viernes, 22 de abril de 2016

La consagración de la ética casuística, por John Vennari

             Nota de la Traducción: por medio del blog Mundabor me enteré de la publicación de este interesante artículo escrito para Catholic Family News por John Vennari y que aparecerá también en Adelante la Fe. El punto es que cada vez que intento escribir algo al respecto de la última susodicha exhortación, aparece un texto en inglés que me parece fundamental para completar el conocimiento y la opinión que debieran tener los católicos sobre el mismo. Confío en que pronto saldrá algo de mi pluma - o más bien  de mi teclado - que pueda aportar, a modo de uno de los relatos de Mateo,  algo al respecto que unifique o sintetice los oportunos y clarificadores comentarios de personas que indudablemente están más calificadas que yo para analizar el texto.  Que les aproveche la lectura, Beatrice.

                          La consagración de la ética casuística

                               La Amoris Laeticia de Francisco

Preguntas y respuestas sobre algunos aspectos de la  Exhortación Post Sinodal
                                                                                Por John Vennari, para Catholic Family News

                                              

¿Qué es la Amoris Laeticia?
Amoris Laeticia (La alegría del amor) es la tan esperada exhortación post sinodal del papa Francisco acerca del matrimonio y la familia. Publicada el 6 de Abril, contiene 260 páginas y aproximadamente 59.000 palabras. El padre George Rutler, haciendo un irónico comentario sobre la exorbitante extensión de los modernos textos vaticanos, señala que el texto de Francisco “es casi dos tercios más extenso que las promulgaciones del Vaticano II”.

¿Qué se puede pensar acerca de Amoris Laetitia?
                Al respecto el periodista italiano Antonio Soccio escribió: “La exhortación apostólica es un acto de abierto desafío para cambiar dos mil años de enseñanza católica.   En los círculos católicos la gente está choqueada y golpeada por el desconcierto.” El cardenal Raymond Burke, con una moderada respuesta,  llamó al documento una “reflexión personal del papa” que no “hay que confundir con la fe vinculante que se debe al ejercicio del magisterio”. El eminente profesor Roberto De Mattei dijo: “Si el texto es catastrófico, es incluso más catastrófico el hecho que esté firmado por el Vicario de Cristo.” Estas aseveraciones son precisas.

¿Debiéramos sorprendernos?
          Cualquiera que haya seguido los tumultuosos sínodos del 2014 y 2015 no estarán sorprendidos con la exhortación. Los sínodos, las conferencias de prensa de éstos y la recién publicada exhortación representan a una corriente permanente  de revolución modernista.
  
¿Cuál es la clave del problema del documento?
Entre medio de un montón de verborreas - algunas de ellas no tan malas, otras remarcadamente tediosas – Francisco indudablemente canoniza la ética casuística. Solapadamente él abre la puerta a la comunión a los divorciados y vueltos a casar con el fundamento del “caso a caso”, lo cual destruye los elementos claves de la teología moral católica. En particular su planteamiento socava el reconocimiento de los actos intrínsecamente desordenados y una vez que ésto mina un área, se están minando todas las demás. El progresismo inmediatamente elogió la Amoris Laetitia como un “cambio radical”.

¿Qué es la ética casuística?
          La ética casuística es el rechazo a las normas  morales universales, vinculantes e inmutables. Ya no existirían cosas como los actos morales intrínsecamente malos. No hay regla que no admita excepción. De acuerdo con esta falsa propuesta, la moralidad de un acto no depende, en última instancia, de la verdad objetiva, sino de la situación individual.

        Los primeros defensores de la ética casuística (tal como los defensores contemporáneos) se rebelaron contra lo que ellos llamaban “legalismo”, “rigidez” y ciertamente contra las “reglas fijas de la moralidad que nunca pueden ser violadas.” Tal como se quejaban los defensores de la ética casuística de los años  ´60, “se colocan la reglas por sobre las personas.””

        El Dr. Joseph Fletcher (1905- 1991) un clérigo anglicano y el principal exponente de la ética casuística (que publicó  en 1966 un libro referencial: “Situation Ethics”, y terminó sus días como ateo) insiste que en una ética casuística no necesitamos actuar siempre conforme a la moral objetiva, sino que más bien “hacer de acuerdo al amor” basados en nuestras propias circunstancias. La nueva pastoral propuesta que llega del Vaticano de Francisco ofrece un nuevo giro al mismo error, afirmando que es más importante hacer de acuerdo a la “misericordia”, a la luz de las variadas “circunstancias concretas” del individuo.
  
