"Gozaos siempre en el Señor; otra vez os digo: gozaos"
Filipenses 4
Hoy, tercer domingo de Adviento, domingo de gaudete. Hasta el momento, hemos leído los esquemas de sermones para el Adviento que son: La muerte, el Infierno, El Juicio. Corresponde hoy las notas sobre el Cielo. Benson nos expone con su usual sentido común y su aterrizado conocimiento de la realidad y de la naturaleza humana, su visión sobre el Cielo. Visión que me hizo recordar inmediatamente a la de San Anselmo. Disculpándome una vez más sobre las falencias que puedan encontrar en esta traducción, les dejo a continuación este bello esquema de sermón.
Esquemas
de Sermones I
Los Sermones Anglicanos
I.- Adviento
IV.- El
Cielo
I- La
Comunidad.
El sueño del hogar. Estabas solo en el
mundo, o al menos, mirabas con nostalgia la infancia – soñando que estabas en
tu viejo hogar – con todos ahí – todo parece extrañamente familiar – la lámpara
en la mesa – no falta nadie – los queridos rostros – “¿Cómo es que todos ellos
están aquí? Yo pensaba que ellos estaban muertos” Y luego, despertaste con
lágrimas en los ojos – y por donde quiera que vayamos, vamos con alegría
durante todo ese día. Esta maravillosa alegría es una fugaz reflejo de una de
las alegrías del Cielo. La comunidad con las demás almas – aquellas que has
amado- aquellas que te hubiera encantado amar –si tú las hubieras conocido.
Abajo, Jerusalén – la madre de todos nosotros. Algunas veces la gente le teme
al Cielo – es extraño, una adoración inexplicable – Todo parece nuevo y poco familiar – “Deseo las viejas alegrías”.
Las viejas alegrías estarán ahí – El Cielo es un hogar – Ahí habrá realmente
jarras de la antigua vida. – Los malentendidos, gracias a Dios, los olvidamos.
En el Cielo la alegría es sin los malentendidos. (La navidad es un festival del
hogar). Es la alegría de mirar atrás después de un largo día de marcha.
II.- La
presencia de Dios.
Está más allá del pensamiento del hombre.
“Lo que ningún ojo jamás ha visto” ( 1 Corintios 2,9). La única cosa es la
develada Presencia de Dios. Nosotros solamente podemos vislumbrar la Presencia
de Dios hacia abajo, a través del pecado y del sufrimiento; se multiplican por
mil. En la tierra tenemos vagos destellos de felicidad: - en la salud perfecta
– en la conciencia limpia – en la enfermedad, cuando el velo parece más
delgado - momentos en los cuales el
mundo parece detenerse y estamos contentos.
Dos
asuntos:
(1) La
adoración.- Algunas veces captamos destellos de alegría durante el culto (a
pesar de nuestra frialdad) – una feligresía ferviente; un espíritu – un
espíritu sobre ellos – una gran presencia cerca – o una gran procesión de adoración
– una música exquisita, un ritual – o, simplemente en la comunión temprana –
sigue la Presencia de dulzura y adoración. Todo esto combinado con una gloriosa
unidad – la comunión de todos los santos – con un corazón dirigido al gran
Trono donde Él se sienta.
(2)
Amor.- En la tierra, nuevamente, el amor intenso de una criatura humana es lo
más dulce de todo – una alegría positiva al sufrir con entusiasmo por aquel
amor – Juntos se pliegan el Cielo y la tierra. Pero en el amor humano existe
una sombra – se deslizan las incomprensiones. El calor blanco enfría al rojo –
hasta la negrura nuevamente. Sin embargo, el amor de Jesús, ¡por el cual todo
fue hecho! La única cosa que han anhelado los santos, y constituye el hilo
conductor de toda su pasión. “¿Cuándo te habré de ver cómo eres?”. Nuestros
pecados, el amor por las otras cosas, las incapacidades, los atenúa. De vez en
cuando en nuestras comuniones un rayo real de Amor Divino brilla por un
momento.
Él es el Salvador. Las Llagas resplandecen
más brillantemente que las joyas- El corazón es más dulce que cualquier
trono celestial – más cerca suyo que los
ángeles, porque Él no es su Redentor.
III.
Todo es Eterno.
El melancólico en la tierra siempre piensa
que esta alegría no va a durar. Incluso en el fervor religioso escuchamos
susurros acerca fríos días que vendrán. La muerte separará el amor humano.
Existe
una certeza de continuación y de ganancia.
Conclusión: Terminar con el antiguo tópico:
“El tiempo es corto, la eternidad es larga”.
[Agregado
posteriormente]
(a) Nos
preguntamos cómo es el Cielo – la gente siempre tiene curiosidad. Vamos a tratar
de conjeturar, aun cuando ojo no vio. Vamos a conjeturar reverentemente a
partir de las necesidades de nuestra naturaleza. Dios, que nos otorga el deseo
de la santidad, nos concederá la santa satisfacción.
(b)
Pero en primer lugar nuestro reclamo contra el optimismo que destruye el alma.
La creencia externa que dice que seremos felices al morir – que puedo creer lo
que quiera, hacer lo que quiera y disfrutaré del Cielo – viven para sí mismos
aquí y para Dios en la otra vida
(i)
Algunos por ningún motivo alcanzarán el Cielo. Es sumamente improbable que
todos los que estamos aquí lo hagan – los mismos sagrados y tiernos labios que
dijeron: (cita texto), dijeron: “Echad fuera al siervo inútil, echadle a las
tinieblas”. (Mateo 25, 30). ¡Ah! No olviden la antigua tentación del Edén: “No,
no moriréis” (Génesis 3, 4). Miles de almas van diariamente a su condenación
eterna.
