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viernes, 15 de abril de 2016

Artículo de Rorate Caeli: El papa Francisco pro Mundum



Nota de la traducción: Para mí, que me he gozado leyendo Retorno a Brideshead de Evelyn Waugh, resultó muy gratificante encontrar este artículo publicado en Rorate Caeli y escrito por un sacerdote diocesano recientemente ordenado que firma bajo el nombre de Monseñor l'Abbé  para el citado portal católico. He querido traducirlo para compartirlo con los lectores que no leen en inglés.  Próximamente será también publicado en Adelante la Fe a quienes agradezco la oportunidad de haberlo traducido.
Nada más que agregar, salvo que me ha parecido genial leer el análisis comparativo de Amoris Laetitia a la luz de esta novela, y no puedo estar más de acuerdo con el padre Mgr. l´Abbé.
Beatrice

                                 El papa Francisco Pro Mundum

                Una interpretación de Amoris Laetitia vista a través de Retorno a Brideshead

                                                      

        
Introducción:
Después de meses de una tensa expectación y del trabajo de dos Sínodos de Obispos,  el viernes recién pasado el papa Francisco publicó su Exhortación Apostólica Amoris Laetitia. Esta exhortación sobre “El amor y la Familia” me ha hecho pensar en una familia en particular que conocí hace unos años atrás.  La conocí  por primera vez cuando ella entró en contacto conmigo durante mis años de universidad.  He pensado en ella muchas y he vuelto a referirla con posterioridad. Esta familia es la Familia Marchmain, la aristocrática familia británica descrita por Evelyn Waugh en su novela Retorno a Brideshead (Brideshead Revisited) escrita en el año 1944.

                                         
                                                            

Antes que alguien me acuse de locura  por considerarme relacionado con una familia ficticia sabrán que aquellos que han tenido alguna familiaridad con la historia de Waugh comprenderán esto.  La familia Marchmain es fácilmente reconocible. Son una “familia para todas las épocas” en el sentido de que ellos son como todas las otras familias. Los Marchmain trascienden el tiempo y la cultura. Son una familia de santos y de pecadores, y sus triunfos y tragedias son los triunfos y tragedias de muchas otras familias. Hay un sinnúmero de lecciones que podemos aprender de sus éxitos y de sus errores.

Incluso ahora cuando pienso en mi propia familia; cuando pienso en mis amigos; cuando pienso en la vida de mi parroquia, me pregunto cómo los distintos  personajes de Retorno a Brideshead actuarían  según las diferentes situaciones. Si yo estuviera describiendo a una persona a un amigo que es un iniciado en Brideshead,  siempre podría  relacionarla con al menos uno de los personajes de la novela: “Ella habla como Lady Marchmain” o “Él bebe como Sebastián” o (me atrevo a decir)  “Él me recuerda a Anthony Blanche”. Incluso durante mi ministerio como sacerdote he experimentado breves instantes brillantes cuando Brideshead ha sido más que una novela: en un encuentro con una pareja comprometida; cuando el tabernáculo estaba vacío el Viernes Santo, y desde luego cuando son administrados los últimos Sacramentos junto a la cama de alguien que está rodeado por su familia.

Espero que estas reflexiones sirvan para mostrar cuan cautivantes son los personajes de esta novela. Como el protagonista de la novela, Charles Ryder, quien es arrastrado en el drama de la familia Marchmain, y yo también estuve cautivado por ellos y pienso en ellos una y otra vez. Los Marchmain son, en muchos sentidos, una familia viviente, o al menos, yo siempre he creído que lo fueron.

El pontificado del papa Francisco, y ahora la publicación de Amoris Laetitia  me tienen cada vez más preocupado, pues Los Marchmain ya no tendrán nada más que enseñarnos.

