viernes, 19 de octubre de 2018

A 104 años del fallecimiento de R.H. Benson, una entrevista a Beatrice Atherton

Estimados lectores: la página de Marchando Religión me ha hecho una entrevista sobre Monseñor Benson. Agradezco al comité editorial por permitirme reproducirla en Bensonians. Pueden ver al entrevista con  algunas imágenes más en Marchando Religión.



Beatrice Atherton pertenece al consejo de dirección de Marchando Religión, su famoso blog, Bensonians, es de las páginas más visitadas de la bloggesfera. Muchos de nosotros hemos conocido la obra única e inigualable de Monseñor Benson gracias a Beatrice.

Ella, se define a sí misma como: “esposa y madre de seis hijos, amante de la Santa Misa Tradicional”, con esta definición uno no necesita decir nada más de sí, está todo dicho, es una persona que ama la Tradición de la Iglesia y que se da a los demás buscando la salvación de las almas y lo hace tanto a través de sus escritos como de sus obras diarias.

Nuestra compañera ha tenido a bien compartir con todos los lectores, la imagen de un hombre cuya figura hoy vuelve a resurgir a la gloria que tiempo atrás se le negó, Monseñor Benson, un ejemplo de conversión, dejó el anglicanismo para venir a la única religión verdadera, el catolicismo, ¿Quieren adentrarse en su vida y en su obra? Les invitamos a ello


Pregunta: Querida Beatrice, lo primero agradecerte el que nos permitas con esta entrevista acercanos de tu mano a la personalidad de Monseñor Benson, del cual tú, eres una de las personas que mejor conoce su vida y su obra. Tu blog, Bensonians, se puede decir que es un arrebato de amor hacia su figura. Pero antes de entrar en la vida de Monseñor, permíteme que te pregunte, ¿Quién es Beatrice Atherton y cómo te iniciaste en el conocimiento de la vida de Monseñor Benson? ¿Qué te llevó a indagar en su vida?

Respuesta: Antes de entrar a responder lo que me preguntas quiero agradecer la oportunidad de formar parte del comité editor de Marchando Religión que, ya desde las primeras semanas, ha mostrado ser una excelente página católica, con buenos y novedosos artículos. Existen varias páginas en diferentes idiomas y más o menos siempre tratan de los mismos temas, de las noticias que nos llegan del Vaticano, entre otros temas, sin embargo, Marchando va más allá y junto con publicar artículos que van en la misma línea de estos sitios, se destaca por incluir además temas que han sido poco tratados o que tienen una mirada diferente.
Paso ahora a responder tus preguntas. Beatrice Atherton es mi alter ego, es un pseudómino que me ha llenado de satisfacciones y alegrías. Muchos creen que es mi verdadero nombre, pero no es así y la verdad es que me encanta usarlo.  He tomado este nombre precisamente de un personaje de las novelas históricas de Monseñor Benson “El triunfo del Rey”, y que forma parte de la trilogía de novelas de la época de la reforma en Inglaterra. Es una mujer muy valiente e inteligente, amiga nada menos que de Santo Tomás Moro a quien considera casi como una hija. Espero estar a la altura de este personaje en cuanto a sus virtudes.
¿Cómo conocí a Benson? Mi esposo me comentó un día que un sacerdote de la FSSPX le había recomendado leer “El Señor del Mundo” y me encargó le comprara el libro por internet. Esto fue el año 2009 más o menos, tal vez un poco antes. Cuando llegó el libro yo fui la primera en leerlo y me enamoré del estilo de Benson y sentí mucha curiosidad por este sacerdote que, en la contraportada del libro, salía rodeado de enormes rosales dándole de comer a un perrito que esperaba con ansias le diera lo que tenía en la mano. Es una bella fotografía de monseñor en su casa de Hare Street. Comencé a averiguar sobre su vida y su obra, y de ahí en adelante no he parado. Soy una enamorada de la obra y de la persona e Benson a quien siento muy cercano.

  Es así como se le conoce ahora a Benson, alguien te recomienda un libro y luego esa persona lo vuelve a recomendar. Me pareció entonces que el boca a boca no era suficiente y de ahí que decidiera a crear el blog. Confieso, empero, que no he leído todas sus obras. La mayoría está en inglés o simplemente no se encuentra en internet. De a poco me he ido haciendo de una pequeña biblioteca con sus escritos, ya que afortunadamente se están publicando bajo demanda en algunas editoriales que la imprimen a pedido. Gracias a eso he ido engrosando mi sección de la biblioteca dedicada a Benson. ¡Pero aún me faltan muchos!

(P) Beatrice, Benson fue una de las grandes presencias de la literatura inglesa, sin embargo, su figura se fue apagando, Joseph Pearce decía: Robert Hugh Benson fue aclamado en su tiempo como una de las principales figuras de la literatura inglesa. No obstante, hoy ha sido olvidado casi por completo fuera de los círculos católicos, e incluso es tristemente arrinconado entre ellos”, ¿estás de acuerdo con esta afirmación de Pearse y de ser así, por qué crees que sucedió esto?

 (R)Efectivamente es así, y coincido con Pearce, pero poco a poco la situación comienza a revertirse, aunque aún falta mucho para que se le conozca masivamente. Al menos llega a más público ahora, un público que está interesado en encontrar literatura espiritual católica, aunque sigue siendo un círculo bastante pequeño. Si uno retrocede un poco en el tiempo, algo así como unos quince años, a Benson no lo conocía casi nadie, salvo un puñado de intelectuales católicos amantes de la literatura de los conversos del siglo XIX y XX.  Esto es asombroso, pensando en que cuando Benson estaba vivo en sus años de apogeo entre 1904 y 1914, año en que falleció, era mundialmente conocido. Daba conferencias y retiros en Roma, en Nueva York, a lo largo y ancho del Reino Unido, en fin, era muy conocido además porque era nada menos que el hijo del arzobispo de Canterbury que se había convertido al catolicismo. Creo que su olvido puede explicarse por varios factores que sumaron en su contra. Falleció muy joven, tenía 43 años, y nadie se esperaba que muriera de un día para otro. Quizás si hubiera vivido más, hubiera escrito mucho más también extendiendo el alcance de su obra por más tiempo y a más personas. Sus amigos hicieron grandes esfuerzos para perpetuar su obra, pero una vez que ellos fallecieron, la llama se fue apagando.
Benson fue como una llama del catolicismo en la Inglaterra protestante que se negaba a perdonar que un hijo suyo se hubiera pasado al bando enemigo. No me caben dudas de que esto también influyó en que pasara al olvido. Nosotros católicos de nacimiento, que vivimos en países católicos – lo digo así en términos reales para que se entienda – no logramos dimensionar lo que significaba en esos tiempos ser católico en el Reino Unido y menos lo duro que fue para Hugh enfrentar el paso que dio al convertirse.

