domingo, 29 de junio de 2014

Consejos de Santo Tomás Moro sobre la formación de los hijos

  
Añadir leyenda


 De tanto vivir apurados y apremiados por las exigencias de la supervivencia del mundo, se nos olvida que hay ciertas cosas que son más importantes y que, a fin de cuentas, aunque vivimos en el mundo no le pertenecemos. Frente al continuo bombardeo que nuestros hijos reciben a través de los medios de comunicación, de la publicidad, de internet para que sean exitosos según el mundo, "felices" y "satisfechos" a como dé lugar, poniendo como única meta en la vida la realización plena de todos los placeres posibles sin límites, debemos armar a nuestros niños con consejos y enseñanzas que les sirvan para formar el carácter y para que sepan distinguir lo superfluo de lo que realmente importa en la vida. Y muchos de estos consejos los podemos encontrar en los viejos maestros que poseían un gran sentido común. Les transcribo una parte de una carta de Santo Tomás Moro a William Gonell, (tutor de la escuela que Moro mantenía en su casa) con fecha del 22 de Mayo de 1518. Constituye una síntesis de lo que deberíamos enseñarle a nuestros hijos, y de manera especial, a nuestras hijas, para hacer de ambos seres virtuosos y con gran amor a Dios. Y pongo especial énfasis en las niñas, pues son para el demonio una valiosa presa. Si se quiere destruir a la familia como pretenden hacerlo en nuestros tiempos, el ataque irá de lleno contra la mujer. Una madre bien formada, culta, devota, traspasará sus conocimientos a sus hijos junto con la leche materna.

         "Por lo tanto, mi querido Gonell, como resolví andar por este camino, os he suplicado a menudo, no sólo a vos (pues por el afecto excepcional que tenéis por toda mi familia lo haríais por vuestra propia cuenta) ni sólo a mi mujer, cuyo amor por ellos es verdaderamente maternal (como yo mismo he comprobado de muchas maneras), y ya que les urge ella en ese sentido de manera suficiente, sino a todos mis amigos, sin excepción alguna, que de continuo adviertan a mis hijos para que eviten los precipicios del orgullo y de la presunción y caminen en los prados agradables de la modestia; que no se deslumbren a la vista del oro; que no lamenten la falta de lo que de otra forma equivocada admiran en otros; que no se crean más importantes por llevar adornos llamativos, ni menos por no llevarlos; que no deformen por negligencia la belleza que la naturaleza les ha dado, ni intenten aumentarla por artificio; que entre todos los bienes pongan a la virtud en primer lugar, y a la educación en segundo; y que por encima de toda otra cosa estimen en sus estudios todo lo que les enseñe piedad hacia Dios, caridad con todos, y modestia y humildad cristiana consigo mismos. De esta manera, recibirán de Dios el premio de una vida inocente, y verán la muerte sin espanto en la firme esperanza de la vida por venir. Mientras tanto, al ser poseedores de una alegría bien cimentada, ni se henchirán con la alabanza vacía de los hombres ni se deprimirán por las malas lenguas. Estos son los que considero verdaderos y auténticos frutos de una educación, y aunque reconozco que no todos los hombres literatos los poseen, seguiré defendiendo que cuantos se entregan al estudio con esta intención alcanzarán ese fin con facilidad y serán perfectos
        Tampoco me parece que la cosecha se vea muy afectada según sea un hombre a una mujer los que hagan la siembra. Ambos tienen el nombre de humano y la razón distingue su naturaleza de la de las bestias. Ambos, insisto, están por igual dispuestos para el aprendizaje de la educación por la que la razón es cultivada, y como con tierra arada, en ambos germina la mies cuando se han sembrado las semillas de los buenos preceptos. Pero si la tierra de una mujer es naturalmente mala, y más apta para producir helechos que grano - un prejuicio del que muchos se valen para excusar y apartar a las mujeres del estudio - yo pienso, por el contrario, que la inteligencia de una mujer se ha de cultivar aún con más diligencia, de modo que el defecto de la naturaleza sea compensado por la laboriosidad. Esta era la opinión de los antiguos, tanto de los más sabios como de los más santos. Jerónimo y Agustín no sólo exhortaron a madres excelentes y a vírgenes nobles al estudio, sino que además, para ayudarlas, les explicaron con esmero los sentidos abstrusos de las Escrituras y escribieron para esas jóvenes hijas cartas llenas de tanta erudición que hoy día hombres de edad avanzada que se llaman a sí mismos doctores de Sagrada literatura apenas pueden leerlas de manera correcta, y mucho menos entenderlas. Mi querido Gonell, tened la amabilidad de hacer que mis hijas aprendan de punta a cabo las obras de esos santos varones. En ellas aprenderán en particular qué intención deberán poner en sus estudios; y el fruto de sus empeños será el testimonio de Dios y el de una buena conciencia. Así se mantendrán en calma y serenas, ni alborotadas por las alabanzas de los aduladores ni atormentadas por las sandeces de los ignorantes que se burlan de la educación."
                                                   Un hombre para todas las horas
                       La correspondencia de Tomás Moro (1499-1534)