Paraíso perdido y recuperado

Retorno a Brideshead trata de los recuerdos de Charles Ryder el cual, durante la Segunda Guerra Mundial, es un oficial del ejército británico. El foco principal de sus recuerdos está en su compromiso con la familia Marchmain entre el periodo de entreguerras. Charles es presentado a la familia y a la casa señorial por Sebastián Flyte, un estudiante de pre-grado de la Universidad de Oxford. Sebastián es el hijo menor de Lord y Lady Marchmain. En muchos aspectos la familia Marchmain es muy anormal para Charles y para todo el establisment británico. Ellos son una familia aristocrática católica en un reino exclusivamente protestante. La peculiaridad de sus prácticas (vistas al Santísimo Sacramento en su capilla, discusiones frecuentes sobre religión) son una de las razones por las que Charles, un agnóstico, es inicialmente deslumbrado por ellos.

                                                      

Sin embargo, detrás de este barniz de belleza y de piedad doméstica están los mismos obstáculos que enfrentan todas las demás familias. Mientras Lady Marchmain provenía de una familia católica, Lord Marchmain se convirtió para poder casarse. “Tú has traído de vuelta a mi familia a la fe de sus ancestros”, le decía a su esposa en los primeros días de su relación[1]. Lord y Lady Marchmain finalmente criaron a sus hijos, dos niños y dos niñas,  en la fe. Tras unos años de infeliz matrimonio, Lord Marchmain abandona a su esposa y a sus hijos y se establece definitivamente en Venecia donde vive con su amante italiana, Cara. Lord Marchmain continúa viendo a sus hijos cuando ellos lo visitan en Venecia. Él está esencialmente desaparecido de la sociedad británica, mientras que Lady Marchmain permanece en Brideshead, intentando inculcar la fe y la piedad católica en los corazones de sus hijos.

Mientras que el hijo mayor de Lord y Lady Marchmain, Bridey, y su hija menor, Cordelia, parecen haber heredado la piedad de su madre, sus hijos del medio, Sebastián y Julia, son causa de sufrimiento para Lady Marchmain. La novela es discreta describiendo los desórdenes afectivos de Sebastián, y es obvio que estas afecciones se han dirigido hacia Charles y hacia numerosos otros personajes masculinos a lo largo de la novela. Estas afecciones se reflejan en su persona casi un niño. Incapaz de poner término a estas afecciones desordenadas, él abandona a Lady Marchmain y a Brideshead por el norte de África.

El alcoholismo de Sebastián finalmente le pasa la cuenta a su salud. Un monasterio católico en Tunes se hace cargo de él y ahí sirve como una especie de portero. Lo último que escuchamos de Sebastián es que él dice que se ha vuelto muy religioso, y aunque sigue con su alcoholismo, es capaz de encontrar confort y consuelo en su catolicismo. “He visto a otros como él, y creo que ellos son muy cercanos y queridos por Dios”, dice Cordelia. [2] Incluso ella prevé la eventual muerte de su hermano bajo el cuidado de los monjes del monasterio: “Y luego, una mañana, después de una de sus borracheras, le recogerán del suelo, en la puerta, moribundo, y él indicará, con un simple movimiento del párpado, que está consciente cuando le den los últimos sacramentos. No es una forma tan mala de pasar la vida”.[3]

Julia se las arregla para igualar la disoluta vida de Sebastián a través de sus propios actos de intransigencia. Ella planea casarse con Rex Mottram, un protestante canadiense, que tiene intenciones de ganar un sitio en la Cámara de los Comunes. Es esta relación con Rex que marca el descenso de Julia a una crónica situación de pecado. Julia se entera que Rex puede estar llevando un romance con una amante. Ella cree que si ellos se comprometen, esto puede poner fin al romance. Cuando esto no ocurre, entonces comienza a pensar que si Rex se mantiene infiel, ella tendrá que ofrecer gratificación sexual a su prometido antes que ellos se casen. Julia justifica esto en su mente y presenta esta proposición a un sacerdote: “Pero padre, ¿no puede ser malo que yo cometa un pecado menor para evitar que él cometa uno muchísimo peor?”[4]. El jesuita le responde negativamente y sugiere que ella se confiese. Es en este momento, cuando Julia no recibe lo que ella quiere, que se vuelve contra la fe. “No gracias – dijo Julia, como si rechazara una mercancía en una tienda-. Prefiero no hacerlo hoy.- y caminó furiosa a su casa. Desde aquel momento cerró la puerta del espíritu a la religión.”[5]