(ii) El
Cielo sería intolerable. Morimos con nuestros deseos pecaminosos – la atmósfera
del Cielo es intolerable – “es como un pez fuera del agua”, jadeando de
miseria. No. El sentido común señala que existe un estado intermedio donde
nosotros somos preparados. “Alabado sea Él…el espíritu impaciente”. Esta
preparación es ciertamente a través del sufrimiento. Aquí el sufrimiento es el
purificador de Dios.
Segundo,
protesto en contra de los que creen que ninguno va al Cielo después de la
muerte. Pero vamos a tornar al Cielo, y ver que es lo que Dios ha
preparado…amarlo.
I.- Un
lugar para la cálida comunión humana.
(a)
Cuántos hay que temen la frialdad del Cielo. La compañía del Cielo parece fría
– los santos de los vitrales. Consideremos a gente mayor, por ejemplo – o de
mediana edad – antes de tener una cálida charla junto al fuego – unas viejas
compañías familiares –risas – como todas las calles doradas, una acera
familiar. Deseamos la sensación de hogar – reposar tu cabeza contra la rodilla
de tu madre. (¡Oh, esto es el Cielo, no ángeles cantando!)
(b) (i)
El Cielo es el hogar – los días pasados no están perdidos – Todo lo que puro,
dulce y amable está guardado arriba. Las tiernas palabras: - El Padre – “muchas
mansiones” (Juan 24, 2) – Jerusalén – nuestra Madre- (Gálatas 4, 26). Nuestro Señor que vivió la
vida hogareña por treinta años, que amó a su Madre, que te ha dado estos
deseos, los va a satisfacer.
(ii) La
lozanía y al profundidad de las afecciones. Cada don de Dios expande nuestros
corazones. Una niña atiende a su muñeca y siente su corazón pleno con estas
mejillas de cera, por el pelo seco, por los ojos de cristal. Cuando ella toma
por primera vez a su recién nacido, ella comienza a reír por su antiguo amor
por las muñecas. Cuando una madre reconozca a su recién nacido en el Cielo,
ella se reirá por su antiguo amor – su corazón se ha expandido.
III.-
La Presencia de Dios.
Más alta todavía es la visión de Dios – la
suprema alegría, ¿Cómo describirlo? Probablemente podrán recordar momentos
exactos de perfecta alegría – la salud física – una gloriosa mañana de verano –
el atardecer sobre el mar – un repentino estallido de música – alguna otra
forma de sentir la belleza – estos sutiles momentos fueron vistazos del borde del manto de Dios. Cómo entonces
lucirá el rostro de Dios (Historia del monje y del ruiseñor) (Nota del editor:
El monje, absorto en éxtasis por el
canto de un ave divina, descubrió que había pasado la mitad de la vida,
desapercibidamente para él, entre su inicio y su final.)
(1)
Adoración a Dios – su Presencia levantará tu corazón a la adoración.
(a)
Pero esto es lo que yo no puedo hacer. Piensas que la adoración en el Cielo es
tal vez casi aburrida, como en un servicio eclesial en la tierra – salmos
largos – dormitivos – cansadores – algunos cantando desafinados – niños
inquietos.
(b)
Pero, ¿nunca han tenido una visión acerca de lo que es realmente la adoración?
Alguna vez cuando estuviste libre de preocupaciones – el aliento del Espíritu
Santo en la feligresía – cantando algún himno – y todo subió hacia Dios; o aún
mejor, en la Sagrada Eucaristía. Nunca podré olvidar algunos determinados
momentos en (la Catedral) San Pablo – la cúpula sobre la cabeza, el gran coro
enfrente – el silente, alto y tallado órgano – y entonces frente al retablo, un
crucifijo de blanco mármol. “Porque tanto amó Dios”. El altar – los cirios
ardiendo – el sacerdote brillando al sol – levantando al Cordero “Este es mi
cuerpo”, el gran sacrificio – el silencio de intensa adoración – Ángeles y
arcángeles pendientes de ver este gran misterio. No hay alegría en la tierra
como ésta – que cuando el velo se haya corrido, y el Cordero de Dios de pie,
las arpas por un momento silentes – y el gran Trono flameante con gloria – la
inconmensurable hueste de redimidos estando en adoración. La mayor necesidad de
la naturaleza humana es la adoración
(2) El
amor de Dios. La Presencia llamará a tu amor. Conocemos algo acerca de lo que
el amor humano puede hacer – como éste transfigura nuestras apagadas vidas -
como el atardecer hace a los mismos charcos convertirse en piscinas de oro
fundido. Aun cuando en el amor humano existen malentendidos – frialdad. ¡¡¡Pero
lo que será el amor de Jesús!!! ¡¡¡Todas las afecciones humanas con simplemente
sombras del Amor entre Jesús y sus santos!!! En todos los ojos del amor que han
mirado los tuyos, ha habido sólo una chispa del fuego del Sagrado Corazón que
se quebró por amor a ti sobre la Cruz. Echa un vistazo a este Amor, y llorarás
“Me habéis hecho para Vos mismo…”
Conclusión-
Todo esto es eterno. La más animada
alegría humana de comunidad, belleza, adoración, y amor, decae. El hogar ha de
ser dividido – el atardecer se oculta – la música cesa – el coro se retira – y
esto lo sabes todo el tiempo.
Pero la
adoración de la comunidad y el Amor del Cielo son eternos. Son trivialidades.
Sí – pero las trivialidades son el sol del conocimiento humano. Vamos a
terminar con: el tiempo es corto y la eternidad es larga. Si algún alma está
haciéndose el tonto con su vida – viviendo en pecado – meditando un pecado –
déjenme recordarles que: el tiempo es corto y la eternidad es larga.