Marcha por los derechos humanos, Morandé esquina Moneda, 11 de septiembre 2000 |
Estimados lectores de Bensonians: no es la línea de este blog publicar este tipo de artículos. Bensonians publica sobre R.H. Benson y sobre temas espirituales y de antropología filosófica. Sin embargo la situación política y social de Chile en estos momentos amerita compartirles este análisis. Me fue enviado por un buen joven amigo, al que agradezco me lo haya enviado, lo mismo al autor por compartirlo. Saquen ustedes sus propias conclusiones: estamos viviendo algo que es completamente extraño y nunca visto en Chile. Que les aproveche.
Decodificación y análisis del nuevo modelo revolucionario activado en su última etapa en Chile y Sudamérica desde fines del 2019
TEXTOS: José L. Uribe Fritz.
DIAGRAMACIÓN: Luis Benito Román Rojas.
IMÁGENES: Centro de Estudios Nacionalistas
INTRODUCCIÓN
“La verdad, debe ser proclamada tanto más fuerte y firmemente, cuanto
mayor es la gravedad del asunto al que se enfrenta”.
“¿A QUE NOS ENFRENTAMOS
LOS CHILENOS DESDE
EL 18 DE OCTUBRE DE
2019?” . ¿Con qué nombre podríamos designar, hacer referencia,
definir y catalogar los acontecimientos que se desataron y aún continúan
desarrollándose con una violencia y magnitud inusitada en Chile y otros países
de la América Hispana? El origen del planteamiento para estas interrogantes
fundamentales nos viene dada por una norma de deducción aristotélica: “Nadie puede establecer los alcances de una
materia en discusión, si primero no ha establecido la naturaleza de la materia
en discusión”. A su vez, la respuesta para esclarecer estas inquietudes nos
viene de la perenne necesidad humana de comprender la realidad de la cual forma
parte. Es decir, de asumir como
cierto y verdadero todo aquello que acontece en su entorno y es verificable de
manera irrefutable y segura. De este modo, la circunstancia de utilizar
determinadas palabras para designar a los seres u objetos que existen tanto en
la realidad como en el pensamiento, equivale a reconocer que el nombre o
sustantivo por medio del cual denominamos todas las cosas y las personas,
obedece a un tipo de palabras cuyo significado determina la naturaleza de las
cosas o personas objeto de conocimiento. El simple acto de llamar a algo por su
nombre, pone en evidencia su misma esencia, pues es lo que lo define y hace posible que sea inteligible. En
consecuencia: ¿Es correcto dar el nombre de “estallido social” como apelativo que designa la verdadera naturaleza de los violentos hechos que vienen ocurriendo desde el 18 de octubre de
2019?. Más aún, la descripción que hacemos de las cualidades inherentes a la
naturaleza de las cosas, ya sea concreta o abstracta; la efectuamos por medio
de “adjetivos calificativos”, que no
solo hacen manifiesta una cualidad específica e inherente solo al sujeto objeto
de conocimiento; sino que además al mismo tiempo,
esa misma cualidad,
determina o limita
la extensión del mismo. Por lo tanto, ¿sería también exacto
afirmar que la cualidad más relevante de este supuesto “estallido social” que lo limita y le da toda la extensión para su
discusión y argumentación es la “crisis del
modelo socio económico neo liberal”? Indudablemente está muy lejos de la
realidad utilizar el nombre de “estallido
social” para expresar la verdadera NATURALEZA de la serie de graves
hechos de violencia que se sucedieron en Ecuador en septiembre, que en Chile
continúan desde el 18 de octubre y en Colombia a partir del 21 de noviembre.
Porque, como es de manifiesta y pública evidencia, estos hechos no solo escapan
a la conducta normal de los considerados actores principales de ellos...los
ciudadanos de las clases media y baja y porque además, no corresponden al
lenguaje de las supuestas demandas sociales argüidas como el elemento central
del descontento de la “ciudadanía”.
