sábado, 27 de julio de 2013

Mgn. Robert Hugh Benson, de R.P Allan Ross, parte 1

                              
  
  Monsignor Robert Hugh Benson 

  (1871 – 1914)

                                                         Por R.  P. Allan Ross

(Sacerdote del Oratorio de Londres)

                                Llegado en poco tiempo a la perfección, vivió una larga vida (Sabiduría, 4, 13)

 Introducción:
        Sería imposible, en el tan limitado espacio que se dispone, hacer justicia al sujeto de esta breve biografía. Él se las arregló para llevar a cabo muchas cosas en muy poco tiempo. Él en sus actividades fue un multifacético. Fue muy bien conocido entre los hombres de esta generación, y hay mucho que podríamos decir sobre él, y ha quedado mucho sin decir, únicamente porque será posible dar un breve bosquejo de su vida. Descubriremos entonces algunas de estas sobresalientes características.
       El objetivo, por tanto, de este pequeño reconocimiento a uno que pasó como un meteoro sobre el horizonte de la Iglesia, será interesar a los lectores  en Hugh Benson, sacerdote de la Iglesia Católica, con la esperanza que esto los atraerá a estudiar, por una parte, su interesante personalidad con mayor plenitud en la biografía oficial,[1] la cual será publicada a su debido tiempo; y por otra, sobre todo, a estudiar sus muchos escritos en los cuales su genio versátil tiene un legado para la posteridad.
          El lector encontrará la personalidad del escritor estampada sobre sus páginas – su sinceridad, su aversión a la hipocresía y al convencionalismo; su desconfianza hacia los sentimientos como guía segura de la conducta humana; su maravilloso poder de imaginación y su instinto dramático; su perspicaz poder de observación; su odio a la exhibición; su celo por las almas. Y encontrará también en estos libros, la estampa de un hombre de oración, que sabe que la unión con Dios es el supremo trabajo del hombre en esta vida, ya sea que esa unión sea obtenida por el fiel cumplimiento de los deberes de uno según su estado de vida, que tiene su sustrato en la oración, o ya sea como en el caso de los que han sido llamados a la vida contemplativa. Hugh Benson fue un hombre de oración, en la medida en que la oración formaba el sustrato de su vida de tremenda actividad, y lo ayudaba a ir adelante con el corazón del apostolado y a proclamar a la Iglesia Católica como la auténtica intérprete de la revelación de Dios a los hombres, y como el medio divinamente designado para sanar la brecha entre Dios y sus creaturas.
          No parece estar fuera de lugar hacer aquí una pequeña mención al misticismo, porque es algo muy conspicuo en los escritos de Hugh Benson, y también porque es un tema que hace referencia a una buena cantidad de equivocaciones.
          Existe la opinión común acerca de que el místico es un soñador inútil, siempre ensimismado lejos de la tierra e incapaz de poner algún interés práctico en las cosas terrenales. Pero esta no es la visión de la Iglesia Católica. Ella reconoce en el misticismo una poderosa fuerza que impele a actividades reales, como es el caso de algunos conocidos místicos como San Francisco de Sales, Santa Teresa de Ávila y Santa Catalina de Siena, cuyas vidas fueron muy arduas debido a su percepción consciente de la Divina Presencia.
         La Iglesia no enseña que todos los místicos son santos, aunque bien puede ser cierto que la experiencia mística, aunque sobrenatural, puede ser compatible con la santidad, pues bien puede no alcanzar  las nobles alturas de las virtudes heroicas, las cuales constituyen la verdadera santidad. Sin embargo, reconoce en el misticismo un potente factor en la activa vida de los individuos.
          Si nosotros empleamos la experiencia mística para referirnos a un trato personal consciente con Dios[2], entonces el místico es alguien que ha pasado a través de los grados más bajos de oración hasta alcanzar lo que se ha llamado la oración contemplativa. No hay necesidad aquí de dar una descripción de las divisiones de oración, generalmente aceptadas como una clasificación reconocida por los maestros de la Iglesia Católica. Existen muchos tratados clásicos de oración entre los cuales está el Castillo Interior de Santa Teresa, que es uno de los más conocidos, con estas siete diferentes moradas. Sin embargo, tal vez pueda serme permitido llamar la atención sobre la opinión sostenida por los maestros con autoridad, acerca de que la oración contemplativa está al alcance de todos. Esta opinión que ciertamente tiene mucho de recomendable, ha sido claramente expuesta en un reciente trabajo[3], donde el escritor apoya sus conclusiones en la enseñanza de cuatro de los más grandes profesores de oración, los cuatro canonizados santos, siendo dos de ellos al mismo tiempo grandes teólogos y doctores de la Iglesia: Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, Santo Tomás de Aquino y San Francisco de Sales. De acuerdo a esta opinión: “Aquellos que oran fervorosamente y están deseosos de entregarse a sí mismos a Dios enteramente con todo desprendimiento van por lo general en camino a la contemplación.”[4]
          Si se pregunta porqué tan pocos logran la contemplación,  la respuesta puede estar dada en las palabras de san Juan de la Cruz: porque solamente unos pocos están listos para entrar dentro del vacío y dentro del completo desprendimiento de espíritu[5]. Para obtener de Dios las gracias necesarias para la contemplación, uno debe serle fiel a las diferentes prácticas de la vida espiritual, meditaciones, mortificaciones, autorenuncia, pero si esta preparación “es hecha fielmente, Dios, a menos que algún propósito excepcional intervenga, nunca fallará al momento apropiado para que una gracia especial le permita a uno la contemplación”[6].
          Existen diferentes grados de oración contemplativa, y si comparativamente pocos alcanzan incluso el grado más bajo, más cerca están los que son suficientemente heroicos como para alcanzar grados más altos. Pero la contemplación es esencialmente “no otra cosa que una amorosa, simple y permanente atención del espíritu a las cosas divinas”[7], y comprende una certera conciencia de la presencia de Dios. “¡Oh Dios!, qué dichosa es el alma que, en la tranquilidad de su corazón, conserva amorosamente el sagrado sentimiento de la presencia de Dios…Ahora bien, cuando a este propósito, hablo del sagrado sentimiento de la presencia de Dios, no me refiero al sentimiento sensible, sino al que reside en la cima y en la parte más elevada del espíritu, donde el divino amor reina y produce sus principales efectos[8]
          El alma entonces, que alcanza la contemplación logra en la oración una certera conciencia de la presencia de Dios, y acorde a las enseñanzas aquí enfatizadas, “la contemplación es la meta normal de la vida espiritual”[9]. Aunque solamente puede lograrse a costa de trabajo y autorenuncia, en otras palabras, por la fe puesta en el ejercicio de la práctica de la vida espiritual, porque “si  tenemos que describir la preparación para ser un alma experimentada para la contemplación, sería necesario un tratado completo de ascética”[10].
          Sin embargo, el alma que ha pasado a través de los grados más bajos de la oración y alcanza el estado de contemplación, está impregnada de recursos de energía sobrenatural, los cuales se manifiestan a sí mismos en un trabajo activo para Dios. Si tal alma vive en el mundo, se siente impelida a trabajar generosamente por el amor de Dios, y supongo que este era el caso de Hugh Benson. En este caso, la meditación ha pasado a una oración de gran simplicidad, esto es, en sus propios escritos, y él fue un ardiente defensor de la que parece ser una de las características de su vida. Esto se puede deducir de sus libros, y se expresa formalmente en el Prefacio que escribió para un libro de oración: “Existe un modo supremo de santificación…el cual es accesible prácticamente donde quiera que las almas lo deseen y es la Vía de la Oración…Si hay algo absolutamente claro para la dogmática, así como para la enseñanza de la ascesis en la Iglesia, es que una vida de oración que tiende a la perfección, está al alcance de cualquier devoto cristiano”.[11]

