sábado, 18 de enero de 2020

18 de Octubre de 2019, Chile la Revolución Definitiva, parte 1, por José Luis Uribe Fritz

Marcha por los derechos humanos, Morandé esquina Moneda, 11 de septiembre 2000

Estimados lectores de Bensonians: no es la línea de este blog publicar este tipo de artículos. Bensonians publica sobre R.H. Benson y sobre temas espirituales y de antropología filosófica. Sin embargo la situación política y social de Chile en estos momentos amerita compartirles este análisis. Me fue enviado por un buen joven amigo, al que agradezco me lo haya enviado, lo mismo al autor por compartirlo. Saquen ustedes sus propias conclusiones: estamos viviendo algo que es completamente extraño y nunca visto en Chile. Que les aproveche.

Decodificación y análisis del nuevo modelo revolucionario activado en su última etapa en Chile y Sudamérica desde fines del 2019

TEXTOS:       José L. Uribe Fritz. 

DIAGRAMACIÓN: Luis Benito Román Rojas.

IMÁGENES:     Centro de Estudios Nacionalistas

INTRODUCCIÓN

La verdad, debe ser proclamada tanto más fuerte y firmemente, cuanto mayor es la gravedad del asunto al que se enfrenta”.



“¿A QUE  NOS  ENFRENTAMOS  LOS  CHILENOS  DESDE  EL 18  DE  OCTUBRE DE
2019?” . ¿Con qué nombre podríamos designar, hacer referencia, definir y catalogar los acontecimientos que se desataron y aún continúan desarrollándose con una violencia y magnitud inusitada en Chile y otros países de la América Hispana? El origen del planteamiento para estas interrogantes fundamentales nos viene dada por una norma de deducción aristotélica: “Nadie puede establecer los alcances de una materia en discusión, si primero no ha establecido la naturaleza de la materia en discusión”. A su vez, la respuesta para esclarecer estas inquietudes nos viene de la perenne necesidad humana de comprender la realidad de la cual forma parte. Es decir, de asumir como cierto y verdadero todo aquello que acontece en su entorno y es verificable de manera irrefutable y segura. De este modo, la circunstancia de utilizar determinadas palabras para designar a los seres u objetos que existen tanto en la realidad como en el pensamiento, equivale a reconocer que el nombre o sustantivo por medio del cual denominamos todas las cosas y las personas, obedece a un tipo de palabras cuyo significado determina la naturaleza de las cosas o personas objeto de conocimiento. El simple acto de llamar a algo por su nombre, pone en evidencia su misma esencia, pues es lo que lo define y  hace posible que sea inteligible. En consecuencia: ¿Es correcto dar el nombre de “estallido social” como apelativo que designa la verdadera naturaleza de los violentos hechos que vienen ocurriendo desde el 18 de octubre de 2019?. Más aún, la descripción que hacemos de las cualidades inherentes a la naturaleza de las cosas, ya sea concreta o abstracta; la efectuamos por medio de “adjetivos calificativos”, que no solo hacen manifiesta una cualidad específica e inherente solo al sujeto objeto de conocimiento; sino que además al mismo tiempo, esa misma cualidad, determina o limita


la extensión del mismo. Por lo tanto, ¿sería también exacto afirmar que la cualidad más relevante de este supuesto “estallido social” que lo limita y le da toda la extensión para su discusión y argumentación es la “crisis del modelo socio económico neo liberal”? Indudablemente está muy lejos de la realidad utilizar el nombre de “estallido social” para expresar la verdadera NATURALEZA de la serie de graves hechos de violencia que se sucedieron en Ecuador en septiembre, que en Chile continúan desde el 18 de octubre y en Colombia a partir del 21 de noviembre. Porque, como es de manifiesta y pública evidencia, estos hechos no solo escapan a la conducta normal de los considerados actores principales de ellos...los ciudadanos de las clases media y baja y porque además, no corresponden al lenguaje de las supuestas demandas sociales argüidas como el elemento central del descontento de la “ciudadanía”. Desde el primer día quedó de manifiesto que ese “Chile despertó a las injusticias sociales”, no guarda ninguna relación con las elaboradas consignas ideológicas que dan cuenta de un proceso de movilización social que, instrumentalizado en su mismo origen y fin por la izquierda chilena e internacional, es claro que más allá de la consigna de las “reivindicaciones sociales”, hunde sus tentáculos en las marañas de un elaborado plan ideológico para cambiar la sociedad chilena desde su raíz (“refundar Chile”). Lo correcto sería entonces, pues es lo políticamente evidente, dar el nombre de “proceso ideológico y revolucionario” a lo que nos afecta, no desde el 18 de octubre; sino que desde hace décadas atrás y que ha venido decantando en sus fases hasta llegar al presente bajo la etapa de insurrección “final y total”, con la que se quiere cerrar este proceso neo revolucionario.

