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domingo, 15 de diciembre de 2013

Esquemas de Sermones: El Cielo

                                                                "Gozaos siempre en el Señor; otra vez os digo: gozaos"
                                                                                                                                   Filipenses 4

Hoy, tercer domingo de Adviento, domingo de gaudete. Hasta el momento, hemos leído los esquemas de sermones para el Adviento que son: La muerte, el Infierno, El Juicio. Corresponde hoy las notas sobre el Cielo. Benson nos expone con su usual sentido común y su aterrizado conocimiento de la realidad  y de la naturaleza humana, su visión sobre el Cielo. Visión que me hizo recordar inmediatamente a la de San Anselmo. Disculpándome una vez más sobre las falencias que puedan encontrar en esta traducción, les dejo a continuación este bello  esquema de sermón. 
 

                                         Esquemas de Sermones I

                                    Los Sermones Anglicanos

                                           I.- Adviento

                                          IV.- El Cielo

I- La Comunidad.
   El sueño del hogar. Estabas solo en el mundo, o al menos, mirabas con nostalgia la infancia – soñando que estabas en tu viejo hogar – con todos ahí – todo parece extrañamente familiar – la lámpara en la mesa – no falta nadie – los queridos rostros – “¿Cómo es que todos ellos están aquí? Yo pensaba que ellos estaban muertos” Y luego, despertaste con lágrimas en los ojos – y por donde quiera que vayamos, vamos con alegría durante todo ese día. Esta maravillosa alegría es una fugaz reflejo de una de las alegrías del Cielo. La comunidad con las demás almas – aquellas que has amado- aquellas que te hubiera encantado amar –si tú las hubieras conocido. Abajo, Jerusalén – la madre de todos nosotros. Algunas veces la gente le teme al Cielo – es extraño, una adoración inexplicable – Todo parece nuevo y  poco familiar – “Deseo las viejas alegrías”. Las viejas alegrías estarán ahí – El Cielo es un hogar – Ahí habrá realmente jarras de la antigua vida. – Los malentendidos, gracias a Dios, los olvidamos. En el Cielo la alegría es sin los malentendidos. (La navidad es un festival del hogar). Es la alegría de mirar atrás después de un largo día de marcha. 
 
II.- La presencia de Dios.

   Está más allá del pensamiento del hombre. “Lo que ningún ojo jamás ha visto” ( 1 Corintios 2,9). La única cosa es la develada Presencia de Dios. Nosotros solamente podemos vislumbrar la Presencia de Dios hacia abajo, a través del pecado y del sufrimiento; se multiplican por mil. En la tierra tenemos vagos destellos de felicidad: - en la salud perfecta – en la conciencia limpia – en la enfermedad, cuando el velo parece más delgado  - momentos en los cuales el mundo parece detenerse y estamos contentos.

Dos asuntos:

(1) La adoración.- Algunas veces captamos destellos de alegría durante el culto (a pesar de nuestra frialdad) – una feligresía ferviente; un espíritu – un espíritu sobre ellos – una gran presencia cerca – o una gran procesión de adoración – una música exquisita, un ritual – o, simplemente en la comunión temprana – sigue la Presencia de dulzura y adoración. Todo esto combinado con una gloriosa unidad – la comunión de todos los santos – con un corazón dirigido al gran Trono donde Él se sienta.

(2) Amor.- En la tierra, nuevamente, el amor intenso de una criatura humana es lo más dulce de todo – una alegría positiva al sufrir con entusiasmo por aquel amor – Juntos se pliegan el Cielo y la tierra. Pero en el amor humano existe una sombra – se deslizan las incomprensiones. El calor blanco enfría al rojo – hasta la negrura nuevamente. Sin embargo, el amor de Jesús, ¡por el cual todo fue hecho! La única cosa que han anhelado los santos, y constituye el hilo conductor de toda su pasión. “¿Cuándo te habré de ver cómo eres?”. Nuestros pecados, el amor por las otras cosas, las incapacidades, los atenúa. De vez en cuando en nuestras comuniones un rayo real de Amor Divino brilla por un momento.

   Él es el Salvador. Las Llagas resplandecen más brillantemente que las joyas- El corazón es más dulce que cualquier trono  celestial – más cerca suyo que los ángeles, porque Él no es su Redentor. 

III. Todo es Eterno.

   El melancólico en la tierra siempre piensa que esta alegría no va a durar. Incluso en el fervor religioso escuchamos susurros acerca fríos días que vendrán. La muerte separará el amor humano.
 
   Existe una certeza de continuación y de ganancia.

   Conclusión: Terminar con el antiguo tópico: “El tiempo es corto, la eternidad es larga”.

[Agregado posteriormente]

(a) Nos preguntamos cómo es el Cielo – la gente siempre tiene curiosidad. Vamos a tratar de conjeturar, aun cuando ojo no vio. Vamos a conjeturar reverentemente a partir de las necesidades de nuestra naturaleza. Dios, que nos otorga el deseo de la santidad, nos concederá la santa satisfacción.

(b) Pero en primer lugar nuestro reclamo contra el optimismo que destruye el alma. La creencia externa que dice que seremos felices al morir – que puedo creer lo que quiera, hacer lo que quiera y disfrutaré del Cielo – viven para sí mismos aquí y para Dios en la otra vida

(i) Algunos por ningún motivo alcanzarán el Cielo. Es sumamente improbable que todos los que estamos aquí lo hagan – los mismos sagrados y tiernos labios que dijeron: (cita texto), dijeron: “Echad fuera al siervo inútil, echadle a las tinieblas”. (Mateo 25, 30). ¡Ah! No olviden la antigua tentación del Edén: “No, no moriréis” (Génesis 3, 4). Miles de almas van diariamente a su condenación eterna.

