sábado, 21 de septiembre de 2013

El martirio de las cosas

         Hace unas semanas atrás se llevó a cabo en Santiago una marcha para pedir por la legalización del aborto. Se escucharon los mismos gritos y proclamas que yo había visto y oído en internet, cuando los mismos de siempre hicieron de las suyas en Buenos Aires hace unos meses atrás. Palabras groseras y sacrílegas dichas por jóvenes mujeres que en sus rostros lucían un odio manifiesto por la Iglesia. ¡Qué vocabulario! - pensaba yo...¿qué clase de mujeres son éstas?
          Las hordas de orcos (as) y troll (as) llegaron a la catedral de Santiago dispuestos a causar el mayor daño posible al interior del templo. Era la fiesta además de Santiago Apóstol, y querían, desde luego, hacerse notar y escandalizar a los fieles que a esa hora asistían a la misa oficiada por el arzobispo. Tras el desalojo, se comprobó el daño causado: las paredes llenas de blasfemias que ni me atrevo a reproducir aquí, un confesionario roto, el lugar que ocupan los Héroes de la Concepción profanado, junto a un altar lateral. Gracias a Dios, posteriormente se realizó un misa de desagravio y el arzobispo se querelló contra los que habían profanado la catedral.
         A lo que voy con este relato es a ver el fenómeno de lo que significa para esta gente martirizar las cosas sagradas. Hay un ensañamiento con imágenes, paredes de templos, crucifijos, etc, etc,  pues éstos representan lo que tanto odian, y puesto que no pueden (por ahora) "castigar" físicamente a los fieles, lo hacen con las cosas sagradas. Y esto, ¡por Dios qué duele! Duele ver profanado el nombre de Dios y de la Santísima Virgen, de los santos. Duele ver cómo destruyen las hermosas imágenes hechas por algún artista que ha puesto todo su amor en hacer algo bello por amor a Dios.
        Ahora bien, uno podría hasta entender su ataque a las cosas sagradas, porque ciertamente odian la religión, y por tanto su representación material. Lo más terrible es cuando este martirio de las cosas sagradas viene desde dentro de la Iglesia. De los mismos católicos y especialmente de los clérigos y obispos. No estoy inventando nada: cuando fue la reforma del fatídico CV 2, muchos curas y obispos desmantelaron los altares, botaron imágenes y se deshicieron de los ajuares sacerdotales de la misa antigua...y lo siguen haciendo. Uno puede encontrar, en los que yo llamo  los anticuarios -mercenarios- litúrgicos,  absolutamente de todo lo necesario para "armar" una capilla: desde reclinatorios, aras bendecidos, misales, etc,  hasta confesionarios, sagrarios, cálices,  y altares, todos ellos dados de baja por los curas y por algunos conventos de monjas que no quieren saber nada que tenga olor a misa tradicional...como el Obispo de Roma, que si me conociera me catalogaría de ideóloga del ursus antiquor.  Habría que preguntarle qué es lo que  él entiende por "ideología". Yo, al menos, aplico este término generalmente en términos políticos, como la ideología marxista-totalitaria.  Creo que existe un prejuicio enorme en el que ahora gobierna la Iglesia, y sin más nos tira estas descalificaciones gratuitas como si fuésemos la peor escoria de la Iglesia.
        Volviendo al tema del martirio de las cosas, hace un tiempo mi marido conversaba con un amigo acerca de un curita viejito que decía la misa con tanta pulcritud. El amigo le dijo mi esposo: "estos mismos viejitos de ahora que ves tan inofensivos, son los mismos que corrieron a desmantelar sus parroquias, así que no te engañes." Los objetos litúrgicos no son de propiedad del cura de turno que administra la parroquia (salvo que sean suyas por regalo o compra personal), sino que pertenecen al patrimonio de toda la Iglesia, y por tanto nadie les ha dado autorización para andar vendiéndolas o regalándolas aunque sea para recaudar fondos para la parroquia. Se permutan objetos litúrgicos que son verdaderas obras de arte por otras que definitivamente son de mal gusto, feas, y casi blasfemas. El mal gusto ha llegado también a los objetos sagrados. Tampoco son propiedad del papa de turno, por tanto, no puede venir a decir que va a vender o regalar el patrimonio ornamental de la Iglesia para supuestamente, ayudar a acabar con el hambre en el mundo..espero en Dios que no lleguemos a eso.
         A lo largo de la historia se han sucedido una serie de lamentables acontecimientos en los cuales no sólo han sido martirizados los fieles, sino también las cosas sagradas, tal como ocurrió en la Reforma en Inglaterra,  en la Revolución Rusa, en la Guerra Civil Española y actualmente lo vemos en los templos católicos orientales en Egipto y en Siria.
        Tengo en mi biblioteca un libro que mi esposo compró hace unos años. "Historia de la persecución religiosa en España 1936 -1939" de Antonio Montero Moreno. En este libro hay todo un capítulo dedicado al martirio de las cosas. Es horrendo a lo que el odio a la fe puede llegar. Antes la persecución venía desde fuera, de los enemigos de la religión...lo que ahora estamos viviendo, es una persecución interna que cada día se hará más manifiesta hacia aquellos que nos oponemos no sólo a la profanación y abusos litúrgicos, sino que a los que queremos vivir según las enseñanzas milenarias de la Iglesia y del Evangelio de Cristo. Les dejo unos párrafos de este admirable librito, para que vean a lo que puede llegar la maldad del hombre y para no olvidar de nuestra memoria estos lamentables hechos, junto con aquellos hombres, mujeres y niños que con riesgo de morir, se la jugaron con todo para salvar las cosas sagradas del martirio y de la profanación. Que tengan un domingo santo en familia.