Desde el primer día quedó de manifiesto que ese “Chile despertó a las injusticias sociales”, no guarda ninguna
relación con las elaboradas consignas ideológicas que dan cuenta de un proceso
de movilización social que, instrumentalizado en su mismo origen y fin por la
izquierda chilena e internacional, es claro que más allá de la consigna de las “reivindicaciones sociales”, hunde sus
tentáculos en las marañas de un elaborado plan ideológico para cambiar la
sociedad chilena desde su raíz (“refundar
Chile”). Lo correcto sería entonces, pues es lo políticamente evidente, dar
el nombre de “proceso ideológico y
revolucionario” a lo que nos afecta, no desde el 18 de octubre; sino que
desde hace décadas atrás y que ha venido decantando en sus fases hasta llegar
al presente bajo la etapa de insurrección
“final y total”, con la que se
quiere cerrar este proceso neo revolucionario.
No es fácil hacer una afirmación como ésta y menos todavía,
que sea comprendida por la mayoría de la sociedad, pues esta carece de la
necesaria formación política que les permita el uso del lenguaje adecuado y
necesario para decodificar correctamente la naturaleza de los actos y
protagonistas del proceso revolucionario insurreccional en curso. Puesto que
además, la capacidad de reacción frente
a un hecho político, siempre está determinada por la comprensión ideológica del
mismo, el objetivo del presente ensayo es desarrollar específicamente en la
primera parte, un método de investigación que nos permita adquirir las
herramientas necesarias para ir eliminando, en primer lugar, errores conceptuales tanto de la política en si misma,
como también de la ideología neo marxista como inspiradora y ejecutora de la
revolución que nos afecta, para poder así entenderla en su esencia, forma y
alcances; de manera que pueda generarse la necesaria oposición plenamente
informada a sus postulados y objetivos. Generalmente estos errores conceptuales
en política, son el sustrato de yerros y confusión no solo en el hombre común. También son evidencia de la miopía
profesional y horizonte infranqueable por la falta de rigor intelectual, de
todos aquellos teóricos de escritorio incapaces de profundizar y relacionar las
ideas políticas desde su fuente abstracta primigenia (ideología), a la acción
práctica llena de sentido (praxis revolucionaria), que constituye sus más
variadas formas de expresión y cuyo devenir en el tiempo -establece un proceso
concreto- desde donde fluye la dinámica doctrinaria que produce el movimiento
político, cultural y social en el sentido de buscar alcanzar un fin ideológico
preestablecido y que no es otro, para la revolución; que reorientar la sociedad
por un nuevo cauce, previa aniquilación de su lecho histórico original.
H. Belloc, el gran observador de los procesos culturales que
formaron a Occidente, ya dio cuenta de esta miopía en su tiempo, al señalar que
la actividad intelectual obliga ineludiblemente a tomar posición detrás de una
definición. Pero, “toda definición implica
esfuerzo mental, y por lo tanto, repugna”. Y si hoy en día estuviera
entre nosotros más que en su propio tiempo, tendría los motivos suficientes
para seguir afirmando, que “el lenguaje de los hombres está saturándose
de expresiones que denotan en todas partes un desprecio por el uso de la
inteligencia”. O como afirma Spengler,
cuando alude a la decadencia de las culturas señalando como claro
síntoma de esta decrepitud, que precisamente “se renuncia entonces a toda
demostración; los hombres quieren creer, no
analizar. La investigación crítica deja de ser un ideal del espíritu”.
Se necesita mucha capacidad de discernimiento para
decodificar la realidad presente en su justa esencia y el criterio de
apreciación de los conflictos sociales, debe ser muy elevado si le adjudicamos
un origen ideológico de izquierda. Más todavía, si los hechos que consignaremos,
provienen de una izquierda que aparentemente no tiene la fuerza de antaño y que
supuestamente aceptó de buena gana, no solo su fracaso ideológico, sino que
además, desenvolver su renovada actividad política dentro de las reglas de la “democracia”. De esta forma, dicho
criterio tiene que estar informado de manera responsable. Pero… ¿Dónde
encontrar esa información? ¿Bajo qué parámetros comprobar su veracidad? El
desconcierto que provocan las violentas e inéditas manifestaciones
revolucionarias del presente, es evidente en quienes tienen buena fe y un
sentido común despierto. Ellos presienten que en lo colindante de ciertas
conductas que identifican a grupos sociales heterogéneos y hasta antagónicos;
hay un discurso, un lenguaje, un argumento, una consigna, una acción y un
propósito, que va más allá de lo meramente social, económico o cultural. No
obstante, el nexo causal político-ideológico que se intuye, no es tan explícito
ni se puede poner de manifiesto con la obviedad del examen racional, porque
simplemente no se poseen las categorías del pensamiento imprescindibles para
elaborar el argumento necesario que pruebe, demuestre y relacione.