No es fácil hacer una afirmación como ésta y menos todavía, que sea comprendida por la mayoría de la sociedad, pues esta carece de la necesaria formación política que les permita el uso del lenguaje adecuado y necesario para decodificar correctamente la naturaleza de los actos y protagonistas del proceso revolucionario insurreccional en curso. Puesto que además, la capacidad de reacción frente a un hecho político, siempre está determinada por la comprensión ideológica del mismo, el objetivo del presente ensayo es desarrollar específicamente en la primera parte, un método de investigación que nos permita adquirir las herramientas necesarias para ir eliminando, en primer lugar, errores conceptuales tanto de la política en si misma, como también de la ideología neo marxista como inspiradora y ejecutora de la revolución que nos afecta, para poder así entenderla en su esencia, forma y alcances; de manera que pueda generarse la necesaria oposición plenamente informada a sus postulados y objetivos. Generalmente estos errores conceptuales en política, son el sustrato de yerros y confusión no solo en el hombre común. También son evidencia de la miopía profesional y horizonte infranqueable por la falta de rigor intelectual, de todos aquellos teóricos de escritorio incapaces de profundizar y relacionar las ideas políticas desde su fuente abstracta primigenia (ideología), a la acción práctica llena de sentido (praxis revolucionaria), que constituye sus más variadas formas de expresión y cuyo devenir en el tiempo -establece un proceso concreto- desde donde fluye la dinámica doctrinaria que produce el movimiento político, cultural y social en el sentido de buscar alcanzar un fin ideológico preestablecido y que no es otro, para la revolución; que reorientar la sociedad por un nuevo cauce, previa aniquilación de su lecho histórico original.


H. Belloc, el gran observador de los procesos culturales que formaron a Occidente, ya dio cuenta de esta miopía en su tiempo, al señalar que la actividad intelectual obliga ineludiblemente a tomar posición detrás de una definición. Pero, “toda definición  implica esfuerzo mental, y por lo tanto, repugna”. Y si hoy en día estuviera entre nosotros más que en su propio tiempo, tendría los motivos suficientes para seguir afirmando, que “el lenguaje de los hombres está saturándose de expresiones que denotan en todas partes un desprecio por el uso de la inteligencia”. O como afirma Spengler, cuando alude a la decadencia de las culturas señalando como claro síntoma de esta decrepitud, que precisamente “se renuncia entonces a toda demostración; los hombres quieren creer, no analizar. La investigación crítica deja de ser un ideal del espíritu”.

Se necesita mucha capacidad de discernimiento para decodificar la realidad presente en su justa esencia y el criterio de apreciación de los conflictos sociales, debe ser muy elevado si le adjudicamos un origen ideológico de izquierda. Más todavía, si los hechos que consignaremos, provienen de una izquierda que aparentemente no tiene la fuerza de antaño y que supuestamente aceptó de buena gana, no solo su fracaso ideológico, sino que además, desenvolver su renovada actividad política dentro de las reglas de la “democracia”. De esta forma, dicho criterio tiene que estar informado de manera responsable. Pero… ¿Dónde encontrar esa información? ¿Bajo qué parámetros comprobar su veracidad? El desconcierto que provocan las violentas e inéditas manifestaciones revolucionarias del presente, es evidente en quienes tienen buena fe y un sentido común despierto. Ellos presienten que en lo colindante de ciertas conductas que identifican a grupos sociales heterogéneos y hasta antagónicos; hay un discurso, un lenguaje, un argumento, una consigna, una acción y un propósito, que va más allá de lo meramente social, económico o cultural. No obstante, el nexo causal político-ideológico que se intuye, no es tan explícito ni se puede poner de manifiesto con la obviedad del examen racional, porque simplemente no se poseen las categorías del pensamiento imprescindibles para elaborar el argumento necesario que pruebe, demuestre y relacione.
¿Con que o con quien entroncar las ideas y la praxis de este  “nuevo socialismo”?
¿Dónde encontrar esos organismos estatales, sociales o partidistas, que nos muestren que desde allí, es posible desenrollar el hilo ideológico que explique satisfactoriamente la raíz de la acción política revolucionaria que nos afecta?

