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miércoles, 6 de febrero de 2019

Un oratorio familiar para la Misa Tradicional: mi experiencia

Oratorio Parcela Santa Juana, Hijuelas


Cuando R.H. Benson estaba como capellán católico en la Universidad de Cambridge examinó seriamente su manera de servir mejor a Dios en este mundo, y confiesa en una carta dirigida a su madre que parece que Dios Todopoderoso lo está llamando a vivir una especie de apostolado de ermitaño moderno, y una de las razones que da para llegar a esa conclusión es que Dios le ha dado desear esto ardientemente y este deseo iba creciendo año tras año incansablemente. Estoy segura que muchos de ustedes han pasado por esta misma experiencia: esa santa idea que está una y otra vez presente en la mente y que no dejará de hablar o hasta de gritar  hasta que no se lleve a cabo.

Pues bien, algo parecido me ocurrió hace años: el ferviente deseo que en nuestra finca o campo, como lo quieran ustedes llamar, debíamos construir – no sé cómo ni con qué recursos – una capilla familiar, un pequeño oratorio para uso exclusivo de la Misa Tradicional. Tenemos un terreno bastante grande y necesitábamos tener un lugar como familia para rezar. No era fácil, no solo porque nuestros recursos eran muy limitados, habíamos tenido malos años por los precios bajos de nuestros productos, y además, no teníamos idea de cómo construir una capilla, sus especificaciones técnicas, la formalidad de las dimensiones de un altar, entre otras cosas.

Finalmente los recursos llegaron y le encargamos los planos a un arquitecto. Confieso que mi idea para el oratorio era más bien una capillita pequeña, lo suficiente para nuestra familia, y me sorprendió que el arquitecto nos diseñara una capilla casi al estilo de esas que se construían en los fundos hace más de un siglo y bueno, era casi imposible poder construir una cosa tan grande.

 ¿Qué hacemos? – pensamos con mi esposo - ¿Qué tal si construimos algo similar a lo proyectado por el arquitecto, pero en una proporción menor. Dios lo quiere, pensaba yo, esta idea está en mi cabeza todo el día, y no solo porque creía que necesitábamos un oratorio para nosotros, sino porque estaba convencida que debíamos hacer esto para los malos tiempos que algún día van a llegar. ¿Qué malos tiempos? Aquellos que alguna vez vendrán en que los sacerdotes que quieran rezar la Santa Misa Tradicional ya no podrán hacerlo en forma pública o que serán perseguidos por ser tradicionales. Puede que sea a corto, mediano, o a largo plazo, eso yo no lo sé, y puede que ni yo ni mi esposo estemos vivos, pero si esto llega a ocurrir, tendrán en este oratorio un solar tranquilo, alejado del mundo, rodeado por la naturaleza donde podrán rezar en paz la Santa Misa Tradicional. También será para que ahora puedan venir sacerdotes que quieran pasar algunos días de vacaciones y descansar en una ermita junto a la capilla. Muchas ideas, pocos recursos. No importa, si esto es la voluntad de Dios, Él mismo nos dará los medios, el tiempo y la salud para concretar este anhelo.




Comenzamos entonces la primera parte de la construcción, en el mes de julio del año 2011. Un carpintero y sus ayudantes fueron dando forma a esta locura…sí, porque los que sabían lo que estábamos haciendo nos tildaron de locos. ¿Cómo se le puede ocurrir a  esta familia destinar el dinero que podría ocuparse para salir, por ejemplo, de vacaciones, en una capilla? ¿Quién se construye una capilla tradicional hoy en su campo? Nosotros…los locos tradi.

Poco a poco fue tomando forma. Nos hicimos asesorar por algunos amigos tradicionales para el detalle del altar, por ejemplo, y sus dimensiones. Llegamos a construir la tercera parte y el presupuesto se nos acabó. No iba a ser fácil terminarla. Además, estaba el conseguir los ornamentos y todo el mobiliario. Y claro, Dios nos fue poniendo en el camino aquello que necesitamos. Conseguimos el ara, bendecida por el obispo Valdivieso, el mismo que había participado en el Concilio Vaticano I. Un ara que parecía una verdadera reliquia, y que fue lo que primero se colocó en el altar. Luego, el mismo carpintero nos dio la información que en una ciudad cercana a la nuestra una orden religiosa estaba por incinerar unos reclinatorios y ¡un antiguo confesionario de madera de nogal!, además de estar vendiendo un par de candeleros de bronce. Tener un confesionario en la capillita no estaba pensado porque era enorme. Tuvimos que modificar algunas cosas en el diseño y compramos, no solo el confesionario, sino que también los seis reclinatorios y los candeleros.

El confesionario que se salvó del fuego

En su primera etapa entonces la capilla quedó armada con un crucifijo enorme en la pared, con dos sacristías, el confesionario en la planta baja de lo que será luego el campanario. Quedó cubierta con techo hasta menos de la mitad, pero era suficiente como para poder tener la primera misa. Y la tuvimos en octubre del 2011. Concurrió un padre de la fsspx, en un lluvioso y helado día de octubre, sin un techo para cubrirnos a todos, el agua inundando el suelo de cemento, pero el altar digno y seco, la capilla llena con un grupo de las SAS y de amigos que quisieron acompañarnos.