(P) “Señor del mundo” fue una de sus obras cumbre, sin embargo, en el momento de su fallecimiento pasó al ostracismo, ¿Crees que los acontecimientos del momento, como la primera guerra mundial, tuvieron que ver en este aspecto?

 (R) Por supuesto, tuvo la mala fortuna de fallecer a inicios de la Primera Guerra Mundial, en octubre de 1914, y el alma de los europeos estaba en ese momento presente en la Gran Guerra. La Primera Guerra produjo un enorme daño, una fractura en el ambiente intelectual donde Benson se movía. Recordemos que tanto la Universidad de Oxford como la de Cambridge, donde él estudió, perdieron a muchos jóvenes prominentes de la cultura e intelectualidad británica, y cuando la guerra terminó los que sobrevivieron tuvieron que enfrentarse al duelo y al dolor de la pérdida. Sanar ellos mismos y volver a empezar. Después de cuatro largos años de una absurda guerra, no hubo tiempo para recordar a este sacerdote que murió cuando ellos estaban en el frente.


(P) Benson falleció joven, ¿Cómo crees que hubiera sido su vida de Sacerdote si hubiera podido cumplir más años? ¿Crees que lo hubiéramos visto en su casa de Hare Street combatiendo los errores del modernismo, o dando retiros espirituales?

 (R) A mí me encanta hacer este juego de ucronía: que hubiera sido si…Monseñor Benson se había retirado de la vida parroquial y de la capellanía de las universidades porque estaba convencido de que serviría a Dios y a la Iglesia en el retiro de su casa en Hare Street. Él amaba la vida de oración y admiraba a los contemplativos. Sabía que podía hacer mucho bien por la salvación de las almas y por la Gloria de Dios dando retiros, haciendo apologética, haciendo – lo que algunos desde el Vaticano mismo niegan – proselitismo, porque como converso que era ardía dentro suyo este celo por transmitir y dar a conocer la Verdad. Entonces, teniendo presente lo que te acabo de decir, lo veo recorriendo Europa y América dando conferencia, escribiendo más novelas. Hubiera seguido respondiendo su voluminosa correspondencia y hubiera seguido dirigiendo espiritualmente a sus hijos e hijas conversos suyos. Le hubieran seguido llamando para que predicara sermones en las iglesias y capillas del Reino Unido, y desde luego, que hubiera combatido el modernismo que empezaba a colarse en la Iglesia. Monseñor era una persona muy organizada y tenía tiempo para dedicarlo al jardín, a sus manualidades con los gobelinos y el tallado de la madera, como para preparar conferencias y prédicas, escribir y dedicarse a la oración.  

(P) Beatrice, háblanos de esa novela inacabada que dejó Benson que no llegó a ver la luz.

 (R)En la biografía de Benson escrita por el padre C. C. Martindale aparecen dos novelas que no pudieron ver la luz. Benson las dejó esbozadas titulando los capítulos. Una trataría sobre la historia de un capellán militar en la Gran Guerra que en el frente cae prisionero de los alemanes y que logra escapar gracias a la ayuda de los católicos bávaros. Hubiera sido una entretenida novela llena de aventuras, y no me cabe la menor duda que, como siempre ocurre en sus novelas, llena además de enseñanzas para la vida católica. Benson recurre a sus novelas para transmitir la doctrina católica, como un método de apostolado. La otra novela que dejó inconcluso era la historia de la casa de Hare Street y en cómo la había transformado.

(P) De ser uno de los autores más cotizados de la primera mitad del siglo XX pasó a ser un olvidado, el Padre Castellani decía que había tenido serios problemas para encontrar sus obras: La búsqueda fue infructuosa; aparentemente, las obras del admirable novelista no se reimprimen más”. ¿A día de hoy, como es la situación de las obras de Monseñor Benson, están accesibles en el mercado, en las bibliotecas, hay un resurgir de su figura o sigue siendo una tarea ardua acceder a sus escritos?

 (R) Tal como te lo señalé anteriormente, afortunadamente ahora se están haciendo nuevas ediciones y buenas traducciones al español. Sergio Gomez Bolaño es un especialista de Benson en España y él ha traducido ya varias de sus novelas que se han vendido muy bien, entre las que se cuentan “El amanecer de todo”, “Historias sobrenaturales y La Luz Invisible”. También podemos encontrar en inglés casi todas sus obras gratis en varios sitios donde se pueden descargar, esto para aquellos que puedan leer en inglés. Por mi parte yo tengo ya traducida una novela suya muy hermosa llamada “Richard Raynal, ermitaño” y, espero, una vez que la haya traspasado la traducción de mi borrador al ordenador, buscar un editor para publicarla. Me queda bastante poco para terminar este trabajo, y si Dios quiere el año que viene me abocaré a traducir otra de sus novelas que se titula Iniciación, y hace referencia al sentido cristiano del dolor.

(P)Beatrice, ¿Cómo era la personalidad de Benson, cómo fue su infancia? Su hermano decía que podía acometer todo aquello que se proponía: música, pintura, dibujo, ¿era un alma especialmente dotada para la sensibilidad?