sábado, 28 de junio de 2014

De Tradi a Frikitradi

         El padre  Rafael Navas (IBP) nos hizo gracia hace unos años atrás cuando de visita en nuestra casa dijo que "todos los locos son tradicionalistas, pero no todos los tradicionalistas son locos". Acertada afirmación que he ido comprobando con el tiempo. A pesar de que me considero a mí misma como católica a secas, ni de movimientos, ni de fraternidades, ni de grupos parroquiales, ni de nada, me siento cercana a lo que se ha denominado filolefe o simplemente tradi con amor a la Misa Tradicional o Tridentina.  Hasta el momento no he llegado al estado de frikismo tradicional, lo que sí he advertido con sorpresa en muchos conocidos que pertenecen al mundo de la Tradición.  Ahora bien, no pretendo meterme en la cabeza de estos personajes que de un día para otro dan un salto al vacío y se apegan a grupos pseudotradicionalistas que hay para todos los gustos. Es cosa de darse una vuelta por la web y nos encontraremos con grupos cada uno de los cuales se autoproclama más fiel a la Doctrina que otro. No me gusta comparar, pero en muchos casos se me asemejan a grupos protestantes que, separados de la Iglesia por la razón que sea (sí, visto el panorama eclesial se les comprende, pero no se les justifica) fundan o crean, o como sea que se llame, una jerarquía paralela o un movimiento que pretende ser la auténtica iglesia católica.
          Durante estos últimos años he conocido muchos casos de éstos y es alarmante la cantidad de gente que cae en los extremos. ¿Por qué se dan con tanta frecuencia casos de individuos que al descubrir la Misa Tradicional emprenden un camino casi de fanatismo? No lo sé. Habría que hacer un estudio psicológico y sociológico a estas personas que parten asistiendo a la misa tradicional y terminan en un radicalismo que los hace sentirse paladines de la fe, o caballeros cruzados celosos guardianes de la pureza de la doctrina, muchos de ellos inmisericordes, que se trastornan con la religión y terminan hasta viviendo a costa de ella. Y digo esto, pues arrastran a algunos incautos que los siguen como a verdaderos gurúes y los mantienen pecuniariamente. Al final nos encontramos con una multitud de grupos tradi con miles de matices distintos, separados, divididos, cuando los frutos de la Tradición debieran ser precisamente los contrarios.
          Todo el preámbulo anterior es a propósito de un caso que conocí hace un par de días ( otro más dentro de los varios que he conocido desde el Motu Propio) Me enteré que un antiguo conocido nuestro que asistía a las Misas Tradicionales de Una Voce tanto en Santiago como en Casablanca, hombre casado, con hijos, diácono permanente, ahora es ¡obispo! Sí, como leen. 
 