Lo cierto es que la mayoría de los chilenos “despertó”...pero despertó a la realidad de un violento acontecer revolucionario, e insistimos en esto majaderamente; el que bajo ninguna de sus facetas actuales puede ser constreñido o confundido, con la inmediatez  de la política coyuntural en su origen -“crisis del modelo socio económico liberal”- y  su formalidad - “crisis social”- que son los conceptos con que artifisiosamente nos los justifica y define la izquierda. Recalcamos que su data es de largo plazo, que no descansa sobre ninguna crisis social o de cualquier otro tipo; sino sobre un “conflicto ideológico” planteado bajo los términos dialécticos de la ideología neo marxista y que esta afirmación reposa sobre pruebas que están a la vista para quien quiera profundizar en un análisis concorde a la evolución ideológica de los hechos. Sucede así, una circunstancia digna de


mencionar por lo coincidente. Durante la fase previa al abandono del modelo revolucionario bolchevique que dio origen a la ex U.R.S.S. y época de las grandes gestiones de revisión crítica del socialismo tipo “soviético”; Y. Andropov afirma: “Ha sucedido un fenómeno curioso. Precisamente cuando la realidad soviética se ha hecho, por una serie de motivos, más accesible ha occidente, éste ha empezado a entender menos”. Más tarde, en la misma linea argumentativa, ya en plena marcha de las reformas y en vías claras de abandono del modelo bolchevique por parte del P.C. de la ex U.R.S.S., M. Gorvachov asegura: “En occidente hay quienes creen que las reformas que hemos implementado son para dejar de ser socialistas. Que no se equivoquen, pues estas reformas no son para dejar de ser socialistas sino para profundizar nuestro socialismo”.
Por su parte, el socialismo chileno enfrascado en su propio proceso de renovación, afirma en sus documentos de discusión interna en el año 1986: “Así, el partido de la hora presente y del futuro será uno que asume la teoría marxista como un método de interpretación de los fenómenos sociales, sujeto a la permanente confrontación y corrección con la realidad”. Antes aún, en “Los Textos de la Renovación Socialista. El Socialismo Chileno Rescate y Renovación” editados por el Instituto para EL NUEVO CHILE” en 1983; Jorge Arrate preguntado sobre el proceso de convergencia socialista señala: “Su objetivo es reimplantar la idea socialista en la sociedad chilena, en el marco de un proyecto de largo alcance, profundamente transformador, y cuyas bases ideales se conformarán por el encuentro y desarrollo de todos aquellos valores comunes al socialismo marxista y libertario...”.
Pongamos ahora de manifiesto, no una sino varias circunstancias “coincidencias”. Primero, la renovación de las ideas o el ideario socialista, tanto en Chile como en la ex U.R.S.S., no es para abandonar “ese ideario” sino para profundizarlo, depurarlo de sus errores de praxis y volver a implantarlo en las sociedades y lograr el ansiado tránsito  hacia el “comunismo”. Segundo, el hito fundacional para la renovación del marxismo por allá por los años veinte en Alemania, se gestó a partir de la creación de instituciones específicamente creadas para “repensar el marxismo”. La primera de ellas se llamó originalmente “Instituto para el Nuevo Marxismo”. El que con posteridad mudará su nombre por el de “Escuela de Frankfurt”. Su fin era re-implantar un comunismo “reformulado” en las masas proletarias de Europa Occidental de tal manera, que pudiera ser asimilado por unas masas que hasta entonces habían sido muy poco permeables al comunismo materialista ateo y a la lucha de clases. En Chile, se funda en el exilio el “Instituto para el Nuevo Chile” y su objetivo es la renovación del socialismo chileno  para re-implantar el socialismo en Chile. Tercero, en el caso de nuestro país, se pone de manifiesto aquí la idea de proceso ideológico y revolucionario en la continuidad de las concepciones teórico doctrinarias que impulsan la acción de la izquierda en general: “EL NUEVO CHILE” de los años 80 y el “REFUNDAR CHILE” del 2019. Sin embargo, lo que media “ideológicamente” entre las décadas de los setenta y ochenta y este fatídico año en curso, es tierra ignota para la mayoría de los chilenos. Desconocen, precisamente cuando fue más visible, que el proceso de renovación socialista chileno, “ Siguiendo el principio marxista de “revolución permanente” y el principio leninista de “revolución ininterrumpida”, e indicando que “el gran salto no es económico” (…) sino político-cultural”, el neo socialismo chileno en los “Cuadernos de Chantilly” sentencia explícitamente: “tiempos de cruzada. Sin plazos, la meta es transformar de raíz la mentalidad”. La consigna que ilustra esta introducción, “revolución solo es hacer”, da cuenta de uno de esos aspectos tan desconocidos de este nuevo modelo revolucionario que ha simplificado ideológicamente la práctica revolucionaria. “Revolución solo es hacer” equivale a la acción directa. A la revolución en un solo paso. A “tomar...ocupar...usar y expropiar”, como lo reproducen las paredes, los panfletos del grupo terrorista “Movimiento Juvenil Lautaro” y los “fanzines” de matriz ácrata desde los años 90. Es el pueblo haciendo la revolución de manera directa...“sin partido”. Sin leyes consagradas a legitimar dicha expropiación y uso, pero que serán consagradas después cuando la revolución haya cerrado su último ciclo. Tal es la evidencia que podemos observar en el proceso revolucionario venezolano y que claramente ha señalado en nuestro país el Senador Guido Girardi: “se va a terminar el rol subsidiario del Estado, o sea, terminar una sociedad donde la propiedad privada está por sobre cualquier otro valor”.