¿Con que o con quien entroncar las ideas y la praxis
de este “nuevo socialismo”?
¿Dónde encontrar esos organismos estatales, sociales o
partidistas, que nos muestren que desde allí, es posible desenrollar el hilo
ideológico que explique satisfactoriamente la raíz de la acción política
revolucionaria que nos afecta?
Lo cierto es que la mayoría de los chilenos “despertó”...pero despertó a la
realidad de un violento acontecer revolucionario, e insistimos en esto
majaderamente; el que bajo ninguna de sus facetas actuales puede ser
constreñido o confundido, con la inmediatez
de la política coyuntural en su origen -“crisis del modelo socio económico liberal”- y su formalidad - “crisis social”- que son los conceptos con que artifisiosamente nos
los justifica y define la izquierda. Recalcamos que su data es de largo plazo,
que no descansa sobre ninguna crisis social o de cualquier otro tipo; sino
sobre un “conflicto ideológico” planteado
bajo los términos dialécticos de la ideología neo marxista y que esta
afirmación reposa sobre pruebas que están a la vista para quien quiera
profundizar en un análisis concorde a la evolución ideológica de los hechos.
Sucede así, una circunstancia digna de
mencionar por lo coincidente. Durante la fase previa al
abandono del modelo revolucionario bolchevique que dio origen a la ex U.R.S.S.
y época de las grandes gestiones de revisión crítica del socialismo tipo
“soviético”; Y. Andropov afirma: “Ha sucedido un fenómeno curioso.
Precisamente cuando la realidad soviética se ha hecho, por una serie de
motivos, más accesible ha occidente, éste ha empezado a entender menos”. Más
tarde, en la misma linea argumentativa, ya en plena marcha de las reformas y en
vías claras de abandono del modelo bolchevique por parte del P.C. de la ex U.R.S.S., M. Gorvachov
asegura: “En occidente hay quienes creen
que las reformas que hemos implementado son para dejar de ser socialistas. Que
no se equivoquen, pues estas reformas no son para dejar de ser socialistas sino
para profundizar nuestro socialismo”.
Por su parte, el socialismo chileno enfrascado en su propio
proceso de renovación, afirma en sus documentos de discusión interna en el año
1986: “Así, el partido de la hora
presente y del futuro será uno que asume la teoría marxista como un método de
interpretación de los fenómenos sociales, sujeto a la permanente confrontación
y corrección con la realidad”. Antes aún, en “Los Textos de la Renovación
Socialista. El Socialismo Chileno Rescate y Renovación” editados por el “Instituto para EL NUEVO CHILE” en 1983; Jorge Arrate preguntado sobre el proceso
de convergencia socialista señala: “Su
objetivo es reimplantar la idea socialista en la sociedad chilena, en el marco
de un proyecto de largo alcance, profundamente transformador, y cuyas bases
ideales se conformarán por el encuentro y desarrollo de todos aquellos valores
comunes al socialismo marxista y libertario...”.
Pongamos ahora de manifiesto, no una sino varias
circunstancias “coincidencias”.
Primero, la renovación de las ideas o el ideario socialista, tanto en Chile
como en la ex U.R.S.S., no es para abandonar “ese ideario” sino para profundizarlo, depurarlo de sus errores de
praxis y volver a implantarlo en las sociedades y lograr el ansiado
tránsito hacia el “comunismo”. Segundo, el hito fundacional para la renovación del
marxismo por allá por los años veinte en Alemania, se gestó a partir de la
creación de instituciones específicamente creadas para “repensar el marxismo”. La primera de ellas se llamó originalmente “Instituto para el Nuevo Marxismo”. El
que con posteridad mudará su nombre por el de “Escuela de Frankfurt”. Su fin era re-implantar un comunismo “reformulado” en las masas proletarias
de Europa Occidental de tal manera, que pudiera ser asimilado por unas masas
que hasta entonces habían sido muy poco permeables al comunismo materialista
ateo y a la lucha de clases. En Chile, se funda en el exilio el “Instituto para el Nuevo Chile” y su
objetivo es la renovación del socialismo chileno para re-implantar el socialismo en Chile. Tercero, en el caso de nuestro país, se
pone de manifiesto aquí la idea de proceso ideológico y revolucionario en la
continuidad de las concepciones teórico doctrinarias que impulsan la acción de
la izquierda en general: “EL NUEVO
CHILE” de los años 80 y el “REFUNDAR
CHILE” del 2019. Sin embargo, lo que media “ideológicamente” entre las décadas de los setenta y ochenta y este
fatídico año en curso, es tierra ignota para la mayoría de los chilenos.
