jueves, 12 de septiembre de 2019

La Colonia Católica de R.H.Benson



Quiero, y quiero decir, si esto me es permitido, vivir en una pequeña casa de campo, decir la Misa, rezar el Oficio y escribir libros. Honestamente creo que este es mi más alto ideal. Detesto el alboroto, la burocracia y la murmuración y deseo estar en paz con Dios y con el hombre.
                                                                                                                                                  R.H.Benson, 1905


Buscando por internet más textos de monseñor Benson para el archivo y la lectura, me encontré con este artículo publicado en 1910 y que lleva por título “Una colonia católica (una sugerencia)”.  Es, más o menos, como el proyecto de armar un pueblo católico en torno a un monasterio, como San Ireneo de Arnois, el pueblo de la Srta. Prudencia Prim, y que estuvo también presente en la mente de Hugh Benson por muchísimos años y aunque quizás sus motivos eran levemente diferentes sin duda apuntaban a lo mismo.
Siempre estuvo en la mente de Benson este sueño de vivir en un apartado mundo rural, lo más independiente y relativamente alejado de la ciudad en cuanto fuera posible, tratando de ser autosustentable y en una permanente presencia de Dios a través de la oración y de la contemplación. De hecho, cuando llegaron las primeras ganancias fruto de sus libros logró comprar la casa de Hare Street y luego, poco a poco, se fue haciendo de los terrenos aledaños con la idea de instalar su colonia de almas congeniales en estos bellos cottages rodeados del hermoso paisaje de Buntingford, Hertfordshire. El padre Martindale nos cuenta sobre esto en los siguientes párrafos:
“Es totalmente cierto que Benson consideraba su casa como una especie de núcleo de esta colonia que él seguía soñando. Ciertamente reunió alrededor suyo un número de asociados, algunos de los cuales permanecieron ahí por un considerable tiempo. Mientras, cerca de su casa, tal como veremos, viviendas y casas de campo fueron dejadas para sus amigos.” C.C.Martindale, The Life of Monsignor Robert Hugh Benson, pág. 138.

Un poco antes de su muerte pasó unos días en un retiro en la Isla de Caldey junto con los benedictinos y fue aquí, en Caldey, donde imaginó que podía concretar su sueño:

               “(…) fue aquí en Caldey que él imaginó una nueva posibilidad para su Little Gidding – aquella comunidad que soñó en Llandaff y Kemsing, realizada a medias en Hare Street y preconizada en la forma de una mística Ciudad Jardín, en el Dublin Review de abril de 1910. (n.d.trad: es decir, el texto que hemos traducido más abajo) Incluso ahí, tal como lo recordarán, los benedictinos iban a ser el corazón espiritual y social de esta comunidad de artistas, artesanos, estudiantes y de gente común y corriente. Sobre seiscientos o setecientos acres de la Isla de Caldey, de las cuales unas quinientas son buenas tierras agrícolas, él esperaba ver concretada su Nueva República. Ciertamente, bajo su actual sabio y emprendedor gobierno, creo que la isla tiene más probabilidades que Hare Street para realizar la Utopía de Hugh.” Ibidem pág 427.
Algo de este sueño en parte había logrado en su casa, pero en una escala muy reducida y con invitados que iban y venían, permaneciendo algunos de ellos por más o menos tiempo:
“Durante mucho tiempo él había tenido en su mente un proyecto el cual pretendía llevar a cabo tan pronto como tuviera más tiempo libre, porque debe recordarse que muchas de sus conferencias y escritos ocasionales se hicieron simplemente para ganar el dinero para permitirle alcanzar sus propósitos. Este era encontrar una comunidad de personas con ideas afines, que deseaban más oportunidades para una devoción y meditación en tranquilidad, para el trabajo solitario y la contemplación que la vida en el mundo podía ofrecerles. A veces diseñaba una instalación común, o casitas separadas, pero la esencia de esto era la soledad, animada por la simpatía y con la suficiente amistosa compañía como para evitar caer en la morbilidad.” A.C. Benson, Hugh, Memories of a brother, pág.170.