¿Pio XII advirtió contra la ética casuística?
          Sí, la ética de la situación es anterior al libro de Fletcher. El académico británico Peter Vardy cita la declaración de Pio XII contra la ética de la situación del año 1952: “Es individual y subjetivo apelar a las circunstancias concretas de las acciones para justificar decisiones opuestas a la ley natural y a la Voluntad revelada de Dios”.

¿Qué más dijo en contra de la moralidad de la “ética casuística”?
         El papa Pio advirtió también en 1952: “El sello distintivo de esta moralidad  radica en el hecho de no estar basada en las leyes morales universales, por ejemplo, en los Diez Mandamientos, sino en reales y concretas condiciones o circunstancias en las cuales uno debe actuar, y de acuerdo a las cuales la conciencia individual ha de juzgar y elegir. Este estado de cosas es único y válido, pero sólo para una única vez por cada acción humana. Es por esto que los que apoyan esta ética afirman que la decisión de una conciencia no puede ser guiada por ideas universales, ni principios, ni leyes…” (AAS, 1952, pp. 413-419)

¿Y el Santo Oficio de Pio XII no condenó la ética casuística?
        En 1956 el Santo Oficio condenó explícitamente la ética de la situación en todas sus formas. El documento advirtió que la “nueva moralidad” se ha “introducido incluso dentro de los mismos católicos, a pesar que es contrario a la doctrina moral tal como es enseñada y aplicada por la Iglesia Católica. La ética de la situación no descansa sobre los principios de la ética objetiva enraizadas en el ser mismo, sino más bien reclama transcender la limitación de la objetividad. Los promotores del sistema afirman que la norma última y decisiva de los actos humanos no está en cierto orden objetivo de lo justo, determinado por la ley natural y ciertamente conocida en virtud de esta ley. Más bien, ellos afirman que la correcta regla de la acción moral yace en alguna iluminación íntima y el juicio radica en la mente de cada persona individual, [siguiendo tu conciencia]. Esta estimación subjetiva permite a alguien, que está en una situación concreta particular, determinar por sí mismo lo que está moralmente  obligado a hacer en cada caso hic et nunc (aquí y ahora). No hay ninguna dependencia a cualquier regla inmutable de acción externa al hombre. No existe una medida de verdad y rectitud más allá de uno mismo. El hombre basta para ser su propia guía moral.”

         El Santo Oficio advirtió que este sistema de ética casuística “genera trazos de modernismo y relativismo” y “se aleja de la enseñanza católica enseñada y transmitida por años”.
         La Congregación del Santo Oficio condenó la ética casuística, o como quiera que se llame, y prohibió su enseñanza en las escuelas católicas o su propaganda y defensa a través de libros, escritos de cualquier clase o en conferencias.

        Desafortunadamente esta condenación no significa nada para el modernista. La clave de la táctica modernista está en simular que el magisterio no ha hablado sobre algunas materias.

¿Al parecer en la Exhortación  hay muchas “circunstancias concretas”?

         Encontramos en Amoris Laeticia un énfasis excesivo sobre las situaciones concretas – el lenguaje de la ética casuística – de varios individuos, y como ésto debe supuestamente mitigar los actos que son objetivamente pecaminosos. Amoris Laetitia en efecto comienza con las circunstancias  de las personas,  y no con los principios morales inmutables. La norma del verdadero matrimonio sacramental está representada como un “ideal” más que como un mandamiento no negociable de Cristo. El documento trata con un exceso de simpatía a los católicos que están divorciados y re-casados civilmente, tal como a los que conviven, ofreciendo una excusa tras otra acerca de porqué tales almas se encuentran en una situación caída. Los verdaderos preceptos católicos concernientes al correcto vivir del matrimonio católico son descritos en abstracto y un tanto desconectados de las circunstancias concretas de las personas.

