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viernes, 29 de diciembre de 2017

La Navidad de R.H. Benson en 1912.

Los dejo con un par de traducciones del padre Watt y del padre Martindale sobre la Navidad que se vivía en la casa de Hare Street. Espero que hayan ustedes tenido una Santa Navidad y que tengan un Feliz 2018 en la paz y tranquilidad de sus hogares.


“El día de Navidad era una de las grandes fiestas de la Iglesia que él acostumbraba a pasar en Hare Street, y le encantaba hacerla eclesiástica y socialmente memorable para el distrito. Él había planeado el día en base a cómo él quería pasarlo. Debía cantar la Misa del Gallo, y decir sus otras dos Misas a las ocho y media y a las nueve, y tocar el órgano y predicar a las once. En el servicio de los niños en la tarde él iba a estar tocando el órgano de nuevo. Él se me acercó con sus sugerencias (fue siempre muy cuidadoso de no aparecer tomando nada para sí mismo) y le sugerí que considerara su estado de salud y que tal vez sería mejor si se acostaba temprano, tuviera un buen descanso nocturno y dijera sus tres Misas en un horario razonable en la mañana y me dejara la Misa del Gallo a mí.  En su réplica a esto fue casi como un niño:

 “Si no me dejas cantar la Misa del Gallo, yo no predicaré para ti”.

Casualmente él ganó, o más bien casi ganó su punto, porque se decidió que no tendríamos la Misa del Gallo cantada, sino que él la rezaría y se cantarían unos villancicos antes y después de rezarla. Este arreglo le pareció bien y se fue de inmediato a ensayar los villancicos.

En la Víspera de Navidad un amigo en común, Mr. Joe Rooney llegó para pasar la Navidad con nosotros y para ayudar con los cantos y con el entretenimiento de los niños.

Después de la cena fui a mi habitación para preparar mi sermón, ya que yo iba a predicar en la Misa del Gallo. Un poco después de las diez R.H.B subió las escaleras lentamente, pues no estaba en condiciones de correr, y asomó su cabeza por mi puerta.

“Ya están llegando. ¿Voy a la iglesia a tocar para ellos?” Y entonces notando que yo estaba preparando mi sermón dijo: “Lo siento, espero no haberte molestado”.

Lo disuadí de su generoso deseo de tocar el órgano durante dos horas, y retornó a la sala de estar.
Un poco antes de la medianoche lo vi. Estaba haciendo los arreglos para la fiesta de los niños junto con el Sr. Rooney, y le anuncié:

“La capilla está llena, no necesitamos tocar la campana, ya que esto solamente va a molestará a los vecinos.” Yo sabía el efecto que esto tendría y no me desilusionó:

“¡Molestémoslos!” – exclamó – “Claro que los molestaremos, ya ellos harán suficiente jaleo con sus viejas campanas la próxima semana simplemente porque es el día de año nuevo. Es una cosa alegre y buena recordarles que el Salvador nació en Navidad.”

El hombre estuvo agónico durante toda la Misa del Gallo. En el Credo le sugerí que pasara de largo y que cortáramos el sermón.

“¡Oh no, no!” – dijo – “tú ya los has cortado suficiente”.

Después de la Misa, él subió las destartaladas escaleras hacia la galería donde está el órgano para tocar los villancicos.

En la mañana de Navidad fui hacia el comedor antes de mis Misas. Él estaba tomando desayuno y por primera vez mostró su “bandera blanca”.

“No puedo predicar hoy” – dijo – “Realmente no puedo. Lo siento muchísimo. Te daré un completo punteo de un sermón de primera si quieres”.

Yo también lo sentí, ambos, tanto por mi propio bien como por el de la feligresía, sin embargo, R.H.B no estaba en condiciones de predicar y era obvio que él debía de estar en cama. Pensé que tal vez él se acostaría y se lo mencioné.

“¡Oh no!” – dijo – “Yo debo tocar el órgano”.

Y lo hizo, aunque en los momentos de la Misa en los cuales él no estaba tocando, tal como lo supe después, él estaba tirado en el suelo con un agudo dolor.

Todos los niños, incluso algunos venidos desde lo más extremo de esta vasta parroquia, fueron reunidos en la capilla en la tarde de Navidad, donde tuvieron un servicio para ellos solos después de lo cual asistieron a un entretenido té en la casa de Hare Street. Después del té cada niño recibió un presente de parte de San Nicolás (Mr. Rooney estuvo con atuendo de Santa Claus toda la navidad) y así concluimos nuestra Navidad parroquial. La mezcla de todos los niños, ricos y pobres, en esta fiesta de Navidad fue muy feliz y un signo de verdadero catolicismo. Los niños lo disfrutaron inmensamente y yo imaginé a los adultos que habían logrado entrar con uno u otro pretexto disfrutarlo muchísimo, pero nadie lo disfrutó más que el lastimado anfitrión.


(…) Ya he escrito en extenso acerca de las fiestas de Navidad para los niños en Hare Street, pero aún bajo el riesgo de repetirme, haré de nuevo mención de ellas porque comenzaron no solo con la idea de mantener unidos a los niños e incluso sin ese objetivo primario. El objetivo primario fue colocar a la más popular fiesta secular del año en su propio entorno religioso. Papá Navidad es al niño inglés un benevolente anciano caballero con el maravilloso don de descender por las sucias chimeneas sin dañar de modo alguno sus hermosas ropas. La idea de R.H.B. era que los niños vieran en el popular Papá Navidad al gran católico San Nicolás, los adornos y el maquillaje eran idénticos y los regalos eran distribuidos con la tradicional generosidad. El niño que, entrando al decorado comedor, exclamaba con la respiración sobresaltada: “¡Oh, Papá Navidad!, se iba al final de la fiesta abrazando un juguete al que vería, por largo tiempo, como el último regalo de San Nicolás.

La idea en su totalidad era hacer una convocatoria a los niños al modo en el que ellos quieren ser convocados. Y no es necesariamente el mismo llamado que se les hace en concordancia con los métodos recomendados por aquellos que han hecho un especial estudio a “el niño, sus hábitos e inclinaciones”.

Él esperaba hacer al catolicismo de los niños lo más parecido a como el francés ama a su país. No me refiero a un sereno y reposado beneficio emocional, sino a un amor que es fuego, un deseo apasionado por Dios; un amor que mostrará por sí mismo un deseo por la acción, un sentido del deber; un orgullo por la posesión; una especie de amor que no solamente hace buenas vidas católicas, sino que es un amor agresivo que se gloría de su catolicismo y de la propagación de éste.


                                 Reginald J.J. Watt, Robert Hugh Benson, Capitán del Ejército de Dios.