Para R.H. Benson la colonia debía ser una muestra patente de una verdadera vida católica que sirviera de ejemplo para los protestantes ingleses, llenos de prejuicios anticatólicos. Es como si Hugh les dijera: “Así somos los católicos, esta es nuestra vida, así es como trabajos la tierra y como rezamos, esta es nuestra vida familiar, entren y mírenla con sus propios ojos antes de juzgarnos y demonizarmos”. La denomina “Lección objetiva”, siguiendo el método de enseñanza de moda por aquellos años de ilustrar con imágenes, por ejemplo, pasajes de las Sagradas Escrituras. La colonia debe ser un ejemplo no solo de la vida espiritual que ahí se vive, sino también de la vida ordinaria que allí se lleva conforme a las virtudes cristianas.

En este artículo Benson se encarga hasta de hacer presupuestos de los gastos y de cómo se debiera formar la empresa que llevaría a cabo esta obra. Nos sugiere a qué congregaciones u órdenes religiosas debieran traerse para que se hicieran cargo de la vida espiritual de la colonia y de la educación de los niños. Y un dato curioso es como muestra la mantención de las sanas diferencias sociales de la época, y de las reglas que deben de existir para buen provecho de todos.

Todo eso que soñó Benson no deja de ser una Utopía. Quizás cuando la persecución del Anticristo se vuelva peor que la que ahora vemos, hará que finalmente nos unamos y formemos estas pequeñas comunidades donde cada cual aporte según sea lo que mejor sabe hacer y donde podamos contar con la ayuda espiritual, con la Santa Misa, que nos dará la fortaleza para poder resistir. Vivir apartados del mundo para poder seguir siendo católicos es un sueño para mí, tal como lo fue para R.H. Benson.

Una colonia católica (una sugerencia)

(La presente traducción corresponde a un artículo de monseñor Robert Hugh Benson publicado en The Dublin Review, revista editada por Wilfrid Ward, en el volumen CXLVI de enero – abril de 1910)

Las lecciones objetivas (o método de enseñanza visual. N. de. Tr) y las exhibiciones públicas están de moda en este momento. Como comunidad estamos aprendiendo cada vez más el principio de que Iglesia Católica siempre ha practicado en su culto, si se me permite observar, que los hombres son capaces de aprender y de apreciar por la vista cosas que permanecen casi sin sentido para ellos después de la más elocuente disquisición verbal. Desde el kinderganten hasta el Club Aéreo lo fáctico es bueno. Si es más o menos cierto para los objetos materiales, tal como el logro de un vocabulario para un niño, o el mejor método de vuelo, es mucho más cierto para los principios abstractos si aquellos principios no pueden sino ser puestos en términos visibles. Un niño, por ejemplo, encuentra una considerable dificultad en comprender la idea de pecado o virtud en abstracto, pero no al apreciar lo que significa ser un niño travieso o un tío amable. Y si se pueden hacer pasar una variedad cosas de este tipo frente a sus ojos, asemejándose unas a otras con sus respectivos pecados o virtudes, por fin aprende algo, en todo caso, de estas cosas casi indefinibles. Esta lección es de amplia aplicación. Vamos a considerarla con un ejemplo.

Creemos que la Iglesia Católica es la madre de la verdadera civilización y del progreso. El señor Charles Devas, en su admirable libro[1] sobre esta materia muestra cómo bajo su auspicio, y solo bajo este, el mundo ha ido avanzando en las líneas en las que todos están de acuerdo conducen a la perfección, a excepción de los Anarquistas.  Es en la familia donde se han establecido las bases. La única institución social que obviamente es divina es la familia, y solo la familia puede ser la unidad de crecimiento saludable. Los reinos, estados, ciudades y pueblos en el lado secular; parroquias, diócesis, órdenes religiosas y la Iglesia Católica en el lado sacro, todos estos son estables o inseguros proporcionalmente en la medida en que uno u otro reproducen o no a la constitución familiar en sí mismos y mantienen a la real familia doméstica en su verdadera pureza dentro de sus fronteras.