          

 

 

 

 



[1] Esta biografía está en las competentes manos del R. P.  C.C. Martindale, s.j
[2] Misticismo, por el R.P. A.B Sharpe, m.a (C.T.S., Id), p.3
[3] Contemplación mística, por E. Lamballe (Washbourne)
[4] Ibidem, pág 51
[5] San Juan de la Cruz, Ascenso al Monte Carmelo, Libro I, cb. Vii.
[6] Contemplación mística, pág. 98.
[7] Tratado del Amor de Dios, por San Francisco de Sales, libro vi, cap. 3
[8] Ibidem, libro vii, cap. 1
[9] Contemplación mística, pág 98.
[10] Ibidem. Pág 100.
[11] Thesaurum Fidelium, pág. 7 (Longmans)

viernes, 26 de julio de 2013

La clase de religión en un colegio Marista



         Hoy mi hija mayor, que va en 7mo. básico (tiene 12 años), no vino a almorzar. Me había pedido permiso para ir a hacer una tarea a la casa de una compañera. Sin embargo, se las arregló para mandarme una notita sobre la clase de religión que tuvieron esta mañana, la cual copio en su totalidad, en el lenguaje de una niña que aunque pequeña y con sus faltas de redacción tiene la película más clara que muchos...y no es porque sea mi hija: (los destacados son míos, las comillas son de mi hija)

