jueves, 25 de julio de 2024

Kwasniewski: en torno a la belleza

Nota de Beatrice: agradecemos nuevamente al Profesor Augusto Merino la traducción de esta interesante entrevista a Peter Kwasniewski sobre la belleza y la oportunidad, para el año próximo, de visitar con él los hermosos lugares dedicados al culto en Sicilia. Encontrarán en el artículos los enlaces para quienes estén interesados en participar.



El Dr. Peter Kwasniewski es un académico y compositor que ha escrito

importantes libros sobre diversos temas, centrados todos en la sagrada liturgia y

las bellas artes. Uno de sus objetivos es contribuír a restaurar la tremenda belleza

de los lugares católicos dedicados a la oración y al culto. El Dr. Kwasniewski

dirigirá un viaje REGINA de trece días a Sicilia el año próximo, desde el 3 al 15 de

febrero de 2025. Hemos tenido el placer de entrevistar al Dr. Kwasniewski, no

obstante su apretada agenda.


Regina: Dr. Kwasniewski, Ud. ha vivido y trabajado en Europa. ¿Qué le enseñó

esta experiencia acerca del pulchrum (lo bello como un trascendental), y cuál es la

mejor forma en que la Iglesia puede usar esta herramienta en la evangelización?


Dr. K.: Tuve la gran fortuna de ser contratado, Providencia de Dios mediante, por

el recién formado Instituto Teológico de Gaming, Austria, cuando recién terminaba

la escuela de estudios graduados. Esta pequeña escuela nuestra compartía el

mismo campus con el Programa Austriaco de la Universidad Franciscana de

Steubenville, para la cual yo habría de enseñar, posteriormente, Apreciación

Musical durante varios semestres. Cuando mi mujer y yo, recién casados,

llegamos en diciembre de 1998, comenzamos a vivir bajo cielorrasos barrocos y a

cruzar, camino al trabajo, puertas cartujas medievales. La iglesia a la que

asistíamos había sido construida en la Edad Media. Las piedras del pavimento

habían sido pisadas por muchas generaciones de católicos. Existía un tremendo

sentido de profundidad, de impregnación: uno tenía la sensación de ser una

pequeña parte de un todo mucho mayor que se extendía mucho más allá de uno,

hacia la eternidad. Esto es, creo, lo que logra la combinación de tradición y

belleza: lo bello atrae a los sentidos y a la mente, pero el contenido específico del

arte y la arquitectura y la música nos cuentan una historia sobre Jesucristo, sobre

quienes creen en El y procuran seguirlo.

Creo que lo que más me impresionó, durante nuestros siete años y medio

en Austria, fue cómo el catolicismo permeaba cada aspecto del campo, de las

ciudades, de las ermitas, del calendario, de las celebraciones. Sí, el secularismo

había hecho terribles avances, pero la “forma” del mundo era fundamentalmente la

que la fe le había dado. América, con todos sus puntos fuertes, simplemente no

tiene nada de esto.


La Iglesia en Europa utilizó el poder de las bellas artes como útiles de

evangelización, de devoción y de mística. La Iglesia predicaba a través de la

música, de la pintura, de la escultura, de las iglesias majestuosas, de los

presbiterios con sus elevados altares. Había tanta fe “codificada” en las obras de

arte que no hacían falta explicaciones verbosas y tediosas. Después del Concilio

Vaticano II la Iglesia fue barrida por una nueva ola de racionalismo, y se la despojó

de todos esos canales visuales y musicales a través de los cuales se transmitía la

fe, optándose por modos empobrecidos de hablar. El resultado fue un vacío de

belleza, una verdadera vaciedad, una especie de “ausencia real” en vez de

presencia real. Creo que la pérdida de fe en la Presencia Real de Cristo en la

Eucaristía se aceleró en parte por la pérdida de belleza en las iglesias y en la

liturgia. Ya no fue posible señalar este misterio y decir “¡He aquí el Cordero de

Dios! Inclinaos delante de El, delante del que es digno de todo lo que podamos

darle”.



En resumen: lo más necesario para catequizar a los creyentes y evangelizar

a los no creyentes es proclamar nuestro credo con la trompeta celestial de la

belleza, en medio de una liturgia densa y rica y llena de religión. El hecho de que

esta vía ya no sea casi nunca propuesta por el “Establishment” demuestra que

éste vive alejado de la realidad, que vive todavía de las ilusiones del racionalismo.