Ahora, de estos hechos – y de otros como ellos – los católicos están muy seguros de que no temen desafiar a la historia en su nombre ya que las virtudes que hacen a un buen católico y a un buen ciudadano del Reino de los Cielos son idénticas a aquellas virtudes requeridas para ser un buen ciudadano terrenal.  El libro del señor Devas abunda en ejemplos de esta tesis. Ceteris paribus, los católicos sostienen que “la Madre lactante de Reyes” es también la Madre lactante de los reinos, y que la mayor felicidad, salud y progreso de la vida terrenal es la que se vive a la luz del catolicismo. Pero lo difícil es persuadir a las demás personas que esto es así. Los ingleses, como clase, debido a las persistentes tergiversaciones de las historias escolares están persuadidos precisamente de lo contrario. Para ellos el catolicismo representa los principios de oscuridad, esclavitud y retroceso; el protestantismo la luz, la libertad y el saber. Es cierto que un asombroso número de autoridades imparciales están trabajando duro en este momento en un esfuerzo por enseñarles los hechos. El Dr. Gairdner a través de las pautas de la historia; el señor Chesterton a través de su propia pauta; el señor Belloc en política e incluso el señor H.G. Wells en una especie de indirecta y reacia manera, pero todo esto no es suficiente. Las personas no leen historia; ellos sonríen amablemente a lo que piensan de las muecas del señor Chesterton; rechazan al señor Wells como un socialista poco práctico y al señor Belloc como a un francés. Lo que se requiere es una especie de kindergarten, donde nuestros compatriotas puedan aprender a través de la vista. “Este es un católico, no puede sino tener pólvora en su bolsillo…esta es una católica, no es sino un jesuita femenino disfrazado…hay un sacerdote, pero habitualmente no dice mentiras.”

Imagine, entonces, el buen efecto que podría seguirse si poco a poco fuera posible establecer en Inglaterra una colonia de tamaño moderado exclusivamente católica, donde los reales católicos pudieran ser vistos cultivando los campos, escribiendo libros, cuidando de las ovejas, y haciendo sus deberes bajo la luz del sol. Las casas religiosas en nuestro medio son inútiles para este propósito, y entonces son, también en gran medida, como las familias privadas aisladas, porque ambos tipos de instituciones se resienten al husmear del extraño. Los individuos, familias y órdenes religiosas estamos demasiado a la defensiva, demasiado insistentes acerca de nuestra necesaria privacidad, y, por, sobre todo, demasiado aislados para proporcionar las necesarias lecciones objetivas. Lo que realmente se necesita, si fuera posible, es alguna ciudad o un pueblo – preferiblemente este último – ubicado justo en el centro de Inglaterra, asequible a todos - donde se pueda ver que los católicos pueden ser devotos y sensatos, que pueden principalmente ocuparse del cuidado de sus almas y, sin embargo, ser excelentes ciudadanos e ingleses decentes.

Puedo esbozar un cuadro imaginativo de este efecto, tal como recientemente me fue esbozado (porque la idea no es mía):

Veo una gran propiedad, situada a no más de cuarenta millas de Londres, digamos en Kent o en Sussex. Una propiedad quizás de mil acres en total. Un campo sinuoso, con una parte de bosque, pero arable y con pastura en la mayor parte de su extensión. En el centro, a una milla de la estación de ferrocarriles, se levanta el nuevo pueblo agrupado alrededor de la pradera.

Las casas están todas excelentemente bien construidas ya que la propiedad pertenece a una empresa, cuyo visto bueno del arquitecto es necesario para la aprobación de todos los planos. Hay de variados tamaños y escalas, cada una tiene un jardín atrás proporcionado a su dignidad. Construidas con un costo que va de las que cuestan £ 300 para las cabañas más pequeñas que estén colindantes al prado, hasta las que valen £ 1000 o 1500 para las construcciones más majestuosas que están instaladas cada una en un dominio privado de dos o tres acres. Estas casas están en manos de sus propietarios en diversos términos: algunas son de propiedad de sus mismos habitantes; aquí hay un par construidas por hombres de negocios que van a la ciudad todos los días durante la semana. Algunas están dadas en arriendo por siete o catorce años con una renta de entre 20 a 40 libras por año y aquí viven hombres de negocios y artistas que tienen más ocio y menos medios. Otras están en manos de obreros con un arriendo semanal o mensual. Pero el pleno dominio en todo caso pertenece a la empresa dueña de la propiedad.

