miércoles, 8 de mayo de 2013

La soledad y la decepción

 
"Por eso aquellos seres patéticos que simplemente "quieren amigos" nunca pueden conseguir alguno. La condición misma de tener Amigos es querer algo más que Amigos. Si la sincera respuesta a la pregunta ¿ves la misma verdad? fuese "no veo nada y la verdad no me importa, lo que yo quiero es un Amigo", ninguna Amistad puede nacer, aunque sí puede nacer un Afecto. No habría nada en torno a lo cual trabar Amistad; y la Amistad tiene que trabarse en torno a algo, aunque sólo fuera una afición por el dominó o las ratas blancas. Los que nada tienen no pueden compartir nada; los que no van a ninguna parte no pueden tener compañeros de ruta".
                                                                                                         C.S. Lewis
        Dado que mi cabeza no puede dejar de pensar durante todo el día, y puesto que se ha hecho una práctica vital cuestionarme y darle vueltas a las cosas una y otra vez, mi mente se vuela a pensar cosas que terminan por derribar mi temple anímico. Una de las cosas que continuamente se agolpa en mis pensamientos es la soledad en la que vivo. No porque mi familia me deje sola, porque son bien absorbentes y entre nosotros nos buscamos y nos acompañamos diariamente. Somos un bloque muy compacto.  Mi soledad va más bien por el lado de la falta de amigos y de personas de carne y hueso cercanas en pensamiento, en gustos y en cosas afines. No tengo amigas, ni amigos, ni parientes cercanos que vengan a visitarnos porque no tenemos nada en común. No hay nada sobre lo cual fundar algo sólido, algo que nos haga decir como Lewis: "¿Qué? ¿Tú también? Yo creía ser el único... ¿ves la misma verdad?" A lo que voy es que me veo a mí misma completamente aislada del mundo de la amistad y de la vida social.
        La soledad a veces, especialmente cuando se está pasando por una etapa medio depresiva, pesa y duele. ¿Seré yo la única que no tiene amigos reales? Virtuales sí, por internet se encuentra uno con gente que piensa parecido y que comparte los mismas verdades, pero sin que se me mal entienda, no son verdaderas amistades, dado que somos seres materiales, necesitamos de la presencia física de los otros y no sólo una presencia espiritual con la cual uno pueda conversar o hasta incluso, discutir inteligentemente. Le digo a mi esposo: si yo no tengo amigas ni amigos ¿será por que a nadie le interesa lo que digo, ni lo que pienso o simplemente no ven que yo pueda ofrecer algo que valga la pena? Es duro decirlo, pero está dentro de las posibilidades. Y voy entonces y me descargo escribiendo este tipo de cosas en el blog. Largar para afuera las aflicciones es una buena terapia.
       "Dios te protege de las malas amistades que pueden causarte un daño mayor si te defraudas dado tu carácter" dice mi esposo. Y creo que tiene razón. Quizás espero demasiado del resto, y por eso me decepciono, y  como una manera de no caer en el pozo de la depresión, que sí me llevaría a una pena terrible que hasta acarrearía la pérdida de fe, Dios me mantiene alejada de las personas. La decepción es un golpe fuerte al alma, la aturde, la descompone, la hace taciturna. El alma se va poniendo "callosa" como las manos, el cuero del alma se va poniendo duro en la medida que sufre fatalidades y decepciones. Termina uno por no darles demasiado importancia. Al menos es el ejercicio que he aprendido a hacer: intento mirar hacia otro lado, pensar otras cosas...pero no siempre me resulta.