 (R)Robert Hugh Benson fue el menor de seis hermanos, todos ellos amantes de las letras y sus dos hermanos mayores se destacaron también como escritores, Arthur Christopher y Frederick. Lo que sabemos de su infancia es bien poco. Tenemos el testimonio de su hermano Arthur quien escribe una biografía de su hermano menor en donde nos entrega rasgos de su personalidad y de su carácter. Durante su infancia no se destaca mayormente, nadie podía imaginarse que en el futuro este niño lo veríamos desarrollarse tan distintos ámbitos, desde la literatura hasta el arte manual. Diría que fue como cualquier niño normal, algo más soñador, rápido e inventivo, bastante inventivo. Me recuerda a esos niños traviesos que viven haciendo inventos un tanto peligrosos. Su hermana Margareth en una carta que le envía a su hermano Arthur cuando Hugh tenía diez años dice lo siguiente: “Hugh tiene una locura espantosa por inventar instrumentos asesinos. Ha inventado una guillotina y dos pistolas. En la parte de atrás de una de estas ha escrito: muerte segura si se dispara.” No era un niño muy robusto y atlético, sino que más bien enfermizo y pequeño de altura, por esto su entretenimiento era soñar y llenarse de fantasías imaginativas. Todo esto ayudó a que desarrollara una sensibilidad especial para el arte y la literatura, y con arte me refiero a la pintura, a la música, etc. Benson tocaba muy bien el piano y acompañaba, cuando no era él quien oficiaba la Santa Misa en su casa, con el armonio la celebración de la Misa.
Creo que le faltó madurez en su infancia y adolescencia para haberse largado antes a manifestar sus dones. Todo su talento se desbordó tan solo quince años antes de morir.


(P) Háblanos de cómo fue la conversión de Monseñor Benson, ¿Cómo es posible que el hijo de un primado anglicano se convirtiera al Catolicismo?

 (R) La conversión de Benson al catolicismo no fue como aquellas fulminantes de un día para otro, sino que fue el resultado de un proceso meditado y de mucha oración. La Providencia de Dios siempre nos está llamando y hay algunas personas que son más proclives a escuchar su llamado y Benson fue una de estas personas. El proceso comienza a desencadenarse tras súbita muerte de su padre. A raíz de esta pérdida y debido al enorme exceso de trabajo que tenía – había sido ordenado sacerdote anglicano y trabajaba en una misión en el barrio londinense de Eton – emprende un viaje junto a su madre y a su hermana por Egipto y Tierra Santa. Ahí es donde tiene su primer encuentro con el catolicismo y se da cuenta que fuera de Inglaterra el anglicanismo no es nada. Fuera de Inglaterra parecía no existir. También influyó en que comenzara a pensar si Roma estaría en lo cierto por la conversión del padre Basil Maturin, que era un gran predicador. De regreso a Inglaterra y ahora haciendo un trabajo pastoral en Kent se acerca cada vez más a los ritos más tradicionales de la liturgia anglicana. La belleza de la liturgia tradicional también lo acerca a la Iglesia. Hay una frase de Benson que me identifica especialmente por el amor que le tengo a la liturgia tradicional, ya que la fe se manifiesta también a través de las formas externas. Dice así: “la fe debía ir unida a sus manifestaciones, y que sería un esfuerzo inútil predicar una religión desprovista de sus expresiones externas más elementales” La fe puede acrecentarse gracias a la belleza del culto, a sus formas externas.

Decide entrar entonces a una comunidad de vida contemplativa en Mirfield que auqnue eran anglicanos, llevaban una vida al estilo benedictino. Allí se siente atraído por el culto, que se hace de modo solemne. Poco a poco comienzan más y más dudas acerca de si está siendo fiel a Cristo siendo anglicano, ya que se da cuenta de que la “teoría” anglicana no resulta. Hay demasiadas contradicciones doctrinales y litúrgicas. Lo que afirmaba un grupo más liberal de la iglesia anglicana, el otro la negaba y viceversa. Él nombra, por ejemplo, el caso de la reconciliación, del sacramento de la confesión para nosotros. Unos afirmaban que era necesario para la salvación y otros no. Los liberales descuidaban la liturgia, y las comunidades más tradicionales trataban de hacerla de modo más solmene.  No se puede pertenecer a una iglesia donde conviven doctrinas tan diferente. Y Dios no puede contradecirse, de modo que, algo está mal.

No quiero alargarme en la historia de su conversión. Me resta decir nada más que buscó y buscó  de forma intensa, bajo una gran inquietud espiritual quien le diera respuestas en la iglesia anglicana, y no se las dieron. Las dudas y el combate interior se hizo cada vez más profundo. Un hombre como Benson que buscaba la Verdad y servir a Dios como buen cristiano, no podía seguir engañándose a sí mismo perteneciendo a una iglesia que permanentemente se contradecía en su doctrina.


(P) En su periodo en Londres, después de dejar Eton, algo se empieza a mover en su interior, él mismo recordaba distintos momentos en la catedral de San Pablo: Aquella música abrió en mí una brecha por la que empecé a vislumbrar el mundo del espíritu”, ¿Qué está sucediendo en la vida de Benson para sorprender a sus familiares y que se decida a tomar las órdenes anglicanas?

 (R) A mí me resulta muy significativo ver cómo la Providencia de Dios le fue guiando en búsqueda de la Verdad, y cómo a todos, en general, las decisiones que vamos tomando cada día, por muy pequeñas que sean, marcan para siempre nuestro futuro. Parece obvio, pero basta que en un momento determinado tomemos una pequeña decisión para que esa decisión marque para siempre el futuro. En Hugh Benson fue exactamente esto. Él estudió en Eton, y luego decide egresar para prepararse para el servicio civil en la India. Se prepara durante un año, pero no consigue entrar porque al parecer no se lo tomó muy en serio. Y mientras se prepara en Londres asiste a los servicios de la Catedral de San Pablo donde gracias a la música y a las ceremonias de la High Church comienza un acercamiento a una religión más personal.  Tal como te señalé arriba, en la belleza y solemnidad del culto descubre el mundo del espíritu y el sentido del culto.  Lo ayudó también en este descubrimiento un libro que marcó el inicio de su vida espiritual que fue John Inglesant, de Shorthouse. Desechado lo de la India, entra a estudiar a Cambrigde, en el Trinity College. Ahí ve interrumpido este proceso de acercamiento al culto y a la vida sobrenatural. Dice en las Confesiones de un Converso que fue la música, en especial la música de la liturgia del King´s College, lo que lo mantuvo unido a lo sobrenatural. Y nuevamente nos topamos con la importancia de las formas externas para acercarnos a lo sobrenatural. ¡La música! Vaya que sí tiene importancia. Benson por ese entonces vivía una religión bastante impersonal, una religión bastante plana, sin mayor entusiasmo, más bien estética y que no influía mayormente en sus actos. Recordemos que Hugh no mostraba mayor interés por nada en especial y sorprendentemente decide hacerse sacerdote, y ni él mismo – según confiesa – sabe bien por qué, quizás por el simple hecho de que la vida sacerdotal le parecía que no requería de un mayor esfuerzo. Benson es muy honesto al confesar esto.  Dice su hermano Arthur y lo repite su biógrafo Martindale que, aunque iba a los servicios religiosos en el King´s, él no tenía una vida religiosa real. Tenía más bien un amor medio emocional medio místico por la figura de Cristo.  Tal como lo señala en Las Confesiones, él solo esperaba ser un clérigo rural, con un hermoso jardín, un exquisito coro y una sobria vida de soltero. La verdad es que conociendo lo que él fue después como católico, un apasionado por Cristo, esto no deja de sorprender.