Durante su noviazgo Rex acepta recibir instrucción para convertirse al catolicismo. Sin embargo, el asunto se complica cuando se revela que Rex estaba casado y divorciado en Canadá. Rex no entiende como esto puede ser un impedimento a su futuro matrimonio con Julia y él no ve una diferencia entre su divorcio y la concesión de una nulidad. Cuando es obvio que no se puede hacer nada más con tan solo unas pocas semanas antes de la boda, Julia y Rex están de acuerdo en casarse en una ceremonia protestante, separándose de la sociedad católica y de la familia Marchmain. La intransigencia de Julia llega a la cima cuando ella expresa la moderna negativa de reconocer el pecado objetivo: “Yo creo que estos curas no saben nada. No creo en el infierno para cosas así. De cualquier manera pienso que ya no creo en él”[6].

Todo esto es referido por Charles, quien no verá a Julia hasta diez años después. A todo esto Lady Marchmain ha muerto y cuando Charles y Julia se vuelven a juntar es obvio que ambos son infelices en sus respectivos matrimonios. Una aventura amorosa comienza entre los dos y finalmente se convierte en un asunto público al punto que ambos comienzan a considerar el divorcio y entonces poder casarse.

Cuando se revela que el hermano mayor de Julia, Bridey, se las ha arreglado para encontrar una mujer para comprometerse, Julia sugiere invitarla a Brideshead. Sin embargo, Bridey dice que él no puede invitar a su prometida Beryl por su estricta fe católica y la ofensa que puede causar la irregular situación de Julia: “Debes entender que Beryl es una mujer de estrictos principios católicos”,- dijo él.- Es imposible traerla aquí. Es indiferente si tú eliges vivir en pecado con Rex o con Charles o con ambos. He procurado siempre evitar enterarme de los detalles de tu ménage, pero en ningún caso consentiría en que Beryl fuera tu invitada.”[7] Esta severa revelación hace que Julia abandone la habitación envuelta en lágrimas. “Aquí no hay nada que ella pueda objetar” dice Bridey de Julia, “Yo sólo estaba refiriéndome a un hecho bien conocido por ella”.[8]

El drama se intensifica cuando se anuncia que Lord Marchmain retornará a Inglaterra con Cara para pasar sus últimos días en Brideshead. Cuando esto ocurre es manifiesto que Lord Marchmain se aproxima a la muerte y la familia llama al padre MacKay, el cura local, para visitar Brideshead. Lord Marchmain le comunica  al padre MacKay que él no ha sido un católico practicante desde hace veinticinco años y el padre se marcha cortésmente. Como la condición de Lord Marchmain empeora, el cura vuelve. Hay un debate en la familia sobre si el padre MacKay debiera intentar administrar los últimos sacramentos, o si los años de Lord Marchmain como un “burlón” debieran ser honrados. “Cristo vino a llamar al arrepentimiento no a los justos”, explica el padre MacKay, “sino a los pecadores”.[9]

Con los días la condición de Lord Marchmain se va deteriorando a tal grado que él está apenas consciente. El padre MacKay lo asiste, rezando y alentándolo a pedir perdón a Dios por sus pecados. Le sugiere que, si es capaz de hacerlo, Lord Marchmain haga algún gesto que muestre que está arrepentido de sus pecados. Entonces el padre MacKay lo unge.