(ii) El Cielo sería intolerable. Morimos con nuestros deseos pecaminosos – la atmósfera del Cielo es intolerable – “es como un pez fuera del agua”, jadeando de miseria. No. El sentido común señala que existe un estado intermedio donde nosotros somos preparados. “Alabado sea Él…el espíritu impaciente”. Esta preparación es ciertamente a través del sufrimiento. Aquí el sufrimiento es el purificador de Dios.

Segundo, protesto en contra de los que creen que ninguno va al Cielo después de la muerte. Pero vamos a tornar al Cielo, y ver que es lo que Dios ha preparado…amarlo.

I.- Un lugar para la cálida comunión humana.

(a) Cuántos hay que temen la frialdad del Cielo. La compañía del Cielo parece fría – los santos de los vitrales. Consideremos a gente mayor, por ejemplo – o de mediana edad – antes de tener una cálida charla junto al fuego – unas viejas compañías familiares –risas – como todas las calles doradas, una acera familiar. Deseamos la sensación de hogar – reposar tu cabeza contra la rodilla de tu madre. (¡Oh, esto es el Cielo, no ángeles cantando!)

(b) (i) El Cielo es el hogar – los días pasados no están perdidos – Todo lo que puro, dulce y amable está guardado arriba. Las tiernas palabras: - El Padre – “muchas mansiones” (Juan 24, 2) – Jerusalén – nuestra Madre-    (Gálatas 4, 26). Nuestro Señor que vivió la vida hogareña por treinta años, que amó a su Madre, que te ha dado estos deseos, los va a satisfacer.

(ii) La lozanía y al profundidad de las afecciones. Cada don de Dios expande nuestros corazones. Una niña atiende a su muñeca y siente su corazón pleno con estas mejillas de cera, por el pelo seco, por los ojos de cristal. Cuando ella toma por primera vez a su recién nacido, ella comienza a reír por su antiguo amor por las muñecas. Cuando una madre reconozca a su recién nacido en el Cielo, ella se reirá por su antiguo amor – su corazón se ha expandido. 

III.- La Presencia de Dios.

   Más alta todavía es la visión de Dios – la suprema alegría, ¿Cómo describirlo? Probablemente podrán recordar momentos exactos de perfecta alegría – la salud física – una gloriosa mañana de verano – el atardecer sobre el mar – un repentino estallido de música – alguna otra forma de sentir la belleza – estos sutiles momentos fueron vistazos  del borde del manto de Dios. Cómo entonces lucirá el rostro de Dios (Historia del monje y del ruiseñor) (Nota del editor: El monje, absorto  en éxtasis por el canto de un ave divina, descubrió que había pasado la mitad de la vida, desapercibidamente para él, entre su inicio y su final.)

(1) Adoración a Dios – su Presencia levantará tu corazón a la adoración.

(a) Pero esto es lo que yo no puedo hacer. Piensas que la adoración en el Cielo es tal vez casi aburrida, como en un servicio eclesial en la tierra – salmos largos – dormitivos – cansadores – algunos cantando desafinados – niños inquietos.

(b) Pero, ¿nunca han tenido una visión acerca de lo que es realmente la adoración? Alguna vez cuando estuviste libre de preocupaciones – el aliento del Espíritu Santo en la feligresía – cantando algún himno – y todo subió hacia Dios; o aún mejor, en la Sagrada Eucaristía. Nunca podré olvidar algunos determinados momentos en (la Catedral) San Pablo – la cúpula sobre la cabeza, el gran coro enfrente – el silente, alto y tallado órgano – y entonces frente al retablo, un crucifijo de blanco mármol. “Porque tanto amó Dios”. El altar – los cirios ardiendo – el sacerdote brillando al sol – levantando al Cordero “Este es mi cuerpo”, el gran sacrificio – el silencio de intensa adoración – Ángeles y arcángeles pendientes de ver este gran misterio. No hay alegría en la tierra como ésta – que cuando el velo se haya corrido, y el Cordero de Dios de pie, las arpas por un momento silentes – y el gran Trono flameante con gloria – la inconmensurable hueste de redimidos estando en adoración. La mayor necesidad de la naturaleza humana es la adoración

(2) El amor de Dios. La Presencia llamará a tu amor. Conocemos algo acerca de lo que el amor humano puede hacer – como éste transfigura nuestras apagadas vidas - como el atardecer hace a los mismos charcos convertirse en piscinas de oro fundido. Aun cuando en el amor humano existen malentendidos – frialdad. ¡¡¡Pero lo que será el amor de Jesús!!! ¡¡¡Todas las afecciones humanas con simplemente sombras del Amor entre Jesús y sus santos!!! En todos los ojos del amor que han mirado los tuyos, ha habido sólo una chispa del fuego del Sagrado Corazón que se quebró por amor a ti sobre la Cruz. Echa un vistazo a este Amor, y llorarás “Me habéis hecho para Vos mismo…”

Conclusión- Todo esto es eterno.  La más animada alegría humana de comunidad, belleza, adoración, y amor, decae. El hogar ha de ser dividido – el atardecer se oculta – la música cesa – el coro se retira – y esto lo sabes todo el tiempo.

Pero la adoración de la comunidad y el Amor del Cielo son eternos. Son trivialidades. Sí – pero las trivialidades son el sol del conocimiento humano. Vamos a terminar con: el tiempo es corto y la eternidad es larga. Si algún alma está haciéndose el tonto con su vida – viviendo en pecado – meditando un pecado – déjenme recordarles que: el tiempo es corto y la eternidad es larga.

 

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