Hugh también reconoce que se planteó la posibilidad de este llamado al sacerdocio cuando una de sus hermanas fallece de difteria. En su lecho de muerte ella le envía un mensaje de esperanza y de amor a su hermanito menor lo cual le afectó profundamente y se replantea su vida, influyendo en su decisión.

Finalmente es ordenado por su propio padre 1895.

(P) A los 27 años ingresa en la vida contemplativa, ¿Qué crees que le empujó a una decisión que extrañó a propios y extraños?

 (R) Nuestro Señor continuaba poniéndole “trampas” para guiarlo hacia la única verdadera Iglesia por Él fundada. Después de su viaje a Egipto, fue destinado a Kemsing, donde por su delicado estado de salud, no le asignaron mucho trabajo.  Lo que lo empuja a la vida contemplativa, es la inquietud que siente su alma por llevar una vida demasiado feliz, demasiado feliz para ser la adecuada, lo que le producía una incomodidad.  Tras un año ahí, comenzaron de nuevo sus inquietudes. Inquietudes que provenían del aislamiento en que se encontraba el anglicanismo, por un lado, y por otro, la contundencia de los argumentos de la Iglesia Católica en comparación con los de la iglesia de Inglaterra.  Junto con esto había empezado a visitar a unas monjas anglicanas que realizaban sus ritos y sus prácticas casi idénticas a las católicas, sintiéndose muy atraído por el modo en que celebraran la liturgia. Por esta época descubre que el trabajo pastoral no le interesa, no se siente a gusto. Había empezado además a destacarse por ser un excelente predicador, así que decide ingresar a la Comunidad Anglicana de la Resurrección en Mirfield en 1898, donde se dedicaban a la oración, al estudio una mitad del año y la otra a las misiones y a la predicación.


(P) Beatrice, háblanos de una novela que Monseñor escribe en ese mismo período, “The Light Invisible” (La Luz Invisible), el Sacerdote protagonista, ¿Es católico o anglicano? ¿Tiene algo que ver esa novela con lo que él estaba viviendo?

 (R) Durante su permanencia en Mirfield escribe esta novela que contiene una serie de relatos contados por un joven quien es amigo de un anciano sacerdote que tiene el extraordinario don de vivir experiencias sobrenaturales, místicas, en concordancia con la atracción que había comenzado a tener Benson, en ese momento y también posteriormente, por el tema del misticismo.  Benson la escribió cuando le habían asaltado nuevas dudas sobre la iglesia anglicana. Al momento de escribir esta novela desarrollaba en él un intenso combate interior contra las dudas que lo atormentaban. Es por esto mismo que nunca sabremos si el sacerdote protagonista era católico o anglicano. Dice Benson que era tal el grado de desconfianza en la iglesia anglicana en ese momento que no pudo describir a su protagonista como anglicano. Con el paso de los años y una vez que se hubo convertido este libro le producirá un gran desagrado porque lo encuentra lleno de sentimentalismo y de experiencias místicas. A mí en lo personal, me gusta este libro y de hecho lo tengo traducido en mi blog, aunque me faltan un par de capítulos para terminarlo. No es un libro para tomárselo muy en serio desde el punto de vista dogmático, no va por ahí. Más bien hay que considerarlo como un libro de cuentos de experiencias sobrenaturales, de manifestaciones sobrenaturales casi anecdóticas.

 (P) En el año 1902 en el momento de dar sus votos perpetuos, se produce un hecho crucial, escribe una carta llena de sinceridad al Padre Tyrrell, ¿quién era este Sacerdote, que le exponía Benson en esa carta y que le contestó Tyrrel?

 (R) Hugh pasa por periodos en que las dudas vuelen a aparecer.  La iglesia anglicana no tiene criterios únicos ni claros en lo que compete a la salvación de las almas. Estamos en junio de 1902, sigue en Mirfield y su espíritu vuelve a ponerse inquieto. Necesita que lo guíen, que le den respuestas, porque a esta altura de su vida parece ser más católico que anglicano ya que ha llegado a creer cada uno de los dogmas católicos. Con el permiso de su superior le escribe a uno de los sacerdotes jesuitas más famosos de la época en esos años y él había leído la mayoría de sus libros. La carta está íntegra en la biografía del padre Martindale y es muy interesante leer cómo Benson le explica punto por punto el proceso que le ha llevado a tener “fuertes inclinaciones hacia Roma. En la carta le expone aquellos obstáculos que le impiden la sumisión a Roma y necesita que el padre Tyrrell se los aclare. Al final de esta le pide a Tyrrell que diga una misa por él.