He aquí algunos ejemplos de Amoris Laetitia:
N° 31: “Es sano prestar atención a la realidad concreta, porque «las exigencias y llamadas del Espíritu Santo resuenan también en los acontecimientos mismos de la historia…»”.
N° 36: “Otras veces, hemos presentado un ideal teológico del matrimonio demasiado abstracto, casi artificiosamente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales”. (continúa llamando a esto “excesiva idealización”).
N° 301: “La Iglesia posee una sólida reflexión acerca de los condicionamientos y circunstancias atenuantes”. [El texto yerra al afirmar que no existen factores mitigantes que puedan de alguna manera justificar actos que son intrínsecamente malos, tales como la fornicación, el adulterio, la contra-concepción y los actos homosexuales] “Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante.” [Descartando la moral absoluta, la clave principal de la ética casuística] “Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa.”
N° 304: “Es mezquino detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general, porque eso no basta para discernir y asegurar una plena fidelidad a Dios en la existencia concreta de un ser humano.”

Tal como lo encontramos en la ética casuística, comenzamos con “las circunstancias concretas” y entonces conformamos nuestra conclusión moral desde la realidad actual. Esto exige un nuevo programa de diálogo y de discernimiento pastoral que minimiza el “blanco y negro” de la moral absoluta. Luego esto otorga un cierto margen a los que están en pecado mortal objetivo para poder subjetivamente vivir la vida de la gracia y ser tratados como aquellos que la viven.

Por consiguiente, leemos en el número 305: “El discernimiento debe ayudar a encontrar los posibles caminos de respuesta a Dios y de crecimiento en medio de los límites. Por creer que todo es blanco o negro a veces cerramos el camino de la gracia y del crecimiento…”

La ética de la situación o casuíst

   ¿Cuál es el resultado final?
Resulta al final en una nueva propuesta que abre la puerta a los divorciados y re-casados civilmente, basada en las dificultades inherentes a su situación concreta, para recibir la Eucaristía.

Comentando este punto, el padre y teólogo Brain Harrison puntualiza  que el aspecto más problemático del nuevo documento de Francisco es “su tratamiento, en el capítulo 8, a aquellos que viven en una situación sexual irregular”. Continúa: “En las notas 336 y 351 de los números 300 y 305 respectivamente, el Santo Padre rompe con la enseñanza y la disciplina de todos sus predecesores en la Sede de Pedro, al permitir al menos a algunos católicos divorciados y re-casados civilmente (sin decreto de nulidad y sin compromiso de continencia) recibir los sacramentos. Ya que “el discernimiento puede reconocer que en una situación particular no existe una falta grave” debido a la variedad de mitigantes  de orden psicológico y de otros factores. Francisco afirma en el N° 351 que la Iglesia “ayuda” a estos católicos que viviendo en una relación ilícita y “en ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos.”

El contexto, indica el padre Harrison, indica que esto significa la recepción de la Penitencia y de la Eucaristía mientras estos individuos continúan viviendo en pecado.

¿Qué hace esto con la Teología Moral católica?

En efecto, esto destruye la teología moral católica. La ética casuística no puede ser admitida en una instancia  y en las otras no. Una vez que la ética de la situación es aceptada en un área, esto socava la realidad de la moral absoluta en cada área, y toda la moralidad es lanzada a un subjetivismo continuo.

                     De igual manera, en el caso de una abertura a los sacramentos a aquellos que viven en pecado, si es permitida a los divorciados y re-casados civilmente por de variedad de “circunstancias concretas”,  una vez más la situación determina la acción moral. Podemos esperar que las parejas que conviven e incluso los homosexuales reclamen el derecho a recibir la Eucaristía a la luz de las variadas circunstancias.

¿Qué ocurre con la Ley Natural?

La Ley Natural, la cual determina la moralidad basada en la naturaleza intrínseca del acto y en la misma naturaleza del hombre, es la genuina ética de la Iglesia y del sentido común. Esto se enseña en el probado y verdadero realismo de la filosofía  y teología escolástica,  (y tal como San Pío X lo advirtió en la Pascendi, los modernistas desprecian la escolástica).

Igualmente, la Ley Natural siempre ha sido una enemiga jurada de la ética casuística, e insiste en que existen ciertos actos que son intrínsecamente desordenados y no existe un conjunto de circunstancias que puedan justificar cometerlos.

