último, debe ser entendido en la amplitud ontológica de lo
natural y la ley que las rige. Es decir, desde
la concreción existencial propia de los seres (el hombre como una unidad
consubstancial de cuerpo y alma expresados en un hombre y una mujer), las cosas
(la política como medio tendiente a asegurar los medios para los fines propios
del hombre) y los organismos sociales (familias, naciones y gobiernos como
accidentes substanciales propios del desarrollo de la naturaleza humana), en su
especificación ya sea individual o colectiva, inferidas a partir del carácter
propio o inherente a sus “esencias”,
hasta el principio metafísico que las explica y la fuente espiritual que como
causa primera las sostiene insuflándoles el “ser” y el “existir”. Lo
que vale a intelegirlas tal cual como salieron de las manos de Dios y no como
el desquiciamiento mental de una minoría fáctica revolucionaria nos la
re-presentan espúriamente en estos fatídicos tiempos, por medio de la
modificación de las categorías trascendentales del pensamiento metafísico para
forzarnos a vivir una nueva “realidad”,
a partir de una concepción inmanente de las esencias y las formas absolutamente
ajenas y contrarias a ellas.
O. Spengler señala con respecto a la manipulación de la
información; “El lector se entera de lo
que DEBE SABER y una voluntad superior informa la imagen de su mundo”. Sentencia,
además, una práctica que se ha masificado exponencialmente desde su época a la
nuestra: “Puede la prensa condenar a
muerte a una verdad; bástele con no comunicarla al mundo”. En definitiva,
si hacemos la misma relación que Spengler, esto es, observar la concordancia
entre la “libertad de prensa moderna” y la “libertad pluripartidista”, ambos
subproductos de la democracia liberal, llegamos a la misma conclusión lapidaria
e irredargüible: “SE ES LECTOR Y
ELECTOR, ESTO ES, DOS VECES ESCLAVO”. De esta manera, al ser
“maquilladas-manipuladas” las noticias en su carácter y tergiversadas en su
esencia y finalidad, la realidad se va modificando progresiva y sustancialmente
sin mayor conocimiento de esta transformación (anulando la posibilidad de una
resistencia) y lo más grave; sin el consentimiento por parte de la mayoría de
las personas, que desconocen el origen, naturaleza, objetivos y fines de los
principios ideológicos que propician esta transformación a la que son
empujadas. Los que en definitiva, permanecen ocultos e imperceptibles en su
conexión con la expresión de normalidad o gravedad, según sea el caso, con el
que se re-presentan y llegan al público en general, dichas cuestiones
ideológicas vitales (Centros de propagación masiva). En consecuencia, conocer y
entender la esencia de estos principios y la identidad de quienes los
sostienen, divulgan y utilizan de manera prolífica (centros de gestión
ideológica y transmisión política), es el fundamento ineludible que nos impone
la necesidad de “indagar”, es decir, averiguar y examinar la verdadera
información destinada a descubrir o a hacer patente y “visible” aquellos aspectos no conocidos y entendidos como los
factores que sí permiten una verdadera aprehensión de la concepción de la
realidad tal cual es en sí misma y de los distintos niveles donde interactúan
los seres que la pueblan.
Una información relevante y de primerísimo orden que
debemos adquirir, pues es la base a partir de la cual entender la dinámica del
proceso revolucionario, es el ya señalado conocimiento y entendimiento del
origen y naturaleza de las ideas que lo inspiran. Es necesario comenzar por la
idea, por la doctrina, la persuasión intelectual previa a la acción y fuente de
la misma. El hombre es movido por ideas, en consecuencia, manifiesta sus
creencias al actuar. Y sería muy
difícil conocer su interior y las ideas que lo mueven, si no estudiáramos al
mismo tiempo su conducta y la conducta política de la agrupación a la que adhiere como principio justificador de la suya. Ya que
como afirma O. Spengler; “todo hombre,
quiéralo o no, es miembro de ese acontecer militante, ya como sujeto, ya como
objeto; no cabe una tercera posición”. Por otro lado, en el ámbito de la
exteriorización de los postulados ideológicos que justifican la necesidad de un
determinado nuevo orden político, se desarrolla un conocimiento específico que
expone una argumentación elaborada a partir de un conjunto de pruebas y datos
por los cuales el “sujeto militante” considera
que su saber político es “válido” y “necesario” para la “transformación” de la sociedad hacia
un “nuevo orden”. Se debe llegar
entonces analíticamente, a la serie de creencias ideológicas que sustenta ésta
y otras conclusiones, como la permanente “critica”
que pretende hacer creer a las personas en general, que el orden social
presente es “defectuoso e injusto”.
Pues es desde allí...desde la crítica que expone y visibiliza la necesidad de “cambios estructurales”, que la
izquierda crea y sustenta la necesidad de su propia existencia. En este nivel
del análisis, la importancia de la especulación intelectual, estriba en advertir,
que el objeto del entendimiento es “comprender”
y ante una comprensión completa...la crítica se desvanece.