Mala idea la de escribirle a uno de los principales exponentes del modernismo el siglo XX, si dudas con la mejor de las intenciones. Sin embargo, Monseñor se da cuenta de inmediato con la respuesta que le da Tyrrell que este sacerdote tenía algo sospechoso y que no podía representar la verdadera doctrina católica. Lo que más le llamó la atención a Benson fue que al final de la carta Tyrrell le pide sus oraciones y solicita, tal como Benson le había pedido a él, que lo encomiende en su misa. ¡Qué diga una “misa” anglicana por él! Quizás a la mayoría de los católicos de a pie que parecen haberse acostumbrado a este falso ecumenismo no le suene tan raro esto.  El común de los católicos al ver a pontífice actual arrodillado recibiendo una “bendición” de un pastor protestante no le produce mayor inquietud, no se escandaliza y hasta lo encuentra de lo más humilde de parte de la autoridad eclesiástica, pero para para un verdadero católico eso es impensado.  Benson desconfió de inmediato sobre la sana doctrina de Tyrell. Lo más grave fue que Tyrrell le dice que se quede donde está, que no se convierta. ¿Entonces en la Iglesia Católica también existe la unidad de doctrina que él busca? La excomunión de Tyrrell por parte de San Pio X  en 1908 le dio la razón a Benson acerca de las sospechas y las aprehensiones de este modernista. Dice Benson que quienes desvirtúan las enseñanzas de la Iglesia no pueden ser sus representantes.
                                                         
(P) Háblanos de sus Confesiones y de las cartas de ese período, ¿Qué estaba sucediendo en el interior de Benson? ¿La angustia que vivía y las dudas que se le presentaban tenían alguna relación también con su madre?

(R) La respuesta de Tyrrell no lo ayudó mucho como podrás imaginar. El “quédese donde está” estuvo lejos de ayudar a sosegar su espíritu. Decide permanecer en Mirfield y dado el estado de angustia y de ansiedad en el que se encontraba, se le ordena dedicarse a un arduo trabajo manual, el estudio, a la ferviente oración, y a predicar misiones. Es precisamente en la misión que predicó para el Viernes Santo que se dio cuenta que la situación ya no daba para más.

Me preguntas por las cartas de esta época, bueno, en ellas siempre ve nota su honestidad intelectual y su firme deseo de ser fiel a Dios. Una profunda intuición y el continuo llamado de Dios a su alma le hacen buscar un lugar firme donde asentar su morada. La oración se hace más intensa, hay otros – católicos – que están rezando fervientemente por su conversión. Le pide a Dios le ilumine…yo me coloco en su lugar y trato de imaginar por lo que estaba pasando vista además su posición como hijo del último arzobispo de Canterbury, todo el mundo que él conoce sus familiares, sus amigos, son anglicanos. No conoce a ningún católico, no tiene idea cómo desenvolverse en el mundo católico y está a punto de dar el gran salto.

Sin dudas que, iluminado por Dios, comprende que la Iglesia no ha sido fundada para los eruditos, ni que tampoco es un asunto intelectual. La Iglesia ha sido fundada para la salvación de las almas. Intensifica entonces la oración, refugiándose en Dios, reza jaculatorias, se hace violencia para no caer en el quietismo. Entonces caen en sus manos algunos libros que lo llevaron a definirse: El desarrollo de la doctrina cristiana, del Cardenal Newman, Doctrina y disrupción doctrinal de William Mallock y un libro de un pastor anglicano llamado Spencer Jones titulado Inglaterra y la Santa Sede.

La situación no da para más y pide permiso a su superior en Mirfield, obteniendo el permiso para pasar la Navidad con su madre. La señora Benson era una de las mujeres más inteligentes de la época y tenía una formación intelectual muy elevada, la cual fue capaz de transmitir a sus hijos. Tal como cuenta su hermano Arthur en el libro sobre Hugh, su madre nunca les exigió una obediencia ciega, sino crítica y razonable. Sus hijos tenían su entera confianza y fue una persona muy cercana a cada uno de ellos, pero en especial a su hijo menor.  Si en el mundo había alguien a quien él amara después de Dios era a su madre. A ella le consultaba todo. Me permito citar a Arthur, “El resultado de todo esto es que vino a consultarla sobre todo, sobre sus planes, sus planes, sus libros, sus creencias. Le leyó todos sus escritos en voz alta y le dio mucha importancia a su mente francamente crítica y su visión profundamente humana. En el momento en que él tendió a Roma, ella lo acompañaba a cada paso del camino, aunque nunca ocultaba sus propias diferencias de opinión y creencia. Fue debido a ella que él suspendió su decisión, leyó libros, consultó a amigos, le dio mucho peso a la antigua tradición”. Hugh por deferencia a su madre, aunque ya tenía decidido convertirse, se entrevista con prominentes personajes de la iglesia anglicana, pero esto, lejos de frenarlo en su decisión, hecho más leña al fuego y le sirvió más bien para combatir las sugerencias con las que instintivamente no estaba de acuerdo.

Debemos intentar ponernos en la situación de Benson. Me imagino que es similar a aquella que nos ocurre cuando tenemos que tomar una decisión muy importante. Nos damos vueltas y vueltas, la intranquilidad no nos deja, nuestra mente está todo el día rumiando las ideas que dan argumentos a favor y en contra de lo que queremos hacer. Así estaba Monseñor, pero una vez dado el paso, todo se calmó y el alma encontró la paz. Pero fue realmente angustiante, como una sensación de cautiverio, tal como lo describe en una carta.


(P) ¿Cómo fue el momento de su conversión y que frutos produjo en las almas de los que estaban próximos a él?

 (R) Pasó la Navidad con su madre y es por esta época que escribe el primer libro de la trilogía isabelina “¿Con qué autoridad?”, que le sirve como válvula de escape. Pasa horas y horas encerrado en su habitación llenando páginas y páginas con antecedentes históricos y cuadros de la época para escribir esta novela. Estudiado este periodo se da cuenta cómo habían sido perseguidos los sacerdotes católicos por el hecho de celebrar la Santa Misa, tal como él pensaba también la hacía. Dice Benson en Las Confesiones: “Suponía que nuestras mesas de madera para celebrar la Comunión eran altares, pero en la época de los Tudor las antiguas piedras de los altares fueron deliberadamente profanadas y ultrajadas por funcionarios de la Iglesia a la yo pertenecía oficialmente, y sustituías por mesas de madera. Cosas que en Mirfield me resultaban tan queridas – ornamentos, crucifijos, rosarios – fueron denunciados en tiempos de Isabel como “baratijas” y “amuletos”. Comencé a inquietarme y poco después dejé de celebrar el oficio de la Comunión”. Parecía que todo le llevaba a la Iglesia.

