Páginas

domingo, 28 de julio de 2013

El retiro de la Iglesia, R.P. Leonardo Castellani


 
No tuve aguante para ver por t.v. las imagines de las JMJ. Pero lo que sí vi por un enlace que publicó alguno de los blogs que sigo, es la patética escena de los obispos danzantes. Me dio vergüenza ajena. Increíble, pensé, a lo bajo que hemos llegado. ¿Acaso no tienen dignidad? Y no me van a venir con eso de que es alegría...por favor.  Para pasar un poco el trago amargo les transcribo este texto del padre Castellani.
 
                                                            El retiro de la Iglesia
 
_ ¿Creen ustedes que antes del fin vendrá una gran apostasía?
_ Eso es de fe - intervino Mungué -. San Pablo lo dice y Nuestro Señor mismo afirmó: "Cuando Yo vuelva, ¿creéis que hallaré fe en la tierra?.
_ ¿Creen ustedes que una apostasía general sería posible si la Iglesia estuviera vigente, llena de pureza, de justicia, de caridad y de luz? Es imposible. La gran apostasía hace concebible la gran persecución; pero la gran apostasía no es concebible sin una contaminación...
_Siempre ha existido contaminación - dijo la señora - y existirá, según la parábola de la cizaña: "hasta el tiempo de la siega..."
_ Justamente _ dijo el viejo_ y hacia el tiempo de la siega es cuando el lolio, que esa planta y no la cizaña ni el abrojo indicó el Divino Maestro, es cuando el lolio se parece más al trigo...
_¡Ojo! - dijo Mungué _ la Iglesia siempre se distinguirá de las sectas por sus cuatro notas: una, santa, católica y apostólica.
_ Ni los faros se ven bien en tiempo de niebla - pronunció sibilinamente el rabino...
_ ¡Eso es herejía protestante - acusó Fulgencio - ¡Él error de la Iglesia invisible!
    El viejo lo miró en silencio un instante, y prosiguió:
_ La condición del mundo cuando vuelva Cristo será análoga a la que tenía cuando lo dejó. El Rey de los Profetas para ver al mundo futuro, desde aquel montículo de Jerusalén desde el cual se veía el Templo, y ¡ay! el Calvario, no tuvo más que mirar su propia situación presente, ponderarla con amargura, y ampliarla en todas direcciones [...]
_¿De modo que entrará a reinar el fariseísmo en la Iglesia, como antaño en la Sinagoga? - dije yo alarmado -.La promesa de Cristo de asistencia perenne a su  Iglesia y su conducción por el Paráclito...eso parece destruirla de raíz.
_ Y la destruye - dijo el Mónaco.
_ ¿Por qué? - dijo el rabino - . Las mismas promesas o parecidas fueron hechas a la Sinagoga por los profetas; y justamente en el punto en que esas promesas estaban por fallar, envió Dios a su Hijo para mantenerlas; el cual dijo: "En la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y fariseos; haced pues todo lo que os dijeren, pero no hagáis conforme a sus obras." (Mt. 23, 2-3) Pues la doctrina no faltó nunca; faltó el ejemplo.
_ Pero eso es sumamente peligroso de predicar _ dijo Mungué _, porque el pueblo perderá la confianza en la Jerarquía.
_ Yo no lo predico: solamente lo temo - dijo mansamente el judío.
_ Es que no lo debe decir siquiera, ni pensar, ni soñar - dijo Fulgencio.
_ En nombre propio, no - dijo él -. Pero soñarlo ¿y quién pondrá puertas al soñar? Ya lo soñó Juan en el Apokalypsis, según creo.
_ ¿Dónde? _ desafió Mungué.
_ En cuatro lugares: la Iglesia de Laodicea, la Segunda Bestia, la Medición del Templo y la Gran Ramera.
_ ¡Pamplinas!- dijo Fulgencio -. "Clara non sunt explicanda cum oscuris". Esos lugares son oscuros; la promesa de Cristo es clara.
        El judío dejó caer los brazos con desaliento y se puso con aire cansado a hojear su Biblia.
_ ¿Qué demonios es propiamente el fariseísmo? - dije yo.
_ ¿Pues no lo conoce usted? - dijo el judío, cansado-. Está en los Evangelios.
_ En el Elenchus contra fariseos, Mateo, Capítulo 23 - dijo el teólogo.
_ En todo el Evangelio _ bramó el viejo _ Cristo no hizo más que luchar contra el fariseísmo. "Non sum missus nisi ad oves quae perierunt domus Israel" Fui mandado para las ovejas de Israel que perecieron.
_ ¡Qué exageración! ._ gritó Flor de Lino _. ¿Y los milagros? ¿Y la doctrina? ¡Eso es lo principal de la vida de Cristo!
_ ¿Cuál fue la empresa personal de Cristo como hombre, su hazaña y su trabajo, lo que unifica toda su acción? ¿Cuál fue el corazón de Cristo, si él fue un hombre de corazón? Ciertamente no fue una dulzura blandengue, un sentimentalismo melancólico, blanducho y llorón hacia los hombres, y aun hacia los animales, como lo pintan hoy, incluso las estatuas de los templos, d'aprés Renan o d'aprés Tolstoi - dijo el viejo -. Esa no fue la personalidad de Cristo, no fue su corazón.
_ Nosotros somos devotos del Corazón de Jesús - dijo el monje - como el que más.
_ ¿Cuál fue pues su personalidad? - interrogó el teólogo Mungué...