2.- LÓGICA EXTERNA DEL PROCESO REVOLUCIONARIO: Dice relación con
la
comprensión siempre subjetiva de la política y que tiene su
origen en una asimilación falsa de la misma. Que descansa sobre un conocimiento
y entendimiento que no guarda relación con la concepción propia de aquellos que
siendo sus autores y teóricos; en el caso de la revolución, son los que
originalmente han establecido su naturaleza, carácter, medios y fin. De allí,
de esa posición que aplica una lógica externa propia de un criterio subjetivo y
distinta de la del proceso revolucionario, surgen crasos errores como los
siguientes:
1.- Tomar
como cierta y segura la “información oficial”.
2.- Reproducir categorías ideológicas prefabricadas que no se entienden en
su verdadero carácter, fin y alcance ideológico, ni en los distintos planos que
operan.
3.- Estructurar el análisis del proceso revolucionario a partir de la
formalidad tanto de la política como del proceso en sí mismo sin llegar a su
esencia.
4.- Repetir “conceptos” para
explicar la realidad, cuyo significado está dado por el poder hegemónico de la
revolución, es decir por su ideología, y no por el significado propio de uso
habitual de las palabras. Por ejemplo, en los textos de la renovación
socialista de acuerdo a la resignificación del lenguaje a partir de Gramsci, se
llama a hacer “socialismo sinónimo de
democracia”. Por lo tanto, cuando la ex presidenta Bachelet en su momento
señaló que “debemos profundizar nuestra
democracia”, debemos entender que a lo que se refiere es a “profundizar el nuevo socialismo”. Pues
todas las reformas en educación, justicia, administración estatal, etc. han
sido orientadas efectivamente en ese sentido.
Sin ir a las fuentes del pensamiento de quienes crearon,
propagan y ejecutan la revolución, no es posible entender su dinámica ni
desarrollo. Ni es posible llegar a la esencia ideológica que es la fuente de la
racionalidad de sus acciones revolucionarias. Por lo tanto, desde una lógica
externa que se desarrolla sobre un conocimiento parcial, no es posible emitir
un juicio plenamente informado, sino solo una opinión; que es una simple
estimación general sobre algo que “se
cree que es”.
3.- LÓGICA FORMAL: El origen del juicio que dirime lo falso de lo verdadero para la
especulación filosófica marxista, no está asentado en la verdad tradicional
aristotélico- tomista que afirma que: “las
cosas existen fuera de nosotros y su conocimiento depende de dos factores; de
la existencia del sujeto conocido (estímulo) y de la existencia de un conocedor
(sujeto cognocente)”. Como la misma experiencia sin mayor problema
confirma. Para el marxismo no existe una realidad externa distinta del ser
humano. Todas las concepciones
sociales, económicas, políticas, morales y culturales que elabora su dialéctica, obedecen a una
matriz claramente inmanente, en la cual nada es fijo sino que todo está sujeto
a un cambio propio de las supuestas “contradicciones
internas” que porta en sí todo organismo. Puesto que la materia es la
fuente de todo y está en permanente evolución, el hombre está sujeto a un
determinismo materialista que lo encierra en un único ciclo de vida...el de su
cuerpo. De esta forma el hombre nace, crece y muere. No hay otro mundo ni nada
espiritual o superior al hombre que determine su naturaleza como un principio
distinto y externo al hombre mismo. De esta manera, el hombre es un “ser cerrado”
que no puede alcanzar el conocimiento de una realidad anterior y superior a él. Así, es completamente
incongruente por ejemplo, que un marxista hable de “libertad”, “espíritu”, “justicia”, “bien”, “verdad”, etc. cuando
de acuerdo precisamente a la “lógica
formal”; no puede existir libertad en un sistema de pensamiento “determinista” o un “espíritu” allí donde la materia, que
es lo opuesto al espíritu, es considerada la causa de todas las cosas. Por su
parte, la lógica formal establece las formas del raciocinio humano, se preocupa
de que los argumentos por medio de los cuales se establece o demuestra la
naturaleza de las cosas, estén en consonancia con las leyes de la lógica. La
verdad es de por sí absoluta y objetiva y se manifiesta de tres maneras, lógica
o formal (naturaleza del raciocinio), ontológica (naturaleza de los seres y las
cosas) y moral o lingüística, pues descansa en las palabras que afirman la
verdad. Se debe establecer entonces, la veracidad de la argumentación neo
marxista, de acuerdo a las manifestaciones de la verdad y en relación a la
naturaleza del hombre, el Estado, la sociedad y el gobierno que se da a sí
mismo un Estado Nación. Solo desde esta posición entonces, es posible hacer un
análisis integral. Plantear una argumentación válida para un juicio objetivo
que pruebe y demuestre la falsedad de la dialéctica marxista y reconozca que su
lógica interna nada tiene de sustento en la lógica formal del pensamiento
verdadero, sino en la lógica propia de un materialismo determinista que reduce
al hombre a materia pura. El aborto tiene por ejemplo aquí su justificación
plena. Pues para el neo marxismo; el hombre no nace, pues “no es creado”, sino que “se
hace”. Es un “constructo social”. De
esta forma los vericuetos de la re enfocada dialéctica neo marxista, eliminan a
Dios no en sí mismo y por si mismo, en la negación de su existencia y en la
prohibición de su creencia; sino que ahora lo hacen a partir de la negación de
la obra de Dios tal cual como salió de sus manos.