 
    

          Le han ordenado obispo para la "Diócesis de Chile" (sic)  de los Viejos Católicos de Rito Latino, de cuya existencia no sabía y que pueden encontrar en el siguiente sitio: http://viejaiglesiacatolicaromanaritolatino.wordpress.com/somos-viejos-catolicos-romanos/
Nada puede justificar un giro así ni menos la supuesta persecución por fomentar la Misa Tradicional que sufrió el personaje de la foto. Esto es alargar mucho el elástico, y la Tradición y la Misa Tradicional van más allá de una estética. Con las cosas de Dios no se juega. A muchos de estos frikitradis les gusta "disfrazarse" como niños con bellas ropas litúrgicas. Mi esposo que ha ido a acompañar a mis hijos a vestirse para acolitar a las sacristías en diferentes iglesias  de Chile, ha visto a estos personajes ya harto creciditos, gozar como niños al vestirse para las celebraciones litúrgicas. Pero esto no es un juego.
           Desconozco las verdaderas intenciones de muchos de ellos, pero estas escapadas hacia movimientos o pseudogrupos tradicionales extra-ecclesia hablan muy mal de sus verdaderos propósitos y de lo que realmente quieren. Que se me entienda bien, no estoy diciendo que todos sean unos locos que escapan de sus propias frustraciones y problemas mentales con la religión, pero sí son muchos. Hay grupos y grupos y entre, por ejemplo, los sedevacantes hay gente muy buena, muy caritativa, sin embargo no estoy hablando aquí en el plano personal, sino en la postura que han tomado frente a la crisis por la cual atraviesa la Iglesia.
La Iglesia pasa por uno de sus peores momento, si no el peor, pero eso no justifica que yo me autoproclame juez y me declare sedevacante o Viejo Católico como en este caso. La lucha la debemos dar desde dentro, resistiendo al error y a los malos pastores, denunciando las apostasías, los sacrilegios, lo que vaya en contra de la Fe y en contra de Cristo provenga de quien provenga PP Franciscus incluido. Es, por lo demás, una obligación nuestra. Pero de ahí a andar buscando grupitos extra-ecclesia para acomodar mi fe eso es jugar con fuego.
Este caso puntual que les  he citado me ha choqueado. Piensen un poco: católicos que se dicen tradicionales ordenan obispo a un hombre casado con hijos tal como los ortodoxos...¡qué extravagante! ¿Tomo de la Tradición lo que me acomoda y lo demás lo adapto? Me parece chocante qué quieren que les diga
 ¿En qué momento un tradi se transforma en frikitradi? ¿Qué cortocircuito ocurre en sus cabezas que de un momento a otro se pegan el salto? Da para una buena reflexión y para conversarlo entre amigos en una fría tarde de otoño.

miércoles, 18 de junio de 2014

De vuelta en casa



Estimados lectores:
Tras pasar el viernes en el quirófano y el fin de semana en la clínica, por fin estoy de vuelta en casa. Un tanto adolorida y perdida un poco en el tiempo y en el espacio, sin embargo con ganas de seguir adelante nuevamente con la ayuda de Dios, de Nuestra Señora y con el agradecimiento para todos aquellos amigos que me encomendaron en sus oraciones.
He tenido que permanecer en cama estos días, ocasión que me ha servido para ponerme al día con la programación de uno de mis canales favoritos y me encontré con la agradable noticia que a partir del 6 de Julio Films and Arts va a transmitir la serie de la BBC del año 2013 "El padre Brown", basada en las homónima serie policial de nuestro querido Chesterton. Les dejo un adelanto de la serie que encontré en YouTube.
Nuevamente mil gracias por sus oraciones y estaré poniéndome al día con las traducciones de Benson en unos días más, Dios mediante.
Un abrazo,
Beatrice