Por otro lado, el despertar de los chilenos a este proceso revolucionario, es netamente formal y se debe a una circunstancia ajena a su propia acción, acción además que ha sido a lo largo de estos años extremadamente irresponsable y desidiosa. En efecto, esta circunstancia ha sido el hecho manifiesto que desde el mismo 18 de octubre la izquierda chilena ha abierto el manual de la “vía armada al poder”. Y aunque para la mayoría el tipo de violencia revolucionaria y su objetivo no es claro, pues corresponde a una nueva forma revolucionaria de guerrilla urbana (revolución molecular disipada), basta el simple hecho de la violencia por si misma para que la mayoría de las personas hayan reaccionado al peligro ideológico de la izquierda y su discurso de una nueva constitución a partir de una asamblea constituyente. Pero esta violencia mal entendida como lo es realmente, ha llevado a un error garrafal en la apreciación del proceso revolucionario y una reacción que si bien es positiva, no es del todo firme como para sentar una resistencia ideológica contra revolucionaria que se pueda proyectar en el tiempo. El error garrafal mencionado, es la falsa apreciación de que en Chile el 18 de octubre comenzó un proceso revolucionario. Basta para desmentir este despropósito señalar el hecho histórico de que ninguna revolución ha comenzado en la calle, sino al contrario...han terminado su proceso en la calle. La revolución política madre, de la que son herederos los comunistas y cuyos postulados en su forma más radical estos nos quieren obligar a aceptar; la sanguinaria Revolución Francesa; comenzó décadas antes con un proceso socio-cultural que fue divulgado por toda Francia y se consolida al final políticamente en la calle con la toma de la Bastilla. La otra gran revolución, la bolchevique, también comienza décadas antes y culmina en la calle con la toma del Palacio de Invierno. Y sin duda, de no mediar la heroica resistencia de CARABINEROS DE CHILE, el “octubre rojo” chileno hubiera terminado en la calle con la toma del palacio de la Moneda. Los revolucionarios más calenturientos tuvieron esa idílica imagen y objetivo en sus mentes en su momento y así lo hicieron saber. El diario digital de izquierda “Werken Rojo” en los primeros días del estallido revolucionario, sentencia: “Estamos en guerra. Sí, así de claro, estamos en guerra en contra del régimen, del capitalismo y sus sirvientes. Hemos salido a luchar y no dejaremos las calles hasta derribar el gobierno y hacernos de él”.


