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miércoles, 22 de enero de 2020

Del Aguila del zar a la bandera roja


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Hace una década atrás un buen amigo argentino me envió por pdf un libro que él hacía leer en forma obligada a sus hijos cuando eran adolescentes. El libro resultó del Del Águila del Zar a la Bandera Roja y fue escrito nada menos que por el Atamán General Krassnov, abuelo del general chileno que está pagando por ser nieto de quien es. Pude después comprar sus tres tomos y en ellos se cuenta el desarrollo de la revolución rusa a través de su personaje principal, un joven perteneciente al ejército del Zar. Tres tomos que van narrando todo el proceso revolucionario desde la génesis de la guerra hasta la ejecución del Zar y el triunfo de los soviets, esto es, de las asambleas...sí, las mismas que ahora sufrimos en Chile. Una de las ideas presentes en el libro, y que lleva a la ruina al protagonista es la omisión, la omisión de los buenos, la complacencia y la ceguera de los aristócratas que condujo al pueblo ruso a sufrir a estos revolucionarios.

Les recomiendo la lectura de este libro. Si pueden comprarlo les aseguro que vale la pena. Aquí lo pueden encontrar y los deriva a los otros tomos: https://www.iberlibro.com/buscar-libro/titulo/del-aguila-del-zar-a-la-bandera-roja-en-plena-anarquia/Y para muestra un botón, verán que las consignas que hoy escuchamos eran, son y serán siempre las mismas. Lean bien lo que sigue y verán que es exactamente lo que estamos viviendo en Chile y en América Latina, es cosa que cambien ustedes el nombre a los personajes que aparecen a continuación y se darán cuenta.

           "Lenín tenía piernas cortas y el cuerpo superior bastante largo, con pecho robusto saliente. Su corpulenta cabeza calva y semblante feo, se apoyaba sobre un cuello de cortas dimensiones. Su aspecto exterior no denotaba la sangre rusa, ningún rasgo napoleónico tenía. Sablin le pareció distinguir algunos rasgos de anormalidad en aquel semblante, cuando sonreía con cierto aire de idiotez.

          Ya estaba junto a la balaustrada, estiró los brazos y contempló, callado, durante largo rato, la inmensa muchedumbre a sus pies.

       - ¡El poder pertenece a los soviets! - comenzó su peroración. Hablaba con una dicción desagradable, empleando frases cortas, que repetía frecuentemente. Sablin adquirió la impresión de que este hombre de aspecto idiota hacía penetrar en los cráneos de sus oyentes sus sencillos argumentos de rapiña.

        - ¡Todo el poder pertenece a los soviets! - repitió -, pues representa verdaderamente al pueblo. El poder pertenece a los pobres descamisados, al proletariado. Los capitalistas han esclavizado al pueblo durante centenares de años, le han chupado su sangre. Ha llegado la era del derecho y de la igualdad. Lo que uno posee, no le pertenece, pues lo ha robado a los demás. ¡La propiedad es un robo! Sólo reinará la igualdad sobre la tierra, cuando nadie posea algo y todo sea propiedad de la comunidad. Por eso procede bien el que roba a otro, pues este ya lo había robado anteriormente. ¡Robad al ladrón! Así reinará orden en todo. ¡ Esta es la verdadera obra de la revolución!

         La muchedumbre escuchaba reteniendo la respiración. Un soldado situado junto a Sablin, que masticaba semillas de girasol, en su arrobamiento olvidada escupir las cortezas.

       - Ciertamente... - continuó Lenin -. Remordimientos...¿Habéis oído hablar de remordimientos, de la conciencia? Los popes os engañan, cuando os hablan de Dios. El gobierno que hasta ahora ha mantenido el pueblo en la esclavitud y los capitalistas que le explotaban, han imaginado la religión. La religión es el opio de la muchedumbre. Despertad y comprended que los templos dorados son edificios inútiles. ¡Abajo los popes! Os inducen a pensar en cosas sagradas, para que olvidéis las penas de la tierra y resistáis su yugo. ¿Por qué lucháis? ¿No sufre también el obrero alemán bajo la férula de los capitalistas, el aldeano alemán no gime bajo el látigo de los yunkers? ¡El Kaiser sediento de sangre también les arrastró a la guerra! Tirad los fusiles y estrechad la mano del pueblo alemán, no os avergoncéis vosotros, ni vuestros cabecillas. Ayudadles a derribar a Guillermo, como vosotros habéis derribado al sangriento Nicolás. Libertad, paz y trabajo os aseguran los soviets y el partido de los bolcheviques. Por eso nos llamamos bolcheviques, porque ofrecemos al pueblo más ventajas que los demás partidos.