“Sin embargo, en sus fiestas de Navidad su hospitalidad triunfaba. La primera fue ofrecida en 1912 a los niños de la parroquia, y en esta fue prácticamente la única ocasión en la que él tomó contacto con la gente del lugar. Él no conocía a nadie alrededor y salía tan poco que el párroco local, con quien el padre Benson fue visto algunas veces, se preguntaba con frecuencia “quien era su compañero”. Desde luego, hubo un enorme té, y San Nicolás o Papá Navidad, quien era interpretado por el Dr. Sessions u otro amigo, aparecía repentinamente desde la nada. Hugh amaba estas mistificaciones, incluso el día de Navidad de 1912, cuando él estaba muy enfermo e iba a ser sometido a una operación en unos pocos días, “él trabajó en esta fiesta” -me escribió el padre Watt “de tal manera que uno se apasionaba al mirar”. Él siempre daba obsequios, cuidadosamente elegidos, para todo el personal de la casa y su gran círculo de amigos, y desde luego él recibía una inmensa cantidad. De nuevo el padre Watt:

 “Me temo que difícilmente apreciaba la mayoría de ellos. Recuerdo una vez que le llamé la atención acerca de uno que era realmente valioso y que estaba cada vez más golpeado. “No debería recibir regalos, no los aprecio” fue todo lo que dijo, tomó la cosa y la colocó en un armario. Pero si él no siempre apreciaba las cosas valiosas, él podía mostrarse considerablemente encantado con cosas pequeñas sin importancia. Una Navidad le di media docena de pares de calcetines. Él necesitaba algunos y él no se los iba a comprar. Siempre estaba necesitado de ropa. Él estaba diciendo la Misa de Medianoche, y yo estaba predicando. Después de mi sermón subí las escaleras y colgué todos los calcetines alrededor de su cama, una pequeña con cuatro postes que él mismo había fabricado. Alrededor de dos horas después fui despertado por él cuando entró corriendo a mi habitación. “Padre Watt, padre Watt, ¡qué espléndido regalo! Mire, los tengo puestos” [1]

Los hermanos Benson junto a  su madre y su nany 

Además de estos festivales de Navidad, estoy seguro que será la Misa de Medianoche, en la fragante capilla con su población de santos y ángeles haciendo sombras enormes en los yesos y en las maderas y en la estremecedora melodía del Adeste, lo que más permanece en la mente de aquellos que pasaron aquellos días en Hare Street.”

                                             C.C  Martindale, The Life of Monsignor Robert Hugh Benson


[1] Con todo este “desapego”, él se comportaba encantadoramente celoso con cosas pequeñas. Un amigo suyo le envió a uno de sus invitados un par de guantes. “Muy bonitos”, dijo él con brusquedad. Entonces, habiendo examinado su correo: “Ella no me ha enviado nada”. Pero llegó un segundo correo. “Muéstrame tus guantes” – gritó corriendo hacia el cuarto de invitados” – “¡Ah!” – exclamó con satisfacción usando los propios. “¡Los míos son mucho mejores!” Ahora bien, en lo que fuese que importara lo más mínimo, los celos o la mezquindad son lo que jamás pudiera ser soñado en conexión con Hugh Benson.

viernes, 24 de noviembre de 2017

El dolor, Mateo, no es un sinsentido.


                           "Entonces vuestra duda no consiste en si existe Dios o no, sino que no entendéis por qué permite el sufrimiento...¿Habéis pensado alguna vez en que  no es más que una inevitable consecuencia? Su causa está en que hay partes de un todo que permanecen separadas porque no se pueden juntar...La consecuencia es el sufrimiento. Cuando nos hacemos una herida y tejidos que debían permanecer juntos se separan, sentimos dolor. Cuando dos personas que se aman se separan, sufren, tienen pena...Tal es la consecuencia de la división".
                                                                                                         Louis de Wolh, La luz apacible.

Quien acepta el sufrimiento por amor ha resuelto prácticamente -  y no en abstracto - el problema del dolor.
R.H. Benson

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          Hoy fui con mi hijo mayor a caminar por las médanos que están enfrente de mi casa. Intento, dentro de lo posible,  salir a pasear a pie con alguno de mis hijos al menos una vez por semana.

      En cuanto él llegó del colegio a la hora de almuerzo y mientras comíamos juntos, noté que estaba especialmente silencioso lo que en él no es normal ya que la mayor parte del tiempo es un chico muy animoso y siempre tiene algún tema de conversación en la mesa convirtiéndose en el alma de la atención para sus hermanos. No quise importunarlo durante la tarde y esperé impaciente a que llegara el atardecer para invitarlo a salir. Entré a su habitación, la que comparte con uno de sus hermanos, y lo encontré recostado en su cama con las manos detrás de la nuca, con los audífonos del teléfono móvil en los oídos y con la mirada perdida en el techo. Le invité a caminar y ante mi insistencia - puesto que estaba sin ánimo para salir a una caminata - partimos bien abrigados porque en la cima del campo dunar, donde sopla fuerte el viento que viene desde el Pacífico, el frío cala los huesos.  Después de alcanzar la cima nos sentamos en el canto del médamo, donde se juntan ambos lados de la montaña de arena. Yo había llevado un par de cervezas para tomarlas mirando el océano. Le ofrecí una a mi hijo y por un buen rato nos quedamos en silencio tomando nuestras bebidas y mirando cómo el sol tocaba el mar en este hermoso atardecer de primavera. Tuve que romper el silencio porque mi hijo Mateo (sí, se llama igual que yo) estaba taciturno.

-  Siempre  tengo la esperanza escuchar un "shhh" cuando el sol toca el mar, o al menos hago el esfuerzo de imaginar el sonido en mi cabeza. ¿No te pasa a ti lo mismo, hijo? - Él se limitó a esbozar una sonrisa y aprovechó para cambiar de posición recostándose de espaldas en la arena. Y entonces, yo volví a la carga para obtener de él alguna pista sobre su silencio.

 - ¿Cómo te ha ido en el hospital Mateo? - le dije. Mi Mateo egresa la próxima semana del colegio y quiere estudiar medicina como mi padre y como mi hermano menor. Para que se vaya haciendo una idea de lo que significa ser médico mi hermano le propuso ir como ayudante una semana a las distintas áreas de un hospital haciendo una especie de pasantía en urgencias, psiquiatría, pabellones quirúrgicos, consultas, etc. Sin embargo, después de estar casi a punto de terminar su semana hospitalaria no nos había contado nada acerca de su prueba. - Supongo que tu nueva experiencia no te habrá hecho cambiar de planes con respecto a tu futuro.

- No, papá, es solo que estoy impactado por lo que he visto en el hospital. Desde fuera jamás me imaginé lo que ahí ocurre y me ha hecho pensar en algunas cosas. Me quedaron en la retina imágenes que no dejan de darme vueltas y vueltas en la cabeza.

- Pero ¿sigues con la idea de estudiar medicina.?

- Eso no ha variado. A diferencia de algunos de mis amigos que quieren ser médicos porque se harán ricos, yo quiero estudiar medicina porque me satisface ver que la gente sane gracias a mis cuidados. Veo al abuelo la dedicación que pone en su trabajo, el amor con que lo hace y eso siempre me inspiró, lo mismo que mi tío Sean.  Es solo que... - y volvió a guardar silencio y a suspirar sonoramente.

- Continua Mateo por favor, ¿es solo que?

- Es solo que no sé si seré capaz de soportar ver sufrir a la gente o si, por el contrario, me volveré con el tiempo un insensible, con una coraza que me va a convertir en un tipo incapaz de ponerse en los zapatos de mis pacientes. - Se volvió a sentar y mirando a la lejos me hizo la misma pregunta que viene haciéndose el hombre desde que nos convertimos en naturaleza caída. - Papá, ¿por qué Dios si es tan bueno y nos ama tanto permite que suframos? ¿Por qué permite que pasen cosas tan terribles? ¡Ay papá!, si te contara...hoy fui a psiquiatría, a la urgencia de psiquiatría y vi llegar a un paciente con un ataque de psicosis. Agredía a sus familiares porque creía reales unos insectos que decía le estaban atacando, y ellos no sabían qué hacer con él.. Además se había puesto grosero con ellos y con el personal del hospital. Los gritos eran atroces, y yo veía a  los familiares estresados y confundidos porque no sabían cómo poder ayudarle. Y ahí estaba yo de pie impactado, paralizado, viendo esta escena,  hasta que de pronto el enfermo me vio y en un descuido de los enfermeros se me acercó con no sé que intención. Se paró enfrente mío y comenzó a mirarme como si buscara en mi cara los mismos insectos que decía ver. No alcanzó a tocarme porque me obligaron a irme, pero yo seguí desde lo lejos mirando a este pobre hombre hasta que lo inyectaron un anti-psicótico y lo ingresaron. Tuve que sentarme un rato en el pasillo para salir de la impresión.