_ La lucha contra el fariseísmo, ese "pecado contra el Espíritu Santo" que le impedía su manifestación mesiánica y hería terriblemente su amor a los hombres y a los pobres y a los débiles...sin contar su amor al Pable - y a la Verdad. Ésa es la clave de su carácter, quizá la principal, la que engloba todos los rasgos de su espléndida personalidad humana - declaró Benya - Yo sé lo que es el fariseísmo, aunque no lo sepa definir - añadió -. Lo he probado en mi carne.
_¡Pamplinas! El fariseísmo se acabó.
_ Nunca - asestó Benya-. Ni se acabará. ¿Qué es lo que puede producir la Magna Tribulación, la peor prueba, si no el Magno Pecado, el peccatum ad mortem que efectivamente infirió la muerte al que era la Resurrección y la Vida?
    "Si eres de veras Hijo de Dios, baja de la cruz y creeremos en Ti" (Mt. 27, 40-42) - dije yo con un vago temblor.
_ En efecto, ésa es la esencia del fariseísmo - Benya se volvió hacia mí con una sonrisa aprobatoria-. Crueldad, soberbia religiosa y resistencia a la Fe. Pero Cristo desde la cruz pudiera responderles: "Creed en Mí y bajaré de la cruz". En efecto, cuando los judíos crean en Él, y los gentiles hayan caído en el pecado de muerte, bajará Cristo de su larga Cruz, que es toda la historia de la Iglesia.
_ Esta conversación no me interesa - dijo Fulgencio.
_ El fariseísmo viene a ser como...los fariseos son "religiosos profesionales"...como el profesionalismo de la religión - dije -, recordando una frase de Gustavo Thibon.
_ Ese es solamente el primer grado de fariseísmo, en todo caso - reflexionó el viejo -. A ver si podemos describirlo por sus grados:
      El primero: la religión se vuelve puramente exterior...
      El segundo: la religión se vuelve profesión, métier, gagne-pain.
      El tercero:  la religión se vuelve instrumento de ganancia, de honores, poder o dinero.
_ ¡Es como una esclerotización de lo religioso, un endurecimiento o decaimiento progresivo! - saltó el teólogo.
_ Y después una falsificación, hipocresía, dureza hasta la crueldad...- dije yo.
_ Jesucristo en el Evangelio condenó a los fariseos - machacó fray Florecita - y con eso basta.
      El judío se había quedado como absorto. Después prosiguió con una voz hueca y ronca...
_ Yo tiemblo de decir lo que oso apenas pensar...Mi corazón tiembla delante de Dios como una hoja de árbol al pensar en el misterio del fariseísmo. Yo no puedo indignarme como el Divino Maestro; yo, miserable gusano, le tengo miedo - y de hecho se estremeció bruscamente todo su cuerpo, y dos lágrimas asomaron a sus ojos.
_ Los otros grados - prosiguió - ya son diabólicos. El corazón del fariseo primero se vuelve corcho, después piedra, después se vacía por dentro, después lo ocupa el demonio. "Y el demonio entró en él", dice Juan de Judas.
     El cuarto: la religión se vuelve pasivamente dura, insensible, desencarnada.
     El quinto: la religión se vuelve hipocresía: el "santo" hipócrita empieza a despreciar y aborrecer a los que tienen religión verdadera.
     El sexto: el corazón de piedra se vuelve cruel, activamente duro.
     El séptimo: el falso creyente persigue de muerte a los veros creyentes, con saña ciega, con fanatismo implacable...y no se calma ni siquiera ante la cruz ni después de la cruz..."Este impostor dijo que al tercer día iría a resucitar"; de modo que oh Excelso Procurador de Judea...Guardias al sepulcro.
_ Bien, eso pasó una vez y no volverá más...- dijo Fulgencio-. La hipocresía no prospera hoy día en la Iglesia de Cristo. ¡Está la gracia de Dios!
_ ¡Dios lo quiera! - dijo Benya _. Pero ésta no es hipocresía vulgar: es diabólica, profunda, inconsciente casi. "Corruptio optimi pessima", es la corrupción de lo mejor, de la religiosidad, cosa que no tiene remedio, como la sal que pierde su salinez. La hipocresía somera que pintó Moliére, por ejemplo, es casi inofensiva. Tartufo es un vulgar estúpido. Lo otro es mortífero. Cuando en la Iglesia ha salido un ramo de fariseísmo, Dios lo ha curado, pero alguien lo ha pagado con su sangre, desde Cristo hasta Juana de Arco, y hasta nuestros días. ¡El proceso de Bartolomé Carranza! ¡Y el caso de Jacinto Verdaguer! No digo que estos últimos no tuviesen sus defectos y faltas, los tenían y aun grandes, como Savoranola; pero dieron la vida en el fondo por repugnar al fariseísmo. Se entabla una lucha trágica entre la moral viva y la moral desecada, entre la mística real y las "mística convertida en política", que el hebreo alemán Max Scheler ha estudiado bastante bien en una monografía bastante buena...cuyo título he olvidado...¡ah, sí! El Conflicto Trágico en la Moral. Justamente Max Scheler lo estudia en Cristo. Vence la moral viva - hasta ahora - y siempre; pero sucumbe el que la lleva en sí como una vida y una pasión."
 