        Entonces pensándolo con la mente más fría y racional veo que este problema de la soledad no es solamente mío, es un dolor que es de este siglo, de estos últimos cuarenta o treinta años. La gente está cada día más sola, aunque esté siempre conectada con sus dispositivos de última tecnología. Cada cual está metido en su mundito, con sus problemas y al resto parece importarle un pepino lo que los demás pudieran estar padeciendo. En mi ingenuidad pensaba que todo el mundo andaba feliz de la vida, sonriendo al buen pasar que les otorga el mundo moderno con su mar de entretenciones vacuas como sus cabezas, pero cuando uno escucha las historias de sus vidas y sus diarios problemas, la cosa no es tan así como la apariencia - la doxa - lo hace ver.
      Según mi análisis fenoménico, la soledad se resiente más en estratos de clase media para arriba. La gente con menos recursos, que sabe  cuánto cuestan las cosas, que sabe de escases, se apoya y se acompaña, pues sufren de lo mismo. Si un vecino está pasándolo mal, corren a ayudar con lo que sea, con lo que tengan, con su tiempo, etc.  Amistades verdaderas, desinteresadas que buscan perfeccionarse y no simplemente pasarla bien...¿ubi? No lo sé, creo que es una utopía que ya no existe, o al menos a mí no me ha tocado conocerla.
        Pero bueno, aquí está uno medio convertida en ermitaña sin buscarlo. Busco la explicación y la encuentro en mi Señor. Si tuviera amistades rodeándome y perturbándome permanentemente no tendría tiempo para pensar en Dios, para escribir, para meditar, para formarme, para criar a mis hijos cristianamente y a atender a mi marido como se debe. Tiene razón mi esposo cuando dice que Dios me protege de la decepción y que por eso no tengo amistades. Pero no sólo eso. La Providencia me aísla para que le busque y para que descanse en Su pecho. Como un amigo al cual siempre se puede acudir para conversar y para contarle lo que tienes escondido en lo más profundo del alma. No digo que no me gustaría contar con, por ejemplo, un matrimonio amigo de la familia, con hijos y con gustos similares que nos permitiera acompañarnos mutuamente, pero mi Señor no lo ha querido así. Quisiera muchas cosas, pero como yo me arrastro en el tiempo y en espacio, y no veo lo que Dios ve,  si esas amistades, cosas,  bienes o lo que fuera, no me ayudan a salvarme, entonces que se queden en mis sueños. Me abrazo a la Cruz, me consuela saber que estoy rodeada por el Mundo Invisible, como lo llamaría el cardenal Newman, y que aunque yo no los vea, están ahí de alguna manera presentes en mi corazón, consolándome.  Sin embargo, no dejo de anhelar que Dios nos otorgue como familia a personas que sepan valorar a un buen amigo. "Quien teme a Dios logrará igualmente tener buenos amigos; pues como él así es su amigo" ( Eclesiástico, 6, 17)
Que así sea.
        
