Entierro de Mgr. Benson en Hare Street House, Buntingford |
En estos tiempos en que vemos a un clero totalmente cómodo, cobarde, y muy bien empotrado en sus puestos resulta la figura de Mgr. Benson un ejemplo de valentía. Creo que no le hemos tomado el peso al paso que dio con su conversión, porque estamos muy lejos tanto del tiempo como del espacio, pero si lo pensamos y meditamos bien, lo que hizo Robert Hugh Benson fue una hazaña: el hijo del Arzobispo de la cabeza de la iglesia de Inglaterra, aquel educado en Eton y Cambridge en un ambiente eminentemente anti católico se hizo católico. ¿Hemos dimensionado las consecuencias que tuvo para él su conversión? Fue contra todo lo que él mismo incluso más amaba después de Dios: su familia y sus amigos. Lo vieron como a un verdadero traidor, un paria, u verdadero apóstata de la iglesia nacional. Intentaron persuadirle, pero el amor a la Verdad fue el que finalmente triunfó.
Danos, Señor, más sacerdotes valientes como Monseñor Benson. Que no tengan miedo a denunciar y a combatir el error. Que no se dejen tentar por las comodidades que les da su posición y se queden callados para no perderlas. Que busquen, tal como lo hizo Mgr Benson, salvar almas para llevarlas al Cielo. Deles, Señor, el valor para estar dispuestos a perderlo todo por amor a Ti y a la Verdad.
Dele, Señor, a tu fiel sacerdote Robert Hugh Benson el descanso eterno.
Les dejo a continuación un artículo que traduje del Sacred Heart Review de Octubre de 1914, donde se hace una pequeña reseña sobre la vida y obra de Monseñor Benson.
Monsignor Benson
por Thomas J. Ackland
para The Sacred Heart Review, 31 de Octubre
1914
La
muerte del muy reverendísimo Monsignor Robert Hugh Benson en Salford ha
arrancado a una figura de quien, en las pasadas décadas, ha jugado un papel
prominente en la literatura y vida religiosa de Inglaterra. Las últimas
noticias de su fallecimiento han sido recibidas con profundo lamento, no sólo
por los miles de admiradores que atrajo por sus piezas maestras de prosa pura y
por sus sinceras, públicas y reflexivas declaraciones, sino también por
millones de compatriotas que vieron en él al espléndido prototipo de un scholar
inglés y a un patriota.
Aunque
la causa inmediata de su muerte no es conocida, sin embargo uno naturalmente
supone que en su rápido fallecimiento el exceso de trabajo y el cansancio
contribuyeron en no poca cosa.
Monsignor
Benson, el cuarto hijo varón de su Gracia el Reverendísimo Edward White Benson,
el último Arzobispo de Canterbury, nació en 1871 y en consecuencia estaba
recién en sus iniciales cuarenta años cuando fue arrebatado por la muerte. Fue
educado en Eton y en el Trinity College de Cambridge donde obtuvo un Maestría
en Artes (Master of Arts). Ingresó en las órdenes anglicanas y fue coadjuntor
en el Este de Londres y en Kemsing cerca de Sevenoaks. En 1898 renunció e
ingresó a la Comunidad Anglicana de la Resurrección.
La
primera vez en que Monsignor Benson se destacó fue en 1903 cuando renunció al anglicanismo y
abrazó el catolicismo. Fue recibido en la Iglesia Católica en el priorato de
Woodchester por el padre Reginald Buckler o.p. Su conversión causó gran
conmoción en toda la iglesia anglicana: que él, el hijo del Arzobispo Anglicano
de Canterbury y Primado de la Iglesia de Inglaterra, se hubiera unido a la
Iglesia que su ilustre padre había llamado a la ligera “la misión italiana”
frente a entusiasmados círculos anglicanos. El cambio de credo de Monsignor
Benson ha sido casi único, pues solamente un hijo de un obispo anglicano se ha
hecho católico y este es el caso de Tobie Matthew, hijo del Arzobispo de York,
quien en 1606 se sometió a la obediencia de Roma. (nota de la traducción: posteriormente lo haría otro hijo de un obispo anglicano: Monseñor Ronald Knox, hijo del obispo de Manchester))
Después
de su conversión Monsignor Benson fue enviado a Roma para alistarse para el
sacerdocio. Luego de un año de estudios y preparación fue ordenado. Los
estudiantes que asistieron a las clases de la Propaganda durante los años de
1903 a 1904 lo recuerdan muy claramente. De una modestia y reservada
disposición era, no obstante, y amable y cordial. En clases estaba
profundamente atento. No podía dejar de impresionar a cada uno por su humildad
y seriedad. Su piedad era simple y desafectada, y en todas las grandes
ceremonias, por las que Roma es famosa, uno lo veía siguiendo los sagrados
ritos con atención y gran devoción. Ya en aquel entonces él era una figura
prominente entre los estudiantes romanos.
