"- El fariseísmo viene a ser como...los fariseos son "religiosos profesionales"...como el profesionalismo de la religión - dije-, recordando una frase de Gustavo Thibon.
- Ese es solamente el primer grado de fariseísmo en todo caso - reflexionó el viejo -. A ver si podemos describirlo por sus grados:
El primero: la religión se vuelve meramente exterior...
El segundo: la religión se vuelve profesión, métier, gagne-pain.
El tercero: la religión se vuelve instrumento de ganancia, de honores, poder o dinero.
- ¡Es como una escleorotización de lo religioso, un endurecimiento o decaimiento progresivo! - saltó el teólogo.
- Y después una falsificación, hipocresía, dureza hasta la crueldad...- dije yo.
-Jesucristo en el Evangelio condenó a los fariseos - machacó fray Florecita - y con eso basta.
El judío se había quedado como absorto. Después prosiguió con una voz hueca y ronca...
- Yo tiemblo de decir lo que oso pensar...Mi corazón tiembla delante de Dios como una hoja de árboñ al pensar en el misterio del fariseísmo. Yo no puedo indignarme como el Divino Maestro; yo, miserable gusano, le tengo miedo - y de hecho se estremeció bruscamente todo su cuerpo, y dos lágrimas asomaron a sus ojos.
- Los otros grados - prosiguió - ya son diabólicos. El corazón del fariseo primero se vuelve corcho, después piedra, después se vacía por dentro, después lo ocupa el demonio. "Y el demonio entró en él", dice Juan de Judas.
El cuarto: la religión se vuelve pasivamente dura, insensible, desencarnada.
El quinto: la religión se vuelve hipocresía: el "santo" hipócrita empieza a despreciar y aborrecer a los que tienen religión verdadera.
El sexto: el corazón de piedra se vuelve cruel, activamente duro.
El séptimo: el falso creyente persigue de muerte a los veros creyentes, con saña ciega, con fanatismo implacable...y no se calma ni siquiera ante la cruz ni después de la cruz..."Este impostor dijo que al tercer día iría a resucitar"; de modo que, Oh Excelso Procurador de Judea...Guardias al sepulcro."
Leonardo Castellani, Cristo y los Fariseos.
Ediciones Jauja 1999
Entonces, ¿no le parece que Bergoglio haya llegado a la crueldad y al endurecimiento de corazón? Es usted un ángel, Doña Beatrice.
ResponderEliminarTal vez tenga usted razón don Peponcio. Creo que sigo siendo demasiado ingenua por no decir cándida, y si tuviera algo de ángel desde luego que no sería ninguna de las dos cosas. El Obispo de Roma definitivamente tiene corazón de piedra para los que quieren ser fieles a Dios.
ResponderEliminarSaludos
Beatrice
"El Obispo de Roma definitivamente tiene corazón de piedra para los que quieren ser fieles a Dios."...?? No percebo. Y porque?
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