Regina: La filosofía moderna, comenzando con Kant, ha reducido la belleza a

elementos puramente subjetivos. ¿Puede Ud. decirnos algo de su filosofía

personal de la belleza en el arte?


Dr. K.: Sin embargo, incluso Kant trató de conservar algo de la objetividad de la

belleza, al conectarla con la aprehensión de la forma y con el “gusto” educado de

alguien que está familiarizado con un amplio espectro artístico. En otras palabras,

no fue democrático ni relativista en el tema de las bellas artes, sino que pensó que

algunos artistas y obras de arte eran realmente mejores que otras, como más

reveladoras de la forma. ¿Qué quiero decir con esto? Lo siguiente: un pintor de

paisajes o de caballos hará una obra mejor al expresar qué es el paisaje o el

caballo que lo que hará otro pintor. La explicación de Kant es inadecuada, pero al

menos rescata la insistencia de Santo Tomas de Aquino en las tres propiedades

de la belleza: claridad, integridad y proporción o armonía. Yo no tengo una

“filosofía personal” pero he aquí un breve compendio: la belleza es el primer

mensajero de Dios, y el último, y el más efectivo. Aprendemos que el mundo es

bueno y ordenado por la belleza de la naturaleza que experimentamos con

nuestros sentidos, y que sólo posteriormente podemos comprender con nuestro

intelecto. Y tal como llegamos a conocer que hay un Dios personal por su divino

arte, vemos la belleza interior de la persona humana principalmente por las

grandes obras de arte del hombre. Un pintor como Rembrandt nos ayuda a ver la

inmensa, casi dolorosa belleza del rostro de un hombre o una mujer viejos que,

quizá, pasaríamos rápidamente sin ver, o encontraríamos fea. Cristo mismo es “el

más bello de los hijos de los hombres”, como dice la Escritura, pero permitió que

se lo convirtiera en un “hombre de dolores”, desfigurado de modo increíble, para

decirnos así algo inolvidable de la invisible Belleza del amor, del sacrificio por

amor. La Iglesia, por tanto, no puede ni debe huír de su papel de presentar a este

Amante inmortal la humanidad, tanto con las bellezas que mueven nuestros

sentidos, como en el misterio más profundo que ningún sentido puede alcanzar.



Regina: La marea de la modernidad condujo a la desafortunada construcción de

muchas iglesias feas y distópicas. ¿Qué podemos aprender de los errores del

pasado?


Dr. K.: Todo en la antigua arquitectura eclesiástica, tanto en sus líneas generales

como en sus mínimos detalles, se inspiró en la sagrada liturgia. La liturgia dio

forma a esas iglesias, les dio un punto focal al colocar enfáticamente el altar

mayor en el centro del extremo oriental, con gradas para acceder a él, el lugar

más sagrado, en que se renueva el sacrificio del Calvario, donde Dios es adorado

del único y perfecto modo, una adoración inequívocamente vertical, dirigida al

Omnipotente Padre por el Unigénito y siempre Amable Hijo en el poder del Espíritu

Santo dador de vida. Los antiguos ritos de la Iglesia latina hacen inteligible la

arquitectura eclesiástica, sea románica, gótica, renacentista o barroca. Estos

estilos simplemente no se pueden entender sin la antigua liturgia que los inspiró.

La fase cancerígena del Movimiento Litúrgico (ca. 1950 a 1965) y, mucho

más, la reforma hecha por el Consilium y su puesta por obra a finales de los años

1960 y 1970, fomentaron el extendido hábito de evitar, de modo patológico,

cualquier expresión del misterio y de la majestad de la Misa, y especialmente de

su esencia como oblación sacerdotal ofrecida al Padre, que está en la cumbre del

“monte” del presbiterio, en pro del pueblo, reunido en la base del monte. Toda la

arquitectura construída exprofeso para el hombre moderno y su neoliturgia, es no-

católica, sin foco, sin verticalidad.

Lo que aprendemos de esto es, sencillamente, lo siguiente: la vía moderna

es una calle sin salida. La vía tradicional se abre a la eternidad, a la comunión de

los santos en la gloria de Cristo Rey. No sorprende que la mayoría de las nuevas

iglesias construídas recientemente sigan los estilos tradicionales. Ello es lo único

que tiene sentido para aquéllos que creen realmente en el Señor y sienten la

conexión con Su Iglesia a través del tiempo y en el cielo.