sábado, 7 de junio de 2014

La caligrafía de R.H.Benson y un aviso-petición


            Lo que ustedes ven arriba es una muestra de la caligrafía de Benson, contenida en un bosquejo de un sermón. El estilo en sus prédicas era siempre el mismo tal como lo han podido comprobar en algunas de las traducciones que he realizado. Si hay alguien que entiende de grafología, podrá hacerle un perfil en base a su letra, muy especial por lo demás.
           Les paso el siguiente aviso: este jueves 12 tendré que someterme a una nueva intervención quirúrgica y mi pesada humanidad pasará una vez más por las manos de los cuchilleros en una operación que como todas tiene su riesgo. Espero no estar ausente de la blogosfera durante mucho tiempo y por mientras les pido sus oraciones para que todo salga bien para tranquilidad de mi marido y de mis hijos, y de aquellos que de alguna manera me tienen regalada de cariño.
          Entonces, hasta luego y apenas pueda nos vemos.
          Beatrice

domingo, 1 de junio de 2014

De los papeles de un Paria: de R.H.Benson


(Nota aclaratoria: "Los papeles de un Paria" es una novela escrita por monseñor Benson en 1905. Recoge una serie de impresiones de un caballero anglicano bastante sufrido,  sobre la Iglesia Católica. Es un relato imaginario en el particular estilo de Benson que refleja quizás sus propias impresiones de su época de anglicano y cómo se fue acercando cada vez más a la Iglesia. Dejo pendiente para mayor aclaración del libro, el prólogo del mismo para una futura traducción. Ruego, como siempre, disculpar las deficiencias de mis traducciones. He ido aprendiendo sobre la marcha.
Que Dios les guarde, Beatrice)