         "La destrucción de un objeto sacro puede o no tener carácter de profanación, según el móvil que le dé pie y el modo con que se realice. Hay que dar por descontado que todas las ruinas sacras de la guerra civil española están como empapadas de profanación. Es más, las profanaciones son mucho más abundantes que los destrozos; hasta el punto de que muchos inmuebles cuya estructura material apenas si sufrió desperfectos fueron tanto más ofendidos que otros aniquilados totalmente.
         Antes de relatar un fugaz anecdotario de profanaciones de edificios, de imágenes, de vestiduras o vasos sagrados, parece de justicia otorgar el primer puesto a los sacrilegios cometidos directamente con el Dios viviente de nuestros templos, oculto en el sacramento eucarístico. Las profanaciones directas se la Sagrada Eucaristía se repitieron, desgraciadamente, con relativa profusión, pese al empeño ejemplar que por evitarlas demostraron muchos pastores de almas e incluso los simples fieles. Tales manifestaciones diabólicas fueron tristemente heterogéneas. Escojamos algunas.      
   En el pueblo abulense de Herradón de Pinares, cuando los milicianos allanaron el templo parroquial, hay testigos que recuerdan cómo uno de ellos se encaró con el sagrario en estos términos:
- Ríndete a los rojos. Hace tiempo que tenía ganas de vengarme de ti.
        Diciendo y haciendo, disparó contra el Santísimo Sacramento y según corroboran los mismos declarantes, sintió un fuerte mareo, que le obligó a echarse al suelo.
- ¿Qué te pasa?
- Nada, que me acuerdo de mi madre.
         He aquí lo ocurrido en Santa Cruz del Valle, pueblo de 1.100 habitantes, de doble población aproximadamente que Herradón de Pinares: "El 13 de los corrientes fui a Santa Cruz del Valle a reconciliar la iglesia y reponer el santo crucifijo, encontrándome la iglesia sin una imagen, ni el santo copón que contenía las sagradas formas. Los altares, gracias a Dios, han sido respetados, y lo mismo las ropas y algunos objetos de plata o metal. El Santísimo, me aseguran, lo comieron sacrílegamente."
        Consta, en efecto, que un individuo del pueblo se comió cínicamente, ante la presencia de otros, todo el contenido del sagrado copón.
         Esta otra anécdota es de Jumilla, en la diócesis de Murcia. Un copón de hostias consagradas, sacado de la iglesia del Salvador, fue arrojado a la calle, en donde las partículas consagradas permanecieron por algún tiempo, sin que nadie se atreviese a recogerlas porque los milicianos lo impedían. Después uno de ellos tomó el copón y fue pregonándolo por las calles como si se tratase de una mercancía.
      Aún más desalmado fue el gesto de los milicianos de El Esparragal, en la misma diócesis y provincia. Dentro del sagrario estaba el Santísimo Sacramento, y, al advertirlo los asaltantes, se repartieron las sagradas formas, comiéndolas con absoluta irreverencia." (...)
         Aunque, por lo general, el ataque y profanación consciente del Santísimo Sacramento se dio más bien como excepción, no es excesivo calcular en varios centenares, y quizá en cerca de un millar, los sagrarios forzados sacrílegamente. (...)