Para cerrar esta introducción y entregar las últimas consideraciones, volvemos a plantear la pregunta inicial; “¿A QUE NOS ENFRENTAMOS LOS CHILENOS DESDE EL 18 DE
OCTUBRE DE 2019?” . No precisamente a una revolución en regla como las que llevaron al poder a los revolucionarios en Francia y Rusia, ni mucho menos esta neo revolución ha comenzado en nuestro país el 18 de octubre de 2019 como ya lo señalamos. Muchísima agua ha corrido bajo el puente desde esas sanguinarias fechas y para nosotros desde la Unidad Popular y su intento de consolidación de una sociedad chilena comunista. Aunque en lo fundamental nada ha cambiado en cuanto a los objetivos y el fin revolucionario que perviven incólumes. Por eso, la tesis central de este trabajo a demostrar y probar, es la siguiente: “los chilenos nos enfrentamos a un nuevo modelo revolucionario que dada la radicalidad en la reformulación de sus postulados ideológicos y nueva praxis revolucionaria, es infinitamente más grave, más sutil y más complejo que el que vivieron nuestros padres en la Unidad Popular... lo que lo hace definitivo” . En lo que respecta a nuestro país, esta nueva revolución fue planificada por la izquierda en el exilio en los años 70 y 80 e implementada por medio de un proceso cultural y social desde el primero de los gobiernos de la Concertación. Por lo tanto, ahora nos enfrentamos - nunca será suficiente reiterar esto- al ciclo definitivo que pretende cerrar “políticamente” el proceso revolucionario de “traspaso del poder” y no a un simple y falso “estallido social” cuyas causas no son ni la desigualdad ni la injusticia social. Lo que confunde sin duda, es que lo que está empujando esta transformación política radical, sea una forma de violencia inédita y desconocida y que por lo mismo, desconcierta. Pero que no es más que la reformulada “vía armada al poder” de este nuevo modelo revolucionario.
Sin embargo, para una ínfima minoría de chilenos existe el conocimiento y la certeza de que lo medular de la verdadera revolución no está en las calles y que fatídicamente… ya ha ocurrido. Si bien es cierto los breves antecedentes que hemos expuesto nos bastan para ilustrar esta afirmación y sentar la idea de “proceso ideológico y revolucionario”, repetimos que sus aspectos más decisivos ya fueron inoculados desde hace décadas y lo siguen siendo, a toda la sociedad chilena y lo más grave… sin oposición ideológica alguna. Es así, que un claro ejemplo para ilustrar esta reacción a las formalidades contingentes de la revolución y no a su esencia ideológica y menos a su proceso; es el proyecto anunciado por el MINEDUC para sancionar el “adoctrinamiento político en los colegios” en noviembre de 2019. Y este proyecto netamente “reaccionario y contingente”, nace de las denuncias de apoderados con respecto a los “cánticos” enseñados por profesores a sus pequeños alumnos. La ignorancia y la confusión aquí es tan evidente, que es el mayor ejemplo de lo inoperante e irresponsable de nuestra clase política dirigente que ocupa los cargos del gobierno nacional y que ha sido incapaz de frenar la violencia revolucionaria. Por lo tanto, mal le podríamos pedir que se enfrente con las categorías ideológicas adecuadas, a un proceso ideológico que no entiende. Es realmente irrisorio confundir una consigna callejera de la revolución “normalizada” por la contingencia política, como “el pueblo unido jamás será vencido” con “adoctrinamiento ideológico”. Cuando en realidad, el verdadero adoctrinamiento ideológico sigue su curso en todos los textos de estudio de los colegios de Chile...desde hace décadas. Es así, que cualquier ciudadano medianamente informado sobre las nuevas categorías ideológicas del neo socialismo, puede encontrar estas mismas categorías en los textos de enseñanza pública, desde el mismísimo Pre-kinder. La