                Leonardo Castellani, Cristo y los fariseos, de los Papeles de Benjamín Benavides,                                                                                          
Ediciones Jauja.
 
 
 

sábado, 27 de julio de 2013

Mgn. Robert Hugh Benson, de R.P Allan Ross, parte 1

                              
  
  Monsignor Robert Hugh Benson 

  (1871 – 1914)

                                                         Por R.  P. Allan Ross

(Sacerdote del Oratorio de Londres)

                                Llegado en poco tiempo a la perfección, vivió una larga vida (Sabiduría, 4, 13)

 Introducción:
        Sería imposible, en el tan limitado espacio que se dispone, hacer justicia al sujeto de esta breve biografía. Él se las arregló para llevar a cabo muchas cosas en muy poco tiempo. Él en sus actividades fue un multifacético. Fue muy bien conocido entre los hombres de esta generación, y hay mucho que podríamos decir sobre él, y ha quedado mucho sin decir, únicamente porque será posible dar un breve bosquejo de su vida. Descubriremos entonces algunas de estas sobresalientes características.
       El objetivo, por tanto, de este pequeño reconocimiento a uno que pasó como un meteoro sobre el horizonte de la Iglesia, será interesar a los lectores  en Hugh Benson, sacerdote de la Iglesia Católica, con la esperanza que esto los atraerá a estudiar, por una parte, su interesante personalidad con mayor plenitud en la biografía oficial,[1] la cual será publicada a su debido tiempo; y por otra, sobre todo, a estudiar sus muchos escritos en los cuales su genio versátil tiene un legado para la posteridad.
          El lector encontrará la personalidad del escritor estampada sobre sus páginas – su sinceridad, su aversión a la hipocresía y al convencionalismo; su desconfianza hacia los sentimientos como guía segura de la conducta humana; su maravilloso poder de imaginación y su instinto dramático; su perspicaz poder de observación; su odio a la exhibición; su celo por las almas. Y encontrará también en estos libros, la estampa de un hombre de oración, que sabe que la unión con Dios es el supremo trabajo del hombre en esta vida, ya sea que esa unión sea obtenida por el fiel cumplimiento de los deberes de uno según su estado de vida, que tiene su sustrato en la oración, o ya sea como en el caso de los que han sido llamados a la vida contemplativa. Hugh Benson fue un hombre de oración, en la medida en que la oración formaba el sustrato de su vida de tremenda actividad, y lo ayudaba a ir adelante con el corazón del apostolado y a proclamar a la Iglesia Católica como la auténtica intérprete de la revelación de Dios a los hombres, y como el medio divinamente designado para sanar la brecha entre Dios y sus creaturas.
          No parece estar fuera de lugar hacer aquí una pequeña mención al misticismo, porque es algo muy conspicuo en los escritos de Hugh Benson, y también porque es un tema que hace referencia a una buena cantidad de equivocaciones.
          Existe la opinión común acerca de que el místico es un soñador inútil, siempre ensimismado lejos de la tierra e incapaz de poner algún interés práctico en las cosas terrenales. Pero esta no es la visión de la Iglesia Católica. Ella reconoce en el misticismo una poderosa fuerza que impele a actividades reales, como es el caso de algunos conocidos místicos como San Francisco de Sales, Santa Teresa de Ávila y Santa Catalina de Siena, cuyas vidas fueron muy arduas debido a su percepción consciente de la Divina Presencia.
         La Iglesia no enseña que todos los místicos son santos, aunque bien puede ser cierto que la experiencia mística, aunque sobrenatural, puede ser compatible con la santidad, pues bien puede no alcanzar  las nobles alturas de las virtudes heroicas, las cuales constituyen la verdadera santidad. Sin embargo, reconoce en el misticismo un potente factor en la activa vida de los individuos.
          Si nosotros empleamos la experiencia mística para referirnos a un trato personal consciente con Dios[2], entonces el místico es alguien que ha pasado a través de los grados más bajos de oración hasta alcanzar lo que se ha llamado la oración contemplativa. No hay necesidad aquí de dar una descripción de las divisiones de oración, generalmente aceptadas como una clasificación reconocida por los maestros de la Iglesia Católica. Existen muchos tratados clásicos de oración entre los cuales está el Castillo Interior de Santa Teresa, que es uno de los más conocidos, con estas siete diferentes moradas. Sin embargo, tal vez pueda serme permitido llamar la atención sobre la opinión sostenida por los maestros con autoridad, acerca de que la oración contemplativa está al alcance de todos. Esta opinión que ciertamente tiene mucho de recomendable, ha sido claramente expuesta en un reciente trabajo[3], donde el escritor apoya sus conclusiones en la enseñanza de cuatro de los más grandes profesores de oración, los cuatro canonizados santos, siendo dos de ellos al mismo tiempo grandes teólogos y doctores de la Iglesia: Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, Santo Tomás de Aquino y San Francisco de Sales. De acuerdo a esta opinión: “Aquellos que oran fervorosamente y están deseosos de entregarse a sí mismos a Dios enteramente con todo desprendimiento van por lo general en camino a la contemplación.”[4]
          Si se pregunta porqué tan pocos logran la contemplación,  la respuesta puede estar dada en las palabras de san Juan de la Cruz: porque solamente unos pocos están listos para entrar dentro del vacío y dentro del completo desprendimiento de espíritu[5]. Para obtener de Dios las gracias necesarias para la contemplación, uno debe serle fiel a las diferentes prácticas de la vida espiritual, meditaciones, mortificaciones, autorenuncia, pero si esta preparación “es hecha fielmente, Dios, a menos que algún propósito excepcional intervenga, nunca fallará al momento apropiado para que una gracia especial le permita a uno la contemplación”[6].
          Existen diferentes grados de oración contemplativa, y si comparativamente pocos alcanzan incluso el grado más bajo, más cerca están los que son suficientemente heroicos como para alcanzar grados más altos. Pero la contemplación es esencialmente “no otra cosa que una amorosa, simple y permanente atención del espíritu a las cosas divinas”[7], y comprende una certera conciencia de la presencia de Dios. “¡Oh Dios!, qué dichosa es el alma que, en la tranquilidad de su corazón, conserva amorosamente el sagrado sentimiento de la presencia de Dios…Ahora bien, cuando a este propósito, hablo del sagrado sentimiento de la presencia de Dios, no me refiero al sentimiento sensible, sino al que reside en la cima y en la parte más elevada del espíritu, donde el divino amor reina y produce sus principales efectos[8]
          El alma entonces, que alcanza la contemplación logra en la oración una certera conciencia de la presencia de Dios, y acorde a las enseñanzas aquí enfatizadas, “la contemplación es la meta normal de la vida espiritual”[9]. Aunque solamente puede lograrse a costa de trabajo y autorenuncia, en otras palabras, por la fe puesta en el ejercicio de la práctica de la vida espiritual, porque “si  tenemos que describir la preparación para ser un alma experimentada para la contemplación, sería necesario un tratado completo de ascética”[10].
          Sin embargo, el alma que ha pasado a través de los grados más bajos de la oración y alcanza el estado de contemplación, está impregnada de recursos de energía sobrenatural, los cuales se manifiestan a sí mismos en un trabajo activo para Dios. Si tal alma vive en el mundo, se siente impelida a trabajar generosamente por el amor de Dios, y supongo que este era el caso de Hugh Benson. En este caso, la meditación ha pasado a una oración de gran simplicidad, esto es, en sus propios escritos, y él fue un ardiente defensor de la que parece ser una de las características de su vida. Esto se puede deducir de sus libros, y se expresa formalmente en el Prefacio que escribió para un libro de oración: “Existe un modo supremo de santificación…el cual es accesible prácticamente donde quiera que las almas lo deseen y es la Vía de la Oración…Si hay algo absolutamente claro para la dogmática, así como para la enseñanza de la ascesis en la Iglesia, es que una vida de oración que tiende a la perfección, está al alcance de cualquier devoto cristiano”.[11]