Vamos a examinar una de estas casas, construida a un costo menos de £1000. Es un lugar encantador, con un techo de tejas rojas, paredes rugosas, de construcción fuerte, de dos pisos de altura. Se entra a través de un espacioso porche, con sillas a cada lado y un largo guardarropa para abrigos y sombreros. El porche lleva a un bello living, radiante con vigas pintadas de casi treinta pies de longitud y catorce de ancho. Abierto a esto está el confortable estudio para el amo de la casa y más allá, abriéndose hacia el salón interior, donde la escalera sube a la primera planta, está un amplio comedor suficiente para ocho sentados confortablemente comunicados por un pasaplatos con la cocina más allá. Detrás de la cocina, ingresando por un pasillo desde el salón interior, hay una excelente despensa con una bodega de carbón más allá. Arriba hay cinco buenos dormitorios, dos de ellos lo suficientemente grande para una pareja de casados, un baño y un ático. No hay nada mal construido en esto: el suministro de agua es excelente, viene desde el pueblo. Los detalles están bien terminados, incluyendo chimeneas de piedra y azulejos con campanas de cobre y amplios ventanales hechos con pequeños paneles cuadrados. Todo el lugar está alumbrado con luz eléctrica y calefaccionado con radiadores. La renta, dicho todo, incluyendo tarifas, impuestos y agua asciende a la suma de £50 al año. En el centro del prado, a ambos lados, están los clubs y las cafeterías. Estas también son de propiedad de la empresa, pero su administración está en manos de comités elegidos por los habitantes del pueblo. Las posadas no necesitan descripción más allá de decir que están bien ordenadas ya que los taberneros son empleados de la empresa. Los clubs son de diferentes escalas, amueblados y provistos con libros para la lectura, salas de recreación y comedores proporcionados a las suscripciones exigidas a sus miembros. Una especie de ayuntamiento colinda con ellos, y en el cual ocasionalmente se realizan las reuniones de los directores de la empresa y se tramitan los negocios públicos.
Detrás del ayuntamiento y protegido de la vista del pueblo está la estación de electricidad y la casa de bombas, desde donde el pueblo completo es abastecido con luz y agua. Hay un matadero construido en base a los más modernos principios alemanes y que está cuidadosamente protegido por altos muros de los curiosos ojos de los niños. También existe una pequeña fábrica de gas para suministrar de energía a los motores y un garage para provecho de los que viven en las casas de £1500. Desde aquí también circula a diario un ómnibus a motor para transportar pasajeros al tren de las 9:15 a Londres y traerlos de vuelta a las 6:40 en la tarde. El valor es de 2 peniques por persona por los dos viajes. La parte superior del prado tiene una vista inusual. Se levanta ahí una gran puerta, con un refugio para el portero a ambos lados y que está coronado con una figura de piedra en una hornacina. El que está parado ahí observa sobre el pueblo abajo, con su cara afeitada, su vivo y humorístico rostro. Él está vestido con un traje de piel y lleva una gorra cuadrada sobre su cabeza, su mano izquierda descansa sobre el mango del hacha de un verdugo…Alguna vez fue el Canciller de Inglaterra, así como el autor de una obra llamada Utopía…

Mientras paso a través de la puerta de entrada soy recibido por un joven vestido con el negro traje de un hermano lego, y aparecen a la vista una gran variedad de edificios de piedra, rodeados por un muro. A la izquierda están las escuelas, altas y hermosas elevaciones, construidas y arregladas de acuerdo con los últimos y finales requerimientos del Ministerio de Educación. Aquí los niños de los diversos cursos pueden recibir una excelente educación, según los medios de sus padres, desde la enseñanza ordinaria elemental instada por el Estado e impartida por entrenados profesores laicos y certificados por monjas, hasta el estándar dado por aquellas instituciones escolares conocidas como “privadas” o de “excelencia”. La enseñanza de los niños es llevada a cabo en su totalidad por los monjes Benedictinos y la de las niñas por las monjas. No hay acomodaciones para internado. Todos los niños provienen de esta aldea y duermen en las casas de sus padres.