MARCO METODOLÓGICO ARGUMENTATIVO
Sobre la política se ha ido acumulando una pátina falsa,
que a la par de ocultar su verdadero rostro, deja traslucir una paradoja con
visos de tragedia, dados los aciagos tiempos que vivimos. Esto, porque nunca
antes en la historia del mundo, la política había alcanzado los grandes niveles
de influencia a escala planetaria como en este siglo que recién comienza. Pero
esta aseveración no es inferencia del alcance e instantaneidad de las
comunicaciones modernas, que han transformado al planeta en la manoseada
consigna descriptiva cliché
“una aldea global”.
A lo que apunta como natural deducción, es a la constatación ineludible de que nunca antes se habían
podido registrar hechos históricos de índole ideológica de una gravedad tan
trascendente en contenido y extensión. Se advierte hoy en día, en efecto; el
diseño, la planificación y la puesta en marcha, de incuestionables arquetipos
ideológicos destinados a influir al mismo tiempo y transversalmente, en
continentes, naciones, Estados, universidades, escuelas, familias,
organizaciones nacionales e internacionales, sociedades, comunidades y
culturas; en un fluir constante de ideas y acciones homogéneas, que van desde lo “local” a lo nacional, de lo nacional a lo internacional y viceversa. Todo ello
registrado en un proceso revolucionario neo marxista de nuevo cuño, más radical
y más subversivo. Depurado ideológica y doctrinariamente, con nuevos contenidos
y con nuevas tácticas y estrategias en su accionar, lo que ha determinado que
su radio de influencia en el presente sea inconmensurable y muy complejo de
diagnosticar y decodificar.
Peor aún, el ejercicio de la política hoy en día demuestra
de manera irrefutable, que está desnaturalizada, deshumanizada y
desnacionalizada, y por lo tanto, desprovista de principios y hechos que sean
capaces de producir aquellos lazos de efectiva y natural correspondencia,
identidad e integración; con el ser que la genera y la sustenta y la agrupación
que lo acoge e identifica: el hombre y su sociedad nacional. Y he aquí la gran
contradicción. Por un lado, precisamente ahora en que la naturaleza y finalidad
de los conflictos ideológicos nunca habían sido tan agudos y la curva de su
influencia tan dilatada, por el otro; en contraste, la esencia de sus
postulados nunca fue tan groseramente desconocida, infravalorada y
peligrosamente relativizada.
Es así que en estos tiempos de multiplicidad de conflictos
políticos y manifiesta convergencia ideológica de los mismos dentro un mismo y
persistente proceso revolucionario que ha explayado las fronteras de su
dialéctica, es extremadamente difícil y complejo su análisis por una serie de
factores que en un resumen muy esquemático podemos constreñir en cuatro puntos.
1.- La naturaleza y compleja composición
ideológica de dichos conflictos y su nueva formalidad. Constituye este aspecto que llamamos composición ideológica, un área
ignota en la mayoría de los análisis, pues es tratada de manera muy
superficial. En efecto, solo para aclarar este punto, que no podemos
desarrollar aquí en profundidad, diremos que escapa a la observación de ciertos
conflictos ideológicos puntuales y en el desarrollo de distintos aspectos del
proceso revolucionario neo marxista, la confluencia que se produce en estos, de
ciertos lineamientos teóricos y de praxis, que no solo no se condicen con la
vieja y original escuela de la rigurosa doctrina comunista, sino que además,
son parte de los postulados doctrinarios de sus enemigos “formales“ en lo ideológico como lo son, la social democracia, el
anarquismo y el socialismo utópico entre otros. Carlos Altamirano ex secretario
general del Partido socialista chileno e ideólogo de una de las experiencias
revolucionarias históricas más importantes del comunismo del viejo modelo
unipartidista soviético estatal; la Unidad Popular del gobierno de Allende,
expresa en 1989 que “después de todo, en aquellos que calificábamos peyorativamente como
reformistas (social demócratas), existía -potencialmente- una fuerza de cambio“.
Aceptando de esta manera como legítima para el nuevo modelo revolucionario,
la praxis de las reformas paulatinas desde dentro del sistema político
democrático capitalista-burgués y por lo tanto, como vía legítima de
construcción del socialismo. Quedando superada entonces, la aguda dicotomía “reformismo (socialdemocracia) o revolución
(comunismo)” por la reformulación del concepto “cambio revolucionario”.
