Sentado en mi escritorio, con las manos sosteniendo mi cabeza y con mis dedos revolviendo mi cabello nerviosamente me encontró Ángeles, mi esposa. Había bajado desde el segundo piso donde se ubican los dormitorios para buscarme, puesto me había tardado más de lo que ella esperaba. Hacía ya casi una hora y tanto que le había dicho que subiría de inmediato (o al tiro, como decimos en Chile) para ayudarla a acostar a los niños, pero no pude. Fui incapaz de dejar el estado de molestia que me tenía el cuerpo tomado y no quería que mis hijos me vieran tan nervioso y alterado.
Mi estado de nerviosismo se debía a que había tendido un muy mal día en el colegio donde hago clases. Una sumatoria de hechos relacionados con mi relación con mis colegas, con mis alumnos y con los contenidos que se estaban enseñando en el colegio me tenían al borde del colapso y tenía tomada la decisión de dejar este trabajo. Desde el punto de vista económico dejarlo me traería un gravísimo problema considerando que si me quedaba sólo con mi trabajo en la universidad como única fuente de ingresos, me vería en serios problemas de caja para llegar a fin de mes. Nuestra situación económica no anda bien...pero mi consciencia reclama que no puedo seguir ahí. ¿Acarrear a mi familia a pasar apuros económicos, con todo lo que esto significa por un problema de consciencia? Sí, desde luego, no puedo vivir traicionándome y por sobre todo, traicionando a la Verdad. Si me quedo, me hago parte, lo cual no significa que esto no me cause temor y angustia por el futuro de mi familia. Desde que había llegado a la casa un par de horas antes, nada le había comentado a Ángeles sobre tan delicado asunto.
- Los niños se cansaron de esperar a que les dieras un beso de buenas noches. Me dejaste esperando, Mateo, al menos podrías haberme dicho que estabas ocupado - dijo ella mientras se acercaba algo molesta pensando en que por flojera yo no había ido, pero al parase frente a mí, me quedó mirando en silencio, comprendiendo que estaba pasándolo mal. Tomó una silla y la colocó junto a la mía.
- ¿Qué pasa Mateo? Te noto súper tenso.
- Estoy desmoralizado y furioso...
- Pero ¿qué cosa tan terrible puede tenerte así? ¡Ah ya sé!, de nuevo con problemas en el trabajo, ¿verdad?
- Es muy delicada la situación y estoy muy complicado. Esto ya no da para más y después de lo de hoy tengo la decisión tomada: voy a renunciar al colegio. - Ella no expresó ninguna sorpresa. No era la primera vez que la decía algo así con respecto renunciar al colegio y la amenaza de irme no parecía inquietarla.
-¿Ya les dijiste que te ibas?
-No, pienso hacerlo mañana.
- Entonces aún tenemos tiempo para conversar tu decisión entre los dos. Tal vez quieras explicarme algo de lo que pasó hoy.
- Hoy, ayer, antes de ayer, desde siempre es que me estoy tragando estas espinas que son chicas y muy puntiagudas por lo que se hacen más molestas. Se pueden tolerar ciertas cosas, especialmente cuando lo afectan a uno en forma personal: una ironía, una broma pesada, pero cuando se tocan puntos esenciales, como la ofensa a tu Fe, a lo que más amas y por lo que está dispuesto a dar tu vida, eso Ángeles, tiene un límite de tolerancia. Hace tiempo que siento estar trabajando entre apóstatas y neo-paganos que no entienden o no quieren entender ni un solo razonamiento.
Ellos han ido más allá y sostienen saber más que la Iglesia, que los Apóstoles y que los Santos Padres. No sé de dónde les ha llegado tal grado de revelación personal - bueno, creo que sé de donde viene - para interpretar a su antojo cualquier verdad revelada y justifican su argumento diciendo que simplemente se están adelantando a lo que la Iglesia enseñará algún día, porque ella, tarde o temprano reconocerá que se equivocó. Simplemente se han adelantado a un pronunciamiento que la Iglesia todavía no se decide a cambiar. Dime si no es el colmo de la soberbia. Entonces yo, por estar siempre predicando lo contrario a lo que ellos dicen, he llegado al punto de estar bajo sospecha de casi todo el profesorado, de los apoderados y hasta de los mismos alumnos. No sé en qué momento comenzaron a aceptar tan descaradamente y sin ningún tapujo todas las aberraciones morales, errores doctrinales y cualquier cosa que vaya contra lo que la Iglesia ha sostenido desde siempre, y yo me he convertido en un sujeto enemigo de la humanidad, poco tolerante con las minorías de toda índole, y el mote de fundamentalista-fascista-homofóbico- intolerante lo tengo pegado en la frente. Creo ser el único que al menos públicamente se opone en este colegio católico al aborto, a la ideología de género, al "matrimonio" homosexual, a la comunión a los re-casados, y etc, etc.