 Papeles de un Paria
                                                     La Misa Rezada
                                                                                          Septiembre de 1904
         Debo ser honesto conmigo mismo.
         Es inútil pretender negar que estoy tratando de sacar lo mejor de la Iglesia Católica. Después de todo, no quiero fingir lo contrario, puesto que la única manera de entender algo es entendiéndolo. En otras palabras, si quieres juzgar un sistema, debes abordarlo como a un amigo, no como a un enemigo.
         Ahora bien, es muy fácil encontrar defectos en la manera en la cual la misa rezada es celebrada, y lo mismo para el oficio de la Oración
Matinal. Si la una es murmurada, la otra es predicada; si la primera es sacerdotal, la segunda es clerical. Y ambas por igual pueden ser llamadas por sus enemigos como un insulto a la inteligencia humana. Sin embargo, a mí me parece, con el entusiasmo de este momento, que la primera no es un insulto a la inteligencia de Dios Todopoderoso. No se insinúa que el Creador no pueda entender los movimientos silenciosos del corazón, ni ser movido hacia una dirección formal a no ser que se entregue con una enunciación competente. En términos generales entonces, me parece que la presencia de Dios, que es Espíritu, es asumida como una rutina por el  sacerdote-celebrante de la misa, y declarada en voz alta por el ministro del Establishment.
          Hace dos días atrás llegué a la ciudad con el correo de Irlanda a la Estación de St. Pancras, y tenía una a dos horas para gastar en Victoria, antes de tomar el tren de las 9:15 para Little Brasted. Entonces, después de colocar mi equipaje y de desayunar en la cantina, me fui de paseo. No tengo una buena orientación geográfica y no tengo ni la más remota idea de cómo llegué a una pequeña iglesia a la que entré a pocos minutos de las siete en punto. Me detuve en una de las vías al norte de Victoria Street. Supongo que ahí habría media docena de personas cuando entré, y el doble o más cuando nuevamente salí media hora más tarde.
         Afuera había una densa neblina y una buena muestra de ésta en el interior, y las luces a gas de la parte posterior de la iglesia tenían una especie de halo gélido, muy agradable de ver, alrededor de la llama. El resto de la iglesia estaba totalmente a oscuras, salvo por el altar, donde ardían tren candeleros, uno a cada lado y un tercero cerca del ambón a mano derecha.
        Había una sucia figura del Redentor con ropas rojas a mi lado contra un pilar, con una o dos velas que se estaban consumiendo;  una horrible ventana roja redonda rompiendo la penumbra como una luna llena encima y una exhibición de cosas de bronce de muy mal gusto, que supuse que eran unas rosas artificiales puestas bajo el altar. Es imposible describir cómo cada nervio artístico de mi cuerpo y alma fueron violentados.  En verdad comencé a desear haber ido a la Catedral de Westminster, puesto que si quería piedad ahí las cosas al menos están lo suficientemente lejos para parecer repugnantes.  
        De pronto una criaturita emergió desde alguna parte, vestida de blanco y negro, respirando ruidosamente, y detrás un clérigo gordo con el mismo traje, pero que en este caso el negro estaba encima y el blando debajo, y usaba un poco elegante sombrero en su cabeza, parecido al de un chef. Los dos se aproximaron al altar, e hicieron una genuflexión con una rodilla. Entonces el gordo, quien se deshizo de su sombrero, subió las gradas y dejó algunas cosas sobre la mesa.
        Entonces hice un gran esfuerzo y me exhorté a mí mismo de la siguiente manera: “Tú no tienes derecho a decir este tipo de cosas, porque después de todo ¿quién eres tú? Eres un actor inservible, sin fortuna, ni dones especiales. Has vivido una vida irreligiosa la mayor parte del tiempo, y únicamente ahora has comenzado a atender los asuntos de tu alma. ¿Qué sabes tú sobre religión y de la manera en la cual Dios quiere ser adorado? ¿Cómo sabes que Él no prefiere este tipo de cosas? Simplemente atiende y muérdete la lengua. Más encima estás extremadamente cansado y llegando de un viaje nocturno. Estás consciente de los puños mugrientos, del cuello arrugado y de la ausencia del baño diario. Por todo esto, trata de comportarte decentemente tanto  por dentro como por fuera. No critiques, sino que atiende y trata de concebir que es posible que exista algo más en este mundo que lo que tu vasta inteligencia siempre ha comprendido”
         Esto me hizo un gran bien, y durante el tiempo en que el hombre gordo había encontrado su posición y vuelto sobre sus pasos nuevamente, yo me encontraba de un humor más disciplinado. Incluso estaba dispuesto a admitir que él debía saber más acerca de este asunto que yo.