Otra fuente a venido a constituir, los dirigentes y
teóricos expulsados y excomulgados por el partido, siendo sus teorías
anatematizadas como “desviacionistas“ en
relación a la linea oficial y hoy plenamente rehabilitados en lo personal y
doctrinario. Mención aparte e imposible de desarrollar acá, es el acto de asumir, no
creíble para algunos, de plena racionalidad diremos nosotros, aquellos aspectos
más importantes de la Civilización Cristiana Occidental; en lo económico, en la
organización social, en el asumir la acción en y a partir de la conciencia
individual, en el evitar actuar sobre los accidentes substanciales (familia,
sociedad) e ir directo a las esencias (naturaleza humana), por ejemplo y en
otros de mayor complejidad como el sentido de universalidad e integración a un
orden superior elaborado en torno a una gnoseología del conocimiento humano,
como primerísimo estadio del proceso de “desalineación”
necesaria que siempre ha propugnado el comunismo, como mecanismo de ruptura
con el “viejo orden”, pero ahora
elaborada bajo una nueva matriz. Al respecto, Konrad Low en su obra “La Fascinación del Comunismo”, estudia
este tema dentro del contexto de la evolución histórica del cristianismo
mediante el dogma y las escrituras y hace un paralelo entre cristianismo versus
marxismo, en el sentido de la suplantación que hace éste último respecto del
primero, de su mensaje de “reforma” del
hombre y la sociedad. Claro que con las propias palabras de Low, nosotros también afirmamos que “se
podría negar en igual forma la igualdad de los esqueletos del mono y del
hombre, como la igualdad de estructura del marxismo y la cosmovisión cristiana”. Es así que tal vez la lectura más
superada de este paralelismo impío y el afán de suplantación de la doctrina
cristiana por parte del marxismo; su principal y único enemigo mortal, es ese
mesianismo determinista sobre el inevitable advenimiento del socialismo,
acompañado de ese materialismo de manual de colegio, que Gramsci se encargó de
sepultar y que en su reemplazo logró dar a la inmanencia materialista una real
dimensión de estrategia práctica revolucionaria enormemente efectiva, a partir
de la resignificación del lenguaje y la anulación de su sentido metafísico
trascendental cristiano.
A toda esta externalidad de nuevos agentes que reformulan y
amplían enormemente la teoría y praxis revolucionaria, dotándola de una
eficacia y profundidad insospechadas, se debe agregar su mismo proceso crítico
de reformulación de sus categorías ideológicas esenciales y fundacionales. La
escuela de Frankfurt, el freudismo marxista, A. Gramsci, G. Luckacs, P. Togliatti, J. Mariátegui, son en una primera
etapa, algunas de las instituciones e intelectuales marxistas que sepultan el
antiguo modelo revolucionario marxista-leninista a partir de 1989 y permiten el
surgimiento del llamado Euro comunismo (neo socialismo) que arribó a nuestras
costas en el equipaje de los exiliados del 73 que fueron a aprender en las
mismas fuentes de la renovación marxista, las nuevas y mortíferas pestilencias
que sutilmente actualizaron las viejas aspiraciones comunistas de crear a un
nuevo hombre y una nueva sociedad hechos a su
medida.
2.- La carencia de estudios analíticos
integrales. Lo que vendría a traducirse como
ausencia de análisis rigurosamente profesionales y que en la mayoría de los
casos o toma como premisas referentes analíticos ideológicos equivocados,
extemporáneos o simplemente focalizan el análisis desde una arista contingente
o coyuntural que redunda en una parcialidad analítica o una sobre valoración de
esta misma arista, perdiéndose así la visión integral del proceso
revolucionario, tanto desde su origen, su nueva y adaptada formalidad
conflictiva y el desarrollo y proyección de la misma en el tiempo, en pos de un
fin ideológico predeterminado. De esta forma, dicho análisis entrampado en la
contingencia, no pasa de ser una especulación intelectual de escritorio
disociada por lo tanto de todo realismo político. Ningún análisis que se quede
solo en la interpretación de la formalidad de los actos revolucionarios de la
contingencia, podrá traspasar los distintos niveles de la realidad donde
interactúan y mucho menos podrá -lo reiteramos por su importancia- proyectar en
el tiempo esa formalidad de la acción revolucionaria en vistas a tomar las
medidas para anular la proyección del proceso ideológico y evitar su
consolidación. Y aquí surge una nueva complejidad en el análisis. Ninguna de
las acciones revolucionarias son determinadas en su naturaleza y trascendencia;
específicamente las de vanguardia, por una sola interpretación de la misma. Es decir, determinadas acciones
revolucionarias pueden ser conceptualizadas en distintos esquemas analíticos,
porque su campo de influencia traspasa el mero acto de formalidad
revolucionaria con el cual surgió en un determinado proceso ideológico o en una
etapa decisiva del mismo. Tomemos como
ejemplo la original revolución molecular
disipada. La decodificación de la guerra
molecular disipada puede ser realizada desde variados puntos de vista, como
su naturaleza, función y objetivos. Es así que solo desde la particularidad de
su naturaleza, podemos afirmar como ya lo señalamos, que esta nueva modalidad
de violencia revolucionaria, no es más que la reformulación de la “vía armada al poder” surgida en un
escenario teórico post Escuela de Frankfurt e implementada en el contexto socio
político del capitalismo tardío o moderno según esta misma escuela. Además, en
segundo lugar esta “nueva formalidad” de
la vía armada al poder, también es
una nueva caracterización de la guerra subversiva que se da a su vez, dentro de
la reconfiguración gramsciana de la lucha de clases. Esto es, “sociedad civil” (proletariado) versus
“sociedad política” (burguesía).