democracia directa, las políticas de género, el consejismo, el comunitarismo como nuevo orden colectivo, el asambleismo, la ecología profunda, el derecho a la diferencia, el animalismo, los derechos humanos, etc. Campean a sus anchas sin que medie ninguna “denuncia al respecto”. No obstante estos antecedentes ideológicos plenamente verificables, con respecto al otro “antecedente” que el gobierno maneja y le preocupa, la consigna “ideológica el pueblo unido jamás será vencido”, le recordamos a la derecha chilena que esa misma consigna fue coreada por “el pueblo” a los pies de la Moneda el año 2013, cuando toda la izquierda renovada de Hispanoamérica y por supuesto toda la guerrilla; se dio cita en nuestro país para conmemorar el 30 aniversario del 11 de septiembre de 1973. Y que esa misma consigna cantada entusiastamente por los revolucionarios chilenos, fue completada por el guerrillero Daniel Ortega quien desde un balcón de la moneda les dijo: “No olviden la segunda parte...EL PUEBLO ARMADO JAMÁS SERÁ APLASTADO”. Acto seguido, el locutor que oficiaba también su papel revolucionario, despidió a los asistentes a tan magno evento, diciéndoles: “y recuerden, en la noche las poblaciones son nuestras”. En resumen, hay quienes somos parte de esa ínfima minoría de chilenos que no calificamos como reaccionarios sino anticomunistas y chilenos patriotas de tomo y lomo y que venimos combatiendo y denunciando este nuevo proceso revolucionario desde sus fuentes mismas de renovación y propagación por un espacio de tiempo que ya supera los 20 años. Porque, que duda cabe, la revolución en su aspecto más peligroso, sutil y desconocido, el cultural; se ha introducido a nuestros hogares en los textos de estudio de nuestros hijos y hay quienes desde hace años como padres, venimos dando la pelea para sacar de la cabeza de nuestros hijos todas sus categorías explícitas en ellos. Es por eso, que consideramos que no se puede abordar este proceso revolucionario sin una metodología analítica mínima que decodifique adecuadamente y ponga en su lugar, cada idea, acto y etapa de este proceso a lo largo de estos años, para así llegar a dar la luz conveniente a los graves hechos revolucionarios que nos agobian y que comenzaron el 18 de octubre pasado y que a fin de cuentas, son simplemente su desgraciada culminación. Es así, que la primera parte de este análisis se enfoca en este punto. Y recibe el nombre de “contextualización político metodológica del nuevo proceso revolucionario”. La segunda parte, ya con una cierta metodología analítica básica, analiza los hitos más importantes del proceso de renovación del comunismo en lo que hemos definido como “La revolución de siempre en el antiguo y nuevo modelo revolucionario”. Después de conocido el proceso y las principales categorías ideológicas de la renovación comunista, con estos antecedentes recién hacemos la “contextualización del origen del último ciclo revolucionario chileno”. Nombre que recibe la tercera parte. Y por último, en la cuarta parte y final de este análisis y decodificación, realizamos el “Análisis de la esencia ideológica y formalidad revolucionaria del último ciclo del proceso revolucionario chileno”.

Finalmente reiteramos que sabemos que hay que dar la lucha y resistir. Lo sabe ya todo Chile. Y si este gobierno inoperante ha sido incapaz de frenar como dijimos, la desquiciada violencia revolucionaria, pudiendo hacerlo y contando con todos los medios legales para hacerlo; nosotros con la foto que ilustra la portada de este trabajo, cumplimos con la tarea de demostrar la falacia e hipocresía de la “espontaneidad” de este falso estallido social, cuyo análisis profundizaremos en la tercera parte de este trabajo.