          

 

 

 

 



[1] Esta biografía está en las competentes manos del R. P.  C.C. Martindale, s.j
[2] Misticismo, por el R.P. A.B Sharpe, m.a (C.T.S., Id), p.3
[3] Contemplación mística, por E. Lamballe (Washbourne)
[4] Ibidem, pág 51
[5] San Juan de la Cruz, Ascenso al Monte Carmelo, Libro I, cb. Vii.
[6] Contemplación mística, pág. 98.
[7] Tratado del Amor de Dios, por San Francisco de Sales, libro vi, cap. 3
[8] Ibidem, libro vii, cap. 1
[9] Contemplación mística, pág 98.
[10] Ibidem. Pág 100.
[11] Thesaurum Fidelium, pág. 7 (Longmans)

viernes, 26 de julio de 2013

La clase de religión en un colegio Marista



         Hoy mi hija mayor, que va en 7mo. básico (tiene 12 años), no vino a almorzar. Me había pedido permiso para ir a hacer una tarea a la casa de una compañera. Sin embargo, se las arregló para mandarme una notita sobre la clase de religión que tuvieron esta mañana, la cual copio en su totalidad, en el lenguaje de una niña que aunque pequeña y con sus faltas de redacción tiene la película más clara que muchos...y no es porque sea mi hija: (los destacados son míos, las comillas son de mi hija)