Ellos han ido más allá y sostienen saber más que la Iglesia, que los Apóstoles y que los Santos Padres. No sé de dónde les ha llegado tal grado de revelación personal - bueno, creo que sé de donde viene - para interpretar a su antojo cualquier verdad revelada y justifican su argumento diciendo que simplemente se están adelantando a lo que la Iglesia enseñará algún día, porque ella, tarde o temprano reconocerá que se equivocó. Simplemente se han adelantado a un pronunciamiento que la Iglesia todavía no se decide a cambiar. Dime si no es el colmo de la soberbia. Entonces yo, por estar siempre predicando lo contrario a lo que ellos dicen, he llegado al punto de estar bajo sospecha de casi todo el profesorado, de los apoderados y hasta de los mismos alumnos. No sé en qué momento comenzaron a aceptar tan descaradamente y sin ningún tapujo todas las aberraciones morales, errores doctrinales y cualquier cosa que vaya contra lo que la Iglesia ha sostenido desde siempre, y yo me he convertido en un sujeto enemigo de la humanidad, poco tolerante con las minorías de toda índole, y el mote de fundamentalista-fascista-homofóbico- intolerante lo tengo pegado en la frente. Creo ser el único que al menos públicamente se opone en este colegio católico al aborto, a la ideología de género, al "matrimonio" homosexual, a la comunión a los re-casados, y etc, etc.
-Bueno, lo que acabas de contarme desde hace tiempo que te lo vengo escuchando. Y nosotros, tú ya sabes, estamos marcados, y poco a poco nos hemos ido acostumbrando a llevar este estigma aunque no por eso deja de doler. Entonces no entiendo, Mateo, qué agravó el asunto que hizo que estés pensando en dejar de hacer clases ahí. Además, me has hablado todo el rato de "ellos" y no sé si es un grupo dentro del colegio o alguien en particular.. - Mientras decía estas palabras me acordé que viniendo de la universidad le había comprado unos chocolates. Abrí mi maletín y extraje desde el fondo un pequeño paquete de finos bombones que son para ella una delicia. Ella me los recibió feliz y mientras conversábamos disfrutamos estos chocolates para pasar un poco las penas.
- Este año particularmente, Angelito mío, está marcado por...
- ¡Uy por favor, Mateo!, deja el discurso y cuéntame en concreto lo que pasó hoy - Lo cierto es que dilatar lo que me había pasado hoy no hacía más que agudizar su curiosidad, y ella, que es muy impaciente, me miraba con sus ojitos llenos de intriga esperando, al igual que ustedes, que le contara mi desagradable asunto. - Hoy me correspondía hacer mis clases a los de tercero, tú sabes, adolescentes de 16 años llenos de interrogantes y cuestionamientos, de rebeldías absurdas y amigos de lo fácil, del aquí y del ahora. No digo que todos, pero en su gran mayoría estos chicos son muy diferentes a los de nuestra generación. He tratado de enfocar mis clases intentando hacerlos reflexionar para que vayan un poco más allá de lo que ven a diario. Mostrarles que antes que ellos hubo gente que tuvo problemas similares a los nuestros, pero que eran resueltos quizás de un modo muy distinto. Les he dado a pensar sobre el sentido del dolor, por ejemplo, y de cómo esta aporía ha sido un rompedero de cabeza para los filósofos y que sin la fe es imposible darle un sentido. Muchos de estos muchachos no lo entienden así, y bueno, comprendo que les falta madurez y estudio ya que no es un tema fácil. Generalmente no están de acuerdo conmigo en la mayoría de las soluciones y explicaciones que les entrego, sobre todo en moral. - Me quedé un rato en silencio, pues me acordé de sus miradas y de sus burlas. Ellos creen que yo no me doy cuenta o que no los veo cómo susurran, pero sí los veo y los escucho. Lo que desconocen es que yo no me enojo ni me importa que se burlen de mí. A su edad es lo usual burlarse de los adultos y creer que ellos se las saben todas, y creo que ahora ese comportamiento se ha agudizado quizás porque creen por que saber más sobre tecnología, saben más de la vida y son insolentes e irrespetuosos. La vida se encargará sola de mostrarles que no son los reyes de este mundo en la proa de un Titanic. Suspiré y cerré mis ojos para poder concentrarme y no perder detalle, y así continué contándole mi historia a Ángeles.- Pero en fin, no recuerdo bien a propósito de qué salió el tema, pero uno de los chicos me pidió la palabra y me contó que su profesor de religión, el que tú ya conoces.
