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lunes, 17 de octubre de 2016

Monseñor Robert Hugh Benson, a 102 años de su muerte

Entierro de Mgr. Benson en Hare Street House, Buntingford
El 19 de Octubre se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de quien es la inspiración para este blog. Se ha escrito mucho acerca de su vida y de lo fugaz que fue su paso por este mundo.  Sí, fue una vida vivida al máximo, muy intensa, y muy fugaz, pero con una huella imborrable.

En estos tiempos en que vemos a un clero totalmente cómodo, cobarde, y muy bien empotrado en sus puestos resulta la figura de Mgr. Benson un ejemplo de valentía. Creo que no le hemos tomado el peso al paso que dio con su conversión,  porque estamos muy lejos tanto del tiempo como del espacio, pero si lo pensamos y meditamos bien, lo que hizo Robert Hugh Benson fue una hazaña: el hijo del Arzobispo de la cabeza de la iglesia de Inglaterra, aquel educado en Eton y Cambridge en un ambiente eminentemente anti católico se hizo católico. ¿Hemos dimensionado las consecuencias que tuvo para él su conversión?  Fue contra todo lo que él mismo incluso más amaba después de Dios: su familia y sus amigos. Lo vieron como a un verdadero traidor, un paria, u verdadero apóstata de la iglesia nacional. Intentaron persuadirle, pero el amor a la Verdad fue el que finalmente triunfó.

 Danos, Señor, más sacerdotes valientes como Monseñor Benson. Que no tengan miedo a denunciar y a combatir el error. Que no se dejen tentar por las comodidades que les da su posición y se queden callados para no perderlas. Que busquen, tal como lo hizo Mgr Benson, salvar almas para llevarlas al Cielo. Deles, Señor, el valor para estar dispuestos a perderlo todo por amor a Ti y a la Verdad.

Dele, Señor, a tu fiel sacerdote Robert Hugh Benson el descanso eterno.

Les dejo a continuación un artículo que traduje del Sacred Heart Review de Octubre de 1914, donde se hace una pequeña reseña sobre la vida y obra de Monseñor Benson.


                                                                  Monsignor Benson


                       por Thomas J. Ackland
 para The Sacred Heart Review, 31 de Octubre 1914

La muerte del muy reverendísimo Monsignor Robert Hugh Benson en Salford ha arrancado a una figura de quien, en las pasadas décadas, ha jugado un papel prominente en la literatura y vida religiosa de Inglaterra. Las últimas noticias de su fallecimiento han sido recibidas con profundo lamento, no sólo por los miles de admiradores que atrajo por sus piezas maestras de prosa pura y por sus sinceras, públicas y reflexivas declaraciones, sino también por millones de compatriotas que vieron en él al espléndido prototipo de un scholar inglés y a un patriota.

Aunque la causa inmediata de su muerte no es conocida, sin embargo uno naturalmente supone que en su rápido fallecimiento el exceso de trabajo y el cansancio contribuyeron en no poca cosa.
Monsignor Benson, el cuarto hijo varón de su Gracia el Reverendísimo Edward White Benson, el último Arzobispo de Canterbury, nació en 1871 y en consecuencia estaba recién en sus iniciales cuarenta años cuando fue arrebatado por la muerte. Fue educado en Eton y en el Trinity College de Cambridge donde obtuvo un Maestría en Artes (Master of Arts). Ingresó en las órdenes anglicanas y fue coadjuntor en el Este de Londres y en Kemsing cerca de Sevenoaks. En 1898 renunció e ingresó a la Comunidad Anglicana de la Resurrección.

La primera vez en que Monsignor Benson se destacó fue en 1903 cuando renunció al anglicanismo y abrazó el catolicismo. Fue recibido en la Iglesia Católica en el priorato de Woodchester por el padre Reginald Buckler o.p. Su conversión causó gran conmoción en toda la iglesia anglicana: que él, el hijo del Arzobispo Anglicano de Canterbury y Primado de la Iglesia de Inglaterra, se hubiera unido a la Iglesia que su ilustre padre había llamado a la ligera “la misión italiana” frente a entusiasmados círculos anglicanos. El cambio de credo de Monsignor Benson ha sido casi único, pues solamente un hijo de un obispo anglicano se ha hecho católico y este es el caso de Tobie Matthew, hijo del Arzobispo de York, quien en 1606 se sometió a la obediencia de Roma. (nota de la traducción: posteriormente lo haría otro hijo de un obispo anglicano: Monseñor Ronald Knox, hijo del obispo de Manchester))