"Mamá lee esto: El A.( profesor de religión) dijo esto:
El papa Juan 23 hizo algo "extraordinario" una "revolución buena" y él hizo lo siguiente en el Concilio Vaticano 2: Este papa se dijo ¿por qué los países que hablan otros idiomas tienen que hacer misas en latín? y ¿por qué el padre no puede mirar a los fieles que quieren ver al padre?
Entonces a este papa se le ocurrió cambiar las misas al idioma de cada país y que el padre mire a las personas que lo quieren ver. Entonces esa fue una "¡gran solución!". Luego todos celebraron menos algunos tontos. Entonces un idiota ( así tal cual se los dijo el profesor de religión...¡qué cabeza no!) que se llama "algo (dijo él) Lefevre (así lo escribió) dijo que se opuso y que quería su misa tradicional y todas sus tonteras, y por lo tanto, lo expulsaron de la Iglesia y se puso a crear otras iglesias que son los lefevbristas ( y todo el curso - yo no - se rió de lo tonto que es Lefevbre).
También dijo que fue la mejor de las mejores ideas (el concilio) y que todavía hay algunos tontos que van a esa "misa inválida" que es la tradicional. Se rieron de lo tonta que es esa gente.
Después te o les cuento más de las tonteras que dijo y de las aberraciones y blasfemias que dijo.
Chao
p.d: dijo que los tontos hacían esto, pero ahora TODOS SOMOS CURAS, ya no es la Iglesia, es un PUEBLO y dibujó:
 Antiguo:           Papa                                            Ahora: TODOS IGLESIA
                     Cardenales
                       Obispos
            Sacerdotes y religiosas
                         Laicos
 
       Bueno estimados lectores, esta es cosa que ya sabemos y que la hemos escuchado miles de veces, pero lo que choca es que estos tipos tienen la tribuna para envenenarles el alma a sus alumnos, con mentiras y descalificaciones gratuitas. Ella que va con su familia a la misa tradicional y que tiene acolitando en el altar a tres de sus hermanos, tuvo que tragarse estoicamente todas las burlas que de esta Santa Misa hacía el profesor de religión, que es un cura  mercedario con permiso para no ser cura.
          Mas, de esto había sido advertida por mi esposo que diariamente les hace el catecismo a todos mis niños y ya les había dicho que se iban a burlar y que iban a tener que soportar que los encontraran raros por ser católicos de Misa Tradicional.
         Por mi parte creo que mi hija y todos en la familia seguiremos siendo de esos "tontos" que continúan  asistiendo a la Misa Tradicional, fuente de infinitas gracias y de un digno culto a Dios.


 


jueves, 25 de julio de 2013

Por mor del deber

                                           
                                "Aquellos a quienes les gustaría que el Dios de la Sagrada Escritura fuera más puramente ético, no saben lo que piden. Si Dios fuera kantiano, si no nos aceptara hasta que fuéramos a Él por los motivos más puros y mejores, ¿quién podría salvarse? Y esta ilusión de autosuficiencia puede encontrarse del modo más fuerte en algunas personas muy honestas, bondadosas y templadas y, por lo tanto, sobre aquellas personas debe caer la desgracia"
                                                                                                  C.S. Lewis, El problema del dolor
 
          La cita del epígrafe anterior esta situada en un contexto que tal vez, no tenga mucho que ver con aquello hacia lo cual quiero llegar con este post, pero sin embargo ilustra de manera perfecta aquello que Kant afirmaba cuando decía que mis actos morales deben ser movidos siempre y de manera única por mor o amor al deber.  El contexto en el cual está inserto este párrafo de Lewis hace referencia aquellas personas que sólo se acuerdan de Dios cuando es el último recurso y que aún así, Dios en su misericordia y en su infinita falta de orgullo, escucha y acepta nuestras súplicas. Ahora bien, frente a algunas personas que quieren ser autosuficientes y que pretenden salvarse por una especie de voluntarismo pelagiano, Dios las hace aterrizar en su rigorismo mediante el dolor, según la tesis de Lewis.
         Este es, en fin, el contexto, pero no apunto en este caso al dolor como algo medicinal para nuestra alma. Quiero centrarme en el motivo que nos lleva a cumplir con la ley de Dios: si Dios fuera kantiano, ¿quién podría salvarse? El rigorismo es algo que está muy lejos de ser la razón por la cual debemos movernos para cumplir con Dios. Reducir la religión a una moral está, como dice Lewis muy lejos de ser la religión cristiana. La moral es importante, pero la ley moral se "cae de madura" como diríamos en el campo, pues es una consecuencia y no una causa, pues mi interés y mis acciones consisten en agradar a Dios, porque le amo, y por tanto me comporto según Él me pide que lo haga. No puedo pretender decir que amo a Dios y actúo haciendo precisamente lo contrario a lo que me pide, eso no es amar de veras y puede aplicarse también a nosotros: te amo, pero te soy infiel...¿qué clase de amor es eso?.  Si amo verdaderamente a Dios, con todo mi ser y con toda mi alma, la ley simplemente viene a completar el conjunto, puesto que - y reitero - si amo a Dios busco agradarlo y para esto cumplo con sus mandamientos. "Si alguno me ama, guardará mi palabra" (Jn, 14, 23).
         Ahora bien, Dios sabe que continuamente transgredimos sus mandatos, cayendo casi siempre en los mismos pecados aunque tengamos la mejor intención de no volverlos a cometer. Somos naturaleza caída que necesitamos de la ayuda de la gracia para poder seguir por este valle de lágrimas. "Por una parte, cuando pecamos, perdemos a Cristo, que ya no está presente en nosotros por la gracia; pero por otra, asombrosamente real y trágica, Cristo sigue amándonos. Sigue interesado en nuestra salvación." Robert Hugh Benson, La amistad de Cristo. Y es por eso que aunque caídos en el pecado Dios sigue esperando que nos volvamos a El arrepentidos. 
           Que no nos mueva entonces a cumplir la ley de Dios ese rigorismo farisaico que vacía a la ley de su verdadero sentido. Los fariseos cumplían la ley a cabalidad, pero les faltaba el santo temor de Dios, aquel que nos hace apenarnos cuando ofendemos a Dios por ser Él quien es. A los fariseos les faltaba precisamente el amor a Dios, pues el cumplimiento de la ley estaba regido por su orgullo, por su enorme amor propio...yo no soy como ese, yo soy perfecto porque cumplo la ley...por mor del deber.
         Dios no solamente nos acepta cuando venimos movidos por los más nobles sentimientos, sino que, más que nunca cuando venimos saliendo del barro, cuando nos presentamos ante Él sucios como somos por el pecado para que Él nos limpie y nos devuelva la amistad que perdimos al fallar.  " No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores". Ante unos oyentes que se inclinaban naturalmente por la idea opuesta( ya sabemos que el mayor peligro para un alma religiosa radica en el fariseísmo) expone su criterio subrayándolo con tres parábolas tremendas: considera a la dracma perdida como más preciosa que las otras nueve monedas de plata; a la oveja desaparecida en el desierto como más valiosa que las noventa y nueve que permanecen en el redil; al hijo rebelde perdido en el mundo como más querido que el heredero y mayor, a salvo en el hogar" Robert Hugh Benson, La amistad de Cristo.
     