 Durante estos días he visto sufrir a niños, a ancianos y a gente joven de muchos dolores físicos, pero nunca me había tocado ver sufrir a alguien con una enfermedad de la mente y no puedo sacar de mi cabeza sus palabras, sus gritos, lo perdido que estaba de la realidad y lo doloroso que fue ver a su familia quedar con el alma abatida. ¡Me hubiera gustado tanto poder ayudarle de alguna manera!, pero no pude y no soporto ver sufrir a las personas si no soy capaz de hacer algo para confortarlas. ¿Por qué papá, por qué Dios permite tanta miseria? - En ese momento me dieron unas ganas enormes de llamar a mi hermano menor para agradecerle el haber llevado a Mateo a tener esta experiencia. Me pareció fantástico que mi hijo adolescente tuviera la ocasión de toparse cara a cara con gente que lo está pasando muy mal porque niños como los míos viven en una verdadera burbuja, muy protegidos y están bastante desconectados de la realidad que a diario sufren otras personas.

- El problema del sufrimiento es un misterio para todos, y muchos al igual que tú, nos lo hemos preguntado. Creo que es la gran pregunta que el hombre siempre se ha hecho y es uno de los argumentos que aducen para decir que Dios no existe, o que si existe es como un gran sádico que se goza de nuestros padecimientos.

- Y es comprensible que lo piensen porque el dolor es un sinsentido.

-No, no lo es, y voy a tratar de explicarte porqué.

- Me podrás dar una cátedra sobre el dolor, papá, pero una cosa es padecerlo y otra es estar tranquilamente hablando sobre él sentado con una cerveza en la mano mirando el mar. - me lo dijo con un tono bastante sarcástico y comprendí que su experiencia con el paciente psicótico lo había de veras afectado mucho.

- Es cierto, es fácil hablar cuando no estás sufriendo, pero tarde o temprano sufriremos y en el momento de padecerlo es necesario acordarse de lo que hemos pensado cuando estuvimos bien, de este modo podrás encausar el dolor y le encontrarás un fin. Cuando C.S Lewis escribió el Problema del Dolor lo hizo desde un punto meramente filosófico y teológico. Luego tuvo que sufrirlo personalmente cuando perdió a su esposa y ahí el mundo se le vino abajo. Después de sufrir la pérdida, de haber pasado por una noche oscura, él reflexiona sobre lo que le estaba pasando, busca las respuestas a este sufrimiento y entonces escribe Una Pena Observada, donde por el camino de la experiencia del sufrimiento llega a la misma conclusión que en su primer libro. Pero en fin, creo que son dos las preguntas sobre el dolor, ¿cuáles crees tú que sean?

- ¿Por qué existe el dolor? ¿Por qué Dios lo permite?

- Sí, me dijiste dos, pero en el fondo es una la que has preguntado. Una es el porqué y la otra el para qué, y son  preguntas con dos respuestas que se complementan. Tendemos a confundirlas, pero son diferentes. - justo en ese momento el viento levantó un remolino que nos hizo cubrirnos el rostro para no quedar con los ojos llenos de arena. El torbellino pasó sobre nosotros y cuando ya se había alejado, Mateo se levantó de su puesto y se acercó un poco más a mí con las manos cruzadas en las rodillas y el mentón sobre las mismas. Es el vivo retrato de su madre - pensé - tiene su misma mirada y su mismo cabello castaño.

- Yo no veo la distinción - me dijo después de un instante retomando la conversación - se confunden porque las dos van a las causas ¿o no?

-  Una pregunta por la causa y la otra por el fin.

- Me gustaría que no me respondieras como si estuvieras dando tus clases. Si puedes darme una respuesta simple a esto, papá, te lo agradecía mucho. Sé que es complicado y no ha de tener una respuesta fácil, si es que de verdad hay una respuesta.  Siento que me estoy volviendo loco con todo este asunto. Estando una tarde y una noche en urgencias viendo llegar cada caso, hizo que mi imaginación se quedara corta... ¿Cómo poder sacar de mi mente esos sonidos, esas imágenes? Durante toda esta semana lo único que he estado haciendo es dándole vueltas y vueltas a lo visto y oído y he comenzado a darme una única y fatal respuesta: injusticia. ¿Por qué hay gente buena y tranquila que está ahí postrada en una cama de una sala común, haciendo sus necesidades cómo puede con gran dificultad, mientras que otros, gente perversa, anda por ahí por el mundo haciendo de las suyas, haciendo sufrir a otros? - Comprenda, querido lector, que hablo con un chico de dieciocho años y que es normal que se haga estas preguntas. El cliché de "la gente buena que sufre" en este caso no era un mero cliché, sino que le estaba afectando de veras y muy profundamente.

- Mateo, hijito, el dolor desde el punto de vista meramente intelectual es un sinsentido - él me miró sorprendido con sus grandes ojos verdes completamente confundido ya que no esperaba de mí una respuesta como la que le estaba dando - Sí, porque la primera pregunta no te la puedo resolver simplemente dándote una explicación racional, porque no la tiene, y las posibles respuestas que se han dado a través del tiempo no son suficientes y no logran explicar esta aporía. Es casi imposible explicarle a un ateo o a un agnóstico que entienda porqué sufrimos, de ahí que las sociedades que han arrancado a Dios de su vida política comiencen a aprobar leyes como la eutanasia, porque no le ven sentido a tener a una persona sufriendo terriblemente. No logran entender porque para ellos la vida comienza y termina aquí, no hay esperanza, no hay salvación ni condenación, no hay nada, el dolor es un mal en sí. Pero  nosotros, católicos, por la fe que profesamos, y que nos ha sido revelada por el mismo Dios, sabemos que sufrimos porque el pecado provocó en nuestra naturaleza una ruptura, una división y cualquier división produce dolor. Cuando por el pecado el alma se separa de la Fuente de la vida, viene la muerte. La pérdida de la salud, produce dolor; la pérdida de los que amas, produce dolor; la pérdida de aquello que te causa deleite produce dolor, por tanto, siempre está relacionado con la división, con la experiencia del desgarro. La causa, el por qué que estás buscando, Mateo, está en el pecado. Cuando por un acto libre nos separamos de Dios en el paraíso, y con esta ruptura entró la muerte y el sufrimiento.

- ¿Y seguimos pagando las consecuencias hasta el día de hoy? ¿Cómo le explicas eso a alguien que está viendo sufrir a su hijo recién nacido que no tiene culpa de nada, que es una criatura completamente inocente.?

- Es inocente de sus pecados personales, pero lleva la marca del pecado original y es, al igual que todos nosotros,  naturaleza caída. ¿Cómo te explicas su sufrimiento? Aquí viene la respuesta a la otra pregunta. La respuesta al para qué.  El dolor tiene un para que, tiene un enorme sentido para nosotros  los cristianos que queremos imitar al Maestro. Porque Cristo siendo inocente tuvo que cargar el peso de nuestros pecados, y lo hizo por amor, para poder restaurar la ruptura, para unir lo que se había desgarrado por el pecado y a reconciliar al hombre con Dios. Así, Mateo, del mismo modo nosotros estamos unidos a la cruz para, como dice San Pablo, completar en nuestra carne lo que falta de la pasión.   - Mi hijo se agarraba la cabeza y yo notaba que estaba muy inquieto. Quizás mis argumentos no le hacían sentido, pensé, y si no le hacen sentido es porque hay algo en él que se está rebelando o su fe está siendo fuertemente probada. Le pregunté acerca de si se sentía molesto con lo que le estaba diciendo y él me respondió que él estaba consciente de que lo que yo decía era cierto y creía en ello, pero que de todas maneras el sufrimiento le chocaba y sobretodo, cuando venía sufrir a la gente que amaba o la que le tocaba atender. ¿Cómo podría darle respuesta a estos enfermos que no le ven sentido alguno?