La multiformalidad conflictual ideológica como expresión de
una nueva teoría-praxis revolucionaria, exige no solo la permanente necesidad
metodológica de desagregar parte por parte los variados componentes de un
determinado conflicto ideológico para su estudio, sino que además al mismo
tiempo, remontarse a la matriz originaria en sí misma, esto es; en su esencia y
carácter irreductible de cosmovisión
ideológica DOCTRINARIA que explica al hombre, al Estado y a la sociedad para
así poder discernir, cuales de sus atributos esenciales -siendo naturaleza
(materialismo) y forma (comunismo) los principales- permanecen inalterables o
renovados y la razón de su evolución cuando esta es efectiva, en su intento
persistente de imponerlos a como de lugar a toda la sociedad. Carlos
Altamirano, ex secretario del partido Socialista chileno y pionero en
Hispanoamérica de la renovación socialista, lo expresa de la siguiente manera: “No
es que haya cambiado una verdad por otra, sino que cambié la forma de
aproximarme a NUESTRA VERDAD“. Por lo tanto, un análisis desde la
perspectiva neo marxista sobre cualquier conflicto moderno, sea cual sea el
carácter del mismo, debe saber explicar esa “aproximación“ de nuevo modelo revolucionario a la vieja verdad
marxista y no quedarse en la coyuntura
de la contingencia política en su “formalidad“.
Con esto queremos dejar recalcada la idea de PROCESO IDEOLÓGICO Y REVOLUCIONARIO sujeto a una revisión y
corrección interna PERMANENTE, como
marco referencial ideológico analítico de todo conflicto político. Y el
concepto “marco referencial” en
rigurosa acepción idiomática, no es más que aquello por medio de lo cual se “describe objetivamente algo...ateniéndose
a la realidad”. Y esta realidad en su dimensión política se debe tomar y
estudiar a partir del desarrollo de la vida del hombre en un espacio, tiempo y
cultura determinada. Tengamos presente
aquí la máxima de Lenin: “EL CARÁCTER DE LA ÉPOCA,
DETERMINA EL CARÁCTER
DE LA REVOLUCIÓN“.
3.- Modificación o
anulación de las categorías trascendentales del pensamiento metafísico. Tal vez el factor de
mayor dificultad, lo constituye la ausencia en el común de las personas
receptoras de estos análisis, de las categorías del pensamiento necesarias para
interpretar y decodificar todas aquellas ideas y argumentos gneseológicos que
es imprescindible al menos conocer en forma superficial, para concebir los
conflictos políticos modernos en sus justas dimensiones de origen, esencia,
forma, símbolos y finalidad ideológica. Circunstancia ésta de suyo compleja,
pues implica nada menos que la capacidad de inteligir (concebir, conocer y
entender) el mundo y los seres que pueblan e interactúan en los distintos
planos que conforman la realidad, a partir de absolutos trascendentales
metafísicos que ya no se enseñan. Añádase aquí como agravante, lo que el genial R.P. O. Lira denomina como mentalidad borreguil: “aprender para repetir, en vez de aprender
para COMPRENDER”. Y que no es otra cosa que la porfiada negativa moderna
del hombre, a pensar con propiedad para obtener un conocimiento cierto, seguro
y necesario, sobre aquellos problemas más urgentes de la vida humana y su
positiva resolución para vivir una vida realmente plena por medio del uso
consciente y responsable de todas sus potencias y facultades. Y tal vez lo más
importante, la relación metafísica que subsiste entre toda cosmovisión
ideológica y su correspondiente intento por informar el sentido de la vida
personal y social. Pues otra cosa no es y no significa más, que INFORMAR EL PROCESO DE LA VIDA HUMANA,
el concepto gobernar. El que
desgraciadamente se confunde con la formalidad de la política, esto es, copar “democráticamente” por un periodo
determinado de años los cargos administrativos estatales en la concepción de
organización político jurídico administrativa superior que se le atribuye al
Estado en sí mismo. El fracaso de los “socialismos
reales” tal vez sea el ejemplo más claro de estos equívocos sobre la
definición correcta de los términos POLÍTICA
y GOBIERNO, en sus áreas de influencia y alcances; y en el complemento y
enfoque de ambos conceptos para la resolución de los fines mediato y remoto de
la vida del hombre en sociedad, por medio del bien común, poniendo para ello en
funcionamiento los procesos, métodos y medidas necesarias para lograr alcanzar
su armoniosa ejecución. En otras
palabras, se equivocan enormemente quienes creen que el fracaso del comunismo