- El cura que no quiere ser cura.
-El cura con dispensas, el que les hace Religión o Educación de la Fe como le llaman en el colegio, les había dicho que en la primera página de sus cuadernos dibujaran aquello en lo que creían a modo de portada. Les dijo que si eran cristianos, dibujaran una cruz; que si en el verano habían perdido la fe y ahora eran ateos, dejaran en blanco; que si eran satánicos, dibujaran una cruz invertida y procedió a dibujarla en el pizarrón.
-¿Dibujó una cruz invertida en el pizarrón? ¿Frente a los niños? ¡Qué habrán pensado esos chicos! ¡Qué espanto! - dijo ella.
Con todos esos decires y con su actitud, pienso que tiene una obsesión perversa. No encuentro otra explicación, lo cual me quedó todavía más claro después de la conversación que tuve con él cuando, completamente escandalizado con lo que me habían contado mis alumnos, lo fui a encarar a la sala de profesores al final de la tarde, cuando ya no había alumnos y éramos pocos los que quedábamos todavía en el edificio.
- ¿ Lo fuiste a encarar frente a tus colegas? - me dijo ella esperanzada en que yo había llevado adelante mi cometido en privado y no frente a todo el profesorado. Teme que se arme una pelea y que, dadas mis condiciones cardíacas poco favorables, no resista una lucha física.
- Lo enfrenté cuando se habían ido casi todos. Traté de exponer mis puntos y argumentos de la manera más racional posible, cosa que me costó muchísimo porque las emociones, especialmente la rabia y la impotencia por hacerle entender lo que para mí es tan obvio, se querían colar y no podía permitirlo. Pero es difícil, casi imposible mostrarle la Verdad a esta gente porque de partida para ellos no hay Verdad, y de ahí para adelante todo va cayendo como las fichas de un dominó. No razonan argumentos. Por más que quieras, no logras romper con su bloqueo mental, con su incapacidad para intentar al menos comprender lo que les quieres decir, por además están llenos de eslóganes y prejuicios imposibles de superar. Suma a eso la pereza mental...en fin, una verdadera odisea. Para ellos todo lo que enseñó la Iglesia y la filosofía cristiana durante un par de milenios está superado y empieza a darme razones tales como que somos unos retrógradas y que a nadie le importa lo que nosotros pensamos; que ahora somos una sociedad madura y tolerante; que esto nos acerca cada vez más a los países desarrollados y modernos. Yo lo escuchaba y lo miraba perplejo. Volvía una y otra vez con el mismo discurso: ¿de qué le estaba hablando? Le causaba una profunda extrañeza que hubiera gente como yo y mi familia, completamente perdida y anclado en el rigorismo y en las meras formas externas, y que vivíamos apuntando con el dedo y juzgando a los que no son o no piensan como nosotros, colocándoles cargas morales a las personas, cargas que son casi imposibles de cumplir. No podemos exigirles a todos lo mismo. Dios sabe quien puede y quien no puede cumplir los preceptos, y que no podemos pedir que todos los cumplan por igual. Dios - me dijo - es un Padre misericordioso y que acepta a cada cual según su condición. Podemos y debemos aceptar que el mundo ha cambiado, que hemos crecido y madurado y somos capaces de abrirnos a posturas y modos de vida diferentes porque somos más tolerantes - excepto con aquellos que quieren vivir según nos manda Dios. Me lo decía en un tono de "este pobre diablo, a los fanáticos religiosos hay que tratarlos como enfermos mentales, como unos pobrecitos trastornados". Y para terminar me dice que no vamos a acercar a la gente a la Iglesia si seguimos como los fariseos, apegados a una doctrina que no se abre a las realidades actuales, a las nuevas formas de familia y a la diversidad en todos los ámbitos. Son tiempos nuevos para la Iglesia, de mayor apertura, donde todos y todas- sic - caben que quien era yo para irme en contra de las enseñanzas del papa y de los obispos y bla, bla, bla. Siempre la misma basura que escuchas y lees todos los días donde quiera que vayas, donde quiera que leas, y de toda esta bazofia estoy harto.