 A mano izquierda de este espacio gravillado hay una puerta en el muro, coronado por una imagen en piedra de nuestra Señora, y esta da la entrada al convento y un camino cubierto conduce ahí, pasado el pórtico del monasterio, en la entrada opuesta a través de la cual veníamos, está la puerta del colegio de las niñas. Las monjas aquí son de una orden de educadoras bien conocida y tienen su propia capilla bajo su propio techo. Ellas construyeron su casa con un avance de dinero de la empresa, y poco a poco están pagando la hipoteca, la que van pagando en parte con sus propias donaciones y por los honorarios que cobran por la enseñanza, honorarios que están garantizados a ellas en base a la misma existencia de la aldea y al hecho de que todos los que viven ahí son católicos. Tienen su propio jardín y huerto, sostenido gracias a un contrato de arrendamiento a largo plazo con la empresa y con condiciones especiales.

Inmediatamente en frente a la primera puerta de entrada hay una segunda, la propia puerta del monasterio. Mientras paso a través de ella me encuentro en una plaza cuadrada, rodeada por el claustro. En un lado está el refectorio con las cocinas, al otro lado las bibliotecas y las habitaciones comunes con filas de celdas arriba; en la tercera está el aposento del prior y la casa de huéspedes. La casa de huéspedes necesita un tratamiento especial. Se ha encontrado recientemente que muchos de los más ocupados laicos católicos reciben con marcado entusiasmo cualquier intento de darles especiales oportunidades para participar en retiros cortos. Si estas oportunidades les son dadas, ellos las aprovecharán con entusiasmo o, por último, como para pasar un ocasional fin de semana lejos del mundo. Así es como las Casas de Retiros han sido abiertas en varias partes del mundo, más especialmente en Bélgica, además por los Jesuitas en Inglaterra en las que se pueden realizar estos retiros para todas las clases. Estamos considerando que este monasterio está especialmente hecho para este tipo de trabajo espiritual y que de los dieciocho o veinte padres residentes, tres o cuatro se dedican devotamente casi en su totalidad a esto. Los retiros que se llevan a cabo son de varios tipos. Algunos son únicamente para la clase trabajadora, comenzando en la tarde del sábado y terminando a tiempo para que los que han ido al retiro alcancen el último tren de vuelta a Londres el domingo en noche; otros, que duran el mismo periodo de tiempo, están diseñados para clérigos y hombres de negocios jóvenes; otros, que duran de cuatro a ocho días están dirigidos a la clase ociosa. La Casa de Huéspedes es grande y está cuidadosamente arreglada en vistas a este especial objetivo, porque no solamente ha de servir para retiros, sino que además provee también de una serie de habitaciones para aquellos que simplemente desean pasar un poco de tiempo ocasionalmente a solas. También la acomodación es de varios grados. Hay dormitorios para los que tienen menos medios, dividido en cubículos, y hay un completo set de encantadoras habitaciones con salas de estar para los más ricos. Existe un gran comedor, salas de lectura y una biblioteca. Toda esta acomodación es necesaria porque la Casa de Huéspedes nunca está vacía. Ciertos días del año el pueblo también está atiborrado de visitantes y cada habitación está ocupada ya que la iglesia posee una colección única de reliquias de mártires ingleses y está en posesión, digamos, de los huesos de Santo Tomás. La cabeza del beato Tomás Moro, rescatada al fin de la tumba en la cual estaba reposando, y una gran joya del este, la han convertido en un santuario de peregrinación popular tal como lo fue Glastonbury o Canterbury hace cuatrocientos años atrás. En una escala más pequeña el convento da las mismas oportunidades a las mujeres.