Después de su conversión Monsignor Benson fue enviado a Roma para alistarse para el sacerdocio. Luego de un año de estudios y preparación fue ordenado. Los estudiantes que asistieron a las clases de la Propaganda durante los años de 1903 a 1904 lo recuerdan muy claramente. De una modestia y reservada disposición era, no obstante, y amable y cordial. En clases estaba profundamente atento. No podía dejar de impresionar a cada uno por su humildad y seriedad. Su piedad era simple y desafectada, y en todas las grandes ceremonias, por las que Roma es famosa, uno lo veía siguiendo los sagrados ritos con atención y gran devoción. Ya en aquel entonces él era una figura prominente entre los estudiantes romanos.

Luego de su ordenación Monsignor Benson regresó a Inglaterra y volcó toda su energía, tiempo y talento a servir a la Iglesia. Como sacerdote de la arquidiócesis de Westminster fue asignado como asistente en la iglesia de Cambridge. Casi inmediatamente él comenzó a erguirse como un hombre de Iglesia de notable energía y habilidad. Pronto tuvo una gran demanda como predicador, y aunque sobrecargado por los compromisos nunca rechazó una invitación a predicar el Evangelio. Como los Apóstoles, sentía que Dios lo llamaba a predicar el Evangelio, este fue siempre su trabajo, a tiempo y a destiempo.

Su fama se extendió rápidamente a través de Inglaterra y muy pronto se había  propagado a todo el orbe angloparlante. Su estilo era conciso, claro y directo, lleno de ardor y de fervor, de hecho poco parecía que fuese un inglés al ser tan apasionado en sus entregas. Tenía un extraordinario dominio del idioma inglés puro con el cual revestía maravillosas ideas y sorprendentes pensamientos que envolvían y estremecían a su audiencia. Los oyentes no podían dejar de maravillarse acerca de la manera en que él construía sus discursos y los desarrollaba, llevando siempre a casa una lección por el poder que tenía para contar las cosas.

En su predicación fue muy evidente la amplia erudición que tenía Monsignor Benson. No deja de sorprender por la variedad de materias que trató y el notable bagaje y brillantes que le otorgó a cada una. Como pensador religioso su habilidad para leer el signo de los tiempos fue poco menos que profética. En sus conferencias esbozó casi con una visión de un clarividente el peligro que acosaba los días presentes al credo religioso y con la habilidad de un diagnosticador señalando los puntos débiles que necesitaban fortalecerse.

Monsignor Benson visitó dos veces los Estados Unidos dando conferencias y sermones en esta ciudad (Boston – n. de tr.), en Nueva York y en otra prominente ciudad.  Fue muy bien acogido aquí y en Inglaterra su relato de la visita a este país  por sus ilimitadas alabanzas y admiración por nuestras instituciones, y especialmente por el crecimiento de la Iglesia Católica. El último año que él vino dio un ciclo de sermones en la Catedral de la Santa Cruz la cual abarrotó la capacidad de la congregación.

 La pluma de Monsignor Benson no estaba ociosa mientras estaba en su compromiso con el trabajo en el ministerio del Evangelio. Él provenía de una familia que estaba particularmente favorecida con las musas literarias. Tal como sus hermanos A.C. Benson y E.F Benson, el autor de “Dodo”, él fue dotado con un extraordinario sugestivo poder y una asombrosa fecundidad de pensamiento. Con una admirable rapidez salían de su pluma novelas que eran verdaderas piezas maestras del estilo inglés, además libros y panfletos de tópicos religiosos. Él había sido por muchos años uno de los más prolíferos escritores ingleses. Tantos y variados son sus trabajos que es imposible dar aquí un resumen.