Charles, un agnóstico profeso, en ese momento dice que sintió el deseo que  él hiciera una señal de dolor por sus pecados. Entonces Lord Marchmain, aun en su débil condición, es capaz de levantar su mano derecha, y después de veinticinco años de nula práctica de su fe, hace la Señal de la Cruz como signo de su contrición.

Charles reconoce la magnitud de tal aparentemente sencilla señal: “Entonces supe que la señal por la que yo había orado no era tan insignificante, no era un mero gesto de reconocimiento, y me acordé de una frase de la infancia acerca del velo del templo que se rasgaba de arriba abajo”.[10] En ese momento la vida de Charles cambia. Después de este momento pleno la gracia de arrepentimiento y redención, Charles y Julia se dan cuenta de que no pueden casarse. Charles le pregunta qué hará. “Seguir sola, simplemente” – contesta Julia – “Tú me conoces bien. Sabes que no estoy hecha para una vida de luto. Yo siempre he sido mala. Probablemente sea mala de nuevo, y volveré a ser castigada. Pero cuanto más mala soy, más necesito de Dios. No puedo estar fuera del alcance de Su misericordia. Esto es lo que significaría empezar una vida contigo, sin Él.”[11]  Julia comprende que la misericordia de Dios puede incluso extenderse a ella, pero Dios exige un signo de contrición. “Puede que haya un trato privado entre Dios y yo, y que si yo sacrifico la única cosa que quiero mucho, por muy mala que yo sea, Él no me abandonará totalmente al final”.[12] Charles es capaz de aceptar esto porque él también ha cambiado. Él ha sido testigo de la misericordia de Dios y ahora sabe que es algo que él también puede recibir.

La novela concluye con Charles sirviendo en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial. Él mismo se encuentra acuartelado en Brideshead y solicita visitar la capilla. Mientras está en ella ofrece una oración. Es ahí cuando sabemos que Charles ya no acepta su creo agnóstico. Él no ha retornado al anglicanismo de su infancia, sino que se ha convertido al catolicismo, diciendo, “una oración, una antigua y recién aprendida fórmula de palabras”.[13] Es en esta fe donde él encontró confort, y aunque él y Julia no han podido tenerse el uno al otro, sin embargo él ha encontrado la paz porque ahora ha  podido tener una relación con Dios. “Hoy pareces estar inusualmente animado” – le dice uno de los oficiales a Charles después de haber visitado la capilla.[14] Es esto lo que Dios nos da si nosotros estamos dispuestos a darnos a nosotros mismos a Él: una inusual jovialidad, una jovialidad y una alegría que se sobrepone a todos los momentos de ansiedad, de dolor y de frustración.

Retorno a Brideshead v/s Amoris Laetitia

La razón por la cual Amoris Laetitia me ha hecho pensar en la familia Marchmain es por una aterradora revelación. ¿Están las cuestiones morales y religiosas pertinentemente abordadas en Retorno a Brideshead en el mundo de Amoris Laetitia? En muchos sentidos el documento hace mucho para socavar la verdad objetiva y los valores absolutos. Julia intenta hacer la misma cosa cuando racionaliza una impúdica relación con su prometido para evitar que él tenga un amorío. “Estoy salvando a un hombre caído”.- razona Julia – “Estoy salvando a Rex de un pecado mortal”[15] Por tanto, los pensamientos de Julia parecen ser un reflejo de los del papa: “Un pequeño paso, en medio de grandes límites humanos, puede ser más agradable a Dios que la vida exteriormente correcta de quien transcurre sus días sin enfrentar importantes dificultades”.[16] Tal razonamiento huele a gradualismo tal como Julia pensó que podía “cometer un pecado pequeño con el fin de salvar a Rex de uno mucho peor”.