No sorprende que la Amoris Laetitia de Francisco socave la Ley Natural, pretendiendo que “La ley natural no debería ser presentada como un conjunto ya constituido de reglas que se imponen a priori al sujeto moral, sino que es más bien una fuente de inspiración objetiva para su proceso, eminentemente personal, de toma de decisiones”. (N° 305)

En otras palabras, la ley natural está solamente a nivel de “inspiración” que uno puede tomar o dejar,  tal como un individuo resuelve su “profundo proceso personal” al decidir su propio comportamiento moral.

La orientación de la Amoris Laetitia de Francisco está en su totalidad en contra la Ley Natural, está en contra del “blanco y negro” de la moral absoluta. Es pro-subjetivista y pro-casuística. Es la sentencia de muerte de la verdadera teología moral católica.

¿Afectará esto la enseñanza de la teología moral?
Sí, Francisco solicita que esta propuesta, que se encuentra en Amoris Laetitia, sea asimilada dentro de la misma enseñanza de la teología moral.

Leemos en el N° 311: “La enseñanza de la teología moral no debería dejar de incorporar estas consideraciones, porque, si bien es verdad que hay que cuidar la integridad de la enseñanza moral de la Iglesia, siempre se debe poner especial cuidado en destacar y alentar los valores más altos y centrales del Evangelio, particularmente el primado de la caridad como respuesta a la iniciativa gratuita del amor de Dios.”
Esta noción del “primado de la caridad” no es correcta.

¿Qué no es correcta?

La verdad siempre debe ser lo primero. La verdad es “la adecuación del intelecto con la realidad” (esto es, la correspondencia del intelecto con la realidad objetiva que está fuera de nuestra mente) tal como lo han enseñado la escolástica y el sentido común. Hablando y salvaguardando la verdad, especialmente en materias morales, está la máxima caridad, el máximo deseo de “bien” para el otro.

La “primacía de la caridad” de Francisco en teología moral, confunde el ejercicio del intelecto con el ejercicio de la voluntad. La verdad es al intelecto, mientras que la caridad es llevada a cabo por la voluntad. La voluntad es una facultad ciega que depende del intelecto para que le presente el objeto que es bueno. Porque la voluntad para que sea ordenada convenientemente, el intelecto debe poseer y adherir a la verdad. La verdad siempre es soberana.

La defensa de la “primacía de la caridad” en teología moral ha estado nos ha acompañado por décadas, pero tal propuesta es desordenada.  Si la caridad es de alguna manera separada de la doctrina (verdad objetiva), o elevada por sobre la doctrina, entonces cualquier aberración es posible, incluyendo el falso sentimentalismo disfrazado de misericordia y compasión.

En más, Francisco da la impresión que considera a la primacía de la verdad en teología moral como una “concepción teológica inadecuada” que “pone en duda la omnipotencia de Dios, especialmente, su misericordia” (N° 311-312) y espera que su nueva propuesta sea “incorporada en la enseñanza de la teología moral”.

¿Es ésto todo lo que está errado en Amoris Laetitia?

Sí, el libro entero.  Incluso se podrían discutir en  un largo seminario  los miles de problemas, deficiencias y peligros contenidos en Amoris Laetitia. Estas cortas preguntas y respuestas meramente destacan el problema de la ética casuística del documento, una clave errónea en la cual están basados los muchos errores del texto.

¿Por qué entonces tantos católicos alaban el documento, o afirman que no hay nada sustancialmente erróneo en él?

Podemos dar cinco rápidas razones:
1) Muchos católicos, incluidos sacerdotes y obispos, no hay recibido una apropiada y sistemática formación escolástica en filosofía y teología. Mucha de su formación está fragmentada y es deficiente, debido a la descomposición de los seminarios y de la educación universitaria como consecuencia del Vaticano II. No están preparados para ver los evidentes problemas que están frente a sus ojos.

2) Otros católicos creen que tienen la obligación de defender y de aceptar cualquier cosa que venga del papa.  Pienso – tal como lo ha notado el cardenal Burke – que el documento es una “opinión personal” de Francisco y que  no “hay que confundir con la fe vinculante que se debe al ejercicio del magisterio”. Sin embargo, sabemos desde el papa Inocencio III, de San Roberto Bellarmino, de Suarez y otros que es posible a un papa desviarse de la verdad, y si él hace eso, los católicos pueden resistir y evitar que su voluntad sea aprobada.