        Bueno, a la Misa Rezada no necesito describirla en su totalidad. Es perfectamente familiar para la mayoría de las personas. Sin embargo, puede ser necesario remarcar que no es del todo igual a la misa cantada. Aquí no hay posturas ni cantos. Todo está hecho en extremo a la manera de un negocio, lo más rápidamente posible. (Incluso me han dado a entender que algunos sacerdotes dicen lo que es llamado misa abreviada tan a menudo como les es posible, porque ocupa diez minutos menos que las otras formas de este servicio)
        El hombre se presentó para decir su parte, algunas veces completamente para sí mismo y otras veces en una gruñida y discontinuada voz. Para uno de su condición, él se movía casi enérgicamente, lavando sus manos, inclinándose, cambiando las páginas y haciendo esto y aquello lo más expeditamente posible. Una campanita sonó una y otra vez, y la creatura que resoplaba que asistía al sacerdote estornudó cuatro veces sonoramente durante el silencio absoluto, continuó con su labor sin ningún signo de desconcentración. Finalmente después de un fuerte chirrido de rodillas, a la cual la feligresía respondió tan precipitadamente como su conductor, la indigna procesión de dos desapareció arrastrando los pies. Entonces yo tomé mi sombrero y paraguas y también salí afuera.
         Debo confesar que estaba muy asombrado y decepcionado al principio como cuando anduve a tientas mi camino en la niebla. Esto no fue como la Misa de Requiem. Aquí no existe el intento de impresionar a la audiencia incluso con la más sombría emoción. Todo el asunto fue lamentable y mecánico. No hubo glamour, del cual había oído mucho. Ninguna misteriosa figura sacerdotal ejecutando funciones que hacen erizar la piel. Ninguna impresión, nada de incienso, nada de fervor. Fue exactamente como un entretenimiento, como aquel descrito en una especie de folleto, donde unos supersticiosos y ciegos laicos se inclinaban ante una serie de acciones que son tan ininteligibles para ellos como deshonrosos para Dios. Seguramente – me dije a mí mismo – mi resplandeciente iglesia en casa toda viva con unos alegres manteles de altar y flores, inspirada por mi digno rector, el cual se mueve y habla con tal seguridad; conmovido por el coro de señoras en una galería, iluminado por los brillantes bronces de las coronas que, para ojos sentimentales rememoran la gigantesca corona celestial…seguramente, los pulcros bancos de la iglesia, los pilares de piedras blancas, el rico órgano, las prédicas bien pensadas, la incomparable pronunciación inglesa con tal fuego, la atestada bien vestida congregación en las mañanas del domingo, en fin,  el asunto completo es definitivamente más acorde con lo que entendemos por cristiandad, más que esta lamentable, insensible, deslucida, y frío set de acciones que se llama Misa Rezada.
         Tales fueron mis reflexiones. No puedo decirles cuando vino el cambio. Supongo que fue gradual. Comencé a concebir otra interpretación mientras dormitaba en mi carruaje de camino a Victoria. Y casi la había delineado cuando llegué a casa, y ahora que he tenido un par de noches de descanso y estoy sentado en mi mesa, pienso que entiendo un poco mejor lo que fue todo.
         Primero, me parece que el objeto de la Misa Rezada, si se le puede decir así, es Dios, no el hombre. No digo que Dios Todopoderoso no esté complacido con la música, la belleza y la pulcritud. No hay duda de que lo está, pero estos accesorios no son esenciales. Yo prefiero a mi amigo con una camisa limpia, pero no deja de ser mi amigo cuando él llega a mi casa después de una noche de viaje. “Su camisa está cerca, pero más cerca está su piel”, y supongo que más cerca aún está su alma inmortal.  Entonces, algo  hay en la Misa Rezada que está hecho para Dios - confieso que propiamente hablando no sé lo que es - sin embargo al menos se cree que es el objeto. Ciertamente nada que pueda ser percibido por los sentidos es hecho al hombre, excepto lo que tiende a repelerle. El clérigo gordo estaba de espaldas hacia la gente la mayor parte del tiempo. Estoy seguro que ellos no podían decir lo que él estaba haciendo ahí, excepto a partir de sus libros. Ninguna palabra podía ser escuchada por ellos, excepto alguna vez cuando creo que decía Doscum. Presumo por tanto, que él no estaba buscando dirigirse a ellos particularmente: él usó sus horrorosos vestidos, las velas no eran del todo hermosas, y el entorno no estaba calculado para impresionar al ojo excepto con sentimientos de disgusto.