         Es de advertir que no hubo sacramento o sacramental que no tuviera un sucedáneo grotesco en la horrenda liturgia de las profanaciones. Desde luego, la misa fue repetidamente parodiada en todas las secuencias burlescas ya referidas. El bautismo lo fue menos veces. Recordemos una. Ocurrió en la iglesia de Navarredondilla, provincia y diócesis de Ávila, que había sido convertida en matadero, donde tuvo lugar una farsa blasfema de bautizo. El miliciano que "oficiaba" había regalado poco antes, como muñeco, a una hijita suya una imagen del Niño Jesús. Vestido de sotana, requirió varias clases de licores y fue derramándolos sobre una criatura al son de chocarrerías e irreverencias.
         La confesión fue remedada, con parecidos escarnios, en Ramacastañas, anejo de Arenas de San Pedro, dentro de la misma provincia. La crónica diocesana, que recoge los datos allegados en marzo de 1937 por el sacerdote don José Serrano y la aportación presencial de doña Victoria Fernández, cierra así el balance de los excesos: "Se organizaron burlescas procesiones por las calles. Las presidía una miliciana vestida con ornamentos sacerdotales.
- ¿Quién se quiere confesar? Nosotros le confesamos.
       Y allí esperaban, metidos en el confesionario, la llegada de los penitentes. Los vasos sagrados, según nos han declarado, fueron también objeto de burlas soeces. Nos resistimos a describirlas. La cruz procesional, el crucifijo del altar, incensario, lámpara, cáliz y copón aparecieron aplastados por completo."
         Largatera y Navalcán fueron teatro de mofas semejantes en relación con el sacramento del matrimonio. Siempre revestidos con uno y otro atuendo de sacristía, concentraron en ambos lugares un buen número de esculturas de santos y con ellas procedieron a simular una boda bufa, orquestada por risotadas y palabrotas. En el primero de estos pueblos abulenses, donde también descuartizaron las imágenes para guisar con sus astillas y acribillaron a tiros un cuadro de Santo Domingo, fue paseada en andas por el recinto del templo parroquial una miliciana sin pudor. Los retablos sirvieron de leña en algunos hogares".
Antonio Montero Moreno
Historia de la persecución religiosa en España 1936-1939
B.A.C, 1998, 2da. Edición.

                                                                 

2 comentarios:

  1. Desgraciadamente la chispa no ha hecho más que empezar. Hoy me he levantado con la noticia de la profanación de una iglesia en Bs As. Debemos estar preparado para la persecución. Oremos.

    Un abrazo

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  2. Querido Bate:
    He visto la noticia de la que me da cuenta. Es muy doloroso ver este tipo de sacrilegios y profanaciones. Así como en los tiempos de Nuestro Señor abundaban los endemoniados, creo que como estamos en los tiempos finales, estas manifestaciones de odio contra la fe irán en aumento. Deberemos resistir desde nuestra trinchera.
    Un abrazo
    Beatrice

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