3) Muchos católicos son inconscientes que la Amoris Laetitia es el pleno florecimiento de una crisis en la teología moral, que devasta la Iglesia desde hace más de 50 años. Desde el tiempo del Vaticano II, perversos teólogos como los padres Joseph Fuchs, Charles Curran, Richard McBrien, Richard McCormick e innumerables otros, avanzaron con la casuística, el consecuencialismo,  y con las propuestas no absolutistas en la teología moral. Excepto Charles Curran que fue silenciado, los demás teólogos delincuentes corrieron rampantes, expandiendo su veneno a través de la Iglesia por décadas  (especialmente durante el reinado de Juan Pablo II, el cual no tomó una acción efectiva contra ellos). La voz de una fuerte oposición fue la de Msgr. William Smith, profesor de Teología Moral en el Seminario de Dunwoodie, el cual impartió innumerables conferencias en los años ’70, ’80 y ’90 en contra de aquellos perversos teólogos y sus errores casuísticos. (Tal como un irlandés podría decir, es una gran cosa que Msgr. Smith esté muerto, porque si estuviera vivo, la Amoris Laetitia lo hubiera matado).

4) Muchos católicos sucumben al afirmar que el documento no cambia la doctrina y, por lo tanto,  es segura. Aquellos que dicen esto se equivocan al entender cómo opera el modernismo. Advirtió San Pio X que los modernistas están “llenos de engaños”, y usualmente no anuncian cambios evidentes en la doctrina (aunque Francisco efectúa una heterodoxa afirmación en el número 297:Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio.”, lo cual parece descartar la verdad católica y bíblica  acerca de la existencia de almas condenadas en el infierno). Es más, el modernismo mediante el uso de un nuevo lenguaje, de un nuevo énfasis, presenta una nueva atmósfera (“Misericordia y compasión”), enfatizando ciertos aspectos e ignorando otros; pretendiendo mostrar que el magisterio no ha hablado sobre determinados aspectos; errando al afirmar puntos clave de la doctrina que contradicen su trayectoria general, e introduciendo una nueva praxis contraria a la doctrina, causando una revolución en la actitud y en el comportamiento católico. Exactamente es así como opera la Amoris Laetitia. Incluso el conservador Philip Lawler se refiere al documento de Francisco como un texto “subversivo”.

5) Después nos encontramos con católicos liberales que están emocionados con la nueva propuesta. El radical cardenal Kasper celebró que la Amoris Laetitia efectivamente “cambia todo”.

¿No se convierte esto en una compuerta abierta al sacrilegio?

A través de la canonización la propuesta de una ética casuística, un sistema que el Santo Oficio de Pio XII condenó explícitamente, Francisco abre la puerta para que los divorciados y re-casados civilmente reciban la Eucaristía. Él es personalmente responsable por abrir las compuertas a las comuniones sacrílegas que necesariamente se efectuarán. ¡Cada sacrilegio eucarístico que se efectúe como consecuencia de este documento tendrá su nombre escrito en él! ¡Qué Dios lo ayude!

¿No hay nada que podamos hacer?

Públicamente nos resistimos a esta última subversión, enseñando la verdad a aquellos que están en nuestra esfera de influencia, y trabajamos para prevenir que la voluntad de Francisco sea promovida a partir de esta consideración.

También hacemos actos de reparación por las comuniones sacrílegas que se harán como consecuencia de la Amoris Laetitia. Un buena manera de partir es repitiendo frecuentemente la oración de reparación que el Ángel de Fátima le enseñó a los niños en 1916: “¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!, Os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparo a los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido; y por los méritos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María os ruego por la conversión de los pobres pecadores.”

                        





        


        





2 comentarios:

  1. Muchas gracias Beatrice por el texto.

    Lo difícil ante todo esto es no caer en la tentación sedevacantista.

    El marinero de la balada de Coleridge.

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  2. Estimado Marinero, muy cierto lo que usted dice. Lo que hay que hacer es resistir, lo demás no nos corresponde.
    Un abrazo
    Beatrice

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