Pasa el tiempo y lleva julio de 1903 y recibe el ultimátum del Mirfield para que volviera o abandonara para siempre. Tengo que señalar que él ya se había puesto en contacto con algunos católicos para que lo ayudaran con sus dificultades. Entre estas personas se encontraba el padre David Richards, también converso, quien le presentó al padre Vicent McNabb y al padre Dom John Champman o.s.b.

Emprende un viaje en bicicleta, vestido de laico por un mes, por el sur de Inglaterra. Va a la cartuja de San Hugh recomendado por el padre Richards, luego continua su viaje a Chichester donde comulga en su catedral por última vez como anglicano. Pasa por fuera de Mirfield, como para despedirse de sus muros y con la autorización de su madre un día 7 de septiembre de 1903 Benson abandona su casa materna y emprende rumbo al priorato de Woodchester, donde es acogido por el padre Reginald Buckler o.p. A las seis y media de la tarde del viernes 11 de septiembre, el padre Buckler escucha su confesión, arrodillado en la capilla del priorato, hace los actos de fe, esperanza y caridad, un acto de contrición y recibe la absolución. Así fue recibido en la Iglesia.

Benson estaba plenamente consciente de los costos que humanamente iba a significar su conversión. Sabía que sería tratado como traidor, que perdería amistades, posición. De hecho, muchos anglicanos le escribieron regañándolo por haber traicionado la memoria de su padre. Pero otros también lo felicitaron y celebraron su valentía con amabilidad y sinceridad. Su conversión arrastró a otros muchos más que siguieron su ejemplo, muchos jóvenes fueron recibidos por él en la Iglesia. A propósito de esto cuenta Arthur que cuando Hugh llegó como capellán católico a Cambridge con el tiempo se convirtió en el mejor predicador de la universidad y una muchedumbre de jóvenes pregraduados iba a escucharle y se hacían católicos, encendiendo las alarmas en la comunidad anglicana. Tal fue el revuelto que se le pidió a Arthur que hablara con su hermano para que dejara Cambridge porque se estaba llevando el rebaño. La respuesta del hermano mayor fue que mejor ellos trajeran algún predicador anglicano persuasivo y elocuente mejor que Hugh. Fueron cientos los que se convirtieron en católicos por influencia indirecta o directa de Hugn Benson.


(P) Ya finalizando nuestra entrevista, me gustaría que nos contaras cómo fue Monseñor Benson, el Sacerdote Católico

 (R) Como católico fue que todo su talento se desarrolló, de hecho fue el comienzo de su etapa más prolífera no solo como escritor, sino también como predicador, director de almas. Tuvo la oportunidad de hacer apostolado tal como él lo deseaba, sin estar en una parroquia. Pudo hacer mucho más proselitismo y evangelización desde su casa en Hare Street, viajando por Europa y América. Su sueño era poder hacer de esta verdadera villa que había comprado una colonia católica, pero la muerte frustró sus planes.

Todo el trabajo apostólico que llevó a cabo, y que si uno lo analiza bien, era casi titánico, hubiera sido imposible sin la oración, si no hubiera le hubiera dedicado gran parte del día a la oración. ¿Cómo era posible que un día hiciera tantas cosas? Por la gracia de la oración que lo animaba y de entre todas las oraciones, la más sublime: la Santa Misa. Un amigo le preguntó en cierta ocasión qué era lo que más le gustaba hacer y el respondió: “Decir la Santa Misa, y después tal vez, escribir mis novelas”. La Santa Misa era para la él, la culminación de lo más sagrado y de lo más querido, como lo señala su hermano Arthur. Para las cosas de Dios, parece decirnos, no hay descanso. Y no descansó por el celo por la salvación de las almas y por amor a Dios hasta que el exceso de trabajo le arrebató la vida. Se entregó por entero a la causa de Cristo y de su Iglesia.

(P) La máxima de Monseñor Benson era celebrar la Santa Misa, para terminar, te pregunto, Beatrice, ¿Crees que hoy en día y con la situación actual de la Iglesia hubiera sido posible una conversión como la de él? ¿Crees que él viendo este caos se convertiría o seguiría siendo anglicano?
                        
 (R)Esa pregunta me la hago a diario. ¿Se hubiera convertido ahora Benson en base a los mismos argumentos que él se dio a sí para darse cuenta que la única Iglesia de Dios era la católica?  Vista la iglesia anglicana actualmente sin dudas que se convertiría. Creo que hasta el anglicano Benson era más católico que muchos católicos actuales. Pero bueno, es Cristo el que llama, el Espíritu Santo el que sopla e inspira, y estoy segura de que hubiera oído las inspiraciones de todas maneras a pesar de la Iglesia misma. Porque con todo, nosotros, los que seguimos la Tradición, seguimos creyendo lo mismo que siempre se ha creído y nada ni nadie, ningún concilio pastoral ni un papa innovador nos va a mover y arrebatar nuestra Fe. Si Benson hubiera vivido ahora, sería un cura Tradicional, sin dudar, amaba la Misa Tradicional (no conocía otra obviamente), las oraciones de siempre, la doctrina inmutable de la Iglesia. Quizás le hubiera costado más convertirse, pero lo hubiera hecho igual.











lunes, 8 de octubre de 2018

Monseñor R.H. Benson: Pequeño acercamiento a los fundamentos de su conversión



        En  Las Confesiones de un Converso, monseñor Benson señala varios de los fundamentos que lo condujeron a Roma. Estos mismos están desarrollados de un modo más sistemático en un folleto que se titula A City set on a Hill, (Una ciudad asentada sobre un monte), el cual se publicó al poco tiempo de su conversión. De este último escrito analizaremos su primer capítulo. He querido detenerme a considerar este texto no solamente por lo llamativo de su argumentación a favor del catolicismo, sino porque además nos permite reflexionar sobre los actuales momentos que vive la Iglesia. Momentos de incertidumbre, de demasiadas dudas y muy pocas respuestas, donde pareciera que la confusión hace tambalear la barca de Pedro. Sus razones, lejos de ser algo anacrónico y pasado de moda, pueden ser de gran ayuda para redescubrir, aunque nos parezca obvio, que nuestro Señor fundó una única Iglesia que tiene determinados elementos fundamentales que están construidos para salvar nuestras almas y a través de ella llevarlas al Cielo.