fue su imposibilidad de llevar a la práctica de manera efectiva por medio del
control estatal total, sus postulados socioeconómicos para la construcción de
una sociedad más justa. Pues nada tiene que ver la economía con la construcción
del socialismo como lo aclaró en su momento Gramsci. Debemos reiterar aquí, que
estos “equívocos”, fueron resueltos
positiva y exitosamente por la izquierda, dando vida a un nuevo y refinado
“corpus” ideológico y sus correspondientes teorías, praxis, concepciones
táctico-estratégicas, sus nuevos agentes de subversión, su nueva utopía y
nuevos “paradigmas/arquetipos” enmarcados
en un nuevo modelo revolucionario conocido como: euro comunismo, neo marxismo o
neo socialismo. No podemos decir lo mismo de sus oponentes o de quienes creen
ser oposición consciente y verdadera al
nuevo proceso revolucionario moderno. Los cuales las más de las veces,
tienen no solo una idea equivocada sobre el comunismo (no lo conocen ni en sus
nuevas formas ni en sus verdaderas fuentes ni en sus reales alcances) sino que
además, no están al tanto de todo el proceso y mecanismo de autocrítica interna
de renovación ideológica marxista, de los factores históricos-doctrinarios y la
superación -o el perfeccionamiento según sea el caso- de sus teóricos o
estrategas que incidieron ostensiblemente en dicha renovación. Necesario es
entonces que junto al marco referencial
ideológico mencionado
anteriormente, se desarrolle un imprescindible marco metodológico analítico- argumentativo
que nos permita calzar cada pieza histórica de la experiencia marxista, en el
lugar que le cupo en el proceso de renovación junto a otros factores también
determinantes. Como así mismo, decodificar las nuevas experiencias y su
importancia en la conformación de la nueva y avasalladora hegemonía ideológica
del neo marxismo.
4.- La verdadera
naturaleza y fin del comunismo que persisten inalterables en el nuevo modelo
revolucionario. Un último inconveniente no menor que
vendría a cerrar el breve esquema del marco metodológico
analítico-argumentativo esbozado en el punto anterior y que continuamos en
este, lo constituye el cúmulo de errores que nacen de la ignorancia intelectiva
del cuerpo doctrinario de ideas (ideología neo marxista), la lógica bajo la
cual operan y la gravedad que se desprende de ellas en cuanto están destinadas
a su vez, tanto ayer como hoy; a informar de manera específica el proceso
revolucionario encaminado a trasformar de forma radical, la matriz
político-cultural de una determinada sociedad. Proceso que necesariamente pasa
por el cedazo de la teoría revolucionaria para que luego, mediante una táctica
y estrategia consecuentes, se externalicen en la praxis revolucionaria puesta
en acción por los agentes subversivos del “cambio epocal“ (Lenin). De esta
forma, no es posible bajo un punto de vista parcial, develar la correcta
relación causa-efecto de ciertos fenómenos ideológicos, sino se puede ascender,
porque se desconocen; desde esos “nuevos
agentes subversivos del cambio” (homosexuales, lesbianas, indígenas,
animalistas, ecologistas, et.), hacia sus nuevas fuentes ideológicas que
explican su nueva formalidad revolucionaria. O para ser más precisos,
relacionar siempre doctrina, teoría y praxis revolucionaria como las únicas
fuentes correlativas verdaderas de los fenómenos políticos contingentes y de
esta manera, catalogar como peligrosa irresponsabilidad aquella liviandad con
que se les trata, pues se infiere de esta misma irresponsabilidad, una lectura
que relega la causalidad de la fenomenología política a la ausencia de una
intencionalidad intelectual preconcebida. Como si los hechos concernientes a
los procesos revolucionarios fueran producidos por “generación espontanea” u obedecieran a la naturaleza “de una época”. Esto es, como si la “época” que nos tocó vivir, fuera un ente susceptible de
racionalidad y por tanto de intencionalidad volitiva que busca generar cambios
por si misma a partir de si misma. Esta irresponsabilidad que no es más que una
ignorancia desidiosa por parte de quienes tienen el deber de velar por la
integridad y los destinos de la Nación, es fuente de tremendos peligros para su
subsistencia. Genera además, la inevitable inseguridad, desorientación y
dilación que dificultan en sumo grado la necesaria resistencia en regla al
último y violento ciclo del proceso revolucionario que nos afecta desde el 18
de octubre.