Total, que al final yo ya no pude más y en vistas que no llegábamos a nada terminé diciéndole que estaba envenenando el cerebro a estos chicos ignorantes, que en sus casas nadie les habla acerca de su alma inmortal que deberá dar cuentas y que están esperando que alguien les muestre el camino para salvar sus almas. Si tenían poco o nada de fe - le seguí diciendo - él le había puesto la lápida y los había confundido todavía más. Si tú crees todas esas abominaciones - le dije - guárdalas para ti, pero no desparrames. ¿No te aterra pensar que por tus palabras muchos de ellos podrán ir al infierno? No, claro que no, porque para ti el infierno no existe, lo inventó la Iglesia y San Pablo. ¿Para qué diantres entonces se encarnó Nuestro Señor y murió pendido de la cruz si todos estamos salvos, si no hay mérito ni castigo, si todo da lo mismo...para qué? ¿Qué sentido tiene el sacrificio? ¿Qué sentido tienen los sacramentos? ¿Para qué necesitamos una Iglesia? Que el último apague la luz entonces y nos vamos a hacer de la vida una fiesta eterna. Al menos piensa en esto - le dije despidiéndome - porque parece que nuestra fe está en un lugar completamente opuesto y uno de los dos está equivocado, y yo sé que no lo estoy.
- Estuvo muy bien lo que le dijiste, ojalá lo piense y reaccione. Mateo yo te conozco y sé que estos desencuentros te hacen muy mal, ¿cómo te sientes? - Ella efectivamente me conoce muy bien y dado mi estado de, como dirían los ingleses drift away, ese estar como a la deriva, arrastrado por el cansancio, que se percibía a la distancia, como el aliento del borracho, le expliqué que estaba cansado, que me sentía completamente agotado de estar en este permanente estado de lucha. Ir contra la corriente deja cicatrices abiertas en el alma y por tanto quería buscar mi paz por lo que tenía decidida mi renuncia. - Al final de la discusión y cuando estaba sentado en el auto con una horrible sensación de fatiga, con un dolor punzante en el cuello y en la espalda, se me hizo aún más palpable el hecho de estar absolutamente desconectado de la mayor parte de la comunidad educativa tanto del colegio como de la universidad. Veo a mis colegas riéndose de mi a mis espaldas, a mis alumnos llamándome el profe loco, el loco Sócrates que dicen. ¿Qué diantres estoy haciendo aquí con estas personas que están en las antípodas de mi Fe?¡ Ay amor!, sentí como una ola de soledad abrumadora me fue subiendo desde la punta de los pies a la cabeza. Sabía que tarde o temprano la iba a experimentar, porque desde hace años venía ignorándola, pero hoy, especialmente hoy me mostró su peor cara: la más amarga de las soledades. Ir contra la corriente no es fácil, yo solo no puedo luchar...si no creyera en las promesas de Cristo creo que hace tiempo mi fe habría sucumbido. La fuerza para el combate no depende de mí, viene del Cielo, por voluntad propia me habría sido imposible sostenerla en el tiempo. La sociedad actual está enferma del alma y ya no resisto el sopor de podredumbre que exhala. Quiero que nos vayamos lejos, muy lejos, al sur o a donde haya menos gente. Quisiera vivir así, como tú misma has soñado hacerlo, ¿te acuerdas cuando me contaste que soñabas con vivir en el campo produciendo nuestros propios alimentos, en un cenobio familiar?