Con este panfleto Benson intenta mostrar, a quienes cuestionaban su conversión, las razones de la misma. Sabe que estas razones, que a él lo convencieron, puede que algunos las consideren válidas y legítimas en su búsqueda de la verdadera Iglesia, o puede que a otros no les convenzan para nada. Benson parece decirnos: “después de un largo estudio y meditación, después de rezar y suplicar por luces, estos son los motivos que me hicieron ver que la doctrina de la Iglesia funcionaba, y que Ella constituía el camino de Dios para la salvación, de los sabios y de los ignorantes, de los santos y de los pecadores”.

Presenta, al modo científico, una hipótesis y luego da tres grandes grupos de argumentos. La hipótesis es la siguiente: para salvar al mundo se necesita una sociedad, que es el Cuerpo Místico de Cristo, que por ser un organismo vivo debe estar sujeto a algunas leyes elementales. Estas leyes solamente la Iglesia Católica las tiene, y por tanto sola Ella puede salvar al mundo.

1.   Unidad y Subordinación: Para que esta Sociedad salve al mundo, debe ser reconocida por el mismo y ser evidente para él.

La Iglesia está compuesta por hombres de todo tipo, algunos más carnales, otros más espirituales.  La Iglesia tiene que ocuparse de salvar al que tiende a lo más carnal y santificar al que tiende a lo más espiritual. “Así como las almas son llevadas por los sentidos, deben ser también devueltas por los sentidos”.[1] Benson ha tratado extensamente en Las Paradojas del Catolicismo una larga enumeración de aparentes contradicciones en las que caería la Iglesia, y que sus enemigos siempre han usado, sin fundamentos, para reprochárselas. Una de estas contradicciones es que la Iglesia es divina y humana, tiene un lado terrenal tanto como divino para poder llevar a cabo su trabajo. De ahí el sistema sacramental que lleva a los hombres, mediante las formas sensibles, a la gracia sobrenatural. Dios al aproximarse a los hombres de esta manera, no se denigra, sino por el contrario, manifiesta el triunfo de su amor. La Iglesia es Divina porque mora en el Cielo, es sobrenatural y mira constantemente el rostro de Dios; pero es también humana y habita en medio de la humanidad.  La Iglesia, “Ocupa un lugar en el mundo con el objetivo expreso de congregar para sí misma y santificar por su gracia al mismo mundo que ha caído frente a Dios”[2] . Debe ser tan humana, como divina; tan externa, natural y visible como interna, sobrenatural e invisible.

Si la Iglesia quiere atraer al mundo, ella debe tener una unidad real, como la de una familia o la de una nación. Debe estar unida a una cabeza visible, a una doctrina, a unos objetivos claros, con un lenguaje, con costumbres universales, etc. La Iglesia debe poseer un magisterio que sea el que enseñe “una doctrina clara en relación con el tesoro que se le ha encomendado, y especialmente en aquellos aspectos de los que depende la salvación de sus hijos”.[3]   Contrario a lo que él observó en la Iglesia Anglicana, “En la Iglesia Católica no hay disparidad de criterios en materia de fe, algo que los anglicanos aceptan aparentemente como “su cruz”.[4]Se necesita una autoridad que sea intolerante a interpretaciones magisteriales que se excluyen mutuamente.  Un requerimiento para esta unidad es la subordinación u obediencia, de este modo los individuos que forman parte de esta Divina Sociedad están subordinados al bien común que en última instancia será también en beneficio del individuo mismo. La Iglesia no puede tener disparidad de criterios sobre los temas que pertenecen a la economía de la salvación. 

2- Inteligibilidad y autoridad: La Iglesia debe ser inteligible tanto para los simples como para los listos.

                       Para las personas comunes y corrientes el mejor método de orden social es aquel que se parece más a una monarquía o a una democracia con un presidente a la cabeza. Para que una sociedad funcione debe estar regida por un sistema piramidal de gobierno, lo que le otorga estabilidad, acceso y le confiere un sentido de finalidad. La Iglesia necesita (…) “de una autoridad viviente que interprete de un modo actual las palabras originales afirmadas por el Magisterio. Una Iglesia que apelara sólo a palabras antiguas no sería más que una sociedad anticuada.”[5] El sistema jerárquico que esta Divina Sociedad posee lo ha establecido nuestro Señor.  Él le da a los distintos grados de jerarquía, diferentes y variadas comisiones donde Él es el Rey Supremo y Soberano, y “repudió y prohibió a sus seguidores el espíritu tiránico”[6].

                       Nuestro Señor ha dejado representantes para cada una de Sus oficios: los sacerdotes en virtud de Su sacerdocio; a los predicadores, que representan su función profética. En razón de esta misma representación es que ha dejado a uno para que le represente en su reinado terrenal, alguien que ocupa Su sitio en el reino terrenal. Es en los Santos Evangelios donde Monseñor Benson encuentra la doctrina del primado de Pedro, en la cual Pedro es el Maestro y Señor de todos los cristianos. “En total encontré veintinueve pasajes de la Escritura – desde entonces he encontrado algunos más – en los que la primacía de Pedro está claramente implícita, y ninguno contrario o incompatible con esta misión”[7]

                 3.-  Desenvolvimiento y desarrollo del organismo: La Iglesia debe seguir un mismo desarrollo tal como los otros organismos vivos.

Todos los organismos están compuestos por unidades que forman parte de un todo que se desarrolla conforme a las circunstancias externas que lo afectan y lo asisten. La diferencia entre un organismo vivo y una organización radica en la asimilación. Benson lo explica del siguiente modo: un organismo vivo, como un ave, al tomar agua, la asimila y la hace parte suya. Toma lo que le sirve de ésta y desecha lo que no necesita. En cambio, una organización, como un montón de arena en una caja, al echarle agua ella escurre, no pasa a formar parte de ella. La absorbe, pero no la asimila. Una vez seca, la arena seguirá tal como antes, y el agua no la habrá hecho crecer ni habrá cambiado sur propiedades internas. La Iglesia como un organismo vivo debe tener la capacidad de asimilar, como principio de su desarrollo.