Por otro lado, la complejidad de los fenómenos políticos
revolucionarios en lo que tienen de profundos agentes de subversión y
transformación social y el consecuente nuevo orden que persiguen generar, debe
ser asumida en rigor, de acuerdo a
una jerarquía ontológica y axiológica por los alcances metafísicos y teológicos
que de suyo tiene todo proceso revolucionario y en particular el moderno. Lo
que significa que la prioridad analítica al conflicto ideológico del presente,
obedece o está subordinada necesariamente a la naturaleza de aquellas ideas que
forman parte del poder hegemónico (Gramsci) que sustenta la contingencia, la
proyecta en el tiempo y es al mismo tiempo la inequívoca fuente del poder
político formal (izquierda parlamentaria) e informal dominante como fuente de
la subversión (izquierda extraparlamentaria. La calle: guerrilla subversiva) y
el fin ideológico que sustenta este conato revolucionario de “refundar a Chile” (la revolución desde
arriba). Es así que conflictos como los creados por ejemplo, por el movimiento
indigenista, el aborto, las políticas de género y las sexualidades “modernas“,
como parte integrante de la renovada ideología neo marxista deben calzar
necesariamente con plena lógica revolucionaria y coherencia ideológica dentro
de una nueva formalidad del mismo proceso
político revolucionario que ha sido sostenido en el tiempo, desde la macabra, atea, genocida y anticristiana
revolución francesa cuyas “ideas” siempre
tendieron hacia el mismo fin que ha hecho suyo el comunismo; - entendiendo que
el comunismo se declara hijo ilustre y continuador de la revolución francesa-,
fin que no es otro que la anulación de todo lo espiritual trascendente
cristiano en el hombre y su reemplazo por lo existencial inmanente y anticristiano.
Ahora ¿donde reside la originalidad del planteamiento de este
análisis? No precisamente en el acto de levantar el dedo para señalar un
conflicto y motejarlo nominalmente como “neo
marxismo“. Aunque abundan los que no son tomados como tal con todo el
peligro que ello implica. La originalidad está dada por una cuestión de simple
metodología analítica y que más o menos se infiere de todo lo señalado hasta
aquí. Y para ser sinceros, esta metodología analítica no solo es el imperativo
profesional de quien elabora determinadas tesis politológicas a desarrollar,
sino que además, nace forzada por la realidad misma del presente revolucionario
como sustrato analítico. Esto significa que en primer lugar, se debe explicar y demostrar que el fenómeno de la
revolución neo marxista en su totalidad no es más que la reformulación y
profundización de sus premisas ideológicas fundacionales y no la superación de
las mismas por el “abandono“ de
ellas en pos de un pseudo proceso de avenimiento democrático que suavizó sus
categorías ideológicas más radicales como la vía armada al poder, la extinción de la religión y la
supresión de la propiedad privada. O a la absurda afirmación de que el
comunismo “reconoció” sus errores o
peor aún, asegurar como lo hace la mayoría, sean legos o profesionales de la
política: que el comunismo es la ideología de los fracasos. Quien conoce un
poco la doctrina comunista, sabrá que para un comunista de verdad, el “error” nunca reside en la teoría
revolucionaria. Pues ésta tiene un fundamento inamovible e inmodificable...el socialismo científico. El “error” siempre estará en la “praxis revolucionaria“. Es decir, en la incorrecta interpretación de
la premisa ideológica como fuente de la acción.
En otro sentido complementario,
se debe recordar lo afirmado por Lenin: “el proceso revolucionario
está constituido no por uno sino por muchos intentos de construcción del
socialismo“.
Es bajo éste lineamiento doctrinario que se entienden
entonces las palabras pronunciadas por la extinta secretaria del Partido
Comunista chileno Gladys Marín, en el año 2013, fecha del 30 aniversario del 11 de septiembre de 1973. Palabras que
fueron dichas ante el pleno de la “renovada“
izquierda hispanoamericana (incluida toda la guerrilla Hispano Americana)
reunida en el edificio Diego Portales de Santiago de Chile: “fuimos
derrotados más no aplastados en nuestro intento de construcción del socialismo y lo
volveremos a intentar las veces que sea necesario”. Esta es la orientación ideológica táctico-estratégica revolucionaria
rigurosamente leninista, que explica en parte, este “nuevo asalto” que sufre nuestra patria por construir en ella una
sociedad socialista. Que este asalto sea en propiedad el definitivo, es lo que
pretendemos demostrar y lo que inspira al mismo tiempo la tesis central de este
escueto análisis. Sin embargo, lo definitivo de este proceso revolucionario, no
viene dado ni por la violencia ni por la formalidad de la nueva guerra
subversiva (revolución molecular disipada) a pesar de su manifiesta gravedad.
Ambos no son más que meros accidentes tácticos, que siempre han sido el apoyo
necesario para el proceso revolucionario de su vanguardia doctrinaria. Tampoco lo definitivo viene dado por el
cambio en la formalidad de un “gobierno
liberal por uno socialista”. También mero
accidente formal en la estructura político jurídica administrativa superior que
es en sí mismo el Estado. Lo definitivo de este proceso revolucionario, viene
dado por la anulación y destrucción del hombre mismo en cuanto tal. Con todas
sus potencias y facultades. Es decir, en
cuanto a organismo dotado de una unidad consubstancial de alma y cuerpo,
poseedor de un origen y un fin divinos que lo hacen trascender toda realidad
terrena y su reemplazo por una “estructura
funcional de órganos que se complementan con otros órganos”, sin
determinación metafísica alguna externa distinta y superior. Sin determinismo
ontológico alguno. Peor aún...sin siquiera la idea de “organismo humano” como referencia concreta sobre la cual sentar
algún grado de distinción y supremacía jerárquica con respecto al mundo
circundante. Esta circunstancia da cuenta de la profundización dialéctica ya
mencionada y que ha dado paso a la sacrílega superación de la negación de DIOS.