Desconocen, precisamente cuando fue más visible, que el proceso de renovación
socialista chileno, “ Siguiendo el
principio marxista de “revolución permanente” y el principio leninista de
“revolución ininterrumpida”, e indicando que “el gran salto no es económico”
(…) sino político-cultural”, el neo socialismo chileno en los “Cuadernos de Chantilly” sentencia explícitamente:
“tiempos de cruzada. Sin plazos, la meta es transformar de raíz la mentalidad”.
La consigna que ilustra esta introducción, “revolución solo es hacer”, da cuenta
de uno de esos aspectos tan desconocidos de este nuevo modelo revolucionario
que ha simplificado ideológicamente la práctica revolucionaria. “Revolución solo es hacer” equivale a
la acción directa. A la revolución
en un solo paso. A “tomar...ocupar...usar
y expropiar”, como lo reproducen las paredes, los panfletos del grupo
terrorista “Movimiento Juvenil Lautaro” y
los “fanzines” de matriz ácrata
desde los años 90. Es el pueblo haciendo la revolución de manera directa...“sin partido”. Sin leyes consagradas a
legitimar dicha expropiación y uso, pero que serán consagradas después cuando
la revolución haya cerrado su último ciclo. Tal
es la evidencia que podemos observar en el proceso revolucionario
venezolano y que claramente ha señalado en nuestro país el Senador Guido Girardi:
“se va a terminar el rol subsidiario del
Estado, o sea, terminar una sociedad donde la propiedad privada está por sobre
cualquier otro valor”.
Por otro lado, el despertar de los chilenos a este proceso
revolucionario, es netamente formal y
se debe a una circunstancia ajena a su propia acción, acción además que ha sido
a lo largo de estos años extremadamente irresponsable y desidiosa. En efecto, esta
circunstancia ha sido el hecho manifiesto que desde el mismo 18 de octubre la
izquierda chilena ha abierto el manual de la “vía armada al poder”. Y aunque para la mayoría el tipo de
violencia revolucionaria y su objetivo no es claro, pues corresponde a una
nueva forma revolucionaria de guerrilla urbana (revolución molecular disipada), basta el simple hecho de la
violencia por si misma para que la mayoría de las personas hayan reaccionado al
peligro ideológico de la izquierda y su discurso de una nueva constitución a
partir de una asamblea constituyente. Pero esta violencia mal entendida como lo
es realmente, ha llevado a un error garrafal en la apreciación del proceso
revolucionario y una reacción que si bien es positiva, no es del todo firme
como para sentar una resistencia ideológica contra revolucionaria que se pueda
proyectar en el tiempo. El error garrafal mencionado, es la falsa apreciación
de que en Chile el 18 de octubre comenzó un proceso revolucionario. Basta para
desmentir este despropósito señalar el hecho histórico de que ninguna
revolución ha comenzado en la calle, sino al contrario...han terminado su
proceso en la calle. La revolución política madre, de la que son herederos los
comunistas y cuyos postulados en su forma más radical estos nos quieren obligar
a aceptar; la sanguinaria Revolución Francesa; comenzó décadas antes con un
proceso socio-cultural que fue divulgado por toda Francia y se consolida al
final políticamente en la calle con la toma de la Bastilla. La otra gran
revolución, la bolchevique, también comienza décadas antes y culmina en la
calle con la toma del Palacio de Invierno. Y sin duda, de no mediar la heroica
resistencia de CARABINEROS DE CHILE,
el “octubre rojo” chileno hubiera
terminado en la calle con la toma del palacio de la Moneda. Los revolucionarios
más calenturientos tuvieron esa idílica imagen y objetivo en sus mentes en su
momento y así lo hicieron saber. El
diario digital de izquierda “Werken
Rojo” en los primeros días del estallido revolucionario, sentencia: “Estamos en guerra. Sí, así de claro,
estamos en guerra en contra del régimen, del capitalismo y sus sirvientes.