"Mamá lee esto: El A.( profesor de religión) dijo esto:
El papa Juan 23 hizo algo "extraordinario" una "revolución buena" y él hizo lo siguiente en el Concilio Vaticano 2: Este papa se dijo ¿por qué los países que hablan otros idiomas tienen que hacer misas en latín? y ¿por qué el padre no puede mirar a los fieles que quieren ver al padre?
Entonces a este papa se le ocurrió cambiar las misas al idioma de cada país y que el padre mire a las personas que lo quieren ver. Entonces esa fue una "¡gran solución!". Luego todos celebraron menos algunos tontos. Entonces un idiota ( así tal cual se los dijo el profesor de religión...¡qué cabeza no!) que se llama "algo (dijo él) Lefevre (así lo escribió) dijo que se opuso y que quería su misa tradicional y todas sus tonteras, y por lo tanto, lo expulsaron de la Iglesia y se puso a crear otras iglesias que son los lefevbristas ( y todo el curso - yo no - se rió de lo tonto que es Lefevbre).
También dijo que fue la mejor de las mejores ideas (el concilio) y que todavía hay algunos tontos que van a esa "misa inválida" que es la tradicional. Se rieron de lo tonta que es esa gente.
Después te o les cuento más de las tonteras que dijo y de las aberraciones y blasfemias que dijo.
Chao
p.d: dijo que los tontos hacían esto, pero ahora TODOS SOMOS CURAS, ya no es la Iglesia, es un PUEBLO y dibujó:
 Antiguo:           Papa                                            Ahora: TODOS IGLESIA
                     Cardenales
                       Obispos
            Sacerdotes y religiosas
                         Laicos
 
       Bueno estimados lectores, esta es cosa que ya sabemos y que la hemos escuchado miles de veces, pero lo que choca es que estos tipos tienen la tribuna para envenenarles el alma a sus alumnos, con mentiras y descalificaciones gratuitas. Ella que va con su familia a la misa tradicional y que tiene acolitando en el altar a tres de sus hermanos, tuvo que tragarse estoicamente todas las burlas que de esta Santa Misa hacía el profesor de religión, que es un cura  mercedario con permiso para no ser cura.
          Mas, de esto había sido advertida por mi esposo que diariamente les hace el catecismo a todos mis niños y ya les había dicho que se iban a burlar y que iban a tener que soportar que los encontraran raros por ser católicos de Misa Tradicional.
         Por mi parte creo que mi hija y todos en la familia seguiremos siendo de esos "tontos" que continúan  asistiendo a la Misa Tradicional, fuente de infinitas gracias y de un digno culto a Dios.


 


jueves, 25 de julio de 2013

Por mor del deber

                                           
                                "Aquellos a quienes les gustaría que el Dios de la Sagrada Escritura fuera más puramente ético, no saben lo que piden. Si Dios fuera kantiano, si no nos aceptara hasta que fuéramos a Él por los motivos más puros y mejores, ¿quién podría salvarse? Y esta ilusión de autosuficiencia puede encontrarse del modo más fuerte en algunas personas muy honestas, bondadosas y templadas y, por lo tanto, sobre aquellas personas debe caer la desgracia"
                                                                                                  C.S. Lewis, El problema del dolor
 
          La cita del epígrafe anterior esta situada en un contexto que tal vez, no tenga mucho que ver con aquello hacia lo cual quiero llegar con este post, pero sin embargo ilustra de manera perfecta aquello que Kant afirmaba cuando decía que mis actos morales deben ser movidos siempre y de manera única por mor o amor al deber.  El contexto en el cual está inserto este párrafo de Lewis hace referencia aquellas personas que sólo se acuerdan de Dios cuando es el último recurso y que aún así, Dios en su misericordia y en su infinita falta de orgullo, escucha y acepta nuestras súplicas. Ahora bien, frente a algunas personas que quieren ser autosuficientes y que pretenden salvarse por una especie de voluntarismo pelagiano, Dios las hace aterrizar en su rigorismo mediante el dolor, según la tesis de Lewis.
         Este es, en fin, el contexto, pero no apunto en este caso al dolor como algo medicinal para nuestra alma. Quiero centrarme en el motivo que nos lleva a cumplir con la ley de Dios: si Dios fuera kantiano, ¿quién podría salvarse? El rigorismo es algo que está muy lejos de ser la razón por la cual debemos movernos para cumplir con Dios. Reducir la religión a una moral está, como dice Lewis muy lejos de ser la religión cristiana. La moral es importante, pero la ley moral se "cae de madura" como diríamos en el campo, pues es una consecuencia y no una causa, pues mi interés y mis acciones consisten en agradar a Dios, porque le amo, y por tanto me comporto según Él me pide que lo haga. No puedo pretender decir que amo a Dios y actúo haciendo precisamente lo contrario a lo que me pide, eso no es amar de veras y puede aplicarse también a nosotros: te amo, pero te soy infiel...¿qué clase de amor es eso?.  Si amo verdaderamente a Dios, con todo mi ser y con toda mi alma, la ley simplemente viene a completar el conjunto, puesto que - y reitero - si amo a Dios busco agradarlo y para esto cumplo con sus mandamientos. "Si alguno me ama, guardará mi palabra" (Jn, 14, 23).
         Ahora bien, Dios sabe que continuamente transgredimos sus mandatos, cayendo casi siempre en los mismos pecados aunque tengamos la mejor intención de no volverlos a cometer. Somos naturaleza caída que necesitamos de la ayuda de la gracia para poder seguir por este valle de lágrimas. "Por una parte, cuando pecamos, perdemos a Cristo, que ya no está presente en nosotros por la gracia; pero por otra, asombrosamente real y trágica, Cristo sigue amándonos. Sigue interesado en nuestra salvación." Robert Hugh Benson, La amistad de Cristo. Y es por eso que aunque caídos en el pecado Dios sigue esperando que nos volvamos a El arrepentidos. 
           Que no nos mueva entonces a cumplir la ley de Dios ese rigorismo farisaico que vacía a la ley de su verdadero sentido. Los fariseos cumplían la ley a cabalidad, pero les faltaba el santo temor de Dios, aquel que nos hace apenarnos cuando ofendemos a Dios por ser Él quien es. A los fariseos les faltaba precisamente el amor a Dios, pues el cumplimiento de la ley estaba regido por su orgullo, por su enorme amor propio...yo no soy como ese, yo soy perfecto porque cumplo la ley...por mor del deber.
         Dios no solamente nos acepta cuando venimos movidos por los más nobles sentimientos, sino que, más que nunca cuando venimos saliendo del barro, cuando nos presentamos ante Él sucios como somos por el pecado para que Él nos limpie y nos devuelva la amistad que perdimos al fallar.  " No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores". Ante unos oyentes que se inclinaban naturalmente por la idea opuesta( ya sabemos que el mayor peligro para un alma religiosa radica en el fariseísmo) expone su criterio subrayándolo con tres parábolas tremendas: considera a la dracma perdida como más preciosa que las otras nueve monedas de plata; a la oveja desaparecida en el desierto como más valiosa que las noventa y nueve que permanecen en el redil; al hijo rebelde perdido en el mundo como más querido que el heredero y mayor, a salvo en el hogar" Robert Hugh Benson, La amistad de Cristo.
     