- Mateo quiero que te calmes y que me escuches muy atentamente. Sufro lo mismo que tú estás sufriendo, así que conozco perfectamente el dolor y la frustración que te causa ver que todos quieren ser tolerantes con las abominaciones que vemos. Entiendo tu dolor porque además el ataque a nuestra fe no sólo viene desde los que están fuera de ella, sino desde dentro de la Iglesia. ¿Con qué autoridad voy a sostener que no se le puede dar la comunión a los adúlteros o que no podemos tolerar la ideología de género si muchos obispos y los sacerdotes están diciendo lo contrario a lo que siempre se ha enseñado y que nosotros creemos? Te desarman...te desautorizan, y no falta la persona que te dice: Oye, pero si monseñor tal o cual está enseñando justo lo contrario a lo que tú estás diciendo. Pero ¿sabes mi amor? tú no debes renunciar y no debemos huir. Aún no. - yo la miré bastante desilusionado porque pensaba que iba a apoyarme tanto en mi renuncia como en la búsqueda de un nuevo lugar donde vivir. Ella me había manifestado en ocasiones anteriores su deseo de buscar un lugar aislado donde comenzar un proyecto de vida en familia casi monacal, con mi hermano cura a la cabeza de este gran grupo familiar - digno de la Srta. Prim - pero con esta frase posponía por un buen tiempo mi anhelado sueño.
- No te entiendo Ángeles, pensé que me ibas a apoyar.
- Creo que debes seguir en el colegio hasta que la situación no dé para más y te despidan. No por una cuestión de no querer darles en el gusto. A ellos les encantaría que tú te fueras y le dejaras el puesto a uno de los mismos. Ni tampoco te lo digo porque me asusta pasar más pesares económicos. Dios nunca se ha olvidado de nosotros y nunca, jamás nos ha faltado para comer. Te lo digo porque debes resistir y dar testimonio de tu fe hasta el final. Es muy duro y una cruz muy pesada, pero debes permanecer ahí. Es un martirio para ti ir cada día a la universidad y al colegio a hacer clases, a hablar de Cristo a un grupo de gente que le odia, que odia la religión, que no le importa en lo más mínimo, pero por favor Mateo, sigue hasta que Dios quiera. Esto es un combate espiritual que se va a poner cada día más feroz, y para seguir dando la batalla tienes que confiar en que estarás siempre bien armado: tienes una Iglesia Triunfante que ruega por nosotros, tienes a tu Ángel custodio, tienes los sacramentos y la oración. Si te ven, sabrán que todavía es posible resistir al error y habrá algún alma de buena voluntad que viendo tu ejemplo y valentía diga: "Este loco se mantiene inmutable y no se deja llevar por lo políticamente correcto. Qué admirable es lo que hace". Hay gente que en silencio piensa lo mismo que nosotros, pero no se atreve a manifestar lo que piensa y en público niega lo que en privado afirma. Por eso se necesitan estos Sócrates cristianos que dan testimonio, para poder dar esperanza. ¿Te estoy pidiendo mucho? Porque si es así, te ruego me perdones, pero yo estoy convencida que tú puedes hacerlo. Ahora estás cansado y abrumado, sufriendo este martirio espiritual de sentirse como un paria frente a tus colegas y alumnos, pero...
- Está bien - le dije yo poniéndome de pie abruptamente, ya más tranquilo y sintiéndome como un cobarde por querer huir - está bien, me ha quedado claro. He sido un estúpido, perdóname. Escucha, mi niña, que no soy ningún mártir ni nada. Frente a lo que pasa en medio oriente con los cristianos sirios, entre otros, ver como ellos sí que sufren por causa de Cristo, lo mío es paja molida. Es complicado y muy difícil para mí continuar con mi trabajo, pero hoy he tenido un día negro y este fue un momento de debilidad al que no debo darle mayor importancia. Tienes razón. A veces olvido que no debo huir del sufrimiento, sino que debo cargarlo sobre mis espaldas como una cruz, para completar en mí, como dice San Pablo, la pasión de nuestro Señor. Gracias, gracias mi vida por tus palabras y por apoyarme siempre. Únicamente estoy cansado y ya no se diga más. - y ahí la abracé con todas mis fuerzas, dándole gracias a Dios de nuevo por esta valerosa mujer que no solo tiene que preocuparse y ocuparse de la casa, de los niños, sino de levantar a este su pobre marido del suelo cuando ya sus fuerzas están completamente agotadas.