domingo, 20 de octubre de 2013

Mgn.Robert Hugh Benson, de R.P. Allan Ross, parte 3.


         "La casa de Hare Street es una antigua casa ubicada en un caminito que pasa detrás de la vía principal que atraviesa el villorrio.  El frontis es un agregado posterior, pero el edificio en sí mismo data de la época de los Tudor. Cuando Hugh Benson la compró, no había sido ocupada por un largo tiempo y la propiedad estaba prácticamente en estado salvaje. Cuando él murió, había sido transformada e impresa con su propia individualidad. Construyó su jardín destinado a satisfacer su imaginación, y uno de sus últimos actos en esta dirección fue plantar el jardín de rosas detrás de la casa. La idea era ponerla en ejecución a su regreso de la visita a Salford, que resultó ser la última.

          Encontró una instalación de una vieja cervecería y de una antigua panadería detrás de la casa, y la transformó en una capilla, que posteriormente derribó y la construyó a mucha menor escala, como una sacristía. El crucifijo fue construido a partir de una de las pesadas vigas de la cervecería. La figura en lo alto fue tallada por él mismo y un amigo a partir de uno de los tilos del jardín. Así también con los otros accesorios de la capillita, el dueño tuvo una directa ejecución en su confección; o ellos fueron el resultado  de sus propias sugerencias. Lo mismo con la casa: donde quiera que uno entre, encuentra reminiscencias de su dueño. Si uno entra a su encantador estudio, donde solía escribir,  en todos los muros, sobre los paneles de madera, lucen unos elaborados tapices que representan a varios personajes, incluido él mismo, en la búsqueda del Santo Grial. Las figuras que fueron recortadas por un artista amigo, fueron cosidas a fondo y todo el trabajo de tapices fue hecho por el dueño. Si se pasa del estudio a la biblioteca, se encontrará con los rastros similares de sus actividades  en la elección y en el arreglo de los libros que se ordenan en los muros. O si se suben las escaleras se encontrará en el dormitorio principal otra pieza de tapicería representando algo más macabro: “la muerte”. Una vez más el trabajo, la concepción y la ejecución es de Hugh Benson.

         Cada vez que uno pregunte por la historia de algún objeto que llame la atención, recibirá casi invariablemente la misma respuesta: que el mismo dueño de la casa lo hizo, o ayudó en su fabricación, o que tuvo una idea particular en conexión con eso. Seguramente nunca ha habido un lugar más marcado con la individualidad de un hombre, que Hare Street House: el terreno está estampado con la individualidad de Hugh Benson.

         Fue así como una aldea de Hertfordshire llegó a ser el hogar de este bendito hombre de Dios, y Hare Street House  a su vez llegó a ser un centro de influencia que se hizo sentir no sólo a través de lo largo y ancho de Inglaterra, sino incluso a partes lejanas. Fue a Roma en tres diferentes ocasiones a predicar una serie de sermones, y tres veces visitó América para dar conferencias y predicar, pero como es natural, sus trabajos más intensos fueron efectuados  en Inglaterra. Siempre estaba haciendo algo – predicando por aquí, o dando conferencias por allá, o dando un retiro en algún convento. Y a pesar de todo, encontraba tiempo para su retorno a Hare Street House para escribir libro tras libro, y para tratar con su enorme correspondencia. Es difícil concebir cómo un hombre puede realizar tanto trabajo, pero hubo una fuerza motriz en monseñor Hugh Benson que lo impulsaba, lo sostenía y lo capacitaba para trabajar incansablemente bajo una enorme presión. Alrededor de un año antes de su muerte escribió: “Estoy siendo obligado a actuar con más cuidado que antes (to draw in my horns, n. de tr.) en economizar tiempo, y precisamente justo ahora, ya que estoy al borde de mi capacidad”.

         Y fue así que trabajó – al borde de su capacidad – y mantuvo este tremendo ritmo hasta el final, cuando la sobresaturada máquina colapsó completamente, y Hugh Benson murió a una edad en que la mayoría de los hombres alcanza la madurez de sus fuerzas, desgastado por su incansable e indomable energía. Parece haber considerado que su mejor trabajo estaría realizado a la edad de cuarenta años, y que debía trabajar para ese entonces, como un corredor que sabe que tiene cierto camino por recorrer y que deberá esforzarse a sí mismo para llegar a tiempo y cortar la cinta con su pecho. Tuvo éxito en el cumplimiento de su objetivo, y al morir, a la edad de cuarenta y dos años, y usando la metáfora de un atleta, corrió hasta el final. “Todo lo que pueda hacer tu mano, ejecútalo con tus fuerzas” (Eccles. 9, 10), Este fue ciertamente el caso de Hugh Benson . Aquellos que lo conocimos tenemos la autoridad  para decir que todo lo que hizo, lo hizo con la energía concentrada en mostrar que tenía su corazón y su alma puesto ahí. Ya sea en un libro, en una carta, o en un juego, o en una conversación, él ponía toda su atención. Y nadie que lo haya escuchado alguna vez predicar, pudo dejar de sorprenderse por esta característica.

         La mano de la muerte lo hirió a mitad de su muy extenuante actividad, y murió así como vivió: con la mente lúcida hasta el final. Esta peculiaridad de su muerte, parece haber causado una gran impresión en su hermano, el que estuvo presente y ha dejado grabada sus impresiones en estas siguientes expresivas palabras: “Fue realmente maravilloso. Entonces me pareció en ese momento, extraño más que triste. Fue él mismo hasta el final, sin disminución de su vigor, sin complacencia, sin humillación, con toda su antigua cortesía,  consideración y recogimiento – esta es la única palabra que puedo usar. Reconozco que nosotros sólo éramos unos simples espectadores, y que él estaba al mando de la escena. Él le tenía odio a morir, y se marchó tal como siempre lo solía hacer: derecho desde la tarea cumplida hacia otra que lo esperaba. No fue como un fin. Fue como si hubiera doblado la esquina y se hubiera marchado fuera del alcance de la vista, pero aun incuestionablemente ahí. Me pareció como la muerte de un soldado o de un caballero, con el ánimo tranquilo, enfrentando espléndidamente hasta el último extremo con una magnífica determinación; a experimentar, con los ojos abiertos y vigilantes, el cruce oscuro.” (Hugh, Memoirs of a brother)

        Hugh Benson murió en la casa del Obispo de Salford el 19de Octubre de 1914, a la edad de cuarenta y dos años y once meses. Había llegado ahí el sábado 10 de Octubre para pronunciar un segundo curso de sermones, los cuales había predicado en la Catedral de Salford durante el mes de Octubre. El lunes 12 estaba tan enfermo que no pudo dejar Salford, y fueron cancelados todos los compromisos. Pocos días después le sobrevino una neumonía, y como su corazón no estaba lo suficientemente fuerte como para soportar la tensión, falleció a las primeras horas del siguiente lunes.

         Un papel con instrucciones fue encontrado indicando que deseaba ser sepultado en Hare Street House. En consecuencia, su cuerpo fue conducido hasta allí, y el viernes 23 de Octubre, después de un solemne Requiem en su capillita, fue enterrado para su eterno descanso en su propia huerta, cerca del Calvario que él mismo había levantado. Parece haber sido completamente apropiado que aquel que había sido el alma viva de Hare Street House fuera enterrado en el mismo lugar que había amado tanto, y sobre aquello que había construido para estampar tan maravillosamente la impronta de su propia notable personalidad."       (continuará)

 

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