sábado, 13 de julio de 2013

Coleccion de escritos de R.H. Benson


           Pongo a disposición de mis lectores este listado con todas las obras de Benson. Si me falta alguna les rogaría me lo hicieran saber. He encontrado algunas cosas en la red que no tenía ni la más remota idea que existían, como algunos prefacios que Monseñor publicó para algunos autores.

      Muy pocos libros  están traducidos al español,  de modo que la mayoría se encuentra en inglés, por esto he preferido mantener en este listado el título en su idioma original. Las ediciones que se encuentran traducidas las pondré con su título al español junto a la editorial.
      Existen ediciones digitales para descargar gratis disponibles en inglés en tres sitios, pero es posible con paciencia y tiempo encontrar más. Estos sitios son:

      Project Gutenberg: www.gutenberg.org/ que abreviaré (P.G) junto a la obra 
 
      Universidad de Notre Dame en U.S.A: archives.nd.edu/episodes/visitors/rhb/, que abreviaré (N.D)
 
Internet Archive: http://www.archive.org/, que  abreviaré (I.A)

Obras de teatro:
- A mystery play in honor of the Nativity of our Lord (1908) (I.A)
_ The cost of the Crown (1911) (I.A)
_ The maid of Orleans (1911)
- The upper room: a drama of Christ's passion (1915)
Novelas:
The light invisible (1903)
By what authority (1904)   (P.G)
The king´s achievement ( 1905)  (trad. El Triunfo del Rey, Céfiro)  (P.G y I.A)
The history of Richard Raynal, solitary (1905)  (P.G y I.A)
The Queen´s tragedy  (1906) ( trad. La tragedia de la Reina, Gustavo Gili) (I.A)
The sentimentalist (1906) ( Trad. Los sentimentales, Gustavo Gili, 1925)
The conventionalists (1908) (I.A)
The Lord of the world ( 1909) (trad. El Señor del Mundo, Librería Córdoba, Homo Legens)  (P.G y I.A)
Papers of a pariah (1907) (I.A)
The Necromacers ( 1909) (trad. Los Espiritistas, Homo Legens)  (P.G y I.A)
A winnowing (1910) (I.A)
None other gods (1911) (P.G y I.A)
The dawn of all (1911) (trad. Alba triunfante, Homo Legens) (I.A)
Come rack! Come rope! (1912)  (P.G y I.A)
The coward (1912) (I.A)
An averange man (1913)
Initiation (1914) (I.A)
Oddsfish! (1914) (P.G)
Loneliness (1915) (I.A)
Apologéticas y no ficción:
A city set in a hill (1904)
The religión of the plain man (1906)   (N.D y I.A)
St. Thomas of Canterbury (1908) (I.A)
Non-catholic denominations (1910) (I.A)
Christ in the church  (1910) (N.D y I.A)
The life of Saint Theresa (1912) (I.A)
Confessions of a convert (1912) (Trad. Confesiones de un converso, Rialp) (I.A)
The friendship of Christ  (1912) ( Trad. La Amistad de Cristo, Rialp)   (N.D)
Paradoxes of catholicism (1913)  (P.G , N.D y I.A)
Lourdes (1914)  (P.G y I.A)
Poems (1914) (P.G, N.D y I.A))
Vexilla regis (1914) (I.A)
Maxims from his writings (1914)
Spiritual letters to one of his converts (1915)  ( I.A)
Books of essays (1916)  (N.D)
Sermon notes vol. 1 y v.2 (1919) (I.A)
A book of the love of Jesus (1915) (I.A)
Historias de fantasmas:
A mirror of Shalott (1907) (I.A)
Ghost in the house (1996)