Si ellos estuvieran vivos hoy, ¿Julia y Charles hubieran tenido que separarse? Amoris Laetitia ofrece una alternativa: “Es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia”.[17] ¿No podían Julia y Charles haber hablado con el padre MacKay en el foro interno en aras de contribuir “a la formación de un juicio correcto?”.[18]

Es más, la idea de vivir como hermano y hermana parece ser imposible en esta era moderna. Cuando Julia le explica a Charles que ella planea “Seguir sola, simplemente”, esta no es una revelación triste, porque ella puede finalmente recibir la misericordia de Dios y volver a una correcta relación con Él. Sin embargo, Amoris Laetitia hace que esto de “seguir solo” o abstenerse de relaciones sexuales parezca algo imposible en el 2016. El papa Francisco explica que “En estas situaciones, muchos, conociendo y aceptando la posibilidad de convivir «como hermanos» que la Iglesia les ofrece, destacan que si faltan algunas expresiones de intimidad «puede poner en peligro no raras veces el bien de la fidelidad y el bien de la prole». [19] En la época de Brideshead, uno no se moría si se abstenía de la intimidad sexual. Aparentemente en esta época, obsesionada con el sexo, es para uno imposible vivir sin esto.

Tirando del hilo
Si Retorno a Brideshead nos recuerda algo, es que la salvación no es gratis. La salvación exige una respuesta. Exige una suerte de señal de que uno la desea y que se está dispuesto a hacer lo necesario para comprar esta perla tan valiosa.[20] Incluso un pequeño signo (tal como la Señal de la Cruz de Lord Marchmain) puede arrastrar consigo una cantidad inconmensurable de peso. Un pequeño signo puede ser tan poderoso como “el velo del templo que se quiebra de arriba abajo”. Y esto es porque tal signo indica la persona está dispuesta a reconocer sus errores y a hacer lo que sea necesario para volver a una recta relación con Dios


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El mundo de Amoris Laetitia parece ver a todos bien tal como están. El desarrollo y el crecimiento que la familia Marchmain experimenta a través del curso de Retorno a Brideshead parece ser totalmente innecesario. Aparentemente la familia Marchmain debió haber continuado habilitando a Sebastián; Julia  no hubiera tenido que preocuparse por estar “viviendo en pecado” con Rex; Lord Marchmain hacer nada para disculparse; Julia y Charles pudieron haber seguido el camino del discernimiento con un pastor local; y Charles nunca hubiera tenido que convertirse al catolicismo.

Aunque tal vez estoy siendo un tanto duro. A fin de cuentas tengo un carácter que, como diría el papa Francisco, necesita cambiar: el de Lady Marchmain. La pobre matriarca de su familia manda a su futuro marido a convertirse al catolicismo. De un modo similar, ella intentó conducir a sus hijos a través de un camino de fidelidad, solamente para ver cómo sus esperanzas se frustraban constantemente. Sin embargo, incluso en su sufrimiento y su pena ella nunca perdió la esperanza y nunca dejó de rezar cada día por sus cercanos. Ella sabía que la fe que transmitió a sus hijos ofrecía la posibilidad más inmediata de salvación. Porque el fin de la novela está vinculada con el retorno de Julia y Sebastián a la fe católica. Ella está también vinculada con la conversión de Charles desde que ella insistió en la necesidad de su conversión años antes. “Debemos hacer un católico de Charles, -dijo Lady Marchmain – y tuvimos muchas pequeñas conversaciones juntos durante mis visitas cuando ella dirigía delicadamente las charlas a temas sagrados.”[21] Desafortunadamente el papa probablemente consideraría a Lady Marchmain como un estrecho y rígido monstruo que está preocupado solamente de la letra de la ley. Quizás incluso él podría imitar la condena del amigo de Sebastián, Anthony Blanche, levantó contra ella en la novela: “Ella les chupa la sangre”.[22]

