lunes, 24 de julio de 2017

La Eternidad, en El Gran Divorcio de C.S. Lewis


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  "Hijo mío - me dijo -, en tu estado actual no puedes comprender la eternidad. Cuando Anodos miró por la puerta de lo sin tiempo no obtuvo mensaje alguno. Pero puedes obtener una similitud si dices que tanto el bien como el mal, cuando han crecido, son retrospectivos. No sólo este valle sino toda la vida en la tierra será infierno para quienes se condenan. Eso es lo que no entienden los mortales. Hablan de un dolor temporal que "ninguna bendición futura podría equilibrarlo" sin saber que el cielo, una vez que se lo ha obtenido, trabaja hacia atrás y convierte en gloria cada sufrimiento. Y dicen de un placer pecaminoso: "déjenme gozar de esto y me haré cargo de las consecuencias". No se imaginan cómo se esparcirá la condenación por su pasado y cómo les contaminará el placer del pecado. Ambos procesos empiezan antes de la muerte. El pasado del hombre bueno empieza a cambiar y sus pecados perdonados y sus penas recordadas adquieren cualidad de cielo. El pasado del hombre malo se configura según su maldad y sólo se llena de melancolía. Por esto, al fin de los tiempos, cuando el sol se alce aquí, y allá el crepúsculo se vuelva negra oscuridad, los benditos dirán "siempre hemos vivido en el cielo" y los perdidos, "siempre estuvimos en el infierno". Y ambos dirán la verdad.

- ¿Y esto no es muy duro, señor?

- Eso es el sentido verdadero de lo que dirán. Las palabras reales de los perdidos, las palabras, serán distintas, sin duda. Uno dirá que siempre sirvió a su país bien o mal; otro, que sacrificó todo por el arte; algunos, que nunca se los llamó; otros, que gracias a Dios, siempre buscaron al número uno; casi todos, que por lo menos fueron leales consigo mismos.

- ¿Y los que se salven?

- Ah, los que se salvan..., lo que les sucede se puede comprender como lo opuesto a un espejismo. Lo que parecía, al acercarse, un valle de dolor, se convierte, cuando lo miran otra vez, en un pozo; allí donde la experiencia presente sólo distingue desiertos de sal, la memoria indica, con verdad, que los pozos estaban llenos de agua.

- ¿Entonces tiene razón la gente que afirma que cielo e infierno sólo son estados mentales?

- ¡Uh! - dijo, en tono severo -. No blasfemes. El infierno es un estado mental...Nunca has dicho nada más verdadero. Y todo estado mental, por sí mismo, todo encerramiento de la criatura en la cárcel de su propia mente es, en último término, infierno. Pero el cielo no es un estado mental. El cielo es la realidad misma. Todo lo plenamente real es cielo. Porque todo lo destructible será destruido y sólo quedará lo indestructible."

                                                                                    C.S. Lewis, El Gran Divorcio, un sueño.

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