Hemos salido a luchar y no dejaremos las calles hasta derribar el gobierno y
hacernos de él”.
Para cerrar esta introducción y entregar las últimas
consideraciones, volvemos a plantear la pregunta inicial; “¿A QUE NOS ENFRENTAMOS LOS
CHILENOS DESDE EL 18 DE
OCTUBRE DE 2019?” . No precisamente a una revolución en
regla como las que llevaron al poder a los revolucionarios en Francia y Rusia,
ni mucho menos esta neo revolución ha comenzado en nuestro país el 18 de
octubre de 2019 como ya lo señalamos. Muchísima agua ha corrido bajo el puente
desde esas sanguinarias fechas y para nosotros desde la Unidad Popular y su
intento de consolidación de una sociedad chilena comunista. Aunque en lo
fundamental nada ha cambiado en cuanto a los objetivos y el fin revolucionario
que perviven incólumes. Por eso, la tesis central de este trabajo a demostrar y
probar, es la siguiente: “los chilenos
nos enfrentamos a un nuevo modelo revolucionario que dada la radicalidad en la
reformulación de sus postulados ideológicos y nueva praxis revolucionaria, es
infinitamente más grave, más sutil y más complejo que el que vivieron nuestros
padres en la Unidad Popular... lo que lo hace definitivo” . En lo que respecta a nuestro país,
esta nueva revolución fue planificada por la izquierda en el exilio en los años
70 y 80 e implementada por medio de un proceso cultural y social desde el
primero de los gobiernos de la Concertación. Por lo tanto, ahora nos
enfrentamos - nunca será suficiente reiterar esto- al ciclo definitivo que
pretende cerrar “políticamente” el
proceso revolucionario de “traspaso del
poder” y no a un simple y falso “estallido
social” cuyas causas no son ni la desigualdad ni la injusticia social. Lo
que confunde sin duda, es que lo que está empujando esta transformación
política radical, sea una forma de violencia inédita y desconocida y que por lo
mismo, desconcierta. Pero que no es más que la reformulada “vía armada al poder” de este nuevo modelo revolucionario.
Sin embargo, para una ínfima minoría de chilenos existe el
conocimiento y la certeza de que lo medular de la verdadera revolución no está
en las calles y que fatídicamente… ya ha ocurrido. Si bien es cierto los breves
antecedentes que hemos expuesto nos bastan para ilustrar esta afirmación y
sentar la idea de “proceso ideológico y
revolucionario”, repetimos que sus aspectos más decisivos ya fueron
inoculados desde hace décadas y lo siguen siendo, a toda la sociedad chilena y
lo más grave… sin oposición ideológica alguna. Es así, que un claro ejemplo
para ilustrar esta reacción a las formalidades contingentes de la revolución y
no a su esencia ideológica y menos a su proceso; es el proyecto anunciado por
el MINEDUC para sancionar el “adoctrinamiento
político en los colegios” en noviembre de 2019. Y este proyecto netamente “reaccionario y contingente”, nace de
las denuncias de apoderados con respecto a los “cánticos” enseñados por profesores a sus pequeños alumnos. La
ignorancia y la confusión aquí es tan evidente, que es el mayor ejemplo de lo
inoperante e irresponsable de nuestra clase política dirigente que ocupa los
cargos del gobierno nacional y que ha sido incapaz de frenar la violencia revolucionaria.
Por lo tanto, mal le podríamos pedir que se enfrente con las categorías
ideológicas adecuadas, a un proceso ideológico que no entiende. Es realmente
irrisorio confundir una consigna callejera de la revolución “normalizada” por la contingencia política,
como “el pueblo unido jamás será
vencido” con “adoctrinamiento
ideológico”. Cuando en realidad, el verdadero adoctrinamiento ideológico
sigue su curso en todos los textos de estudio de los colegios de Chile...desde
hace décadas. Es así, que cualquier ciudadano medianamente informado sobre las
nuevas categorías ideológicas del neo socialismo, puede encontrar estas mismas
categorías en los textos de enseñanza pública, desde el mismísimo Pre-kinder.