- Tienes una tremenda oportunidad de hacer que tus futuros pacientes puedan darle un sentido a su sufrimiento, ¿lo sabes verdad? - No me dijo nada, sólo frunció el ceño y miró el sol que ya estaba a punto de desaparecer de nuestra vista. - Podrás con tus cuidados y palabras enseñarles a esos sufrientes que su padecimiento no es en vano y que si voluntariamente lo ofrecen a Dios estarán siendo merecedores de un enorme premio que jamás les podrá ser arrebatado. Les enseñarás que pueden unir su sufrimiento al de Cristo en la cruz.  Sacrificarse, renunciar voluntariamente por amor a Dios y por amor a los pecadores tiene un gran mérito ante los ojos de Dios. Sufrir por amor, ¿dime si no estarías dispuesto a hacer lo que sea, incluso a costa de tu propia vida, por amor? Si amas a Dios estarás dispuesto al sacrificio y a la renuncia. Los hombres seguimos pecando día a día y el dolor es una buena manera de poder ofrecer a Dios lo que sufrimos para de alguna manera reparar el daño que hacemos, salvarnos a nosotros mismos y colaborar en la salvación de otras almas. Este es el para qué Mateo, este es el sentido.

-Pero es algo que me cuesta mucho asimilar y poder transmitir, y hacerlo yo mismo por supuesto. Y además la mayoría de las personas ahora no cree en lo que me estás diciendo. Qué les voy a venir a hablar de los méritos del dolor para su bien espiritual si no creen e nada.- me dijo Mateo con algo de impaciencia en su voz.

- Predica con el ejemplo y poco a poco háblales del sentido de su sufrimiento. Pero primero consuela su dolor, alivia su sufrimiento. Por supuesto que no es fácil ofrecer el dolor a Dios, pero nadie que quiera ir al cielo puede ir por el camino fácil, requiere de querer hacerlo y de que Dios te otorgue la fortaleza y la perseverancia hasta el final, cosa que hay que estar siempre pidiendo. Y retomo la idea, hijo, el para qué es tanto para el que sufre, ya que con ello es capaz de lograr la remisión de sus faltas propias y de aquellas almas que más lo necesitan, pero también tiene un propósito para quienes acompañan a la persona que sufre. - Entonces Mateo comenzó a reírse, y yo le miré extrañado.

-Ja,ja,ja, eres el rey de las distinciones...según esto, según lo otro. El porqué y el para qué, el para qué del que  sufre, el para qué del ve al que sufre. Vuelves loco a cualquiera con tantas diferenciaciones. - yo le di un pequeño golpe en el hombro y noté que estaba ahora un poco menos tenso.

- En la vida hay que hacer muchas distinciones para no caer en  absolutismos y en falacias...en la vida y en lenguaje, es fundamental. Si pusiésemos más atención en hacer las debidas distinciones habría muchos menos mal entendidos. Cuando hablamos bajo distintos supuestos es cuando se producen los desencuentros. Bueno, te decía sobre aquellas personas que acompañan al que está sufriendo, y que de alguna manera también sufren. Ver sufrir a quien amas o por el que tienes alguna clase de afecto creo que es una de las situaciones más duras por las que alguien puede pasar, porque el dolor espiritual es peor que el dolor físico, y mientras más lo racionalizas y te centras en él, más duele. El dolor de ver a un cercano sufrir hace que el alma se compadezca, y la compasión está movida por el amor. El dolor mueve al amor, por eso te decía que para ti es una gran oportunidad. No debes quedarte paralizado frente al dolor. Muchos empuñan la mano y la levantan contra el Cielo porque no son capaces de ver que el dolor es capaz de redimir. El sufriente es otro Cristo que está esperando a que tú le ayudes y le ofrezcas lo mejor de ti.

                                  Resultado de imagen para musica para los enfermos

- ¿Practico la caridad  para hacerme sentir mejor a costa del sufrimiento ajeno? Me parece muy poco injusto ¿no?

- Estamos claros que el dolor está presente siempre en esta vida porque somos naturaleza caída. No se trata de dejar abandonado al que sufre por la tontera de decir que no lo vas a ayudar porque eso te hace sentir bien ya que te sientes útil y puedes entregar amor,  y me parece injusto que yo me sienta bien a costa del otro. Obvio que ver sufrir a alguien es doloroso, ver sufrir al que amas es angustiante para ti, pero a su vez cuando el que sufre ve que su dolor es compartido espiritualmente por otro ese dolor es más fácil de sobrellevar, y no al revés. Te lo digo por experiencia. Cuando he estado internado en el hospital y veo a tu madre sufrir, me duele que por mi culpa ella esté padeciendo tristeza y preocupación,  pero a su vez me consuela verla conmigo, sufriendo esta cruz juntos, eso es el amor. Ella tiene la ocasión de practicar la caridad conmigo, de consolarme, de acompañarme y de hacerse sentir querido. Recuerdo que en la Ética, Aristóteles dice que...- ahí me interrumpió de nuevo.

- Ahora me citas a Aristóteles, papá...no tienes remedio.

- Deja que termine y luego si no te parece, me contraargumentas. Buscas respuestas, trato de dártelas  y me largas puros argumentos ad hominen. Aprende a racionalizar.

-Lo siento, no quise ser pesado contigo. Estoy intentando armar en mi mente lo que me estás diciendo y a veces creo que vas más rápido que lo que mi pobre cabeza logra entender.

- Aristóteles decía que en las tristezas consuela la compasión del amigo. Sobrellevar cristianamente el dolor es más fácil cuando tienes a tu lado alguien que te entrega amor y que te habla de que sus padecimiento tienen un sentido. ¿Has llevado tu cello al hospital?

- No, no lo había pensado.

- Entonces pídele a mi hermano que te dé otra semana de práctica, llevas tu instrumento y le interpretas algunas piezas a los pacientes. Estoy seguro que la música les servirá como una excelente distracción y se sentirán mejor. Mucha gente está sola, no tienen quien los visite. Sentarse al lado de un enfermo en silencio y darle tu mano tiene un valor enorme. Sentirse querido y acompañado ayuda a su recuperación.

- Me parece, creo que llevaré el cello  y partiré tocándole  a los pacientes del psiquiátrico.

- Recuerda mirar en sus rostros el de Cristo, lo que hagas por ellos, se lo haces a Él mismo.

           Ya se hacía tarde y el sol se había puesto dando paso a una enorme luna que con su luz plateada alumbraba nuestro camino de vuelta a casa.

- Voy a sacar algo bueno de todo este sufrimiento, papá - me dijo cuando a grandes zancadas descendíamos por la pendiente de arena. -  Gracias por escucharme y por darme algo de luz. Tiendo a resistirme por lo repugnante que me resulta ver la miseria humana, pero también creo todo lo que me dijiste. Sé que hay un Bien mayor por el cual vale la pena pasar por estas pruebas, y te pido que me ayudes a nunca perder esto de vista.















viernes, 17 de noviembre de 2017

Aviso de la Misa Tradicional en Valparaíso

Con motivo de llevarse a cabo la elección presidencial, parlamentaria y de consejeros regionales este domingo 19 de Noviembre la Santa Misa Tradicional que se reza en Valparaíso será a las 9 de la mañana, y no en su horario habitual de las 13 hrs., a fin de facilitar a los fieles concurrir a las urnas a emitir su voto. 