sábado, 13 de julio de 2013

Coleccion de escritos de R.H. Benson


           Pongo a disposición de mis lectores este listado con todas las obras de Benson. Si me falta alguna les rogaría me lo hicieran saber. He encontrado algunas cosas en la red que no tenía ni la más remota idea que existían, como algunos prefacios que Monseñor publicó para algunos autores.

      Muy pocos libros  están traducidos al español,  de modo que la mayoría se encuentra en inglés, por esto he preferido mantener en este listado el título en su idioma original. Las ediciones que se encuentran traducidas las pondré con su título al español junto a la editorial.
      Existen ediciones digitales para descargar gratis disponibles en inglés en tres sitios, pero es posible con paciencia y tiempo encontrar más. Estos sitios son:

      Project Gutenberg: www.gutenberg.org/ que abreviaré (P.G) junto a la obra 
 
      Universidad de Notre Dame en U.S.A: archives.nd.edu/episodes/visitors/rhb/, que abreviaré (N.D)
 
Internet Archive: http://www.archive.org/, que  abreviaré (I.A)

Obras de teatro:
- A mystery play in honor of the Nativity of our Lord (1908) (I.A)
_ The cost of the Crown (1911) (I.A)
_ The maid of Orleans (1911)
- The upper room: a drama of Christ's passion (1915)
Novelas:
The light invisible (1903)
By what authority (1904)   (P.G)
The king´s achievement ( 1905)  (trad. El Triunfo del Rey, Céfiro)  (P.G y I.A)
The history of Richard Raynal, solitary (1905)  (P.G y I.A)
The Queen´s tragedy  (1906) ( trad. La tragedia de la Reina, Gustavo Gili) (I.A)
The sentimentalist (1906) ( Trad. Los sentimentales, Gustavo Gili, 1925)
The conventionalists (1908) (I.A)
The Lord of the world ( 1909) (trad. El Señor del Mundo, Librería Córdoba, Homo Legens)  (P.G y I.A)
Papers of a pariah (1907) (I.A)
The Necromacers ( 1909) (trad. Los Espiritistas, Homo Legens)  (P.G y I.A)
A winnowing (1910) (I.A)
None other gods (1911) (P.G y I.A)
The dawn of all (1911) (trad. Alba triunfante, Homo Legens) (I.A)
Come rack! Come rope! (1912)  (P.G y I.A)
The coward (1912) (I.A)
An averange man (1913)
Initiation (1914) (I.A)
Oddsfish! (1914) (P.G)
Loneliness (1915) (I.A)
Apologéticas y no ficción:
A city set in a hill (1904)
The religión of the plain man (1906)   (N.D y I.A)
St. Thomas of Canterbury (1908) (I.A)
Non-catholic denominations (1910) (I.A)
Christ in the church  (1910) (N.D y I.A)
The life of Saint Theresa (1912) (I.A)
Confessions of a convert (1912) (Trad. Confesiones de un converso, Rialp) (I.A)
The friendship of Christ  (1912) ( Trad. La Amistad de Cristo, Rialp)   (N.D)
Paradoxes of catholicism (1913)  (P.G , N.D y I.A)
Lourdes (1914)  (P.G y I.A)
Poems (1914) (P.G, N.D y I.A))
Vexilla regis (1914) (I.A)
Maxims from his writings (1914)
Spiritual letters to one of his converts (1915)  ( I.A)
Books of essays (1916)  (N.D)
Sermon notes vol. 1 y v.2 (1919) (I.A)
A book of the love of Jesus (1915) (I.A)
Historias de fantasmas:
A mirror of Shalott (1907) (I.A)
Ghost in the house (1996)