Finalmente, está la iglesia misma. Este es realmente un magnífico edificio construido en honor de los mártires ingleses y diseñada por un eminente arquitecto al estilo inglés, tal como son todos los edificios monásticos.  Porque uno de los objetivos secundarios de todo el establecimiento es tranquilizar a los ingleses, y un tipo de arquitectura que le recuerde a San Pedro o a la Chiesa Nouva es poco probable que le impresione con la compatibilidad de Gran Bretaña con la religión católica como lo haría una más en concordancia con las catedrales e iglesias parroquiales a las que ha llegado a considerar peculiarmente como de su propiedad. Por tanto, la dedicación de la iglesia y su estilo de arquitectura son lo que son por esta específica razón. Es entonces una gran iglesia monástica al estilo de Durham, Gloucester o Downside. El coro de los monjes está completamente enclaustrado; la rejilla está coronada por el Crucifijo y a sus pies está la nave y el altar mayor de la Santa Cruz. La nave norte está ocupada principalmente por la capilla de las reliquias, con su propia custodia y en este lado los respectivos altares de San Albano y Santo Tomás. La nave sur está ocupada enteramente con una serie de altares erigidos en honor de los recientemente canonizados sacerdotes del seminario y fieles laicos martirizados bajo Enrique e Isabel. Hacia el este del coro de los monjes se extiende la larga capilla de la Señora, sobre el altar que preside Nuestra Señora de Aberdeen, que finalmente se recuperó de la ciudad continental que le había dado hospitalidad por tanto tiempo. Y en la entrada una imagen de madera venerada hasta la Reforma en la Iglesia Dominica de Cambrigde, donde ahora está el Emmanuel College. El ingreso de los monjes a la iglesia es directamente desde el corredor uniendo sus celdas arriba y desde la clausura abajo. Las puertas públicas se abren una a la cancha delantera de las escuelas y la otra más allá de las escuelas al camino público. La misa, vísperas y completas son cantadas solemnemente cada día, pero se espera que cuando la fundación llegue a la dignidad de una abadía y la familia religiosa crezca, el Oficio Divino completo pueda ser efectuado de la misma manera. Sin embargo, una característica notable de esta casa es la gran predominancia de hermanos legos. Existen al menos catorce de ellos, además de unos pocos sirvientes seculares. La razón es la siguiente:

Uno de los objetivos de este pueblo es que sirva de ejemplo alrededor del país, no solo de piedad sino de la vida ordinaria. Entonces es absolutamente esencial establecerse en un distrito rural y que la labranza, la agricultura, apicultura y actividades similares estén en las condiciones más prósperas. Es cierto que hay dos o tres granjas de tamaño tolerable donde trabajan la mayoría de los trabajadores, pero también el trabajo puede hacerse, hasta cierto punto, en los terrenos del monasterio y del convento. Pero sumado a todo esto, el sistema de pequeños arrendamientos está cuidadosamente nutrido y se entregan dos tercios de la propiedad, no obstante, “los pequeños arrendamientos” necesitan más que el nombre para hacer de ellos algo exitoso y por encima de todas las cosas es necesario que los católicos no sean los primeros en fallar. En consecuencia, los directores de la empresa han sido lo suficientemente hábiles como para invitar a cooperar a una fundación benedictina, cuyos miembros están dedicados a la agricultura y en la cual la proporción de hermanos legos ya sea de Alemania o de algunas partes de Inglaterra, están ya lo suficientemente capacitados en las habilidades rurales como para hacer práctica de su agricultura. Las ventajas de esto se ven de inmediato en el pueblo. No solo está en forma continua frente a los ojos de los habitantes una admirable granja monástica brillantemente trabajada, que suple todas las necesidades de vegetales y de frutas al monasterio, sino que también hace entrega de huevos a Londres. Pero hay, además, un cuerpo de expertos asesores siempre a su disposición, en el lugar y en forma gratuita.

Es agradable observar en las tardes de primavera al hermano lego, como en un oráculo, disertar largamente en el sitio de un posible lecho de espárragos, rodeado por un pequeño grupo de hombres. Les da cientos de recomendaciones y cuando encuentra un descuido, reprende. Hace sugerencias acerca del estiércol y predice sobre el precio de los cerdos de aquí a ochos meses. Además, es tan capaz de manejar una espada como cualquiera de ellos. Le han visto otras veces escupiendo sobre sus manos para que ellas se agarren con frescura a las manijas del arado y recuerdan en más de una ocasión cuando su consejo no fue tomado cómo el desastre en miniatura cayó sobre su complaciente y obstinado investigador.