La
democracia directa, las políticas de género, el consejismo,
el comunitarismo como nuevo orden colectivo, el asambleismo, la ecología
profunda, el derecho a la diferencia, el animalismo, los derechos humanos, etc.
Campean a sus anchas sin que medie ninguna “denuncia
al respecto”. No obstante estos antecedentes ideológicos plenamente
verificables, con respecto al otro “antecedente”
que el gobierno maneja y le preocupa, la consigna “ideológica el pueblo unido jamás será vencido”, le recordamos a la
derecha chilena que esa misma consigna fue coreada por “el pueblo” a los pies de la Moneda el año 2013, cuando toda la
izquierda renovada de Hispanoamérica y por supuesto toda la guerrilla; se dio
cita en nuestro país para conmemorar el 30 aniversario del 11 de
septiembre de 1973. Y que esa misma consigna cantada entusiastamente por los
revolucionarios chilenos, fue completada por el guerrillero Daniel Ortega quien
desde un balcón de la moneda les dijo: “No
olviden la segunda parte...EL PUEBLO ARMADO JAMÁS SERÁ APLASTADO”. Acto
seguido, el locutor que oficiaba también su papel revolucionario, despidió a
los asistentes a tan magno evento, diciéndoles: “y recuerden, en la noche las poblaciones son nuestras”. En
resumen, hay quienes somos parte de esa ínfima minoría de chilenos que no
calificamos como reaccionarios sino anticomunistas y chilenos patriotas de tomo
y lomo y que venimos combatiendo y denunciando este nuevo proceso
revolucionario desde sus fuentes mismas de renovación y propagación por un
espacio de tiempo que ya supera los 20 años. Porque, que duda cabe, la
revolución en su aspecto más peligroso, sutil y desconocido, el cultural; se ha
introducido a nuestros hogares en los textos de estudio de nuestros hijos y hay
quienes desde hace años como padres, venimos dando la pelea para sacar de la
cabeza de nuestros hijos todas sus categorías explícitas en ellos. Es por eso,
que consideramos que no se puede abordar este proceso revolucionario sin una
metodología analítica mínima que decodifique adecuadamente y ponga en su lugar, cada idea, acto y etapa de este
proceso a lo largo de estos años, para así llegar a dar la luz conveniente a
los graves hechos revolucionarios que nos agobian y que comenzaron el 18 de
octubre pasado y que a fin de cuentas, son simplemente su desgraciada
culminación. Es así, que la primera parte de este análisis se enfoca en este
punto. Y recibe el nombre de “contextualización
político metodológica del nuevo proceso revolucionario”. La segunda parte,
ya con una cierta metodología analítica básica, analiza los hitos más
importantes del proceso de renovación del comunismo en lo que hemos definido
como “La revolución de siempre en el
antiguo y nuevo modelo revolucionario”. Después de conocido el proceso y
las principales categorías ideológicas de la renovación comunista, con estos
antecedentes recién hacemos la “contextualización
del origen del último ciclo revolucionario chileno”. Nombre que recibe la
tercera parte. Y por último, en la cuarta parte y final de este análisis y
decodificación, realizamos el “Análisis
de la esencia ideológica y formalidad revolucionaria del último ciclo del
proceso revolucionario chileno”.
Finalmente reiteramos que sabemos que hay que dar la lucha
y resistir. Lo sabe ya todo Chile. Y si este gobierno inoperante ha sido
incapaz de frenar como dijimos, la desquiciada violencia revolucionaria,
pudiendo hacerlo y contando con todos los medios legales para hacerlo; nosotros
con la foto que ilustra la portada de este trabajo, cumplimos con la tarea de
demostrar la falacia e hipocresía de la “espontaneidad”
de este falso estallido social, cuyo análisis profundizaremos en la tercera
parte de este trabajo.