Libros para niños:
A child’s rule of life (1912)
An alphabet of saints (1912)
Old testaments rymes (1913)
Prefacios:
Prefacio a un libro sobre el Cardenal Pole: The angelical Cardinal: Reginald Pole, por Catherine M. Antony, (1909)
Prefacio como editor del libro “Back to the church” de Albert von Ruville (1911)  (I.A)
Prefacio a un libro de oraciones escrito por un Carmelita de la Tercera Orden, titulado Thesaurus Fidelium, A Manual for those Who Desire to Lead Prayerful Lives in the World
(1914)
S Prefacio al libro Saint Pius V, Pope of the Holy Rosary de Catherine Mary Antony

 

 

 

 

 

 

miércoles, 10 de julio de 2013

Seamos devotos de la Misa, padre Mateo Crawley, ss.cc


    El Santo Sacrificio es, pues, substancialmente, el concierto de la eternidad, pero bajo el velo del Misterio eucarístico.
      Según esto, la Santa Misa es, efectivamente, la aurora de un Paraíso, en espera que la Eternidad rasgue para siempre el velo. La realidad divina y sustancial es la misma en el cielo, en el Altar y en el Calvario.
        ¡Ah, pero la visión y la posesión de semejante tesoro no son ni pueden ser las mismas! ¡Hoy es el enigma del misterio, y mañana será el cara a cara eterno! ¡Y también la posesión perfecta y eterna!
          Quiera Dios que, sobre todo los sacerdotes, tengamos por el Santo Sacrificio no una mera devoción cualquiera, sino un ardoroso entusiasmo de fe y de amor, fundado en doctrina y en sólida piedad. Me parece que todo Sacerdote debería ser un gran "especialista" de la Santa Misa, tanto para sí mismo como en beneficio de las almas.
         Un dicho tan hermoso como verdadero afirma que "el Sacerdote es ante Dios lo que es su Misa ante Dios".
         Mil veces dichoso, pues, el Sacerdote que sabe preparar, saborear y vivir su Misa diaria. ¡Danos Señor, muchos santos sacerdotes que sepan esto y, sobre todo, que lo vivan!
        Hemos dicho con marcada insistencia que el Santo Sacrificio es la expiación propiciatoria por excelencia.
         Recordemos a este efecto la insistencia con que el Salvador le pidió a Santa Margarita María desagravio amoroso y reparación solemne por las profanaciones, por los horrendos y numerosos sacrilegios con que se ultraja al Señor Sacramentado.
         No olvidemos que, al "entregarse" a su Padre Jesús, que lo sabía todo, se entregó libremente en las manos del traidor Judas y de todos los sacrílegos que él representaba. La dinastía de Judas está lejos de extinguirse. ¡Qué de Judas que lo venden y lo traicionan con un beso! Estos, dice San Pablo, "comen y beben su propia condenación"
         ¡Ah, si se supiera con qué furor de veras satánico se ensañan estos sacrílegos contra Su Persona adorable, oculto tras el velo blanco de la Hostia! ¡Más les valdría no haber nacido!
         ¡Piedad, Señor, piedad, Rey de Amor; piedad, Jesús- Hostia, para estos Judas modernos!...¡Véngase, como sueles, con tu infinita y habitual misericordia! ¡No saben lo que hacen!
        "Perdona Señor, perdona a tus sacerdotes, perdona a tu pueblo. No estés airado contra nosotros eternamente"

        P. Mateo Crawley, ss.cc.  La Santa Misa, Himno de Gloria

sábado, 6 de julio de 2013

La Cortesía en "San Francisco de Asís", de Chesterton


No voy a comentar mayormente...creo que el texto de Chesterton habla por sí sólo.  Hemos perdido el sentido de la cortesía y esta pérdida compete desde el Papa para abajo. Si el Papa eligió el nombre de Francisco por la pobreza y humildad del santo, no debe olvidar que pobreza no significa mala educación y descortesía. No se puede nivelar hacia abajo, haciéndonos a todos iguales en la mediocridad y en la mala educación. Ser educado en el trato no es ser engreído ni siútico, sino todo lo contrario, demuestra respecto y caridad con el prójimo. Insisto en el desaire cometido por el Papa a la orquesta con ocasión del concierto en el Vaticano y sus desatinadas palabras al referirse al grupo que había rezado por él un ramillete de rosarios. Hay gestos contradictorios unos con otros, gestos que rompen el protocolo y las normas por no sé qué sentido de igualdad que se contradicen con el trato a cierta gente que no es de su simpatía. Pero bueno, nadie conoce lo que hay dentro de la cabeza de otro ni sus verdaderas intenciones, únicamente hablo en base a lo que veo.
Este post es a propósito de un atinado comentario del último post del Wanderer.
Que tengan un santo domingo,
Beatrice