        Sin embargo, me parece que el punto que he mencionado anteriormente es muy importante. Si Dios Todopoderoso está realmente presente ahí y desea ser servido por hombres, seguramente no es vital – aunque puede ser más decente – usar una ceremonia majestuosa y magnífica. El hecho de que la Misa Cantada forme parte de las ofrendas de la Iglesia, tal como he intentado señalar en otro de los Papeles, muestra que los Papistas no desprecian la buena educación para acercarse a la Divina Majestad. Mientras que la Misa Rezada muestra que ellos no consideran como esencial la etiqueta. (Es como un niño que llama a su padre “Señor” y se pone de pie en su presencia, y luego se encarama en su rodilla y coloca su barbilla o dormita con su cabeza en los hombros paternales. Yo no tengo hijos, pero si Dios me los ha de dar, debo confesar que yo desearía que él usara ambas suertes de cortesía para conmigo.)
         Entonces, indudablemente en la Oración Matinal Dios está presente, porque Él está en todas partes. Pero es extremadamente difícil imaginarle como un mero espectador, gratamente difuso a través de la iglesia iluminada por el sol, tal como es el ligero olor de las pieles, flores y muebles de madera a ser percibidos ahí en la mañana del domingo. Él es un espectador interesado y satisfecho tal vez, pero no más que eso. Él no es el objeto de la adoración en el mismo sentido a como lo es en este sombrío y pequeño servicio que he descrito. Más bien, a mi juicio, Él se asemeja a un Rey ante el cual sus súbditos, tan absortos en la marcha del séquito, en el acarreo de sus espadas y sombreros, en la correcta pronunciación de su manifestación de lealtad y olvida el objeto para el cual ellos han venido, y el susurro y la reverencia es como en un salón de baile con un trono vacío.
        Pero en la Misa Rezada existe en conjunto otro espíritu. Es como el ingreso temprano por la mañana de una pequeña comitiva, quizás un poco desaliñada y descuidada, directamente a la cámara de la habitación del Rey para ayudarlo a levantarse. Sus emociones no se agitan como cuando con golpes de bronces, truenos de tambores y los gritos de la multitud en una vehemente arenga se presentan a él en la Cathedral Square. Pero por una gran razón existe menos peligro en su olvido que en el propósito con el cual hacen su servicio. Ellos están ahí para ayudar al Rey a levantarse, para derramar agua con los dedos fríos, para pasar los calcetines, para encender el fuego, para correr las cortinas. No existe ningún temor de que se haga por diversión, pues ellos solamente lo hacen porque Él es el Rey y ellos son sus sirvientes.
         Ahora bien, yo no he dicho que comprendo completamente qué era el servicio que el hombre de negro y blanco con su asistente, creía estar haciendo a Dios Todopoderoso, pero estoy verdaderamente seguro que el Señor aprecia sus esfuerzos, y más todavía porque es hecho tan valientemente y con el simple sentido del deber.  
         También aquellas personas que se arrodillan detrás de mí y se mantienen mortalmente quietas, seguramente ellas no lo estaban haciendo tampoco ¡por su propio disfrute! Ellas estaban ahí porque a su Rey le gusta que ellas estén ahí y ellas van incluso aunque no estén obligados o atraídos por la belleza sensible y la dignidad de su servicio.
        ¿Estaba entonces el espíritu devoto totalmente ausente? No lo creo, aunque en mí mismo no lo sentí. Y esto me brinda una segunda lección que he aprendido de la Misa Rezada.
          De acuerdo con la teoría Papista (y esto me parece totalmente razonable) existen dos elementos en la acción espiritual a ser considerados: el primero es que la Iglesia en su capacidad oficial, lo hace a nombre suyo y en representación del individuo. Y en segundo lugar está que el individuo lo hace en representación de sí mismo y de la Iglesia a la cual él pertenece. Podemos nombrar a estos dos elementos, para ser breves, el oficial y el personal.
         Pues bien, el elemento oficial encuentra su explicación en miles de asuntos, comenzando por el Sacrificio del Calvario. Este fue hecho por todos los hombres y un vasto depósito de gracias se liberan para su beneficio. La Iglesia añade a esto sus actos oficiales, que ella denomina Sus méritos con sus sacrificios, oraciones, penitencias y buenas acciones. Cada orden contemplativa, de acuerdo con esta mirada, lleva adelante, en unión con la Vida de Dios en la tierra, el trabajo comenzado por esta Vida y Muerte. Podemos imaginarnos todo esto como una gran fábrica de gracia.
        Pero el elemento personal consiste particularmente en esforzarse no solamente en el trabajo, sino también en destinar los beneficios a todos los trabajadores. Por ejemplo, si yo fuera  católico y por un motivo personal diera media corona a un mendigo, o dijera algunas sinceras oraciones,  sería una acción beneficia para el mendigo, para la Iglesia, para mí mismo, en tanto agrada a Dios.