Además, la razón de poner esta decidora foto como portada, es
hacer patente que de lo que se trata aquí, es de desarticular la argumentación
ideológica de la izquierda en el mismo plano en que ésta se da. Se debe
combatir al enemigo ideológico, allí, donde precisamente obtiene sus mayores
éxitos. Se debe pelear en el mismo terreno del que nace, por su propia acción,
la base de su sostén político y llevar la guerra ideológica a una “simetría” de fuerzas, en donde una
idea, una teoría y una acción; deban ser desarticuladas por otra idea, otra
teoría y otra acción cien por ciento CONTRARREVOLUCIONARIA.
José A. Primo de Rivera lo señaló claramente al enfrentarse a la sanguinaria
República Socialista Española en los años 30 del siglo pasado: “Ante una
amenaza revolucionaria, solo puede levantarse otra aspiración revolucionaria”.
Pero hay que dar la lucha como lo plantea Mgr.
Ketteler, el gran artífice que dio fructífera vida a la doctrina social
de la Iglesia bosquejada por el Papa León XIII y que con su obra sentó las
bases ideológicas de las cuales bebieron gran parte de los partidos y
movimientos nacionalistas católicos del siglo XX para contra argumentar a la
dialéctica comunista. Y su llamado a la lucha contra los corifeos de la
revolución a partir de la correcta asimilación de su tiempo histórico, es un
llamado que no ha perdido ni un ápice su vigencia: “Puesto que la lucha es necesaria,
hay que combatir bien. Para ello es preciso ante todo conocer la época en que
se vive y los caminos que hay que seguir y medios que hay que emplear en
nuestro tiempo para que sea eficaz el combate por el derecho y la verdad. Cada
época tiene su carácter particular, mientras que los grandes principios son
siempre los mismos. El que no conoce los caracteres particulares de su tiempo,
el que sólo se agita en el ambiente de los grandes principios, con frecuencia
da golpes en el vacío, sin que su esfuerzo aproveche a sus contemporáneos”. Dios
mediante, nosotros esperamos que nuestro esfuerzo plasmado en este trabajo, sea
de provecho para nuestros compatriotas, de manera de que podamos enfrentar y
rechazar con éxito este último asalto al poder por parte de los “sin Dios y sin Patria”. Para terminar,
debemos tener siempre presente, que en política, nadie puede ser tan iluso como
para pretender transformar la sociedad
sin crear conflictos... y puesto que el conflicto es el ABC del manual
revolucionario del comunismo, se le deben crear y oponer los necesarios “conflictos” que impidan lograr su
objetivo de transformación total de nuestra sociedad.
Pongan las fotos del análisis porque sin fotos esta incompleto, son parte integrante, por ende fundamental.
ResponderEliminarEduardo Beltran (Luis Benito Roman Rojas)
las pueden sacar del blog Cruxetgladius, no tenemos sarna ni tiña, si tenemos otras cosas que se contagian pero hace falta Greacia Divina..
Estimado Eduardo: las fotos son las que me llegaron en el artículo y si se fija bien están puestas. Y en segundo lugar, no sé si usted leyó el título, pero dice parte 1. Publicaré la segunda por supuesto. Cuando usted publica un artículo extenso mucha gente por pereza no lo lee completo y es por eso que lo dividí en dos. Saludos.
Eliminar10/4
EliminarPublicaron 7 paginas de 29...
ResponderEliminarSin mas comentarios!
Y no sólo, aquí en España el veneno inculado desde hace décadas ya ha decantado un gobierno scial-comunista. Todas las instituciones serán asimiladas por los comisarios políticos, entre los cuales están aquellos que ayudaron al chavismo y a Evo el cocalero, entre otros.
ResponderEliminarLa naturaleza del problema, creo ver; la naturaleza última de una ideolgía tan astutamente tramada y articulada, no es otro que Lucifer. Por cierto, un detalle no menor: ¿sabe quien fue el primero en ser recibido por nuestro presidente electo? Soros.
Todo muy raro lo de Ustedes y especialmente de Ud. No leo artículos de esa nivel me hace hervir la sangre. Para qué enojarse los chilenos ya han elegido cómo quieren vivir y cómo quieren actuar y lo mismo los argentinos. Lo demás sobra.
ResponderEliminar