ella.
Mr. Rolls desde que trabaja para él, no lo trata ya como a un huésped sino como
a un empleado suyo de última categoría y cuando a Chris se le olvida esto
último recibe del viejo una seria reprimenda.
John Rolls por fin tiene la ocasión de
decirle lo que hace tiempo pensaba decirle. Las palabras son duras y al final
cuando finalmente Chris se retira – sin renunciar – a su habitación el viejo
rompe en llanto. Esto es lo que le dice:
-
“Usted vino aquí fanfarroneando y agitándose diciendo que no necesitaba nada más
que a la Madre Naturaleza y señalando además una serie de cosas por el estilo
(Fue cuidadoso al escoger las frases para herir más todavía con cruel
deliberación). Yo pensé que las estaba diciendo como las he oído usar a menudo en los hombres y por poco me
convencieron. Casi creí que era sincero conmigo, y tal como usted recordará, no
le insinué nada. Entonces usted insistió en decir su discurso nuevamente y
estaba indignado por yo no creerle. Le di por tanto, la oportunidad de
probarlo. Y después de un mes viene usted aquí a decirme ¡qué ya tuvo
suficiente! ¿Quiere mi opinión acerca de esto? La tendrá quiérala o no….Le diré
lo que usted es…usted es un falso, que ha aprendido a decir lo que los otros
quieren escuchar, y las palabras no significan nada en su boca. Yo nunca antes
había conocido a un hombre como usted, y deseo no conocer a ninguno más. Estoy
extremadamente molesto y decepcionado”. (…) “Mejor será que usted vuelva con su
mujer y con su bestial vida, y que se
olvide que alguna pensó ser un hombre de verdad. Probablemente usted al menos
haya aprendido a no fanfarronear, al menos eso es una lección. Si lo desea, puede usted regresar y escribir
sus cosas, pero no olvidará esto: que usted no es lo suficientemente hombre
para tomar una pala.
O si quiere, puede usted volarse los sesos e irse al
infierno. Yo lo hubiera esperado de usted, es una de sus características, y me
pregunto cómo no lo ha hecho antes. Debo pensar que usted no lo ha hecho antes
a causa de su estupidez y de su debilidad. Puede usted optar por lo que desee.”
Dolido hasta lo más íntimo de su ser
Chris queda choqueado e indudablemente la cáscara ha comenzado a quebrarse.
El padre Yolland se entera que la niña Annie
se ha casado con Lord Brasted y quiere personalmente comunicárselo a Chris por
temor a que éste reaccione mal y se vea afectado. Emprende viaje junto con su
padre hacia Foxhurst para buscar a
Chris, ya que además se ha enterado de la humillante situación en la que se
encuentra y que es comidilla de chismes en el pueblo: que el educado caballero,
periodista de Oxford trabaja como sub-jardinero en el castillo y que es tratado
como cualquier otro peón de Mr. Rolls. Estas noticias mantienen a Dick en un
estado de profunda conmoción y duda si fue una buena decisión dejar a Chris
bajo la tutela del viejo.
Llegados al castillo se entrevistan con
Mr. Rolls quien hace llamar al sub-jardinero. La escena del encuentro de Chris
con Dick es desgarradora para este último y no quiero entrar en detalles,
simplemente decirles que Chris está completamente cambiado. Guarda el respetuoso
silencio que tendría un sirviente delante a su amo, frente al ataque de sentimentalismo del padre
Yolland que le suplica con lágrimas en los ojos que se vaya con él y su padre a
Amplefield. El cura en un arrebato de compasión intenta hacer reaccionar a
Chris que sigue impávido y frío. Finalmente
no se va con Dick, sino que en silencio vuelve a su cuarto tras enterarse
además del casamiento de Annie. Inmediatamente John Rolls se pone en guardia,
pues intuye que Dell planea algo.
Sin Chris, padre e hijo Yolland vuelve
a su casa. Sin embargo, Dick tras reflexionar se da cuenta de que con su
actitud estaba echando a perder todo lo que el viejo Rolls había logrado y sin
poder estar tranquilo, vuelve en la noche al castillo para hablar con Chris de
otra manera. Ahí se encuentra con Rolls que intenta en ese momento impedir que
Chris se suicide, cosa que estaba tramando y que ahora iba a concretar, sin
saber que Rolls ya lo había predicho y que había tomado las medidas necesarias
para impedirlo. Mr. Rolls obliga al padre Yolland a jurarle que hará todo lo
que le ordene, amonestándolo de pasada, por su gran debilidad e instándolo a
que rece, que rece fervorosamente el rosario mientras esperan que se
desencadene todo. Llega por el fin terrible momento y en el último minuto,
Chris es salvado del suicidio, y ha quedado curado mediante la prueba más dura:
sorprendido en el acto y se le hace sentir horror al cometer semejante
propósito.
La novela termina con un garden party
en la casa de los Yolland. Están todos invitados, Lord Brasted y su señora y
por supuesto Mr. Rolls y Chris, que ha vuelto a ser recibido como huésped y que
ahora se ha convertido casi en un hijo para Rolls. Será el primer encuentro
entre Annie y Dell después que ella lo largara de la casa y nadie sabe cómo va
a reaccionar éste cuando la vea ya casada con Brasted. Esto preocupa
sobremanera a Dick que no quiere ver a su amigo sometido a semejante bochorno.
Lo que ignora es que Chris ya no es el mismo y que efectivamente el encuentro
se produce con la más sincera naturalidad: Chris ha quedado curado y ahora
emprenderá nuevos rumbos.
Cuando esta novela fue publicada causó
una gran conmoción. Hubo, por una parte,
gente que se sintió perturbada al verse reflejada en los personajes y
decían que Benson no debió haber hecho una parodia de los mismos. Por otro
lado, hubo gente a la que le fascinó este libro, diciendo incluso que era la
mejor novela de Benson.
Yo por mi parte, quedé encantada con
este libro. Descubrimos en esta novela los temas recurrentes de Benson: la
redención a través del sufrimiento; la presencia constante de sus amados
monjes; la oración como recurso para alcanzar el ideal cristiano, etc, etc. Para quienes
puedan leerla en inglés, se encuentra digitalizada en:
http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=uc1.$b322699;view=1up;seq=2
Me quedo pensando en qué extraordinario confesor debe haber sido el P. Benson.
ResponderEliminarEstimado J: he aquí un botón de muestra de las palabras que pudo haber dirigido a uno de sus penitentes, tomado de esta misma novela frente a alguien con escrúpulos por los pecados pasados: "cumplid la penitencia con propósito de tener siempre fija en vuestro entendimiento la idea de que la misericordia del Señor excede incomparablemente a nuestros crímenes". Nada de retos, ni de palabras de más, debe haber sido un muy buen confesor.
ResponderEliminarSaludos,
Beatrice