Además, la razón de poner esta decidora foto como portada, es hacer patente que de lo que se trata aquí, es de desarticular la argumentación ideológica de la izquierda en el mismo plano en que ésta se da. Se debe combatir al enemigo ideológico, allí, donde precisamente obtiene sus mayores éxitos. Se debe pelear en el mismo terreno del que nace, por su propia acción, la base de su sostén político y llevar la guerra ideológica a una “simetría” de fuerzas, en donde una idea, una teoría y una acción; deban ser desarticuladas por otra idea, otra teoría y otra acción cien por ciento CONTRARREVOLUCIONARIA. José A. Primo de Rivera lo señaló claramente al enfrentarse a la sanguinaria República Socialista Española en los años 30 del siglo pasado: “Ante una amenaza revolucionaria, solo puede levantarse otra aspiración revolucionaria”. Pero hay que dar la lucha como lo plantea Mgr. Ketteler, el gran artífice que dio fructífera vida a la doctrina social de la Iglesia bosquejada por el Papa León XIII y que con su obra sentó las bases ideológicas de las cuales bebieron gran parte de los partidos y movimientos nacionalistas católicos del siglo XX para contra argumentar a la dialéctica comunista. Y su llamado a la lucha contra los corifeos de la revolución a partir de la correcta asimilación de su tiempo histórico, es un llamado que no ha perdido ni un ápice su vigencia: “Puesto que la lucha es necesaria, hay que combatir bien. Para ello es preciso ante todo conocer la época en que se vive y los caminos que hay que seguir y medios que hay que emplear en nuestro tiempo para que sea eficaz el combate por el derecho y la verdad. Cada época tiene su carácter particular, mientras que los grandes principios son siempre los mismos. El que no conoce los caracteres particulares de su tiempo, el que sólo se agita en el ambiente de los grandes principios, con frecuencia da golpes en el vacío, sin que su esfuerzo aproveche a sus contemporáneos”. Dios mediante, nosotros esperamos que nuestro esfuerzo plasmado en este trabajo, sea de provecho para nuestros compatriotas, de manera de que podamos enfrentar y rechazar con éxito este último asalto al poder por parte de los “sin Dios y sin Patria”. Para terminar, debemos tener siempre presente, que en política, nadie puede ser tan iluso como para pretender transformar la sociedad sin crear conflictos... y puesto que el conflicto es el ABC del manual revolucionario del comunismo, se le deben crear y oponer los necesarios “conflictos” que impidan lograr su objetivo de transformación total de nuestra sociedad.




¡LA PATRIA AL PODER! ¡VIVA CHILE!





d

6 comentarios:

  1. Pongan las fotos del análisis porque sin fotos esta incompleto, son parte integrante, por ende fundamental.

    Eduardo Beltran (Luis Benito Roman Rojas)

    las pueden sacar del blog Cruxetgladius, no tenemos sarna ni tiña, si tenemos otras cosas que se contagian pero hace falta Greacia Divina..

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    1. Estimado Eduardo: las fotos son las que me llegaron en el artículo y si se fija bien están puestas. Y en segundo lugar, no sé si usted leyó el título, pero dice parte 1. Publicaré la segunda por supuesto. Cuando usted publica un artículo extenso mucha gente por pereza no lo lee completo y es por eso que lo dividí en dos. Saludos.

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  2. Publicaron 7 paginas de 29...
    Sin mas comentarios!

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  3. Y no sólo, aquí en España el veneno inculado desde hace décadas ya ha decantado un gobierno scial-comunista. Todas las instituciones serán asimiladas por los comisarios políticos, entre los cuales están aquellos que ayudaron al chavismo y a Evo el cocalero, entre otros.

    La naturaleza del problema, creo ver; la naturaleza última de una ideolgía tan astutamente tramada y articulada, no es otro que Lucifer. Por cierto, un detalle no menor: ¿sabe quien fue el primero en ser recibido por nuestro presidente electo? Soros.

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  4. Todo muy raro lo de Ustedes y especialmente de Ud. No leo artículos de esa nivel me hace hervir la sangre. Para qué enojarse los chilenos ya han elegido cómo quieren vivir y cómo quieren actuar y lo mismo los argentinos. Lo demás sobra.

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