Regina: ¡Sí! Efectivamente, estamos presenciando un verdadero renacimiento del

arte católica hoy día. ¿Podría decirnos algo de su opinión personal sobre estos

tres estilos claves: románico, gótico y barroco?


Dr. K.: Gran tema. Pero desde ya le puedo decir que Ud. ha estado leyendo a

Ratzinger, porque él plantea en “El espíritu de la liturgia” que los estilos que Ud.

menciona son compatibles con el objetivo iconográfico del arte sagrado, mientras

que el humanismo y el naturalismo renacentistas chocan con él, o al menos están

en tensión con él. Este es un punto al que mi amiga Hilary White ha dedicado

mucho tiempo en su substack “The Sacred Images Project”. Brevemente: el

románico está todavía íntimamente relacionado con la concepción iconográfica

medieval, compartida con el mundo bizantino, y el gótico es un desarrollo natural

del románico, también fiel a los mismos principios.

El barroco, en contraste, es algo totalmente diferente: deriva de la

desviación del Renacimiento y está fundamentalmente marcado por su

humanismo. Sin embargo, el barroco recupera el sentido del trascendente misterio

de Dios y del mundo, simultáneamente semisombrío y luminiscente, del hombre,

parpadeante imagen de Dios; glorifica la creación en nombre de la Encarnación,

rechaza el pesimismo del calvinismo y nos recuerda que el mundo material

proviene del buen Dios, que lo usa para santificarnos. El arte barroca, en su mejor

momento, puede servir a los sacramentos y a los íconos, y desde este punto de

vista fue capaz de reafirmar el dogma y la espiritualidad católicos frente a las

aberraciones protestantes.



Regina: Las bellas iglesias y liturgias y artes católicas pueden orientar e influír en

aquéllos que no son católicos o son católicos alejados, posiblemente para

convertirlos. ¿Cómo cree Ud. que el arte sagrada interviene en el proceso de

conversión -o de reversión-?


Dr.K.: Ah, esto es algo que queda clarísimo con innumerables anécdotas. David

Clayton, que se ha convertido en un importante expositor del arte sagrada católica,

hace derivar su conversión de su primera experiencia de una Misa solemne en el

Oratorio de Londres, en que la masividad de la arquitectura, la gloria de la

polifonía cantada por el coro, el esplendor de las ceremonias litúrgicas, la devota

actitud de los fieles, todo eso conspiró para acorralar su alma con el mensaje “Hay

más, hay infinitamente más que lo que has recibido en tu vida. Abrete a ello. Hazte

más grande haciéndote más pequeño”.

He conocido tanta gente, a lo largo de los años, que fue atraída al

catolicismo por haber asistido a una Misa solemne, haber oído el canto

gregoriano, o sea, las mismas cosas que experimentó Clayton aquel día. ¿Puede

esto sorprendernos? Ciertamente la Divina Providencia no fue ajena al lento

desarrollo de la belleza de la liturgia. El Señor la dotó de un poder magnético para

atraer las almas, para elevar y consolar las almas de los que ya creen, y para

despertar y convencer a las que no creen todavía.


Regina: Un gran problema religioso del mundo cristiano moderno es, en esencia,

la plaga de la indiferencia. Díganos cómo cree Ud. que se puede usar la belleza

en las artes litúrgicas para ayudarlas a detener la marea.


Dr. K.: La plaga proviene, en realidad, del nihilismo, de la atmósfera, en los

tiempos modernos, de que nada verdaderamente es serio, nada es último y no

negociable. Esta atmósfera infecta incluso a la Iglesia, aunque ella la rechaza

oficialmente en sus documentos. Me parece que los gastos exorbitantes en

belleza que vemos a lo largo de la historia, los enormes esfuerzos por hacer de las

iglesias y su liturgia tan magníficas como fuera posible, son un guante arrojado al

nihilismo.

Cuando invertimos tiempo, esfuerzo, dinero, arte, en cultivar lo que es bello,

lo que hacemos, en el fondo, es decir: “A nosotros no nos engaña la mentira de

que todo es lo mismo, o que nada tiene sentido” (cosas equivalentes). Vamos a

dar lo mejor a Dios, y al hacerlo estaremos haciendo también lo mejor por

nosotros mismos, hechos a su Imagen. El merece belleza, nosotros tenemos

hambre de belleza y nos alimentamos de ella”. La belleza litúrgica por sí misma

refuta las tendencias, propias de la modernidad, a auto buscarse y a auto

destruirse, y creo, personalmente, que se la experimenta como un bálsamo por

aquéllos que han sido bendecidos con poder recibirla.