 Vamos a pasar a considerar otros detalles. La vida de hogar aquí es muy agradable. Porque está ausente por completo esa fructífera fuente de recriminación de las diferencias religiosas. En prácticamente cada familia católica en Inglaterra existe una consideración frente de los ojos de los padres. ¿Le será o no a Jack permitido juntarse libremente con Tommie? Tommie es un niño agradable y sus padres son gente encantadora, pero ¿es del todo bueno para Jack pasar tanto de su tiempo en una atmósfera no-católica en el presente estado actual de su mente aún no formada? ¿Qué hay si él se enamora de aquí a dos años de la hermana de Tommie, Jane? O, por otra parte, ¿qué hace el niño sin acompañantes? Y ¿Qué compañeros son sin una libre interrelación? Debe recordarse que aquí que tales preguntas ni siquiera se insinúan. Jack puede pasar todos los días del verano con Tommie o incluso con Jane, y si él se enamora de ella, mucho mejor. Esto no es sino el símbolo de toda la situación religiosa, porque hasta donde la vista llega no hay ninguna chimenea protestante humeando. El Angelus que suena tres veces al día no cae sino sobre oídos reverentes; la procesión del Corpus Christi encuentra cada casa decorada y cada rodilla doblada. Considerar también cómo incluso la política – ese enemigo gemelo de la paz – es temperado en esta atmósfera.  La Regla del Hogar puede ocasionalmente ser discutida en la taberna, y hasta el Presupuesto sin ninguna limitación.  Pero aquí no hay lugar para el debate sobre el tema de la educación, el Juramento al Rey y el socialismo. Hasta el mismo manejo del pueblo en sí es difícil que se llene de amargura, ya que no puede haber disputas sobre donde debe estar la Capilla del Disidente, o si una cruz o un surtidor es más representativo símbolo de la verdadera vida del pueblo. Ambos, la cruz y el surtidor pueden estar al mismo tiempo, y no se levantará ninguna objeción. Existirán celos, desde luego, y acusaciones de favoritismo y hasta chismes, pero al menos estarán ausentes la mitad de las ocasiones ordinarias para aquellos pecados, ya que aquí los hermanos que habitan en la misma casa son de un solo sentir.

Consideren, por último, las posibilidades financieras de tal escenario. Una propiedad como la que hemos estado considerando puede probablemente ser comprada en una suma de aproximadamente veinte mil libras. La publicidad, la construcción, la construcción de caminos, el drenaje y el resto puede ser estimado, en total, en cerca de veinte mil libras. La mitad de todo sería lo suficiente, en todo caso, para hacer un comienzo considerable. Ahora hay al menos dos maneras en las que esta suma se podría recaudar. La primera, que no necesitamos considerar (ya que dependería únicamente de una gracia especial dada desde el Cielo) es que un capitalista católico diera por adelantada toda la suma requerida. La segunda es que debe crearse una empresa con una severa línea de negocios e invitar al público a invertir. “Con una severa línea de negocios”, porque la última cosa que este proyecto debe ser es un experimento filantrópico. Este asunto debe ser de una especulación justa, ni siquiera debe ser una apuesta. Cosas como esta han sido hecha antes, notable es el caso de Letchworth, y creo, con suficiente éxito. Después de todo, los pueblos son fundados con esperanzas mucho más temporales que esas, alrededor, por ejemplo, de alguna industria central que no puede, por la naturaleza de las cosas, no puede seguir por siempre siendo una mina de oro y sin el más pequeño mundano motivo para inspirar a la empresa. Y estas empresas han tenido éxito y han pagado su camino. La principal dificultad, a mi entender, es la cuestión de quien tiene que dar el primer paso. Una congregación benedictina naturalmente que dudaría construir un gran priorato y una iglesia, a menos que existieran alguna garantía de que hubiera vecinos que simpatizaran con ellos; y por otro lado los católicos dudarían en arriesgar su dinero y su confort en tal empresa a menos que existiera alguna garantía de que alguna institución religiosa sería fundada en medio de ellos. Porque si el objetivo es reproducir la vida católica tal como era hace cinco siglos atrás en Inglaterra debemos tener ambos, el priorato y el pueblo. Ambos, secular y sagrado deben caminar de la mano, secular y sagrado deben estar ahí para caminar. Una salida al dilema podría haber si una orden religiosa se compromete a construir este priorato en el evento de la formación de una empresa con el capital requerido; y si la empresa se formó en el entendimiento de que la orden religiosa cooperó con ellos tan pronto como el capital fue depositado en el banco.