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Un nuevo mes de María en Chile



                                                                                       "Así, tanto si nos remitimos a la Tradición - esa memoria imperecedera de la Iglesia que continuamente nos ofrece "cosas nuevas y antiguas" -, como al relato escrito de la vida de aquella que tuvo tan gran tesoro a su cargo, encontraremos a María caminando siempre junto a Jesús. Si amamos a María adoraremos a Jesús. Si menospreciamos o desairamos a María, estaremos rechazando el don de Dios."
R.H. Benson, en La Amistad de Cristo

Como cada noviembre iniciamos en Chile el mes dedicado a nuestra Señora. Mes que culmina con la Solemnidad de la Inmaculada Concepción en diciembre. En muchas iglesias, capillas de colegio, parroquias, etc,  se escucha la oración para todos los días, tan antigua que ya es parte de la tradición y no me imagino un mes de noviembre sin el recuerdo de estos preciosos días en que aprovechamos para estar más unidos a nuestra Madre del Cielo rezando el "¡Oh María!,  durante el bello mes que os está consagrado todo resuena con vuestro nombre y alabanza....." 

Aprovechar para rezar en este mes de María...sí, y con más fuerza y devoción que nunca y las razones son muchas: 

Para dar gracias a Dios y a su Madre por los dones que nos otorga todos los días y que solamente apreciamos cuando ya no los tenemos. Se nos otorgan, sin ningún merecimiento de nuestra parte, no sólo dones materiales, sino también espirituales como el poder asistir a la Santa Misa Tradicional en una diócesis que tiene no una, sino tres misas tradicionales los días domingo. ¿En cuántas partes esta bendición no existe y se encuentra prohibida y hasta perseguida? Por eso es que tanto me indigna escuchar a personas que dejaron de ir a la misa tradicional en Valparaíso porque es lejos, porque se ubica en un barrio que no es el mejor o porque tiene un mal horario. Si no somos capaces de hacer este pequeño esfuerzo por amor a Dios, entonces no estamos hechos para virtudes heroicas. Demos gracias  entonces por la Fe, y pedimos para que Dios nos la fortalezca en medio de las tempestades.

Damos gracias también a Dios por nuestras familias y porque se mantenga la unidad y la concordia a pesar de nuestros enfados y enojos que, a fin de cuentas, son la mayoría de las veces por necedades, soberbias y orgullos estúpidos.

Y con especial preocupación pedimos a nuestra Señora en este mes por aquellos de nuestros amigos y conocidos que están alejados de la religión, por aquellos que simplemente no creen y que, siendo objetivos, están en un serio problema con respecto a su salvación eterna. Nuestra Señora en Fátima señaló que muchas almas se van al infierno porque no hay quien rece por ellas. Si bien la salvación o la condenación es por mérito personal, también nos cabe una parte de responsabilidad al no pedir en especial por la conversión  de los que nos son queridos. Tal o cual persona se pueden salvarse porque Dios en su gran misericordia escuchó nuestra oración y movió a esta alma a hacer un acto de contrición. ¿Cuántos habrá en el cielo que se salvaron por los ruegos devotos de quienes rezaron por ellos? Y a su vez, ¿cuantos habrá en el infierno porque nadie pidió por ellos?

Recemos por los que no lo hacen, por los que no creen ni aman ni esperan. Dolor me produce ver como cada día las iglesias están más vacías y Dios en el altar despreciado. Ahí, en ese pequeño sagrario arde de amor nuestro Dios y  Él está solo. Nuestro mundo sufre el olvido de Dios y por eso no debe extrañarnos ver cómo la sociedad se ha vuelto cada vez más perversa. No se puede construir nada bueno si le estamos dando la espaldas a Dios.  

Recemos por nuestra Patria, para que el manto celestial de la Inmaculada siga protegiendo a Chile de las calamidades naturales y nos libre de las calamidades políticas y de aquellos que quieren imponernos ideologías contrarias a Dios y a su Iglesia.

Recemos para que Dios se apiade nosotros y de los que tienen el corazón contrito.Y finalmente recemos para que en el último aliento nuestra Señora interceda por nosotros y nos conduzca al Cielo.

Frente a esta bella imagen estaremos rezando durante este mes, unidos a tantos hermanos que elevan sus oraciones al cielo. 



domingo, 29 de octubre de 2017

Imágenes de la Festividad de Cristo Rey en Valparaíso

 Hoy celebramos la Fiesta de Cristo Rey en la Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes de Puerto Claro. La misa fue cantada y al final se consagró el género humano al Sagrado Corazón de Jesús. La misa fue seguida con gran recogimiento de los fieles que concurrimos y desde estas páginas lamento que, ante tan magna celebración, fuésemos tan pocos. Gran honor se le da a Dios a través de estas festividades en un mundo que cada día le da más la espalda.

Rogamos por nosotros y por aquellos que no adoran a Dios. Hoy fue una excelente ocasión para rezar por nuestra patria ad portas de una elección presidencial donde se están jugando importantes cambios para el país.

Hemos publicado el  video de la homilía de Cristo Rey, que predicó el padre Jaime Herrera, el cual también puede verse en el blog de la parroquia: http://ourladyofmercyofclareport.blogspot.cl/


     







martes, 24 de octubre de 2017

Solemnidad de Cristo Rey en Valparaíso



Con motivo de celebrarse, el último domingo de octubre, la solemnidad de Cristo Rey la Santa Misa Tradicional que se reza cada domingo en la Parroquia Nuestra Señora de las Mercedes de Puerto Claro, este domingo 29 será cantada y a las 12:30 hrs. Al final de la misa además se hará la consagración del género humano al Sagrado Corazón. Quedan todos ustedes invitados.

jueves, 19 de octubre de 2017

Robert Hugh Benson, un recuerdo personal, por Fr. Joseph H. McMahon, Ph.D.

Hoy se cumplen 103 años de la muerte de Monseñor Benson. He encontrado este artículo escrito por un sacerdote norteamericano amigo de Benson y lo he traducido para ustedes. En él encontrarán algunos aspectos íntimos de su vida y remarca por sobre todo el fuerte celo sacerdotal de quien hoy cumple un nuevo aniversario de fallecimiento. Ruego a ustedes una oración por el eterno descanso de su alma. Las fotos son originales del artículo del padre McMahon.

Robert Hugh Benson: Un recuerdo personal, por Fr. Joseph H. MacMahon, Ph. D



“Soledad” la última novela de Mgr. Benson, cualquiera sea el veredicto de los críticos, será siempre para mí su mejor novela por un prejuicio de interés personal. Él escribió los últimos capítulos en las pocas horas de la mañana de un brillante día del agosto recién pasado, cuando por última vez yo viajé a Hare Street para ser su invitado por un fin de semana. Esa noche, después de la cena y después de mencionar los temas tratados en la novela y el propósito que perseguía al usarlos, él me leyó aquellos capítulos finales. La escena fue muy interesante e íntima.

Gracias a unas adquisiciones posteriores él había aumentado los terrenos que originalmente rodeaban la casa de Hare Street, hasta abarcar unas considerables tres o cuatro propiedades continuas. En una de ellas había levantado dos encantadores y pintorescos cottages. Creo que su idea era formar una distinguida colonia de católicos en esta remota y aburrida villa inglesa, que no había experimentado la presencia de católicos hasta que él llegó a establecerse ahí. Fue atraído por la belleza de la puerta de hierro forjado estilo Carlos II, la cual conduce a la larga, espaciosa, cuadrada y confortable casa que él compró. De esto estoy seguro, por su pórtico y sus viejos revestimientos.