Ahora bien, la mera asimilación no es suficiente, porque si lo hace desproporcionadamente, tal como en cualquier organismo vivo, tarde o temprano se envenenaría. Por esto es que debe tener el poder de discernir entre el veneno y el alimento. “Puesto que hay falsedad en el mundo, será sólo una cuestión de tiempo cuanto absorbe y cuando finalmente morirá. Este discernimiento debe ser garantizado por Dios mismo”.[8] Si Cristo no hubiera prometido que las puertas del infierno no prevalecerían contra ella (Mateo 16, 18), la Iglesia moriría o de hambre, por temor a envenenarse, o sería envenenada por sus propios errores. “Entonces, si creemos que la Iglesia es inmortal, esto parecería implicar necesariamente que ella está garantizada a no tomar en su sistema cualquier cosa que sea mortal para su existencia. En otras palabras, ella debe ser infalible en materias de vida o muerte, es decir, en la fe y en la moral”.[9]

Cuando la Iglesia toma o asimila para sí en su sistema doctrinal alguna verdad que sea del mundo secular – como un método filosófico para expresar el dogma – debe saber descartar todo aquel contenido que la pueda envenenar. Para mantener sana de los errores y de las herejías, “debe tener el poder de rechazar de su sistema de teología todos aquellos elementos que, al ser absorbidos, lo vuelcan a la corrupción y la ponen en peligro en vez de alimentar su vida. En otras palabras, ella debe tener el poder de definición diciendo: “Esto es verdad, y yo lo incorporo. Esto no es verdad, lo desecho”.” [10]

                 ¿Cómo puede la Iglesia evitar la corrupción interna? Porque eventualmente algún individuo dentro suyo se infecta con la falsedad, corriéndose el riesgo de contagio hacia los otros miembros y en definitiva hacia todo el cuerpo. Para evitar el contagio, y si no ha podido este individuo ser purificado y regenerado, este miembro corrupto debe ser dejado fuera, lo cual se lleva a cabo a través de la excomunión. “Si la Iglesia no tuviera este poder en funcionamiento activo, significaría que ella ha comenzado a corromperse a sí misma”. [11] ¿Será que el progresivo abandono de esta sana medida nos ha llevado a la crisis de la que ahora somos testigos dentro de la Iglesia? Porque pareciera que ahora cualquiera puede decir lo que se le antoje con respecto a la doctrina innmutable, puede hacer el experimento litúrgico que se le venga en gana y nadie es sancionado, ni amonestado. 

                   La Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo tiene entonces estos cuatro elementos que son esenciales: la asimilación, el discernimiento, la definición y la excomunión. Toma del mundo aquellos elementos que la ayudan a desarrollarse. Descarta lo que no le sirve, define con la ayuda de estos elementos y aparta a aquellos miembros que la corrompen.

                   Para terminar estos fundamentos, recapitularemos haciendo un pequeño resumen de estos tres grandes grupos de argumentos en favor del catolicismo.  (…) “vi a la mística Esposa de Cristo crecer a lo largo de los siglos, desde la infancia a la adolescencia, crecer en estatura y sabiduría; no porque sumara conocimientos sino porque los desarrollaba; la vi fortalecer sus miembros, abrir sus manos; cambiar, ciertamente, su aspecto y su lenguaje, y comenzar a pronunciar palabras humanas para expresar cada vez con mayor claridad; la vi sacar de su tesoro cosas nuevas y antiguas que, por otra parte, eran suyas desde el principio; y habitaba por el Espíritu del Esposo e incluso sufriendo como Él.”[12]

Para convertir al mundo esta Sociedad, que es la Iglesia, debe poseer algunas características que lo atraigan. La más obvia es la unidad, que nuestro Señor estableció. Luego, debe tener una organización que sea natural para el mundo, una especie de monarquía. Y ya que es un organismo – aunque el más elevado de todos – sigue las mismas condiciones de otros organismos, y en particular, el crecimiento, que no es otra cosa que el despliegue de las capacidades interiores mediante la asimilación de sustancias externas. Para que este proceso de asimilación no termine en desaparición, debe ser salvaguardada por un criterio infalible contra el veneno letal, infalibilidad asegurada por Dios mismo; y también por el poder de la expulsión del sistema de ciertos elementos insalubres que han sido absorbidos.

A modo de reflexión personal quisiera para terminar observar que lamentablemente vivimos tiempos en que la Santa Iglesia no ha sido capaz de expulsar a tiempos aquellos elementos que están envenenándola desde dentro, creando una gran confusión y un gran padecimiento a una buena parte de sus miembros. Sin embargo, no debemos olvidar que nuestro Señor nos ha prometido que estará con nosotros hasta el fin de los tiempos. Desde la posición en que cada uno se encuentra, desde su propio estado de vida debemos seguir combatiendo el buen combate, siendo luz para el mundo “para que viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo, 5, 16), tal como lo hizo hace un siglo Robert Hugh Benson, sacerdote, predicador, escritor, director de almas, y apologeta.


Recuerde que puede encontrar este artículo y otros  muy interesantes en: http://marchandoreligion.es/
                                                                 






  
  



[1] ROBERT HUGH BENSON, A city set on a hill, edición electrónica del texto publicado por Catholic Thuth Society, 1905, pág. 20.
[2] ROBERT HUGH BENSON, Paradoxes of Catholicism, Project Gutenberg E-Book, www.gutenberg.net, 2005, pág. 19.
[3] ROBERT HUGH BENSON, Las confesiones de un converso, o.c. pág.74.
[4] Ibidem pág. 114.
[5] Ibidem pág. 76
[6] ROBERT HUGH BENSON, A city set on a hill, o.c. pág.29.
[7] ROBERT HUGH BENSON, Confesiones de un converso, o.c. pág 86.
[8] Ibidem, pág. 35.
[9] Ibidem pág. 35.
[10] Ibidem pág. 38.
[11] Ibidem pág. 39.
[12] ROBERT HUGH BENSON, Confesiones de un converso, pág. 86-87.