En poco más de una década han aparecido los siguientes: Un libro del amor de Jesús, Cristo en la Iglesia,  Una ciudad construida sobre un monte, Ecclesia: la Iglesia de Cristo, Denominaciones no católicas, La religión del hombre corriente, Misticismo, Santo Tomás de Canterbury, La amistad de Cristo, Con qué autoridad, Los convencionalistas, El precio de la corona, El cobarde, Alba Triunfante, La Historia de Richard Raynal, El triunfo del rey, La luz invisible, El señor del mundo, El espejo de Shalott, Una obra misteriosa en torno a la natividad de nuestro Señor, Los espiritistas, No otros dioses, Los papeles de un paria, La tragedia de la reina, Los sentimentalistas, El aventador, El alfabeto de los santos en rimas, Ven potro, ven soga, Confesiones de un converso.

La amplia gama de materias abarcadas en estos trabajos se constituye en una fuente de creciente admiración al lector. Su última novela está recién salida de la imprenta, se llama Bichos raros, es una novela histórica abordada en la época de Carlos II, y ha sido comentada exitosamente en los periódicos extranjeros, los cuales han sido unánimes en sus elogios.

El encanto y la fuerza son las características del trabajo de Monsignor Benson. Sus personajes parecen estar realmente vivos, han sido creados tan reales a la vida. Sus personajes históricos aparecen caminar entre nosotros y hablaban tal como nos imaginamos que ellos lo hicieron cuando eran de carne y hueso. Tan profunda es su base histórica y tan agudos son sus conocimientos de los ingleses y de su mentalidad que sus héroes, heroínas y villanos pasan frente al lector con una naturalidad que le atrapa.

El lenguaje también está cerca de la perfección tal como un maestro del inglés, y lo puede hacer a pesar de esto su trabajo no muestra signos de un lenguaje trabajoso y exagerado. Es natural, claro y fluido, discurriendo con una facilidad y rapidez que acarrea al lector ligera e imperceptiblemente. Incluso un leve conocimiento del trabajo de Monsignor Benson revela el genio de un pensador y maestro. Conoce de las mejores tradiciones de la lengua inglesa y  él las trenza en su trabajo.

Monsignor Benson fue por sobre todo un sacerdote. Ese fue su llamado y esa fue la vida que eligió, por tanto consideró  sus novelas no meramente como un producto de su imaginación o como una cosa con que pasar un tiempo agradable y tal vez, algo rentable. Al escribir mantuvo en su mente un propósito hasta el final: hacer a la Iglesia mejor conocida y llevar a las almas a su rebaño. Sus novelas tuvieron en propósito de llevar una lección y lo lograron. Mostraron que la actual Iglesia de Inglaterra no existía previa a Enrique VIII y que la Iglesia que ve a Roma como su cabeza es la verdadera Iglesia Apostólica que fue establecida en Inglaterra por San Agustín.

Ha sido objeto de muchas especulaciones cómo Monsignor Benson fue capaz de hacer tanto. En un muy breve periodo de tiempo, él había llevado a cabo más que lo que muchos hombres producen en su vida. Fue un infatigable trabajador, y con seguridad se puede decir que él no perdía el tiempo. Es casi una certeza que él trabajaba bajo una gran tensión. Solamente en el último año se le obligó a relajar sus arduos esfuerzos a cuenta de su enfermedad. Pero el genio debe golpear mientras el metal está caliente y siguiendo su inspiración el hombre físico sigue su camino.

Sin embargo, de Monsignor Benson no se puede decir que haya sido un recluso. Él fue muy aficionado a los deportes al aire libre y fue un entusiasta jinete. Pero el cuerpo no puede mantenerse con la exigencia de un gran intelecto, se quiebra bajo la tensión. En palabras del profeta, su vida de trabajo fue consumida en un corto periodo de tiempo y se fue a enfrentar al Gran Lider por el cual él trabajó tan abundante y devotamente.


Monsignor Benson se ha ganado un lugar alto en la Iglesia de Inglaterra. Roma lo honró confiriéndole la púrpura. Él se ubica al lado de lado de aquellos grandes predicadores y escritores que viajaron por el camino por el que se retoma a Roma: el inmortal Newman, el hábil Manning, el gentil Faber. Él ya tiene el amor y el agradecido recuerdo de los católicos de habla inglesa en todo el mundo. Su misión terminó y se ha ido a recibir la recompensa del mayordomo fiel. Su nombre siempre vivirán en el corazón de sus correligionarios, a los cuales él entregará una eterna bendición.

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