Luego
de su ordenación Monsignor Benson regresó a Inglaterra y volcó toda su energía,
tiempo y talento a servir a la Iglesia. Como sacerdote de la arquidiócesis de
Westminster fue asignado como asistente en la iglesia de Cambridge. Casi
inmediatamente él comenzó a erguirse como un hombre de Iglesia de notable
energía y habilidad. Pronto tuvo una gran demanda como predicador, y aunque
sobrecargado por los compromisos nunca rechazó una invitación a predicar el
Evangelio. Como los Apóstoles, sentía que Dios lo llamaba a predicar el Evangelio,
este fue siempre su trabajo, a tiempo y a destiempo.
Su
fama se extendió rápidamente a través de Inglaterra y muy pronto se había propagado a todo el orbe angloparlante. Su
estilo era conciso, claro y directo, lleno de ardor y de fervor, de hecho poco
parecía que fuese un inglés al ser tan apasionado en sus entregas. Tenía un
extraordinario dominio del idioma inglés puro con el cual revestía maravillosas
ideas y sorprendentes pensamientos que envolvían y estremecían a su audiencia.
Los oyentes no podían dejar de maravillarse acerca de la manera en que él
construía sus discursos y los desarrollaba, llevando siempre a casa una lección
por el poder que tenía para contar las cosas.
En
su predicación fue muy evidente la amplia erudición que tenía Monsignor Benson.
No deja de sorprender por la variedad de materias que trató y el notable bagaje
y brillantes que le otorgó a cada una. Como pensador religioso su habilidad
para leer el signo de los tiempos fue poco menos que profética. En sus
conferencias esbozó casi con una visión de un clarividente el peligro que
acosaba los días presentes al credo religioso y con la habilidad de un
diagnosticador señalando los puntos débiles que necesitaban fortalecerse.
Monsignor
Benson visitó dos veces los Estados Unidos dando conferencias y sermones en
esta ciudad (Boston – n. de tr.), en Nueva York y en otra prominente
ciudad. Fue muy bien acogido aquí y en
Inglaterra su relato de la visita a este país por sus ilimitadas alabanzas y admiración por
nuestras instituciones, y especialmente por el crecimiento de la Iglesia
Católica. El último año que él vino dio un ciclo de sermones en la Catedral de
la Santa Cruz la cual abarrotó la capacidad de la congregación.
La pluma de Monsignor Benson no estaba ociosa
mientras estaba en su compromiso con el trabajo en el ministerio del Evangelio.
Él provenía de una familia que estaba particularmente favorecida con las musas
literarias. Tal como sus hermanos A.C. Benson y E.F Benson, el autor de “Dodo”,
él fue dotado con un extraordinario sugestivo poder y una asombrosa fecundidad
de pensamiento. Con una admirable rapidez salían de su pluma novelas que eran
verdaderas piezas maestras del estilo inglés, además libros y panfletos de
tópicos religiosos. Él había sido por muchos años uno de los más prolíferos
escritores ingleses. Tantos y variados son sus trabajos que es imposible dar
aquí un resumen.
En
poco más de una década han aparecido los siguientes: Un libro del amor de Jesús, Cristo en la Iglesia, Una ciudad construida sobre un monte, Ecclesia:
la Iglesia de Cristo, Denominaciones no católicas, La religión del hombre
corriente, Misticismo, Santo Tomás de Canterbury, La amistad de Cristo, Con qué
autoridad, Los convencionalistas, El precio de la corona, El cobarde, Alba
Triunfante, La Historia de Richard Raynal, El triunfo del rey, La luz
invisible, El señor del mundo, El espejo de Shalott, Una obra misteriosa en
torno a la natividad de nuestro Señor, Los espiritistas, No otros dioses, Los
papeles de un paria, La tragedia de la reina, Los sentimentalistas, El
aventador, El alfabeto de los santos en rimas, Ven potro, ven soga, Confesiones
de un converso.