       
        

9 comentarios:

  1. Estimada Amiga:
    Quien tenga un buen amigo tiene un gran tesoro a su lado. Pero ¿quién tiene un verdadero amigo?, creo que en la historia de la humanidad son muy pocos los que realmente gozaron de tal compañía.
    En estos tiempos si se quiere tratar de ser fiel a Dios, hay que vivir el martirio de la soledad del cristiano. Una de las señales de Dios que es muy fuerte para saber quien realmente le quiere seguir y quien no, es precisamente, el que vive en una línea contraria a como vive el mundo. Y claro, qué amigos se puede tener así. Más de alguno me dirá, los que guardan la fe de siempre, pero esos que dicen guardar la fe de siempre muchas veces actúan peor que aquellos que no la guardan.
    La soledad que hoy experimentamos en el orden del tiempo va a ser llenada en el orden fuera del tiempo, vale decir, en la eternidad.
    En el cielo, y espero que lleguemos por una inmensa misericordia de Dios, todos participan de una misma amistad, todos se regocijan del amor de Dios, todos se gozan en el Señor. Todos comparten el mismo amor, la misma alegría, la misma amistad y la misma comunicación del ser divino.
    Si bien, en el cielo existe una gradualidad de fruición por la individualidad de cada alma, sin embargo, nunca nadie está sólo porque todo se hace con participación de Dios.
    En la tierra, la cosa es distinta, nuestro cuerpo nos separa del de los demás y nuestra alma nos lleva hacia a sus propios afectos. Como los afectos de la mayoría de los hombres está en los bienes de este mundo y no en Dios, sucederá que el que quiere tratar de seguir a Dios, no experimentará la compañía ni la comprensión de los demás integrantes de la sociedad.
    Vivirán como cenobitas sin hábitos, los que no doblen su rodilla ante la bestia, los que no tenga en su frente el número de la bestia. Sí, cenobitas, porque su cenobio es el sello que el alma imprime sobre su propio cuerpo. Y ese sello es la orientación de la vida en torno a Dios y de espalda al hombre.
    Ni comidas, ni bebidas, ni ágapes ni cosas mundanas que lleven al olvido de Dios. Cumpliendo el deber desde la soledad se ganan puntos para poder ir al cielo. Entiendo que ninguno de nosotros escogió vivir como si fuera un cenobitas, pero la providencia lo quiere y estimula.
    Para que Noé se salvará junto al arca, debió de agruparse entorno a su familia. Y su familia fue el medio que Dios le dio para poder alcanzar el cielo. No fueron ni los habitantes de las aldeas vecinas, ni los propios vecinos los que Dios escogió para que la humanidad continuara, escogió sólo a una familia, para que a través de esa familia se comunicara definitivamente la fe y la gracia.
    Un abrazo.

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  2. Hay personas que están en peor situación que usted. Ni siquiera tienen familia para decir "nos buscamos y nos acompañamos diariamente"

    Habla Pedro Calderón de la Barca:

    Cuentan de un sabio que un día
    tan pobre y mísero estaba,
    que sólo se sustentaba
    de unas yerbas que cogía.
    «¿Habrá otro», entre sí decía,
    más pobre y triste que yo?»
    Y cuando el rostro volvió,
    halló la respuesta, viendo
    que iba otro sabio cogiendo
    las hojas que él arrojó.

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  3. Querido Anónimo: Lo sé y lo tengo presente. Tal vez me quejo de llena, no se valora realmente bien algo hasta que se pierde.
    Hay gente que está muy sola en este mundo. Desearía que no lo estuvieran, y espero que puedan llegar a sentirse acompañadas por Cristo...más lamentable entonces es el caso de aquellos que están solos y más encima no tienen fe, don gratuito de Dios. Gracias por los versos.
    Beatrice

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  4. Beatrice: Por lo general a los que nos pasa lo que a ti,es porque "el mundo" no nos llena y las conversaciones de gran parte de la gente ,nos son un sin sentido.
    Hace pocos dias ,hablaba con un amigo de este tema y en realidad,la respuesta es esa.Tratando de no ser soberbio,no me interesa demasiado estar rodeado de gente que pareciera manejar otro idioma.A mi tambien ,lo unico que en realidad me importa es hacer que mis hijos crezcan sanos,fuertes y en el conocimiento del SEÑOR TODOPODEROSO y en el de su dulcisima MADRE.
    Es mejor andar solo que mal acompañado,dice un dicho popular en mi pais.
    Saludos

    criollo y andaluz

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  5. Querido Marcos: ¡qué bueno tenerlo nuevamente por aquí comentando! Nosotros tenemos el mismo dicho, más vale solo que mal acompañado, y no lo digo por un asunto de creerme mejor ni nada semejante. El agua con el aceite no mezcla, ese es el problema, no encuentro en el mundo próximo que me rodea a personas que estén en la misma sintonía y con las cuales poder crecer espiritualmente. Pero bueno , Dios sabrá, lo que me interesa es salvar mi alma y la de los míos, ahí tengo centradas mis fuerzas. Que me gustaría poder relacionarme con más gente "en la onda de uno", habrá que esperar.
    Un abrazo,
    Beatrice

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  6. Hace unos días me encontré con este texto, que la puede iluminar:

    "Pues yo respondería, con simplicidad, que no son los más cercanos físicamente aquellos con quienes en realidad convivo. Yo reconozco mi comunidad con los que poseo una comunión profunda. Y éstos, con frecuencia, están lejos." (Alberto Justo, OP., LA LUCHA Y EL SOSIEGO, Ed. Desierto Interior, Buenos Aires, 2006, p. 112)


    Cordialmente,
    Odysseus.