Libros para niños:
A child’s rule of life (1912)
An alphabet of saints (1912)
Old testaments rymes (1913)
Prefacios:
Prefacio a un libro sobre el Cardenal Pole: The angelical Cardinal: Reginald Pole, por Catherine M. Antony, (1909)
Prefacio como editor del libro “Back to the church” de Albert von Ruville (1911)  (I.A)
Prefacio a un libro de oraciones escrito por un Carmelita de la Tercera Orden, titulado Thesaurus Fidelium, A Manual for those Who Desire to Lead Prayerful Lives in the World
(1914)
S Prefacio al libro Saint Pius V, Pope of the Holy Rosary de Catherine Mary Antony

 

 

 

 

 

 

miércoles, 10 de julio de 2013

Seamos devotos de la Misa, padre Mateo Crawley, ss.cc


    El Santo Sacrificio es, pues, substancialmente, el concierto de la eternidad, pero bajo el velo del Misterio eucarístico.
      Según esto, la Santa Misa es, efectivamente, la aurora de un Paraíso, en espera que la Eternidad rasgue para siempre el velo. La realidad divina y sustancial es la misma en el cielo, en el Altar y en el Calvario.
        ¡Ah, pero la visión y la posesión de semejante tesoro no son ni pueden ser las mismas! ¡Hoy es el enigma del misterio, y mañana será el cara a cara eterno! ¡Y también la posesión perfecta y eterna!
          Quiera Dios que, sobre todo los sacerdotes, tengamos por el Santo Sacrificio no una mera devoción cualquiera, sino un ardoroso entusiasmo de fe y de amor, fundado en doctrina y en sólida piedad. Me parece que todo Sacerdote debería ser un gran "especialista" de la Santa Misa, tanto para sí mismo como en beneficio de las almas.
         Un dicho tan hermoso como verdadero afirma que "el Sacerdote es ante Dios lo que es su Misa ante Dios".
         Mil veces dichoso, pues, el Sacerdote que sabe preparar, saborear y vivir su Misa diaria. ¡Danos Señor, muchos santos sacerdotes que sepan esto y, sobre todo, que lo vivan!
        Hemos dicho con marcada insistencia que el Santo Sacrificio es la expiación propiciatoria por excelencia.
         Recordemos a este efecto la insistencia con que el Salvador le pidió a Santa Margarita María desagravio amoroso y reparación solemne por las profanaciones, por los horrendos y numerosos sacrilegios con que se ultraja al Señor Sacramentado.
         No olvidemos que, al "entregarse" a su Padre Jesús, que lo sabía todo, se entregó libremente en las manos del traidor Judas y de todos los sacrílegos que él representaba. La dinastía de Judas está lejos de extinguirse. ¡Qué de Judas que lo venden y lo traicionan con un beso! Estos, dice San Pablo, "comen y beben su propia condenación"
         ¡Ah, si se supiera con qué furor de veras satánico se ensañan estos sacrílegos contra Su Persona adorable, oculto tras el velo blanco de la Hostia! ¡Más les valdría no haber nacido!
         ¡Piedad, Señor, piedad, Rey de Amor; piedad, Jesús- Hostia, para estos Judas modernos!...¡Véngase, como sueles, con tu infinita y habitual misericordia! ¡No saben lo que hacen!
        "Perdona Señor, perdona a tus sacerdotes, perdona a tu pueblo. No estés airado contra nosotros eternamente"

        P. Mateo Crawley, ss.cc.  La Santa Misa, Himno de Gloria

sábado, 6 de julio de 2013

La Cortesía en "San Francisco de Asís", de Chesterton


No voy a comentar mayormente...creo que el texto de Chesterton habla por sí sólo.  Hemos perdido el sentido de la cortesía y esta pérdida compete desde el Papa para abajo. Si el Papa eligió el nombre de Francisco por la pobreza y humildad del santo, no debe olvidar que pobreza no significa mala educación y descortesía. No se puede nivelar hacia abajo, haciéndonos a todos iguales en la mediocridad y en la mala educación. Ser educado en el trato no es ser engreído ni siútico, sino todo lo contrario, demuestra respecto y caridad con el prójimo. Insisto en el desaire cometido por el Papa a la orquesta con ocasión del concierto en el Vaticano y sus desatinadas palabras al referirse al grupo que había rezado por él un ramillete de rosarios. Hay gestos contradictorios unos con otros, gestos que rompen el protocolo y las normas por no sé qué sentido de igualdad que se contradicen con el trato a cierta gente que no es de su simpatía. Pero bueno, nadie conoce lo que hay dentro de la cabeza de otro ni sus verdaderas intenciones, únicamente hablo en base a lo que veo.
Este post es a propósito de un atinado comentario del último post del Wanderer.
Que tengan un santo domingo,
Beatrice