Ahora lo que se afirma en esta nueva escuela de pensamiento revolucionario, es
la MUERTE DEL HOMBRE (M. Foucault
Escuela de Frankfurt) Finalmente, debemos consignar que lo complejo del
análisis politológico moderno en general y del proceso revolucionario que vive
nuestro país en particular, es precisamente hacer “visible” los “accidentes
revolucionarios” de este nuevo proceso revolucionario y su perfecta unión
racional con las inmodificables pero actualizadas concepciones metafísicas que
le dieron origen. O la negación de las mismas para ser más exactos y que llevan
a una anulación total del hombre en esencia y forma. Y si cambia la esencia
misma del hombre...cambian en consecuencia, todos los accidentes substanciales
que nacen de su mismísima y singular naturaleza, esto es; se modifican la
familia, la comunidad de vida y de trabajo, la sociedad, el Estado y el
gobierno que se da a sí misma la sociedad en su estructura jurídica superior de
orden y bien común que es el Estado.
En síntesis, podemos afirmar que las concepciones más
avanzadas de los procesos revolucionarios marxistas a lo largo de la historia,
no han fracasado, porque hasta aquí no han sido más que etapas. Cada una de
ellas ha sido un mero punto de reposo sobre una marcha ascensional, que retoma
desde ese nuevo punto de referencia, llamado a ser la base de una nueva idea
teórico-estratégica; la dinámica ideológica destinada a su vez a enriquecer y a
ampliar, lo reiteramos nuevamente;
el mismo y único proceso revolucionario. Cuando se conoce la verdadera matriz
ideológica del comunismo, su
naturaleza y su fin, se puede afirmar con pleno conocimiento lo que acabamos de
decir. Y sírvase entender lo recién
expresado, como lo que es: inferencia lógica de una premisa de metodología analítica que
perfilaremos en lo medular para cerrar nuestro marco teórico y que distingue
este cuarto punto del tercero. En el anterior remarcamos la idea de proceso
integral el cual necesariamente debe reflejarse en el análisis
y acá insistiremos en la idea de la metodología necesaria tanto para el
análisis en cuanto tal de dicho proceso, como también para la exposición
argumentativa mediante la cual se debe dar a conocer.
En segundo lugar,
se debe explicar y demostrar que el nexo entre el comunismo clásico y el neo
socialismo. descansa sobre los siguientes elementos:
1.- Entre comunismo clásico y neo socialismo., subsiste el mismo macro fin
ideológico o fin último.
2.- Entre comunismo clásico y neo socialismo., permanecen inalterados los
cuatro objetivos tendientes a lograr alcanzar el fin último.
3.- La
única diferencia real consiste en una “divergencia“
táctico-estratégica de la “formalidad“
en la implementación de los cuatro objetivos señalados, que está dada como
ya señalamos, por una profundización de sus categorías ideológicas y que son: A) el fin de toda religión e idea de Dios y
específicamente la extinción de la religión católica. B) La extinción de todos
los Estados-naciones y de todo sentimiento de patriotismo. C) La desaparición y
substitución de la familia tradicional como núcleo social básico. Y D) La
supresión de toda propiedad privada.
Sírvanos aquí para ilustrar esta cruda realidad que surge de
la nefasta ideología neo marxista, la afirmación del P. Virgilio Filipo hecha
hace varias décadas atrás y que no a perdido nada de actualidad: “Los
revolucionarios no son adversarios de opiniones accidentales, sino enemigos de
principios esenciales“. Y estos principios esenciales, OBJETIVOS HISTÓRICOS A DESTRUIR POR EL
COMUNISMO, no son otra cosa que los fundamentos de la Civilización Cristiana Occidental. Es
por este lado de las ideas metafísicas y teológicas e intenciones y objetivos
revolucionarios inmanentes, antinaturales y anticristianos, que se debe
entender la consigna: “REFUNDAR A
CHILE”, a partir de una nueva formalidad revolucionaria y sus nuevos
agentes subversivos. Que la punta de lanza para activar este decisivo ciclo
revolucionario neo marxista que está ad portas de cerrar el último proceso
revolucionario comunista comenzado hace 30 años en nuestro país, sea el
majaderamente reiterado discurso de la “desigualdad
social” que genera su pseudo antagonista ideológico, el liberalismo; no
debe ser subestimado pues no es ni casual ni superficial, ya que en estricto
rigor obedece a la implacable lógica dialéctica de la dinámica revolucionaria
con la cual comienzan todos los ciclos “definitivos”
de los procesos revolucionarios; esto es... LA LUCHA DE CLASES YA COMO ABIERTA GUERRA DE CLASES.