          "El instinto popular de San Francisco y su preocupación constante por la idea de fraternidad, serán del todo incomprendidos si se toman en el sentido de lo que se llama a menudo camaradería, ese tipo de fraternidad que prodiga las palmaditas en la espalda. Tanto de los enemigos como de los partidarios del ideal democrático, ha partido frecuentemente la idea de que aquella nota es necesaria a este ideal. Se cree que la igualdad significa que todos los hombres sean igualmente inciviles, cuando es evidente que significa que sean todos igualmente civiles. Los que así piensan han olvidado el sentido mismo y los derivados de la palabra civilidad, si no se dan cuenta de que ser incivil es ser anticívico. Pero, de cualquier modo, no era aquella la igualdad que defendió San Francisco, sino una igualdad opuesta; fue una camaradería fundada, realmente, en la urbanidad.
         Aun en los linderos de aquel mágico país de sus fantasías sobre las flores, los animales y las mismas cosas inanimadas, conservó su constante actitud de deferencia. Uno de mis amigos decía de alguien que era capaz de presentar excusas al mismo gato. San Francisco lo hubiera hecho realmente. Yendo a predicar en un bosque lleno del canto de los pájaros dijo con amable ademán: "Hermanitos: si ya habéis dicho lo que queréis, dejad ahora que me oigan a mí." Y todos los pájaros callaron; cosa que yo creo sin esfuerzo. Por razón de mi propósito especial de hacer inteligibles las cosas al tipo medio de la mentalidad moderna, he estudiado separadamente el tema de los poderes milagrosos que San Francisco poseyó con toda certidumbre. Pero, aun aparte cualquier poder milagroso, hombres de tal naturaleza magnética, con un interés tan intenso por los animales, ejercen a menudo un poder extraordinario sobre ellos. El poder de San Francisco se ejercía siempre con aquella complicada cortesía. Mucho tenía, sin duda, de una especie de chanza simbólica, de piadosa pantomima con la que ocultaba la distinción vital en su divina misión: o sea, que no sólo amaba, sino que reverenciaba a Dios en todas sus criaturas. En este sentido aparentaba no sólo presentar excusas al gato o a los pájaros, sino a una silla por sentársele encima, o a una mesa por sentarse a ella. Quien le hubiese seguido durante su vida sólo para reírse de él, como de un amable lunático, hubiese podido fácilmente tener la impresión de que se trataba de un lunático que se inclinaba ante todos los postes, o que se descubría ante todos los árboles. Todo esto formaba parte de su instinto por la gesticulación imaginativa. Enseñó al mundo una gran parte de sus lecciones mediante una especie de divino alfabeto silencioso. Pero si para él existía ese elemento ceremonial aun en la cosas más pequeñas e insignificantes, su sentido adquiría gravedad mucho mayor en la seria labor de su vida, que constituyó una apelación a la humanidad, o, mejor dicho, a los seres humanos.
         He dicho que San Francisco, deliberadamente, no veía en el bosque una masa confusa de árboles. Es todavía más cierto que, deliberadamente, no vio a los hombres como una masa confusa. Lo que distingue a ese demócrata muy auténtico de un simple demagogo, es que nunca engañó ni se engañó por la sugestión de las masas. Cualquiera que fuese su gusto por los monstruos, nunca vio ante él a una bestia con muchas cabezas. Vio solamente la imagen de Dios multiplicada, pero nunca monótona. Para él un hombre era siempre un hombre, y no desaparecía en la espesa multitud, como no desaparecía en el desierto. Honraba a todos los hombres; esto es: no sólo los amaba, sino que además, los respetaba. Lo que le dio su extraordinario poder personal fue precisamente esto: que desde el Papa al mendigo, desde el sultán de Siria en su pabellón, hasta los ladrones harapientos saliendo a rastras del bosque, nunca existió un hombre que mirase aquellos ojos pardos y ardientes sin  tener la certidumbre de que Francisco Bernardone se interesaba realmente por él, por su propia vida interior, desde la cuna hasta el sepulcro; que era estimado y considerado seriamente y no añadido a los restos de una especie de programa social o a los nombres de algún documento burocrático. Ahora bien: esa idea moral y religiosa de interés humano no tiene más expresión externa que la cortesía. La exhortación no la expresa, porque no se trata de mero entusiasmo abstracto; y tampoco la beneficencia, porque no se trata de simple compasión. Sólo puede comunicarse por una especie de solemnidad que podría llamarse buenos modales. Podríamos decir, si nos place, que San Francisco, en la desnuda y mísera simplicidad de su vida, se había asido, sin embargo, a un jirón de lujo: a las maneras de una corte. Pero mientras en una corte hay un rey y cien cortesanos, en esta historia hubo un cortesano entre cien reyes. Porque trató al conjunto de la masa humana como a una masa de reyes. Y ésta fue, en verdad, la única actitud con que podía dirigirse directamente a aquel rincón del alma humana que quiso conmover. no podía lograrse ofreciendo oro ni pan, pues es cosa proverbial que cualquier truhán puede convertir la largueza en simple escarnio. No podía lograrse prodigando atención y tiempo, pues numerosos filántropos y burócratas benévolos lo hacen con escarnio mucho más frío y horrible en su corazón. Ningún plan, proyecto, ni meditado arreglo pueden volver a un hombre caído el respeto de sí mismo y la convicción de que, al hablar con otros, habla con un igual. Pero un ademán puede lograrlo."