          "El instinto popular de San Francisco y su preocupación constante por la idea de fraternidad, serán del todo incomprendidos si se toman en el sentido de lo que se llama a menudo camaradería, ese tipo de fraternidad que prodiga las palmaditas en la espalda. Tanto de los enemigos como de los partidarios del ideal democrático, ha partido frecuentemente la idea de que aquella nota es necesaria a este ideal. Se cree que la igualdad significa que todos los hombres sean igualmente inciviles, cuando es evidente que significa que sean todos igualmente civiles. Los que así piensan han olvidado el sentido mismo y los derivados de la palabra civilidad, si no se dan cuenta de que ser incivil es ser anticívico. Pero, de cualquier modo, no era aquella la igualdad que defendió San Francisco, sino una igualdad opuesta; fue una camaradería fundada, realmente, en la urbanidad.
         Aun en los linderos de aquel mágico país de sus fantasías sobre las flores, los animales y las mismas cosas inanimadas, conservó su constante actitud de deferencia. Uno de mis amigos decía de alguien que era capaz de presentar excusas al mismo gato. San Francisco lo hubiera hecho realmente. Yendo a predicar en un bosque lleno del canto de los pájaros dijo con amable ademán: "Hermanitos: si ya habéis dicho lo que queréis, dejad ahora que me oigan a mí." Y todos los pájaros callaron; cosa que yo creo sin esfuerzo. Por razón de mi propósito especial de hacer inteligibles las cosas al tipo medio de la mentalidad moderna, he estudiado separadamente el tema de los poderes milagrosos que San Francisco poseyó con toda certidumbre. Pero, aun aparte cualquier poder milagroso, hombres de tal naturaleza magnética, con un interés tan intenso por los animales, ejercen a menudo un poder extraordinario sobre ellos. El poder de San Francisco se ejercía siempre con aquella complicada cortesía. Mucho tenía, sin duda, de una especie de chanza simbólica, de piadosa pantomima con la que ocultaba la distinción vital en su divina misión: o sea, que no sólo amaba, sino que reverenciaba a Dios en todas sus criaturas. En este sentido aparentaba no sólo presentar excusas al gato o a los pájaros, sino a una silla por sentársele encima, o a una mesa por sentarse a ella. Quien le hubiese seguido durante su vida sólo para reírse de él, como de un amable lunático, hubiese podido fácilmente tener la impresión de que se trataba de un lunático que se inclinaba ante todos los postes, o que se descubría ante todos los árboles. Todo esto formaba parte de su instinto por la gesticulación imaginativa. Enseñó al mundo una gran parte de sus lecciones mediante una especie de divino alfabeto silencioso. Pero si para él existía ese elemento ceremonial aun en la cosas más pequeñas e insignificantes, su sentido adquiría gravedad mucho mayor en la seria labor de su vida, que constituyó una apelación a la humanidad, o, mejor dicho, a los seres humanos.
         He dicho que San Francisco, deliberadamente, no veía en el bosque una masa confusa de árboles. Es todavía más cierto que, deliberadamente, no vio a los hombres como una masa confusa. Lo que distingue a ese demócrata muy auténtico de un simple demagogo, es que nunca engañó ni se engañó por la sugestión de las masas. Cualquiera que fuese su gusto por los monstruos, nunca vio ante él a una bestia con muchas cabezas. Vio solamente la imagen de Dios multiplicada, pero nunca monótona. Para él un hombre era siempre un hombre, y no desaparecía en la espesa multitud, como no desaparecía en el desierto. Honraba a todos los hombres; esto es: no sólo los amaba, sino que además, los respetaba. Lo que le dio su extraordinario poder personal fue precisamente esto: que desde el Papa al mendigo, desde el sultán de Siria en su pabellón, hasta los ladrones harapientos saliendo a rastras del bosque, nunca existió un hombre que mirase aquellos ojos pardos y ardientes sin  tener la certidumbre de que Francisco Bernardone se interesaba realmente por él, por su propia vida interior, desde la cuna hasta el sepulcro; que era estimado y considerado seriamente y no añadido a los restos de una especie de programa social o a los nombres de algún documento burocrático. Ahora bien: esa idea moral y religiosa de interés humano no tiene más expresión externa que la cortesía. La exhortación no la expresa, porque no se trata de mero entusiasmo abstracto; y tampoco la beneficencia, porque no se trata de simple compasión. Sólo puede comunicarse por una especie de solemnidad que podría llamarse buenos modales. Podríamos decir, si nos place, que San Francisco, en la desnuda y mísera simplicidad de su vida, se había asido, sin embargo, a un jirón de lujo: a las maneras de una corte. Pero mientras en una corte hay un rey y cien cortesanos, en esta historia hubo un cortesano entre cien reyes. Porque trató al conjunto de la masa humana como a una masa de reyes. Y ésta fue, en verdad, la única actitud con que podía dirigirse directamente a aquel rincón del alma humana que quiso conmover. no podía lograrse ofreciendo oro ni pan, pues es cosa proverbial que cualquier truhán puede convertir la largueza en simple escarnio. No podía lograrse prodigando atención y tiempo, pues numerosos filántropos y burócratas benévolos lo hacen con escarnio mucho más frío y horrible en su corazón. Ningún plan, proyecto, ni meditado arreglo pueden volver a un hombre caído el respeto de sí mismo y la convicción de que, al hablar con otros, habla con un igual. Pero un ademán puede lograrlo."

                                                                                  G.K. Chesteron, San Francisco de Asís.