Con los años tuvimos varias misas tradicionales, pero costaba que los sacerdotes vinieran. Pero no me puedo quejar por esto porque tuvimos misas en fechas significativas trayendo bendiciones y gracias para los presentes.
Sin embargo, los años comenzaron a pasar y no teníamos los recursos para terminarla. Comencé a dudar de esta locura de tener una capilla acá cuando no teníamos certeza de si íbamos a acabarla, de si íbamos a contar con sacerdotes para que vinieran a rezar la misa. Habíamos avanzado un poco con los ornamentos, los vasos sagrados, los manteles, y todo lo que suele colocarse en la credencia. Una de mis hermanas me había regalado un icono de San Miguel Arcángel hecho por ella misma para el frontal del altar. Habíamos comprado unas casullas hermosas en un taller de ornamentos, y habíamos logrado habilitar el baño junto a una de las sacristías. Pero seguían pasando los años y nada, no podíamos terminarla. Veía como, al estar más de la mitad a la intemperie, las maderas de las paredes estaban comenzando a deteriorarse; las vigas del techo a ser refugio de los pájaros con sus indeseables consecuencias; el Cristo del altar estaba con polvo y el improvisado techo de plástico que cubría la parte que estaba al descubierto se volaba una y otra vez con el viento. Fue muy frustrante ver la capilla a medias y hasta pensé en que sería mejor echarla abajo. No era digno de Dios tener algo así, a medias, pero mi esposo nunca perdió la esperanza. Había que esperar, había que confiar en que Dios nos daría una vez más los medios.

Tuvieron que pasar seis años para que, una buena cosecha de paltas (aguacates) nos diera para concluir este trabajo que tanto ansiábamos. Y fue así que en unos meses se terminó de cubrir el techo con vigas a la vista, las paredes se forraron con madera, se colocaron un par de ventanas de pino Oregón, se habilitó el atrio, el piso de cubrió de piso flotante y por fin viéramos este sueño hecho por amor a Dios realizado. Ahí estaba la capilla de los Corazones Inmaculados de Jesús y María lista para que cualquier sacerdote pudiera rezar su misa tradicional privada cuando quisiese. Estaba nuestra capilla terminada para ir a rezar por las mañanas y por la noche las oraciones de todos los días. Y junto a la capilla ahora también, construida justo hace un año, la ermita del capellán. Quisiéramos poder construir más ermitas para poner a disposición de grupos de fieles que quieran tener algunos días de retiro, pero eso está por verse. Lamentablemente no hemos tenido la acogida que quisiéramos para que más sacerdotes tradicionales vengan a decir la misa y a pasar unos días, si es que quisieran. Nos hemos encontrado con la curiosa experiencia de que no hay interés en los sacerdotes que conocemos de venir. Curioso…y doloroso, al menos, para mí, pero los tiempos son de Dios y la Providencia sabrá cuando enviarnos sacerdotes. Tal como ya he dicho, ahí está la capilla a disposición de cualquier sacerdote tradicional que quiera venir y no pasará quizás mucho tiempo en que las circunstancias dentro de la Iglesia los hará buscar donde rezar la Misa de siempre. Aquí encontrarán un lugar y serán bienvenidos.


No hay que medirse cuando se quiere entregar algo nuestro a Dios porque Él sabe de nuestro esfuerzo, de nuestras renuncias, y paga con creces, con mucho más de lo que nuestra miseria puede dar. Tener un lugar dedicado a Él es un privilegio, y no depende para nada del tamaño que el lugar tenga, de las imágenes valiosas que se posean o de lo que sea. En cualquier lugar de nuestra casa, en un rinconcito, tengamos nuestro lugar dedicado a Dios, donde podamos conversar con Él, donde podamos pedir perdón por nuestras negligencias y pecados, por nuestras infidelidades y falta de confianza y de caridad. Nosotros como familia hemos tenido la gracia de poder poner esto al servicio de Dios a través de sus sacerdotes y de los fieles que quieran y puedan acompañarnos cuando tengamos misa.  Pero insisto, en que Dios a cada cual lo llama de manera distinta a poner lo que Él mismo da a su servicio. Tanto valor tiene una catedral o una basílica que un pequeño altarcito en la casa. Dios ve nuestro esfuerzo y nuestro amor, y a sí como a algunos les da más, también se les exigirá en la misma proporción.


Interior del oratorio
No dejen, hermanos míos en la fe, de tener un lugar en casa para rezar. Aun en medio de las grandes y bulliciosas ciudades se puede tener algo de silencio y se puede orar a Dios frente a una imagen de nuestra Señora, frente a un Crucifijo. Nuestra alma lo necesita, no podemos dejar de rezar, de rezar por los que no lo hacen, de pedir por los que necesitan de nuestros ruegos para salvar su alma. ¡Hay tanto por lo que rezar! ¡Tenemos tanto por lo que agradecer a Dios! En estos tiempos donde parece que Dios ya no forma parte de la vida de la mayoría de las personas con las que nos topamos a diario, nosotros estamos llamados, con un especial privilegio que no dimensionamos, a rezar y a tener presente a Dios en nuestros corazones durante el día. Es un don gratuito al cual debemos responder.

 Este artículo ha sido escrito originalmente para Marchando Religión.

Nota aclaratoria: este es un oratorio privado familiar, y aunque está bendecido por un sacerdote de la fsspx todavía no tiene la consagración episcopal. Conozco la legalidad canónica al respecto, solo me basta decir que por el momento lo consideramos como un oratorio "de campaña", y así como un sacerdote reza su misa privada  tradicional dignamente sobre un capó de un auto, o sobre un tronco de un árbol o sobre una piedra en la montaña,  aquí puede celebrar la misa sobre este altar que ha tratado de ser lo más digno posible, aunque siempre mejorable.