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lunes, 22 de abril de 2013

Despilfarro y pérdida de tiempo


    
         Si en esta vida hay cosas que me sacan de mis casillas, es el despilfarro. No por avaricia ni  por estar demasiado apegada a los bienes materiales, sino porque me parece absolutamente poco cristiano estar desperdiciando los bienes que Dios nos ha regalado. Creo que uno de los males de este mundo actual es tener demasiada liviandad para deshacerse de cosas  de todo tipo que aún pueden servir.  Me basta ver el uso que se le da por ejemplo, al papel. Es horrorosa la cantidad de papel blanco que se pierde. Antes, según me contaba hace unos años mi madre, en el colegio de monjas donde estudió, los cuadernos a los que les quedaban hojas en blanco eran reutilizados para hacer por ejemplo, pequeñas libretas. Se me va a argumentar en contra que hoy somos muchos más ecológicos y que se está reciclando y reutilizando mucho más. Pero eso es mitología. No es tan así. Si bien hay un poco más de conciencia que hace diez años, todavía se desaprovechan recursos. 
       Siempre les llamo la atención a mis hijos sobre el uso que se le da a la ropa, al papel, a los juguetes, al papel higiénico, a los útiles escolares. Vivo retándolos cuando no cuidan sus cosas, cuando ocupan más de lo que necesitan y cuando botan cosas que pueden servirles a otros. Todas las cosas cuestan no sólo dinero, sino que trabajo. Alguien fabricó ese objeto, alguien lo pensó y debe utilizarse hasta cuando verdaderamente ya no sirva. Mis hijos me cuentan verdaderas aberraciones de sus compañeros de colegio,  y cómo despilfarran lo que a sus padres les ha costado trabajo comprar. No digo que mis hijos no lo hagan, pero trato de crearles conciencia. Algunas veces para una tarea por ejemplo, imprimen una imagen que les han pedido para algo y les obra la mitad de la hoja: "No la botes - les digo - porque me sirve para anotar la lista de compras, o algún recado, o alguna cita para el blog". La mejor prédica es el ejemplo, y eso trato de hacer.
        Y así como se malgastan y despilfarran los bienes materiales, también se despilfarra la vida. Tengo a algunos conocidos de mi edad, unos cuarentones y cuarentonas que siguen solteros, y que a esta altura de la vida miran para atrás y se dan cuenta de cómo hasta ese momento no han construido nada. ¡ Qué amarga sensación llegar a la mitad de la vida y encontrarse que no se ha hecho con ella nada que trascienda ni deje huella! Dejaron pasar la vida, ya sea por razones de "desarrollo profesional" o simples egoísmos y cuando se ven que están quedándose solos, se ponen melancólicos y se arrepienten de sus vidas. Puede ser muy entretenido estar solo en algún momento. Hacer lo que se me venga en gana con mi vida, sin tener que pensar en marido, esposa, o hijos, pero todo este entretenimiento tiene su tope, y la soledad aparece con su cara más lúgubre.
       Por eso es que debemos aprender a no malgastar el tiempo. Porque tiempo tenemos, ¡era que no!, pero somos desordenados con él, y muchas veces la desidia nos agarra y cuando queremos que nos suelte, se nos pasó el tiempo. No sé si a ustedes les ocurrirá, pero cuando tengo demasiados quehaceres, mi cabeza se trastorna un poco más de lo normal, y termino no haciendo nada de lo que debía. Mi cerebro se bloquea y manda todo a la punta del cerro. Por eso lo mejor es organizar el tiempo, especialmente cuando no se está bien. Si estoy cansada, me tomo mi tiempo. Duermo una siesta, reposo escuchando música,  cambio de actividad haciendo algo recreativo, etc. Porque la mente y el cuerpo me lo piden. Si estoy cansada e intento hacer mis tareas en este estado, voy a reventar y andaré con el genio atravesado, importunando a cuantos se me crucen por el camino. Descansar  y darse un tiempo breve para uno, no es una pérdida de tiempo, es reponer las fuerzas para hacer cosas mejor. Hay tanto que hacer, tantas cosas que podemos construir, pensar, escribir, meditar, que no podemos perder el tiempo haciendo necedades, hablando leseras y viendo porquerías en la t.v.
         Les dejo una cita de Séneca acerca del tiempo y de la vida. Prometo en unos días más publicar algo de Monseñor Benson, que para eso es el blog.

                                                      El tiempo y la Vida:
           No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho. La vida es suficientemente larga para hacer en ella cosas grandes si la empleáramos bien. Pero el que se lo pasa en vaciedades, el que no se dedica a nada bueno, siente, al empuje de la última hora inevitable, que se le ha escapado la vida sin darse cuenta de que estaba caminando por ella. No se nos ha dado una vida breve, sino que nosotros hacemos que lo sea; y no somos pobres de tiempo, sino que lo desperdiciamos. Pasa como con los que se han hecho con grandes riquezas, pero que no son sensatos; todo se les disipa en un instante. Si esas riquezas, aunque no fueran muchas, llegan a un buen administrador, se acrecientan con su mismo uso. Así, nuestra vida es bastante larga para quien la sabe usar bien.
                              
                                                                             Séneca, De la brevedad de la vida, I, 1.





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