Regina: Ud. ha escrito una increíble cantidad de libros. ¿Podría recomendar uno o

dos que toquen el tema de la belleza como un trascendental?


Dr. K.: No sé si es increíble la cantidad, pero con la ayuda de Dios, trato de hacer

lo que puedo… De todos mis libros, los que hablan más de lo bello son Noble

Beauty, Transcendent Holiness (Angelico Press, 2017) y Buena música, música

sagrada y silencio (TAN Books, 2023).


Regina: Ud. ha viajado mucho por el mundo. ¿Nos podría dar algunas impresiones

o mencionar puntos de interés sobre lo que Ud. espera encontrar en su próximo

viaje Regina a Sicilia?


Dr. K.: La peregrinación a Sicilia es algo con lo que he soñado desde hace

décadas, desde que me enteré de que John Henry Newman casi murió en Sicilia

de una fiebre, y de que, cuando se recuperó, había cambiado la orientación de

toda su vida. Volvió a Inglaterra para comenzar lo que habría de llamarse luego “El

Movimiento Oxford”. Ahora bien, estoy seguro de que nadie se verá afectado por

una fiebre que ponga en peligro su vida, pero para mí la asociación con Newman,

uno de mis escritores favoritos de todas las épocas, le añade un toque novelesco

a la isla.

No he estado jamás en ella, pero todo lo que he leído sobre sus tesoros

culturales me fascina y conmueve. La inigualable confluencia de los estilos

bizantinos, normandos y árabes de Sicilia son un enorme imán. Cualquiera que se

detenga un momento a mirar el itinerario verá qué viaje por ininterrumpidas

maravillas va a ser éste. Tengo gran impaciencia por llegar allá, y experimentar

estas obras de arte trascendentales en este viaje junto con otros peregrinos.

Como seguramente Ud. ya sabe, he enseñado historia del arte, entre otros

temas, en el Wyoming Catholic College. Ello fue el punto de llegada de una pasión

por el arte de toda una vida -ya en la secundaria estudiaba historia del arte-. Mi

mujer es pintora e iconografista. Mi hijo es también artista. Mis hijos son músicos.

Vivimos y respiramos arte. Esto es parte de quién soy, y compartiré con todos los

que nos acompañen en el viaje el conocimiento que tengo del arte y la inspiración

que de ella recibo.




Regina: Los importantes escritos y pensamientos de Ud. siguen siendo un

precioso antídoto contra la fealdad en la liturgia y en el mundo. ¿Qué aspectos de

la belleza son los que Ud. más espera ver en su primer viaje a Sicilia?


Dr. K.: Primero que nada, la celebración de la fiesta de Santa Agata, patrona de la

isla, el 5 de febrero, que va a ser una explosión. Pero luego está Acireale, “la

ciudad de las cien iglesias”, Modica, Ragusa, Erice (el intrincado tallado del

cielorraso es una de las maravillas que quitan el aliento), Monreale (que algunos

han llamado “la más bella iglesia del mundo”), Cefalù, con sus maravillosos

mosaicos bizantinos, la catedral de Palermo dedicada a Nuestra Señora de la

Asunción, y la Capella Palatina. Y no he mencionado siquiera las criptas, bóvedas

castillos y torres, las ruinas etruscas, fenicias, griegas y romanas, las vistas desde

las colinas y el escenario del mar…

Lo mejor de todo, vamos a tener un maravilloso capellán que celebrará el

rito dominicano (muy cercano al rito romano) todos los días, y cantado, cada vez

que sea posible. Como se sabe, ya no es fácil encontrar una situación en que se

tenga una Misa tradicional durante doce días seguidos…



Regina: Gracias, Dr. Kwasniewski, por esta entrevista. Espero que ella inspire a

nuestros lectores a hacer esta peregrinación viajando por la maravillosa isla de

Sicilia, prestando especial atención al inconfundible “barroco siciliano”.


Dr. K.: Para ser franco, espero con impaciencia vivir cada uno de los días de esta

peregrinación, y de compartir la experiencia con todos los que se nos unan.

Visitaremos todos los lugares fotografiados más arriba, y otros más.

Para mayor información sobre el viaje, por favor toque aquí.

One Peter Five

Julio 16, 2024

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