Fue en uno de estos cottages, ocupado por una señora de distinguido linaje, conversa ella también, (N.Tr.: se trata de Miss Lyall, hija de Sir Alfred Lyall) donde fuimos invitados a tomar nuestro café.  Fue una práctica habitual ir con él a la denominada en forma elegante, “sala de estar de la casa de campo” a beber una pequeña taza de café y fumar innumerables cigarros mientras en un semicírculo alrededor de la hermosa habitación iluminados por una tenue luz de un candelabro eléctrico, se sentaban sus huéspedes y unos cuantos vecinos y visitas de ella. Apenas se intercambiaban los saludos la criada entraba con el brillante juego de café y entonces, con su característica impaciencia por la pérdida de tiempo, él preguntaba si podía comenzar. Leía rápidamente entre frecuentes aspiraciones a su cigarro. Para los desacostumbrados ojos americanos era divertido ver a estas graves damas inglesas, todas con “grandes aires”, alargando plateadas cajas de cigarros y encenderlos con calma fumando plácidamente mientras él leía, hasta que alguna interjección causaba que la lectura fuera suspendida al tiempo que una animada discusión tomaba lugar para decidir sobre algún punto de vista literario o de apreciación artística. Él no tomaba las críticas dócilmente. Al primer síntoma de desacuerdo se ponía rígido a la expectativa del ataque y con la determinación de defenderse. En más de un punto de la discusión de aquella tarde y en las posteriores, él tendría el buen sentido de analizar las críticas sobre las materias. Y entonces, con el cigarro pendiendo de sus labios, clavaría su lápiz en el manuscrito o quizás mantendría firme el manuscrito con la mano que sostenía el cigarro, el cual ardía con rapidez distribuyendo naturalmente sus cenizas libremente y con una fina indiferencia, y haría las correcciones.

Invariablemente a la hora establecida para las oraciones de la noche, él se detenía súbitamente y con un brusco “Buenas noches” se apuraba a salir a través del oscuro sendero que cruza el variado jardín, familiar para él, pero muy difícil para el extraño, deteniéndose para indicar algún peldaño peligroso o una rama sobresaliente hasta llegar a la capilla. Los sirvientes se reunían y pronto la puerta que daba al camino público se abría, y en la oscuridad del crepúsculo se esparcía la luz de la lámpara del sagrario. Podían apreciarse las figuras de nuestro círculo de lectura de hace un rato, y sobre sus cabezas lucían mantillas españolas y sus ricos vestidos crujiendo mientras se arrodillaban cada una en su lugar acostumbrado. Luego, desde su puesto detrás de la reja que separa el coro de la nave que sus propias manos habían ayudado a tallar, llegaba la severa y sumisa voz que cinco minutos antes había estado formulando sus propias mágicas palabras para representar amorosas escenas, o conmovedoras emociones, pero que ahora reproducían reverentemente las hermosas oraciones de completas. Terminada la lectura unos a uno los devotos se marchaban desapercibidamente, dejándolo acurrucado en su actitud favorita leyendo maitines y laudes, con la luz sobrenatural de la lámpara del altar.
 Por mucho tiempo en mi mente vivirá el recuerdo de dos escenas en apariencia tan diversas, aunque en realidad están muy conectadas. Porque la historia basada en la soledad de Elsa se urdirá con la gran pasión y con la tragedia de la soledad de su niña-heroína católica que la trajo de vuelta a Dios, y que encuentra su explicación en esta delgada figura ahora absorbida en la oración delante del altar de Dios. Porque él intentó en verdad usar su don literario dando a conocer, a través de las creaciones de su mente, las manifestaciones de ese Dios que vive en su oración.


II.-
Creo que “Soledad” da no sólo la pista más clara sobre el propósito de Mgr. Benson al escribir sus novelas, sino que también para todo el carácter de su vida católica. Él estaba siempre esforzándose por traer a Dios a los hombres, y no contento con llegar a los que pudieran ir a oírlo predicar, buscó una mayor audiencia entre quienes despreciarían sus instancias desde el púlpito, pero que podrían ser conquistados a través de la historia de una novela. Esto es evidentemente el propósito de “Soledad”. Creo que artísticamente es uno de sus mejores trabajos. No hay mucha introspección como en “El cobarde”, tal vez su mejor estudio psicológico, sin embargo, esto realza su interés como historia. El tema de Elsa es una constante a lo largo del libro, como el tema del Grial en la música de Parsifal. Incluso entre la seductiva sensualidad de la música del segundo acto de Parsifal suena el motivo del Grial como una advertencia y un contraste. A lo largo de “Soledad” el tema de Elsa está presente. El trágico incidente a través del cual es transmitido su sentido de su insolación es muy poético y completo, y la emocionante escena final es artísticamente embellecida en un alto grado. La lección es poderosa. El propósito del libro, como revelado en aquel noctibus ambrosianis, fue un poco para enseñar exactamente el peligro que reviste para un católico estar asechando aquellos matrimonios mixtos a los cuales el predicador católico con tanta fiereza y tan a menudo denuncia inútilmente.
Este esfuerzo para transmitir algunas verdades o enseñanzas católicas fue el propósito fundamental de todas las novelas escritas por Mgr. Benson. Poseía el maravilloso don de imaginación, el espléndido poder de la descripción, una notable capacidad para la observación y un genio para la creación de personajes que parecían reales. De hecho, él podía llegar a impregnarse con cualquier lugar o periodo. La primera vez que me visitó aquí en América tres años atrás, mencionó que había estado escribiendo una novela que trataba el tema de la muerte de Carlos II. Estaba muy prendido con ese canalla real porque, tal como él decía, era genuino. Lo que más le interesaba de él era la muerte católica de Carlos. Sin embargo, no estaba satisfecho en cómo estaba escrito el libro. El año pasado, con ocasión de su segunda visita, alegremente me contó como por este disgusto había arrojado su manuscrito al fuego. Luego se había sumergido por dos semanas en las bibliotecas leyendo e investigando sobre ninguna otra cosa más que sobre el reinado de Carlos II, y así fue como escribió la novela que apareció después con el nombre de “Bichos Raros”. (Oddfish)

Durante mi visita a él en el último verano tuve una larga caminata una mañana, la cual me condujo a través de algunas encantadoras villas. Yo no estaba familiarizado con el país y estaba ansioso por identificar estos lugares que me habían impresionado. A mi regreso a la biblioteca, donde él había estado trabajando, observé un largo mapa colocado en una esquina. Pensando que podría ser el mapa del condado que me mostraría aquellos poblados le consulté por esto y me sorprendí al escuchar su comentario: “¡Oh! Este es un plano de Londres de la época de Carlos que yo agrandé y dibujé a escala. En el puedo encontrar mi camino a cualquier parte.”

Algunas veces sus observaciones fallaban. Yo había escrito una descripción de Hare Street House para “el consumo doméstico” de algunos de sus devotos amigos de América. El estaba interesado en escuchar mi descripción. Comencé diciendo que el muro que cerraba la propiedad era una alta empalizada de madera o una valla de madera y él me interrumpió para decir “¡Oh no!, te equivocas en esto, el muro es de ladrillo”. Y lo que ocurrió es que era otra cara de la misma moneda. Yo había caminado hacia abajo del camino donde la valla era de hecho una empalizada de madera, pero como él siempre giraba hacia arriba del camino, en su dirección ¡el muro era de ladrillo!




III.-
Todos estos dones o facultades de los que él hacía uso eran para llevar a sus lectores a entrar en contacto con las cosas y la con vida católicas. Personalmente desconozco si hay alguna otra descripción más fascinante de una misa católica que la que se encuentra en “¿Con qué Autoridad”?  y en” “El Triunfo del Rey”. Estos relatos históricos son sin dudas fascinantes tanto para los no-católicos como para los católicos. La poesía y los auto sacramentales de la liturgia católica están tan artísticamente empleados que uno se hace insensible a la inoculación de la verdad dogmática. Sin embargo, me parece que una lectura no católica inteligente a la exquisita descripción de las flores ornamentales del altar y al fino análisis de las oraciones litúrgicas que conducen a la consagración, debe no solamente tener la más clara idea del credo católico sobre la Presencia Real, sino que debe compartir de alguna manera la reverencia de los católicos por este misterioso ritual.

