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sábado, 21 de diciembre de 2013

Esquemas de Sermones: Navidad


                                   Esquemas de Sermones I

                                   Los Sermones Anglicanos

                                         II.-NAVIDAD

                                             Sermón I

Lucas 2, 8: “Y he aquí que en el mismo lugar habían pastores”

I. (1) Exteriormente: Vamos a echar una mirada a los hechos externos - la niebla – La víspera de Navidad no es tan diferente de la nuestra – una gran reunión – todos subían para ser censados – los vehículos arribando de todas partes – los vecinos en las puertas guiándolos – Fulanito ha hecho una fortuna – o se ha arruinado –   los anfitriones van dando la bienvenida a la posada – los caballos relinchando – los perros ladrando. Entonces, un viejo  y su joven esposa – cansados: “Sí, todas las habitaciones están ocupadas”; no es el tipo de gente a la que se le da crédito – una habitación en el establo – vuelta a la entrada externa – la noche está cerrada – las ventanas están iluminadas – lágrimas y risas – En la cueva, nada extraordinario – una lámpara brillando en el grupo – una harapiento anciano, José – una joven niña – la naturaleza estaba como de costumbre – en el Calvario, un terremoto y oscuridad – en Belén, nada. La historia al día siguiente es la de un sueño que han tenido algunos pastores – el inteligente Saduceo dijo que hay tal cosa como ángeles – al día siguiente un niño pobre es registrado – “podrá ser de cuna real, pero es gente pobre”.
(2) Interiormente.- El lugar de la partida – la emoción que deben haber pasado – “Abraham se regocijó al ver mi día” (Juan 8, 56) – “En tu simiente…”(Génesis 22, 18) – David, quien había mirado hacia lo venidero por el Espíritu, “El Señor dijo a mi Señor” (Salmo 110, 1) (Mateo 22, 44) – “El rocío de tu nacimiento es el seno de la Aurora” (Salmo 110, 3) Isaías, quien ha clamado por el Espíritu: “He aquí que una virgen concebirá y dará a luz a un hijo (Isaías 7, 14) (Mateo 1, 20) – Entonces, ¡en el mundo de los ángeles! A quien habían adorado en la majestad de Dios – ha nacido a semejanza del hombre pecador. Cómo aquellos ojos claros deben haber mirado y maravillado. Los hijos de Dios, que clamaron con alegría a la estrella de la mañana  cuando la tierra fue hecha, nuevamente clamaron: “Gloria a Dios en las alturas”, cuando comenzó la redención del mundo. ¿Osamos ver más allá? El mismo Padre Eterno inclinándose para ver la maravilla. “Observó Dios todo lo que había hecho, y vio que todo era bueno” (Génesis 1, 31). Nuevamente Él miró – y la Redención ha comenzado y ha terminado con una exclamación. “Todo está terminado” (Juan 19, 30)
III. Esto se refleja en todo.- El contraste entre lo exterior y lo interior – el ojo de la carne y el ojo de la fe.
(i) El mundo. –Tan insignificante – un pequeño planeta – más pequeño que muchos, lleno de gente, creaturas que se arrastran para morir – con unas pocas perturbaciones que llamamos ahora guerra – unos pequeños inventos usando el poder de Dios, e.g, el vapor, la electricidad. Todo es insignificante. Pero internamente – es el centro del universo, porque Dios se encarnó ahí. No conocemos a las otras estrellas –pero sentimos que este evento es único – que Cristo ha nacido. Esta vida de hombre tan insignificante, sin embargo afecta a la eternidad – aquellos eventos son registrados y permanecen para siempre – “los cabellos de tu cabeza están  todos contados” (Mateo 10, 30)
(ii) La Iglesia.- Externamente una sociedad imperfecta – rasgada y reñida, dividida, desgarrada – incluso, una no bien administrada organización humana – llena de traiciones e infidelidades – las listas de bajas son terribles en el Cielo – secciones completas, cortadas – hombres que podían haber hecho mucho, están caídos. Sin embargo, internamente la Esposa de Cristo – Única a pesar de las divisiones; Santa, a pesar de los pecados de sus hijos; Católica, a pesar de sus enemigos; Apostólica, a pesar de las diecinueve centurias – hermosa a los ojos de Jesús. A pesar del demonio – inconquistable, a pesar de las puertas del infierno.
(iii)  La Adoración.- Unos pocos en un edificio – sentados – arrodillados – cantando – escuchando – una pérdida de tiempo, de dinero. Interiormente está plena de Divina Presencia – abierta hacia el Cielo –no, más aún, en el Cielo; “donde dos o tres” (Mateo 28, 20) – aquellas palabras murmuradas suben y se mezclan con el humo del incienso hacia la tierra de los ángeles – en el Altar Celestial del Sacerdote Celestial.
(iv) La Biblia.- Un libro – una selección de historias – poemas, cartas, leyes – internamente, la semilla de la Revelación de Dios.
(v) Los Sacramentos.- El Bautismo – internamente un alma nueva nacida para Dios; La Absolución – internamente, la Preciosa Sangre vertida desde la Cruz; El Sacramento del Altar – internamente, un acto que conmueve a Dios como ningún otro lo hace. Cada altar es el centro del mundo.
    Y así, sucesivamente por siempre. Conocemos estas cosas intelectualmente, pero no con nuestros corazones – e.g. Ella da a luz a su primer hijo, que es Dios Todopoderoso, y Él yace en un pesebre ¡Qué intolerable! ¡Cuán sorprendentemente diferente sería nuestra vida si realmente lo comprendiéramos!
III. La verdad interna de todas las cosas es que tenemos apuntar a – La Iglesia – La Biblia – La Adoración, y por sobre todo, a nosotros mismos.
      Nosotros despreciamos nuestras vidas – nuestras circunstancias – el desgaste de las pequeñas circunstancias – pero miren a Belén – y a los pastores. No tiene nada de romántico cuidar ovejas, si tenemos que hacerlo para nuestra subsistencia – sin embargo, fue en medio de esta faena que el mensaje divino vino a cambiar el mundo.
      Toma estas pequeñas obligaciones y hazlas  sacramento, conságrate para convertirlas en cosas santas. El pan y el vino no son nada hasta que son consagrados por el sacerdote; las circunstancias no son nada hasta consagrarlas por una voluntad convertida.
     Aprende de tu propia dignidad.- Algunas veces somos conscientes del valor del tiempo y de los días, porque nos encontramos a nosotros mismos tan inadecuados para cumplirlos. Aprende de tu propia dignidad – de una Palabra con el Hijo de Dios.
      Al nacer llegamos a ser individuos de naturaleza humana; por el bautismo y los sacramentos, individuos de naturaleza divina.
¡Qué Dios es este! Santificando al mundo Él mismo. Cristo habita contigo y está en ti.

 

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