Pero a descender a detalles aún más sórdidos:

En las siguientes líneas se sugiera la manera en la cual este esquema se inauguraría. La consulta debe hacerse primero a las órdenes contemplativas en Inglaterra (preferentemente a los benedictinos ya que la vida rural y la agricultura, al menos originalmente, forman parte de sus actividades) sobre si, en el caso de que esta empresa se forme, ellos consentirían a cooperar y en qué términos.  Si fuera recibida una respuesta alentadora, entonces se haría un número de comunicaciones privadas a los católicos de las tres o cuatro distintas clases, los ricos piadosos, los menos ricos entusiastas, los expertos rurales y las autoridades eclesiásticas acogiendo sus opiniones y críticas y presentándoles el consentimiento provisional de la orden a la cual fue hecha la solicitud. Nuevamente, si las respuestas fueran favorables, debería redactarse un esquema definitivo, nombrar una junta directiva y, finalmente, publicar un prospecto. Si la respuesta del público fuera todo lo buena que podría ser, entonces la empresa se incorporaría, la propiedad decidida y comprada, y el proyecto iniciado. Es un pensamiento serio ( si puedo por un instante hablar al modo de los llamamiento populares) que si los cálculos sugeridos son correctos, solo cien personas podría necesitarse para invertir quinientas libras y así transformar la parte financiera de este sueño en una realidad.

Finalmente, entonces, ¿no vale la pena considerar la posibilidad de todo esto? Las actividades de la Iglesia en este país son cierta y sorpresivamente extendidas y eficientes considerando los limitados recursos de los que ella dispone. Pero falta aún incluir una lección-objetiva como sería este pueblo plantado en un país en el cual alguna vez todos sus pueblos fueron católicos. Si nuestra religión es lo que sabemos que es: la madre adoptiva de toda vida saludable, la amiga de toda labor y el genio que preside todo emprendimiento, por seculares que sean, se le dará una ventajosa oportunidad de mostrar lo que podría lograr bajo condiciones como estas. Es verdad que hay comparativamente pocos católicos en Inglaterra que son completamente apartados de toda simpatía religiosa, ¿qué sería para ellos encontrarse con esta simpatía con todos los habitantes del lugar donde viven? Una fundación como tal seguramente podrá hacer mucho más por las almas que cooperen en ella que toda la educación e incluso, puedo decir, que toda la literatura y los sermones del mundo, porque ellos encontrarían aquí que no existe ninguna parte de sus vidas en las que la religión no pueda entrar natural y libremente. Sus vidas enteras vivirían bajo la sombra de la Fe sin los restrictivos efectos de estar siempre caminando con una armadura, o los amargos efectos de una interminable controversia. Aquí no existiría más la necesidad de estar confinando muros por todos lados, ni de andar guardando un lenguaje o un caminar delicado, como gatos sobre muros de cristal, sino que la luz y el aire de Dios los rodearían y, sobre todo, la gracia de Dios endulzaría sin esfuerzo cada acción que ellos hicieran. Es verdad que no se escaparía, incluso en un exclusivo pueblo católico, de los antiguos asaltos del mundo, de la carne y del demonio, porque ni hasta los carmelitas o los cartujos pueden escapar de estas cosas. No hay duda de que habría desastres, escándalos, disputas e incluso hasta traiciones, habría inclusive desalojos a escala muy dolorosa. Sin embargo, al menos la Iglesia tendría una oportunidad, bajo excepcionales favorables circunstancias, de mostrar lo que ella puede hacer tocante a ayudar a gente común que no son ni sacerdotes ni monjas, y que no tienen una especial aptitud para la controversia permanente o incluso para la filantropía, para vivir vidas perfectamente ordinarias tan bien como sea posible. Ya en Inglaterra existe más de una colonia No-conformista de este tipo, una notable en Port Sunlight, y podría ser que una empresa como esta, llevada a cabo por católicos para católicos, pudiera ser la primera de muchas. El movimiento podría extenderse casi infinitamente y dentro de cien años nuestros hijos podrían ver, dispersos por casi todos los condados de Inglaterra, pueblos donde nada más que la antigua fe de Inglaterra se había predicado o practicado; lugares que producen, bajo las modernas y si es necesario radicales condiciones, la antigua vida de hace quinientos años atrás que había dado a Inglaterra, a pesar de sí misma, una sólida civilización tal como la que hoy ella posee y cuya falta de eso está enviando a Francia de vuelta al barbarismo desde la que ella se levantó.

ROBERT HUGH BENSON




[1] La clave del progreso mundial, Longmans, 1906.

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