          Supongo entonces que estos dos elementos deben siempre ser tomados en cuenta cuando consideramos el sistema Papista, porque está fundado en gran parte sobre ellos.
        Ahora bien, yo nunca antes había realizado en toda mi vida esta simple ilustración de la teoría que es presentada en la Misa Rezada. Y se describe tan simple  es por la ausencia en su presentación de todo accesorio emocional que de otro modo podría oscurecerla.
         En el altar se encuentra la Iglesia con vestiduras propias para el momento, y ella concurre a su labor de una manera formal. Ella no está exhortando a los hombres, ella está tratando con su Hacedor. Ella apenas lanza una mirada hacia atrás, porque es algo completamente innecesario para el efecto de este particular asunto, si en ese instante ellos están atendiendo o no. Es un asunto mucho más grande que esto.
         Ahí atrás se arrodillan los individuos – ( y yo aquí puedo hacer un paréntesis para darles un consejo a otros protestantes que, tal como yo mismo, pueden algunas veces asistir a ceremonias papistas, y decirles que cuando estén en duda sobre arrodillarse o no, permanezcan de rodillas)-  ahí entonces, se arrodilla él, una personalidad con sus particulares tendencias, con gustos, con repulsas, con metas, ambiciones, penas, y él está animado a retenerlas a todas ellas tan lejos hasta que pase la prueba de fuego de Dios. Él no está en ese momento siendo sometido a sus ceremonias, o compelirlo a decir esas palabras y aquellas, a tomar posturas o a generar emociones proscritas. Él es dejado completamente solo. Su ministro es cuidadoso de no perturbarlo con la conversación, movimientos o exhortaciones. Él no está particularmente alentado a prestar atención a lo que el clérigo está diciendo. Puede hacer precisamente lo que quiera, rezar el rosario, leer una meditación, u ocuparse, si él es capaz, de la oración mental. De hecho, él puede seguir cualquier camino que crea ser el mejor para la preservación de una actitud adecuada para el alma en la presencia de Dios.
         ¿Acaso entonces esto no es una excelente medida? Contrasta con cualquier otro sistema que te guste. La Iglesia de Inglaterra en sus oficios es una ácida institutriz al lado de esta Madre: sus pupilos deben arrodillarse, orar, anhelar, arrepentirse, atender, esperar, interceder, todo en orden. Ellos deben regocijarse en el Venite; meditar en los salmos; orar en los himnos; santificarse en otros; escuchar las historias de los reyes con mente sangrienta que murieron hace treinta siglos; luchar contra la lógica de San Pablo, o estar con los ojos atentos con Juan. Ahí no existe apelación, ni desahogo ni concesión. Los Disidentes son aún más severos porque éstos permiten a un hombre no inspirado conducir las ceremonias de acuerdo al estado mental en el que se encuentre, y conduce a un sombrío grupo con su arbitrario baton con cargas que ellos nunca han practicado. Los Quáqueros, en efecto, atraen a más que los otros porque aquellos al final dejan al hombre solo la mayor parte del tiempo según su propio humor, sin embargo, carecen de la fuerza objetiva de la Misa representada frente a sus ojos para recordarnos que las puertas del cielo están abiertas, que el ojo de Dios está observando y que Su Corazón está desbordante incluso- si la teoría es verdad – para abrir Su Corazón aún más ampliamente y alcanzar el Reinos de los Cielos por la única fuerza que la Omnipotencia no puede resistir.
        Si yo tengo los ojos puestos para ver, ahí entonces estaba la totalidad de la Iglesia de Dios con sus orantes oficiales: los Cartujos blancos estaban ahí, y los negros Benedictinos, las pobres Clarisas ofreciendo sus lágrimas y su sangre; y los Frates Cruciferi su libertad. Los clamores suben desde el silencio de la India, Francia y Greenland porque cada altar está en el centro de la tierra. Ellos nos lo cuentan. María estaba ahí, con sus ojos virginales y su amor de madre. Los negros Jesuitas, que se debatieron en la soga de Isabel, fueron libres para recordar a Dios su dolor. No faltó ninguno de los que alguna vez lloraron junto con Él en el gozo, en la expectación o en la oscuridad de este mundo. Porque Jesucristo su Príncipe estaba ahí, con su cuerpo partido y con su sangre derramada, en la que cada canción es perfeccionada y cada vida es aceptada.
        Y ahí yo me arrodillé, libre para interpretar esta nota, como dictará mi voluntad, en esta orquesta de gloria…o para escuchar o para arrepentirse o para anhelar cuando yo era capaz.  ¡Todo lo que yo pensé que era el hombre gordo que vi; y la demacrada criatura que yo escuchaba resoplar y tocar su campañilla; y los pobres candeleros; y la luna hinchada de la ventana; y las flores artificiales!
          Pero entonces, ¿todo es verdad?....