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viernes, 29 de noviembre de 2013

Esquemas de Sermones: Los sermones de adviento, de R.H.Benson

Nota explicativa: hace unos post atrás publiqué, de esta misma colección, un esquema de sermón sobre el infierno. Para este tiempo preparativo a la Navidad, que es el Adviento, publicaré estas traducciones que he realizado de los notas de los sermones de Benson. Tal como lo señalé aquella vez, la lectura de estos esquemas es extraña ya que son solamente apuntes o ayudas de memoria, pero con la suficiente claridad para dejarnos la idea de lo que monseñor Benson quería transmitir. Sigue su característico método para las prédicas: va lanzando ideas que le sirven de punteo o de pauta para lo que va a predicar. Tal como lo señala en padre Martindale en la dedicatoria de este librito: "Ciertamente no deberá olvidar que ellos contienen notas, nada más".
Creo que frente a los actuales acontecimientos de violencia que venimos experimentando a diario, y dado  Roma  y su Obispo no están aportando con absolutamente nada para nuestra vida espiritual y para nuestra salvación, las palabras de este querido monseñor vienen a remecernos para que no nos olvidemos que vamos a morir.



                                     Esquemas de  Sermones I
                         Los Sermones Anglicanos
                                    I. Adviento
                                   I. La Muerte

Lucas12, 20 “Mas, Dios le dijo: “Necio, esta misma noche te van a pedir el alma”.
      Introducción: 1. Esta es una de esas frases que no necesitan mayor explicación para mostrar su solemne tragedia (cf. Mejor le fuera a ese hombre…Mateo 26, 24) Él dijo, “Alma…” Pero Dios dijo, “necio”.
      Tendríamos que haber esperado semejante palabra dirigida a un blasfemo, o a un borracho, a un avaro; pero él no era ninguno de esos – ni siquiera un avaro. Pretendía gastar su dinero para estar más cómodo y confortable. Eso era todo, pero olvidó que tenía que morir. No miró más allá de este mundo. Pensó que su alma podía estar satisfecha –“Alma” – “Necio”.
2. El Adviento nos ofrece un mensaje sobre las Cuatro Últimas Cosas. Vamos ahora a pensar en la muerte. Tenemos que habérnoslas con las tres. Todos tendremos que habérnoslas con la Muerte y  con el Juicio, y luego con la elección que estamos haciendo ahora, entre el Cielo y el Infierno.

I.- ¿Qué es la Muerte?
(a) La absoluta, universal y total pérdida de los bienes terrenales. Todas las cosas que aprecio: mi casa, mi dinero, mis libros, muebles, pinturas – Me marcho con nada en absoluto.
(b) Mi cuerpo desaparece. El cuerpo que me tomó tantas molestias – para mantener la salud- la buena apariencia- el que vestía- en el que gastaba mi dinero. El cuerpo con el cual pequé con – la lengua-las manos-los pies- todo esto queda atrás. Y me marcho soportando  sobre mí la culpa de estos pecados- “no llevaré nada, excepto mi carácter”.
(c) Es el paso del alma a la eternidad. La campana de la muerte – otra alma llevando su carga, dejándolo todo. ¿Cuál es el estado de esa alma? ¿Distorsionada por la pasión? -¿muerta y fría?- ¿purificada? ¿Perdonada? - ¿en paz con Dios y consigo misma? Dice: “Límpiala, os lo ruego, con la Sangre del Cordero Inmaculado que fue inmolado para quitar los pecados del mundo”.
II.- 1. Es cierta.
(a) La Revelación me dice que debo morir- “Y así como fue a los hombres sentenciado a los hombres morir una sola vez” (Hebreos 9, 27) – La Biblia está llena de advertencias.
(b)La razón: lo que nace debe morir. La semilla corruptible no puede ser eterna.
(c)La experiencia: aquellos que hemos conocido. Hemos observado a hombres que alguna vez fueron fuertes, cayendo cuesta abajo- muertos. Ninguno de los aquí presente hemos vivido cien años. Ninguno estará  con vida de aquí a cien años.
(d) El instinto: siento la semilla de la muerte – siento mi corazón latir – mis pulmones respirar; si ambos se detuvieran, todo se acabaría. Yo sé dentro de mí, que no puedo continuar indefinidamente.
2. Todas las circunstancias son inciertas.
(a) ¿Cuándo? Esta noche – en una semana – en diez años. Yo no lo sé, Dios lo sabe. Llegará el día en que el sol saldrá por última vez para mí.
(b) ¿Dónde?  En la casa donde vivo, o en otra – o en la calle, o en un tren, Dios lo sabe. Existe en el mundo un lugar, un pedazo de tierra donde yo moriré.
(c) ¿Cómo? Con una larga agonía, con una corta, con una enfermedad indolora – consciente, inconsciente. Y ellos estarán mirando, ¡Pobre tipo! – en un accidente, un grito, un llanto, un choque- y estaré muerto – Dios lo sabe.
(d) ¿En qué estado?

Con pecado mortal: blasfemando con dolor – muerte con indiferencia – como un           animal – noventa y nueve de cada cien mueren en silencio.
O Con presunción: no he hecho nada incorrecto – no me avergüenza reunirme con Dios – si todos están salvados, yo lo estaré.
O como humilde penitente: “Señor – yo he pecado – he hecho aquellas cosas…he dejado de hacer – no hay salud en mí” “¡Ay Dios! Permite que muera como un penitente.”
III. Es cierto que moriremos – lo incierto es cuándo, dónde, cómo o en qué condiciones. No estoy tratando de predicar un sermón. Yo simplemente les estoy contando lo que ustedes conocen desde ya perfectamente bien, pero que es muy difícil hacerlo real para nosotros mismos. ¡Cuán diferente sería nuestra vida!
    (Los antiguos eremitas  que colocaban  cráneos frente a ellos eran llamados morbosos y tenebrosos – pero ellos eran más sabios que nosotros – nosotros siempre tratamos de olvidarla- misericordiosamente Dios no nos lo permite completamente. Así como también es un error pensar en ella demasiado)
    ¿Qué vamos a hacer ahora?
    No hablaré de los pecados graves – sus conciencias les hablarán a ustedes más fuertemente que cualquier sermón.  No es a un gran pecador al que Dios llama “necio”.
    Sin embargo, ¿dónde han asentado ustedes sus planes? Así como te sientas solo, o permaneces despierto durante la noche, acaso ¿has hecho planes solamente para este mundo? O ¿recuerdas la muerte? ¿Haces tu dinero o estás tratando de hacerlo? Pecador del norte de Inglaterra, ¿después de eso qué…? (1)
(1) Nota del padre Martindale: “Se refiere a la historia de un penitente de San Felipe Neri, a cuya exposición de cada etapa de su proyectada carrera, el santo interponía un ¿y después qué? La pregunta final de esta cuestión es dicha para tener la conversión del joven.





  

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