        Sobre su semblante de idiota, a intervalos flotaba una sonrisa satánica.

        - ¡Este habla como el Anticristo, compañero! - dijo un viejo obrero-. ¡Tan groseramente de la religión!

        -¡Diablo de hombre! ¡Un espía alemán atreverse a esta manera!
        _¡Calla compañero! ¡Habla de la cuestión de las tierras!

        - La tierra nos pertenece. Tomadla y poseedla. Si alguien lo impidiera, luchad contra él. Vosotros, o sea el pueblo, tiene la libertad y el poder para ello. ¡Adoptad un gobierno que os ayude en esta empresa!

         - Esto no es más que una excitación al pillaje y al  pogrom - dijo sorprendido un señor vestido decentemente. Las rojas lamparillas del balcón brillaban a intervalos con mayor intensidad, arrojando reflejos sangrientos sobre el semblante y la calva de Lenin.

         -El pueblo lo posee todo para ser feliz. Debéis ver las cosas con toda sencillez. Os dicen: ¡la pena de muerte no es necesaria! En efecto, nosotros también somos contrarios a la misma, pero arrojaremos de nuestro camino a quien nos resista. La humanidad dará un gran paso adelante. De los estados independientes pasaremos a la vida internacional común de las multitudes obreras. El que no nos comprenda, no debe permanecer aquí, hay que expulsarle. También arrojaremos todos los generales que piensen en la prolongación de la guerra, todos los propietarios de tierras y latifundios, todos los explotadores de la industria. ¡Las tierras pertenecen al pueblo, las fábricas a los obreros, el capital al estado y el mundo a la humanidad doliente!

          Se apagaron la lamparillas. El balcón quedó sumido en la oscuridad.

         - ¡Compañero! - dijo una voz indignada -. ¡Compañero! No tiene sentido común. ¡Es un espía alemán! Es un traidor al imperio ruso. ¿No os parece?

         -¡Cierra la boca! ¡Calla! ¡Abajo!

         - Ves - decía Maznew a Sablin al regresar-. Esto se repite varias veces por día. Esta gente van desparramando y transmitiendo el incendio y otra muchedumbre oirá de nuevo las arengas del bribón, de cara idiota.

         - ¿Y el gobierno?

         - El gobierno al llegar estos agradables sujetos en un vagón blindado, los detuvo con la intención de procesarlos, pero fueron puestos en libertad por orden de Kerenski.

         - ¿Kerenski? ¿Con qué objeto?

         - Preparar un partido. En el fondo todos pertenecen a un mismo partido y el partido para ellos es superior a la patria".

                                        Del Águila del zar a la bandera roja, tomo III, La Revolución soviética
                                                                                                                            General P.N. Krassnov
 


4 comentarios:

  1. Querida amiga:

    Ya he visto los tres tomos "del águila del Zar a la bandera roja" escritos por el general Krashow.
    Veo que la editorial es española, pero no creo exista.
    Intentaré hacerme con ellos a través de una libreria a la que encargo los libros que me interesan.
    Soy una furibunda anticomunista y no puedo perderme la lectura de los libros que recomiendas.

    Siento que su nieto esté encarcelado todavía a estas alturas tan sólo por derrotar al maldito marxismo al que el general Augusto Pinochet puso fin.

    Cuando puedas escríbeme, hace tiempo que no se de ti.

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    1. Querida Maite: gracias por tus comentarios y saludos navideños. Te encantarán los libros. Verás que los discursos son los mismos y estos libros nos sirven para conocer mejor al perverso enemigo marxista. Un abrazo enorme

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  2. Rectifico lo que he escrito incorrectamente sin darme cuenta.
    El general se apellida Krasnov.

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  3. Si son anticomunistas les va a gustar el sitio la botella al mar punto com de Cosme Beccar Varela.

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