Últimamente los personajes principales de Retorno a Brideshead encuentran su camino en vías a la redención. No caben dudas que es un camino de muchos giros y vueltas. Es un camino que exige una respuesta, un decidido sí o no. No es un camino para ser discernido. Nuestro Señor vendrá a nosotros cuando puede que no lo esperemos. Tomemos Su yugo sobre nuestros hombros y aprendamos de Él[23], o ¿nos apartaremos de Él con dolor como el joven rico?[24]

Cada uno de los personajes de Retorno a Brideshead se presenta con un momento para la conversión. Es en ese momento que ellos reconocen la labor de la Gracia de Dios. Cordelia, la menor de los hijos de los Marchmain, sabe que sus hermanos no estarán perdidos para siempre. “Le cogí” – cita a G.K. Chesterton – “con un anzuelo y una caña invisible, lo bastante largos como para dejarle caminar hasta el fin del mundo y hacerle regresar con un tirón de hilo.”[25]

Cordelia sabe que los que tienen fe siempre estarán abiertos a la obra de Dios en sus vidas. Dios los tiene con su hilo y un día, en un instante, los llama de vuelta a Él. Pero ellos deben estar dispuestos a participar de este sobrenatural “tirón de hilo”. Desafortunadamente la esencia de Amoris Laetitia y la teología del papa Francisco es un intento nietzscheano  de naturalizar a Dios y de tirar el hilo hacia nosotros, forzándolo a Él a someterse y a aprobar los engaños y la intransigencia del pecado humano.

Los caminos de Dios en Retorno a Brideshead brindan una inusual jovialidad la cual nunca puede ser extinguida. Los caminos del hombre en Amoris Laetitia nos afianzan más en el moderno barro cenagoso de la miseria,  del vacío y de la insatisfacción. Quo vadis?

Traducción Beatrice Atherton

                        





[1] Waugh, Evelyn. Brideshead Revisited. New York, 2012, Black Day, 254
[2] Ibid.354.
[3] Ibid.355.
[4] Ibid.216.
[5] Ibid.217.
[6] Ibid.226
[7] Ibid.327
[8] Ibid.328
[9] Ibid.388
[10] Ibid.390.
[11] Ibid.392.
[12] Ibid.393.
[13] Ibid.402.
[14] Ibid.402
[15] Ibid.215.
[16] Evangelii Gaudium, 44
[17] Amoris Laetitia, 305
[18] AL, 300
[19] AL, nota a pie de página 329.
[20] Mateo 13,46
[21] Waugh, 142
[22] Ibid. 60
[23] Mateo 11, 29
[24] Marcos 10, 22
[25] Waugh, 254

9 comentarios:

  1. J ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Santa Misa Tradicional en Valparaíso, 2do. Domingo...":

    Gracias Beatrice! Estaba esperando que alguien lo tradujera, antes de tener que poner mis improbables capacidades para hacerlo. Era necesario.

    Mi querido J: acabo de copiar arriba el comentario que me envió, pues lo hizo en el post anterior. Para que no sus palabras no se las llevara el viento lo coloqué acá.
    Muchas gracias por su comentario, la verdad es que me pareció de lectura obligada.
    Beatrice

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  2. Mil veces gracias !!! Siempre estas presente en mis oraciones. Inmenso saludo para vos y tu familia.

    criollo y andaluz

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  3. Querido Marcos, cuantas bendiciones recibimos de Dios por la oración de nuestros amigos. Muchas gracias por tus palabras y feliz de por poder aportar con algo en este momento.
    Un abrazo
    Beatrice

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Muchas gracias por su traducción, estoy deseoso de leer el libro. Gracias y bendiciones

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  6. Gracias a usted por comentar. Le aseguro que este libro es una obra maestra, una delicia, ojalá pueda leerlo pronto...antes que ya no tenga nada que enseñarnos.
    Beatrice

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  7. Gracias. Me a gustado mucho, muy oportuno.
    Tonia LyG

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  8. Tonia y Coronel: Muchas gracias a ustedes por comentar. Fue un agrado traducir este texto.
    Un abrazo,
    Beatrice

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