martes, 25 de diciembre de 2018

Feliz y Santa Navidad: Puer Natus est nobis, et filius datus est nobis

Pesebre de la Capilla San José de los Ángeles, fsspx, en Viña del Mar

          "Nuestro Salvador ha nacido hoy: alegrémonos. No puede darse tristeza en el día en que nace la vida, el cual, disipando el temor de muerte, baña en la alegría a nuestras almas, por la promesa certera de la eternidad. Nadie hay que no tenga su parte en esta alegría. Nuestro Señor, destructor del pecado y de la muerte, al vernos a todos sujetos al pecado, ha venido para libertarnos. Que salte de júbilo el que es santo, porque se acerca para él la hora de recibir la palma. Alégrese también el pecador, porque se le convida con el perdón. Anímese el gentil, porque está invitado a la vida.

         Demos gracias a Dios Padre, por su Hijo, en el Espíritu Santo, porque, habiéndonos amado con su infinita caridad, tuvo compasión de nosotros; y como estábamos muertos por el pecado, a todos nos hizo revivir en Jesucristo, de manera que fuésemos en Él una nueva creatura, una obra nueva.  

         Despojémonos, pues, del hombre viejo con sus obras, y admitidos a participar del nacimiento de Cristo, renunciemos a las obras de la carne. Reconoce, cristiano, tu dignidad; y ya que has sido hecho particionero de la divina naturaleza, guárdate bien de recaer en tu antigua bajeza por una conducta indigna de tal grandeza. Acuérdate de qué Cabeza y de qué Cuerpo eres miembro. No olvides jamás que, sustraído al poder de las tinieblas, has sido trasladado a la luz y al reino de Dios.

        Es, pues, menester que en esta festividad "abundemos en buenas obras", manifestando así como hemos nacido de Dios y que somos sus hijos.

        Isaías ensalzaba ya el poderío del Niño Dios hacia ya más de 700 años. "Un niño nos ha nacido, y llevará sobre su hombro la señal de su realeza, que es la cruz; y los prodigios que obrará están figurados por lo que hizo al libertar a los Hebreos del cautiverio de Egipto. Todos los confines de la tierra son testigos de la salvación que Dios ha traído a su pueblo".

        La salvación que Cristo realiza al venir por vez primera, la consumará al fin de los tiempos. Después de haber obrado Jesús la purificación de los pecados, dice el Apóstol S. Pablo, se fue a los cielos, en donde está sentado a la diestra de la majestad divina. Su humanidad glorificada comparte, pues, el trono del Eterno. "Tu trono ¡oh Dios!, en los siglos de los siglos; el cetro de tu reino es un cetro de equidad". La justicia y la equidad son el sostén de tu trono, y un día el Hijo del Hombre vendrá en su gloria y en la del Padre y sus Ángeles, para dar a cada cual conforme a sus obras. Cuando Dios introduzca de nuevo (o sea al fin del mundo) a su Hijo primogénito en el mundo, dirá que todos los Ángeles le adoren, y entonces se obrará una transformación de todas las creaturas, porque el Hijo de Dios, que no se muda, las renovará como se renueva un vestido usado. Y el Apóstol añade que Dios hará entonces que los enemigos de Cristo le sirvan de peana para los pies, lo cual será el triunfo del Verbo encarnado, que castigará a los malos y premiará a los buenos, dándoles participación en su inmortalidad, por haberle acogido con fe y amor, cual lo hicieron los Reyes Magos.

         Jesucristo está en la Eucarístía tan presente como lo estaba en Belén. Pues adorémosle en el altar, verdadero pesebre en donde está el Niño Dios".

                                       
   Introducción y comentario de la Misa del día de Navidad, del misal de Dom. Gaspar Lefevbre o.s.b.
 
     

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