Los lectores de sus novelas deben también haber notado su gran respeto por las antigüedades. Un gracioso ejemplo lo ilustrará y explicará. Caminábamos un día a inspeccionar una finca recién adquirida por una devota amiga suya, Lady Gifford. El capellán se encontraba viviendo de modo muy confortable en el extremo de un largo granero, donde las habitaciones habían sido alhajadas con todas las comodidades modernas. La otra parte del granero había sido convertida en una considerable capilla que, en mi opinión, podía acomodar a unas cien personas. Se le había colocado suelo de cemento, artefactos de calefacción a vapor y se le había aplicado una impermeabilización a los laterales y las paredes se habían reforzado con tornillos de acero. La apariencia en su totalidad era muy buena. Encontré a Benson mirando con atención los pilares de madera verticales que sostenían el techo y hablando con entusiasmo con el capellán. Estos pilares habían sido carcomidos casi hasta un punto peligroso por el ganado que había ocupado los establos ahí por centurias. A mi pragmática mentalidad americana le pareció mejor echar abajo toda la estructura y construir un edificio moderno. Pero esto para los ojos de Benson habría sido una profanación. La razón radicaba en que este lugar era un enlace que se extendía de vuelta hacia los tiempos en que Inglaterra era católica y dote de nuestra Señora. Ahora como capilla católica daba una lección objetiva de continuidad. Por tanto, en todos sus libros está tratado el tema de las antiguas casas y hogares católicos. El lector no puede evadir el hecho de que son descritos edificios reales existentes y que las escenas representadas en ellos los conectan con los católicos de la antigua Inglaterra.


A mi juicio, y me alegra decir que también a juicio suyo, desde el punto de vista literario “Richard Raynald, ermitaño” es el mejor de sus libros. Es una gema perfecta. Tiene el refinamiento, la elegancia de estilo, el final que sus otros libros, escritos a prisa y bajo gran presión, carecen con demasiada frecuencia. Pero su propósito es el mismo: reproducir una etapa de la vida en Inglaterra que solía ser católica y hacer a los modernos ingleses pensar sobre su regreso a esta idílica mística existencia que está en tan agudo contraste con el materialismo de la actual vida inglesa.

Volvamos a otra clase de sus escritos. El mismo propósito se percibe en sus novelas sociales o psicológicas. Algún aspecto de la vida católica es la constante a través de la cual es enseñada una lección religiosa. En “Un hombre común”, por ejemplo, no deja duda sobre la gloria del sacrificio heroico por amor a la verdad. “El cobarde” enfatiza finamente la visión comprensiva de la naturaleza humana que posee la Santa Madre Iglesia, incluso donde la madre naturaleza falla. “Iniciación” enseña la necesidad y la nobleza del Evangelio del dolor en una era que busca el confort físico por sobre todas las cosas y, por tanto, se desliza hacia la sensualidad y lo peor. Sus novelas apocalípticas nunca me interesaron personalmente, pero ellas revelan su facilidad para ver los diferentes lados de una cuestión y escribir desde cada punto de vista. Él solía decir con regocijo cómo con ocasión de una visita a Roma, recibió una insinuación de un distinguido eclesiástico y amigo que algunas sospechas estaban circulando por sus libros relativos a futuro de la Iglesia y del fin del mundo y que sería mejor que tuviera más cuidado. “¡Oh en absoluto”! – fue la respuesta de Benson – “Ya he terminado con ellos. No tienen mayor interés. Ya no escribo ninguna línea más en torno a eso”.
Sus críticos inconscientemente daban testimonio de la existencia de este mismo propósito subyacente. Recalco el hecho que cierto periódico francés escrito para sacerdotes examinó una serie de sus novelas que habían sido traducidas al francés, señalando su profundo significado religioso e incidentalmente llamando la atención un par de veces sobre un punto en el cual el escritor de la crítica había descubierto a Benson en el error. El juicio del Times no pasará al olvido. El crítico del Times notó el hecho que Mgr. Benson había dado una nueva concepción del Jesuita histórico a la literatura inglesa y esto en el futuro debía ser considerado. El mismo documento apunta a la escena del lecho de muerte de Carlos en “Bichos raros” como digno de un comentario especial.




IV-
El propósito que se muestra tan claro en sus novelas fue, desde luego, un reflejo de lo que dominaba su vida como sacerdote católico. Esta vida se extendió solamente por una década, pero compensó en intensidad lo que le faltó en años. Escogió la predicación como un llamado especial, y en ella trabajó hasta el final. Estaba especialmente agradecido por la oportunidad de venir a este país, el cual le fascinaba enormemente y cuya complejidad le interesaba muchísimo. Su primer viaje a América fue por una invitación de la familia Bellamy Storers. En esa ocasión él dio diez conferencias en la famosa residencia de la Sra. Jack Gardiner en Boston. Con posterioridad estos fueron publicados con el nombre de “Cristo en la Iglesia”. De un modo u otro su visita a Boston no causó mucha impresión, aunque predicó varias veces en la catedral. Pero al menos se hizo conocido por el hecho de ser él un predicador. Cuando vino a Nueva York respondiendo a mi invitación a predicar durante la cuaresma en la Iglesia de Nuestra Señora de Lourdes, fue interesante constatar cuán bien conocido era él en especial entre los no católicos.

Dos cosas han contribuido a establecer su reputación. La primera es por sus relaciones. Es pintoresco y sorprendente pensar que el hijo del arzobispo de Canterbury predicara como católico en una iglesia católica. Numerosos fueron atraídos por este hecho, como por ser conocido por sus propios libros y por los de sus hermanos. El interés despertado entre los no católicos en su comparecencia aquí fue una revelación para nosotros y llegó a ser embarazoso. Como es natural nuestra primera preocupación fue para con nuestros católicos, pero no podíamos rechazar los requerimientos que nos llovían a cántaros y pronto encontramos que, con el fin de dar una oportunidad a todos, él tendría que dar una conferencia en un amplio salón público. Por lo tanto, durante su primera visita cuaresmal a nosotros en dos ocasiones el gran salón de baile del Hotel Astor fue repletado al máximo con una distinguida audiencia compuesta en gran parte por los no católicos. El encanto de su personalidad quedaría grabado en los que lo escuchaban. Las personas que lo han escuchado en Inglaterra o en Roma recorrieron algunas veces grandes distancias solamente para oírlo en Nueva York. Nuestra pequeña iglesia ordinariamente acomoda ochocientos cincuenta personas cuando está completa, pero llegaron a estar mil doscientas apretujadas en muchos de los sermones de Benson. Cuando él regresó dos años después encontramos que fue necesario que dictara conferencias adicionales semanalmente en nuestros auditorios.

Durante sus últimas dos visitas a los Estados Unidos fue siempre lo mismo. Donde quiera que se anunciase que Mgr. Benson iba a hablar una multitudinaria audiencia era garantizada. Se estima que durante aquellas dos visitas él se dirigió a más de cien mil personas. Su actividad era una maravilla. Algunas veces predicaba unos cinco sermones en un día. En varias instancias tuvo que viajar sobre cien millas entre sermones. Parecía florecer con el entusiasmo. Nunca rechazaría una invitación a predicar a menos que estuviera física o moralmente imposibilitado para aceptar. Nunca se ahorró nada para sí mismo. Se interiorizó en el espíritu de nuestra vida americana, disfrutando de la prisa y del bullicio de la misma, simpatizando con sus aspiraciones y entendiendo sus instituciones. Nuestra jerga lo atraía en razón de su pintoresco, y con orgullo infantil él se pavoneaba en el correcto uso que de hacía de ella. Nuestras cortes y prisiones le interesaban enormemente. Recuerdo su visita a Sing Sing donde, no contento con hacer lo que de ordinario hacen las visitas, tuvo que sentarse en la silla eléctrica por el gusto por aquella experiencia. Su veredicto sobre nuestro sistema de prisiones fue que era vastamente superior al de su propio país.