La
amplia gama de materias abarcadas en estos trabajos se constituye en una fuente
de creciente admiración al lector. Su última novela está recién salida de la
imprenta, se llama Bichos raros, es
una novela histórica abordada en la época de Carlos II, y ha sido comentada
exitosamente en los periódicos extranjeros, los cuales han sido unánimes en sus
elogios.
El
encanto y la fuerza son las características del trabajo de Monsignor Benson.
Sus personajes parecen estar realmente vivos, han sido creados tan reales a la
vida. Sus personajes históricos aparecen caminar entre nosotros y hablaban tal
como nos imaginamos que ellos lo hicieron cuando eran de carne y hueso. Tan
profunda es su base histórica y tan agudos son sus conocimientos de los
ingleses y de su mentalidad que sus héroes, heroínas y villanos pasan frente al
lector con una naturalidad que le atrapa.
El
lenguaje también está cerca de la perfección tal como un maestro del inglés, y
lo puede hacer a pesar de esto su trabajo no muestra signos de un lenguaje
trabajoso y exagerado. Es natural, claro y fluido, discurriendo con una
facilidad y rapidez que acarrea al lector ligera e imperceptiblemente. Incluso
un leve conocimiento del trabajo de Monsignor Benson revela el genio de un
pensador y maestro. Conoce de las mejores tradiciones de la lengua inglesa
y él las trenza en su trabajo.
Monsignor
Benson fue por sobre todo un sacerdote. Ese fue su llamado y esa fue la vida
que eligió, por tanto consideró sus
novelas no meramente como un producto de su imaginación o como una cosa con que
pasar un tiempo agradable y tal vez, algo rentable. Al escribir mantuvo en su
mente un propósito hasta el final: hacer a la Iglesia mejor conocida y llevar a
las almas a su rebaño. Sus novelas tuvieron en propósito de llevar una lección
y lo lograron. Mostraron que la actual Iglesia de Inglaterra no existía previa
a Enrique VIII y que la Iglesia que ve a Roma como su cabeza es la verdadera
Iglesia Apostólica que fue establecida en Inglaterra por San Agustín.
Ha
sido objeto de muchas especulaciones cómo Monsignor Benson fue capaz de hacer
tanto. En un muy breve periodo de tiempo, él había llevado a cabo más que lo
que muchos hombres producen en su vida. Fue un infatigable trabajador, y con
seguridad se puede decir que él no perdía el tiempo. Es casi una certeza que él
trabajaba bajo una gran tensión. Solamente en el último año se le obligó a
relajar sus arduos esfuerzos a cuenta de su enfermedad. Pero el genio debe
golpear mientras el metal está caliente y siguiendo su inspiración el hombre
físico sigue su camino.
Sin
embargo, de Monsignor Benson no se puede decir que haya sido un recluso. Él fue
muy aficionado a los deportes al aire libre y fue un entusiasta jinete. Pero el
cuerpo no puede mantenerse con la exigencia de un gran intelecto, se quiebra
bajo la tensión. En palabras del profeta, su vida de trabajo fue consumida en
un corto periodo de tiempo y se fue a enfrentar al Gran Lider por el cual él
trabajó tan abundante y devotamente.
Monsignor
Benson se ha ganado un lugar alto en la Iglesia de Inglaterra. Roma lo honró
confiriéndole la púrpura. Él se ubica al lado de lado de aquellos grandes
predicadores y escritores que viajaron por el camino por el que se retoma a
Roma: el inmortal Newman, el hábil Manning, el gentil Faber. Él ya tiene el
amor y el agradecido recuerdo de los católicos de habla inglesa en todo el
mundo. Su misión terminó y se ha ido a recibir la recompensa del mayordomo
fiel. Su nombre siempre vivirán en el corazón de sus correligionarios, a los
cuales él entregará una eterna bendición.