                                                                                  G.K. Chesteron, San Francisco de Asís. 
        




miércoles, 3 de julio de 2013

Formación doctrinal para los jóvenes



        
         Mis hijos asisten a un colegio de una congregación que tiene una presencia importante en todo el mundo. Lamentablemente los aires primaverales liberales del CV2 han servido para que por un parte esta congregación se vea cada año más disminuida en vocaciones y por otra  para la completa ignorancia religiosa que opera en sus aulas. Ya los hermanos de la congregación no hacen clases y se limitan como una tropa de viejitos jubilados, a dar vueltas por el patio del colegio, a pasear tranquilamente por las calles de la ciudad donde se encuentra el colegio "echando la talla"  y a gozar del beneficio que les otorgamos los que pagamos un precio bastante alto por este colegio, la única alternativa más pasable por estos pagos. Implementar el sistema de home school nos ha sido imposible, lamentablemente. El colegio ha pasado a manos de laicos y la enseñanza religiosa que les entregan a sus alumnos es desastrosa. No quiero alargarme enumerando la cantidad de aberraciones no sólo litúrgicas sino de formación que se les entrega a los niños. Es doloroso comprobar cómo a estos pobres chicos se los deja a su suerte y no existe preocupación por la salvación de sus almas. Para muestra un botón: Clase de religión en 7mo. Básico, el profesor (un cura con permiso para no ser cura...sic) les dice a sus alumnos que no importa que comulguen con pecado mortal, porque basta que en su corazón le digan a Jesús que los perdone...Jesús, perdóname y basta, quedan perdonados y habilitados para ir a comulgar. No es necesario que se confiesen. Otra muestra más: se les exige a los niños dos años de (des)-catecismo para su primera comunión. Al cabo de los dos y pasado un tiempo de tres años los niños no tienen idea qué es la confesión, ni a Quién  están recibiendo al comulgar. Los niños ya no tan niños, no van a misa nunca y cuando organizan una "liturgia" en la capilla del colegio van muy campantes a comulgar muertos de la risa, sin ningún recato.
           ¿Culpa del colegio? Sí y no. Culpas compartidas, pues son los padres los primeros formadores y trasmisores del catecismo. Pero mi generación, la generación de los padres de estos niños es una generación mal formada, nulamente formada, con una ignorancia religiosa que es culposa. Culposa porque es deber de todo católico estudiar la doctrina. Es un problema que se arrastra desde hace unas cuantas generaciones, sin embargo la falta de conocimiento de la doctrina no puede justificarse con la ignorancia invencible. No vivimos en la selva ni en medio de las montañas salvajes. Hay pereza intelectual, desinterés por las cosas del Cielo y por las relativas  a la salvación eterna. Y he aquí lo grave del asunto: se está jugando con fuego al cometer sacrilegios como las comuniones de estos niños, que se hacen reos de condenación eterna. Eso es lo que me asusta y me preocupa. Mis hijos tienen la formación en su casa, tienen la Misa Tradicional que es un verdadero catecismo, tienen buenos libros...pero el resto. Alguien me podrá decir: no es problema tuyo, pero pensar en esos niños que viven como paganos liberales y que conviven con mis hijos me causan lástima. Y lo peor de todo es que cuando se intenta decirles que están en el error y que no tienen formación, se nos tiran encima porque detestan ellos y sus padres que se les hable de doctrina...es una carga pesada, mejor vivir en la ignorancia. Pero bueno este post ya se está alargando mucho. Nada más me interesaba manifestar mi preocupación y mi dolor al ver lo mal formados que están los jóvenes y que no se está prestando suficiente atención en esto. Estamos en el mundo y por tanto, estamos siendo expuestos a una serie de peligros y tentaciones, y los jóvenes con mayor razón. Hay que darles las armas necesarias para que libren el buen combate de la fe, el problema es que nadie se las da...y peor aún, ni siquiera saben que hay que librar un combate porque han perdido toda noción de pecado. 
Como texto para la reflexión les dejo este hermoso pasaje de otro Monseñor,  bien conocido de Hugh Benson, Ronald Knox:

           "La religión es una relación personal entre el alma y Dios, un servicio de amor, un amor de sumisión; en cierto sentido, puede decirse que no es nada más que esto.
           Supón, por un momento, que has naufragado en una isla desierta y estás completamente solo. Probablemente, tu primer movimiento, como el de Robinson Crusoe, sería construir una choza y encender un fuego y fabricar una serie de utensilios  y herramientas que hubieras sido incapaz de hacer sin cierta experiencia como boy scout: mesas y sillas con loas restos del naufragio, anzuelos con alambres y clavos, tramas para animales...Y cuando, por fin, estuvieras disfrutando de un asado de conejo, probablemente pensarías: "Ahí va! ¡Si hoy es viernes! No debería comer eso...". Y luego vendría el domingo, y tal vez no sabrías qué hacer en todo el día. Por supuesto, dejarías de trabajar en la construcción de la choza para respetar el descanso dominical, pero no podrías ir a Misa, ni ese día ni ningún otro. Y entonces se te ocurriría pensar hasta el fin de tu vida, o al menos hasta que pasase el primer barco y te viera, no tendrías más remedio que vivir tu religión a tu manera. Estarías, más o menos, en la misma situación que los Padres del desierto. Tal vez te dieses cuenta entonces de que no sabías demasiadas oraciones de memoria y empezarías a confeccionar algunas por tu cuenta. Luego, tal vez se te ocurriera pensar que no tenía demasiado sentido recitar oraciones estando completamente solo y te contentarías con pensarlas. Después, finalmente, alcanzarás tal vez un  nuevo estadio...
          Quizá conozcas la anécdota de la vieja dama que vivía sola en el campo y estaba paralítica y ciega; cuando algún amable visitante le preguntaba qué hacía durante todo el día, ella solía responder: "Bueno, a veces estoy sentada y pienso; otras me limito a estar sentada...". No trato de sugerir con esto que haya una forma de oración que pueda ser descrita teológicamente como "estar sentado", pero sí existe una - y algunos de los hombres y mujeres más santos en la historia de nuestra religión la han practicado - que, externamente, se le parece mucho; una forma de oración que no se expresa con ruido de palabras, que se realiza, en la medida de lo posible, renunciando a toda actividad del pensamiento o de la imaginación, que se hace limitándose uno a arrojarse en los brazos de Dios, a descansar en Él y a dejar que Él mismo nos dicte el tema y la manera de orar, que el Espíritu Santo, por decirlo así, hable por nosotros. Sin libros, sin compañía humana alguna, al margen de cualquier acontecimiento externo que diferencie un día de otro, podrías encontrarte inmerso, casi sin darte cuenta, en esta forma de oración y alcanzar así un grado de santidad muy elevado.
          Bien, es posible que Dios quiera llamar a alguno de vosotros a servirle de esta manera, dándoos una vocación de alejamiento del mundo. Pero si no es así, si vais a permanecer en el mundo, es evidente que vuestra amistad con Dios, que es, como os he repetido tantas veces, la esencia de la religión, no va a ser algo tan simple, tan sencillo como sentarte y pensar o estar sentado en una isla desierta. El mundo en que vivimos, el mundo en que tendrás que estar inmerso día a día, afectará profundamente a esa amistad, introducirá vaivenes en ella.
         Pero hay más todavía: cuando antes te recomendaba que te formaras doctrinalmente, que leyeras buenos libros de moral y de teología católica, no lo hacía pensando fundamentalmente en que pudieras rebatir con brillantez a los enemigos de nuestra fe. Lo hacía pensando en ti, en la necesidad que tendrás de alimentar tu fe y fortalecer tu vida religiosa. En cuanto salgas del colegio y empieces a rozarte con el mundo, experimentarás un desgaste - que tal vez ya ha empezado a afectarte - a través de los libros que leas, las películas que veas, el ambiente que te rodee...la cultura moderna, en suma, que, no te engañes, es pagana en muchísimas cosas. Y no digo esto porque viva en un país de minoría católica o en una época intelectualmente alejada de Cristo. No; en todas las épocas, en todos los países, ha habido, y hay, ambientes que actúan como disolvente de la moral católica; respirarás un aire en que la piedad y la vida religiosa languidecen.
          La inteligencia humana tiende casi siempre a ver las cosas desde un punto de vista meramente terreno, el único que su visión penetra, dando de lado a una realidad más profunda, aquella que la relaciona con la visión divina de las cosas. El arte y la literatura se refieren casi siempre al hombre, a su nivel más rastrero, el de sus pasiones, sus temores, sus rebeldías contra el orden en que se vive. Todo eso exhala un sutilísimo veneno contra el cual, quienes amamos la verdad y el orden establecidos por Dios, debemos poseer un antídoto; hemos de luchar, hemos de reaccionar, pero, sobre todo, hemos de ver las cosas - y proclamarlas - tal como se ven desde esa atalaya que es la Doctrina Católica, donde Dios habita. Debemos, de vez en cuando, llenar los pulmones del alma con el aire de esas alturas, aunque a veces respirar ese aire finísimo nos cueste hacer un esfuerzo. Si no lo haces, los miasmas del mundo actual te irán invadiendo, debilitarán tu resistencia y terminarás siendo presa de esos gérmenes de infidelidad que tanto abundan. Y olvidarás a tu Amigo."

                                   Ronald A. Knox, Retiro para gente joven.