Desde el fondo de su corazón inglés él pudo y apreció lo que aquí encontró y, de hecho, disfrutó con entusiasmo cada nueva experiencia. En una ocasión manejó en la cabina del ingeniero la enorme locomotora moviendo uno de los expresos más rápidos entre Nueva York y Albany. Más tarde confesó que su corazón estaba casi en su boca durante el viaje, y él se retorcía mientras el enorme monstruo tomaba las curvas alrededor de la desembocadura del Hudson, imaginando que éste debía inevitablemente zambullirse en al río.

Resumiendo sus impresiones de América él dijo una vez que sabía la diferencia entre su país y el nuestro. Su país poseía antigüedades y sus monumentos, y la conciencia de sus posesiones causaba que sus compatriotas vivieran demasiado en el pasado. Aquí, donde todo era nuevo y las cosas debían, en efecto, ser creadas, nosotros vivíamos mucho en el presente y no nos afanábamos reflexionando sobre el pasado y aprendiendo de sus lecciones. Pensaba que esto era particularmente cierto en la vida religiosa americana.


V- 
 Con su febril afán por el trabajo Mgr. Benson delató la premonición de que no viviría mucho tiempo. En varias ocasiones él expresó este sentimiento cuando se lo reprochaba. El volumen de trabajo que él asumió era enorme. Su correspondencia era voluminosa y muy diversa. Disfrutaba particularmente la comunicación con los no católicos. Tenía un maravilloso don para apreciar sus puntos de vista y simpatizar con ellos, y esto lo llevó a asociarse con muchas organizaciones no católicas. Uno de sus amigos más apreciados fue el Rev. R. J. Campbell, el célebre clérigo de la City Temple de Londres. Estaba asociado a él en el comité editorial de un periódico con el fin de prevenir cualquiera mala interpretación de la enseñanza católica. Es por un crédito de ambos que la asociación continuó hasta su muerte. De hecho, él solía relatar con gusto cómo Mr. Campbell, el cual lo había invitado a una reunión de no católicos, lo protegió de una audiencia cuando una importante porción de ella comenzó a molestarlo. Este mismo entusiasta deseo de ser un punto de contacto entre la Iglesia Católica y los miembros de la iglesia que él había dejado lo llevó a actuar como uno de los miembros del equipo de sacerdotes unidos a la capilla motorizada del apostolado inglés en su primer tour. Este vagón evangélico católico iría a algunos pueblos o ciudades inglesas donde no había una iglesia católica en un esfuerzo por reunir una audiencia que escuchara la prédica de la doctrina católica. La experiencia de Benson fue unas veces divertida, a veces peligrosa para su seguridad. Él estaba muy orgulloso del resultado de uno de sus trabajos en el establecimiento de una iglesia católica en Buntingford, un pueblo a dos millas de Hare Street y cerca de treinta de Londres.

Siendo esto lo dominante de su vida católica, no fue extraño entonces encontrarlo mostrándose en todo su quehacer. Sus novelas, tal como lo he dicho, están inspiradas por aquello y no contento con este método de propaganda, volcó su atención al drama como medio de enseñanza. En los llamados auto sacramentales él fu muy exitoso. Uno de ellos, “La Natividad”, capturó admirablemente el espíritu de los antiguos auto sacramentales ingleses medievales e incluso el pintoresco encanto de su lenguaje. Sus últimos auto sacramentales, “La Habitación Superior”, la que será producida por primera vez en Nueva York este invierno, por supuesto que no puede ser juzgada por la prueba práctica, sino que ofrece una buena lectura y una gran posibilidad dramática como una presentación de un auto sacramental del día de la Pasión con la introducción de la figura del Señor. “La Doncella de Orleans” fue muy exitosa y un intento, como inglés, de reparar las falsificaciones inglesas de este bello personaje. Llegó a estar convencido en los últimos meses de su vida que él podía llegar a convertirse en un exitoso autor de obras de teatro y consagró un considerable tiempo a la dramatización de algunas de sus novelas. Un crítico competente que leyó aquellos esfuerzos en el manuscrito pensó que podrían ser exitosos. Sé que él colaboró con un famoso actor y manager en la construcción de una basada en su más exitosa novela. Sin embargo, el punto débil en esto, a juicio del colaborador, es el punto débil de sus novelas como creación artística, esto es, el fracaso que tiene en el interés amoroso. Sus personajes femeninos apenas hacen justicia a este sexo o a este interés humano.


Mgr. Benson fue siempre un apasionado aficionado a la música. Resulta extraño decir que él tocaba bastante bien tanto el piano como el órgano, pues lo hacía solamente de oído. Pero también en sus últimos meses de su vida él hizo un estudio formal de música.  Su intensidad y concentración para este proyecto una vez más triunfó y en unas pocas semanas de hecho pudo tocar muy bien para un amateur. Su ansiedad e inquietud se mostró también en su deseo por aprender a pintar. Su instructor fue un famoso de la Academia Real que había caído bajo el encanto de su personalidad magnética y que se sintió bastante orgulloso de las aptitudes de su pupilo.

VI-
No puedo terminar esta desordenada reminiscencia sin insistir en lo admirable de su magnetismo personal. Fascinó a la gente que sólo lo conoció por medio de sus libros. Ha sido para mí un placer recibir numerosas cartas de personas que trataban de describir la influencia de esta personalidad sobre ellas. Es difícil, casi imposible, analizarlo exactamente. Su apariencia no impresionaba. Sus rasgos eran algo toscos y su rostro no era atractivo. Sin embargo, cierta dignidad en la delgada figura llamaba la atención. En el discurso era todo acción. Su pequeño cuerpo se retorcía y se estremecía a causa de la presión de sus emociones. Sus gesticulaciones eran prácticamente nulas y si había alguna era brusca. Su voz era ronca y suavizaba solamente por la tensión de algún irresistible entusiasmo, y con todo, él fascinaba a su auditorio. Poseía en un alto grado el misterioso poder de atraer para sí las almas de los hombres. He visto el maravilloso efecto sobre su audiencia mientras ellos respondían gradualmente a su poder hasta sentarse rígidos y tiesos con la tensión, y suspendidos sin aliento por el torrente de palabras que con ímpetu él arrojaba. El secreto era esta personalidad. La adulación y el culto al heroísmo le eran ofrecidos en un grado extraordinario, pero su simplicidad, inocencia y por sobre todo la absorción de su apasionada vida le dieron la inmunidad contra la adulación y el orgullo. Pasó ileso a través de las más terribles rigurosas pruebas para un hombre de su posición y con sus poderes. La vanidad no tomó parte en ninguna de sus composiciones.


Mgr. Benson fue una gran fuerza para el bien espiritual. Su muerte, que llegó inesperadamente, aturdió mucho a sus admiradores. El comentario del Atheneum encontrará un gran eco aquí. Su muerte es una pérdida visible para la literatura inglesa contemporánea. Es más, sus novelas fueron traducidas al francés, alemán, y danés, y comandó todo un círculo de lectores. Por tanto, su pérdida es lamentada por personas de muchas razas diferentes. Su vida fue una llama de fuego. Es patético usar para él las heroicas palabras con las que su última novela, “Soledad”, concluye.