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  7. Gracias por la cita del padre Justo, Odysseus; de una forma esto es cierto, como diría un tomista, bajo este respecto: con los que tenemos afinidad espiritual estamos cerca aunque estemos lejos, pero también es importante la cercanía física. Piense por ejemplo, en esos noviazgos por mail o como era antiguamente por carta, eran difíciles de sostener en el tiempo.
    A mis amigos cibernéticos les tengo especial afecto porque pensamos muy parecido,y desearía yo algún día poder juntarlos a todos en mi casa, pero se corre el riesgo de la desilusión también...qué paradojas ¿No?
    Gracias por sus palabras, suya con afecto,
    Beatrice

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  8. Estimada: me ha llegado por mail este escrito. No conocía su blog. Lo leí porque me sentí identificada desde el principio. Hace ya unos 4 ó 5 años que me siento así. Con la diferencia de que vivo sólo con mi madre. No tengo esposo ni hijos. Tampoco amigos ni amigas. Mucho menos quienes compartan mi fe, mi cosmovisión. Esto me lleva a bajonearme muchas veces, pues creo que esta soledad se hace insoportable cuando se es joven (tengo 23 años). He llegado a pensar que "haciéndome parte del mundo", mundanizándome, podría dejar esta soledad, ya que ellos, en cierto sentido, no están solos. Creo que somos los católicos quienes sufrimos más esta soledad, quizá por estar en el mundo, sin ser de él.
    A veces pienso que será por mi personalidad que, aún entre católicos, no encuentro amistades no virtuales, como bien ud decía.

    Quisiera pedirle que rece por mí. Los años que llevo así, me quitan la esperanza de que esto cambie en el futuro.

    "Buscad el Reino de Dios y todo lo demás se os dará por añadidura"

    Mil gracias

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  9. Mi querida anónima: Gracias por su testimonio, pero le digo una cosa nada más: usted es aún joven, no decaiga ni pierda las esperanzas. A su misma edad yo daba por sentado que no me iba a casar nunca, que no iba a encontrar a un hombre de buena voluntad con quien compartir mi vida. Rece con confianza. Yo le pedía a Dios para que me mandara a alguien y lo hizo, después de que le rogué y le rogué como el amigo inoportuno. Al final por cansancio Dios me mandó a mi marido, y hoy ya tenemos casi 20 años juntos. Le repito: no pierda las esperanzas. ¡Usted es muy joven! Y por sobretodo no se mundanice pensando en que va a encontrar compañía. Podrá quizás encontrarla, pero a costa de perder su alma. Sufrimos porque no somos del mundo, tal como Nuestro Señor sufrió la soledad en la agonía. Las cosas son siempre en razón de un bien superior que no vemos y quizás Dios tenga para usted un plan ni se imagina. Pídale que la ilumine, no decaiga, y no pierda la fe. Escríbame a mi mail, tengo por costumbre bensoniana ( al igual que R.H.Benson) responder todo lo que me escriben.
    Los mundanos están más solos que nosotros porque no cuentan con el Mundo Invisible, nosotros estamos en compañía de los Santos, de los Ángeles, de Nuestra Señora y de Dios. A veces nos sentimos solos porque somos seres corporales necesitados de afectos y con ganas de compartir esto que tenemos dentro. Pídale con confianza a Dios que le mande buenos amigos, y creo que El no la va a dejar sola. Cuente con mis rezos.
    Un abrazo y ¡sursum corda!,
    Beatrice

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